Manolito Couceiro: arte y patrimonio
por Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 

“…en éste mundo que recuerda el primer día de la Creación…”
Joaquín Texidor. Catálogo Couceiro, 1953.

 

Manuel Couceiro Prado (o mejor, Manolito, como le decían sus allegados; o Couceiro, como firmaba sus obras, y todos le conocían) nació el 29 de julio de 1923 en La Habana, primogénito de ourensanos que llegaron con sus mayores a Cuba, donde se conocieron y casaron en septiembre de 1919: Carmen Prado López desde Barbadanes, entró en La Habana en 1907; y Manuel Couceiro Iglesia desde Coles, por Matanzas. Con sus cuatro hermanos (Carmen, Avelino, José Ramón y Julio), desde niño tuvo que colaborar en la tintorería, sostén familiar en su casa de Monte entre Ángeles e Indio (hoy municipio Centro Habana), donde casó y tuvo tres hijos con María Antonia Zarragoitía.

Autodidacto, en 1933 dibujaba con acierto e incorporaba el color, y en 1936 y 1937 ensayaba sus primeros óleos. Alumno de Guillermo Menezill (artífice de las artes plásticas) asistía a las clases de Leopoldo Romañach en San Alejandro, a quien reconocería junto a algunos libros, muchos de sus conocimientos técnicos, aunque nunca se dejó constar como alumno por su antiacademicismo y su rebeldía de siempre; emprendedor, estudiaba los aportes africanos a la cultura cubana según Fernando Ortiz, las vanguardias artísticas cubanas y el más avanzado arte internacional, tanto figurativo como abstracto, entre otros temas y especialidades, muchos inconclusos, todo lo cual explica las tertulias que sostuvo en su casa con varios de los más relevantes intelectuales cubanos, incluido José Lezama Lima, de quien patentizó su frase ulterior “cuando hay demasiadas influencias, es que no hay influencia”.

Entre 1940 y 1941 participa en el Círculo de Bellas Artes en su primera exposición colectiva con profesionales (incluidos profesores de San Alejandro) y continúa en otras como el Salón Nacional de 1944, disintiendo del ambiente social implícito. Su primera exposición personal fue entre el 21 y el 29 de mayo de 1946 en el Lyceum del Vedado (hoy Casa de Cultura Municipal Plaza de la Revolución, en Calzada y 8), la que aceptó por su amistad con el Dr. Juan Chabás, con organización y palabras inaugurales de José Manuel Valdés Rodríguez, y 18 obras: cinco Temas, cuatro Estudios de Cabeza, cuatro Retratos, tres Desnudos y dos Bocetos; sus dos líneas se resumían en un retratismo de sus allegados, que incluiría los líderes revolucionarios que admiraría, y que demostraba que su antiacademicismo no es arbitrario y es capaz de reflejar los mejores valores de la academia; y la que llamó Temas, en que los bocetos alcanzan rango artístico, elabora su gran sentido plástico, el color “extraño y diferente”, sus formas “llenas de premura” que brotan de las entrañas humanas, vitales y elementales; anuncia sus “arrebatadoras escenas primigenias y cómicas, envueltas en una atmósfera de óptima virilidad” que lo singularizaría, y su esoterismo natural lleno de símbolos mágicos confunde la frontera de los sueños hasta inventar una nueva geometría.

Entre 1947 y 1948 inicia a colaborar con la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en su Departamento de Arte, y se revela como promotor; tal fue su homenaje con la Sociedad Lyceum y la Galería Habana al crítico de arte Guy Pérez Cisneros, a su fallecimiento. Sus compromisos artísticos y políticos en Cuba le hicieron aplazar hasta nunca las invitaciones entre 1948 y 1949 a exponer en la Universidad de Howard en Washington, Estados Unidos de América. Del 12 al 19 de febrero de 1951, a solicitud del Dr. Raúl Roa, realiza otra exposición personal en la caseta de la Dirección de Cultura de la FEU en el Parque Central, que dirigía personalmente e incluía teatro. Fue la última de las apenas cinco exposiciones en esta caseta revolucionaria.

El Cuartelazo batistiano del 10 de marzo de 1952 lo radicaliza; fundador del Movimiento “26 de Julio” (M-26-7) y de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo (heterogénea, pero incluía lo más progresista de aquella intelectualidad cubana) desde sus gérmenes universitarios, con la FEU organiza exposiciones colectivas con las que recorre el resto del país, y crea los Festivales de Arte Universitarios (de uno de ellos en julio de 1955, queda el análisis del arte contemporáneo por Stuart Davis, traducido por María Álvarez Ríos; hubo dos contra el Instituto de Cultura, IC, del gobierno) con los mejores representantes de todas las artes y sus conferencias sobre cultura cubana, en especial las raíces africanas, en lo que ya era valorado perito. Se integra en la exposición colectiva que el Lyceum convocó contra la Bienal propuesta del IC para homenajear a Martí en su Centenario (1953) pero auspiciada por el franquismo español, que logró aplazar, pero aun insatisfecho, llevó dicha exposición por otras regiones cubanas y a la misma Universidad. Cuando hacia 1955 y 1956 el IC decide dicha Bienal en el Museo de Bellas Artes, organiza al frente, en un salón al fondo del Hotel Sevilla, la conocida como Antibienal o “la exposición de la acera del frente”, donde expuso su última obra de entonces.

El 20 de abril de 1953, a las 9.30 p.m., inaugura en la Biblioteca Nacional José Martí otra exposición personal, presentada por el colectivo de profesores de pintura y modelado de Santa Clara, Las Villas, con palabras de Joaquín Texidor, quien analiza detenidamente, por primera vez, su obra: más madura, color más independiente y protagonista, aun preocupado por la composición y el ritmo del dibujo, que cierra brillantemente el lienzo; más depurados su esoterismo y su mensaje contra la moral de la hipocresía, su enemiga irreconciliable, mientras el buen gusto lo salva de la vulgaridad; eficiencia creativa, destreza para organizar las formas, preciso manejo de matices sutiles y personales, vehemente cubanía, el trópico en sus colores vivos y llenos de matices, líneas sinuosas y formas sensuales hasta agotar el esoterismo delicado y pujante, contenido y febril, imaginación “dionisíaca y feroz” desbordante de fantasías y sueños, sensibilidad o sensitividad como clave esencial de su pintura… “Uno de los más singulares y creativos pintores cubanos” de entonces, sin antecedentes.

Contra influencias “surrealizantes” pues en lo onírico o fantástico “no recurre a lo literario y mitológico”, Texidor deduce un expresionismo muy personal. En sus desnudos femeninos (no retratistas) los órganos generatrices buscan descubrirse a sí mismos sin pudor moralista, hacia nuestras raíces más ancestrales. Si no un tema, el sexo es elemento básico de un juego con valor ritual, culto que rechaza pero que lo domina desde su subconsciente y traiciona a los prejuicios seculares; el valor semántico de su obra se potencia a sí mismo, y adquiere un lenguaje propio de identidad. Al margen de la polémica, la invocación del rito sexual reafirma y transforma la realidad en su obra, como en su vida, mediante sus mitos y leyendas que explican sus misterios en un universo desde el y al que se proyecta: supo heredar, y crear.

Un catálogo del Museo Nacional de Bellas Artes (28 de enero de 1954) incluye sus óleos de 1953 titulados Temas: erótica redondez de glúteos y senos, dedos de signos inequívocos, animales humanizados y fuertemente sexuados, personas delicadamente bestializadas en su estilización lírica: flautistas, bailarines y otros, en una adecuada economía de trazos simples y elocuentes colores.

Al ser clausurada la Universidad, por la FEU funda y dirige la Galería Habana en dos salones interiores del cine Arte y Cinema (La Rampa, en 25 y O) que continúa luchando contra Batista: perseguido clandestino, fue una burla su foto en prensa, incluso con José Antonio Echeverría, y en la exposición de una pintora estadounidense simpatizante allí invitada con el periódico El Mundo, mientras expone por esta Galería en el Museo Ignacio Agramonte del 25 al 31 de mayo de 1957,criticaba arte por dos años o más y en una sección dominical en Excelsior entre 1956 y 1957, y 15 minutos dos veces diarias en Unión Radio. Esta galería fue vetada tras exponer su obra más reciente (un gran cuadro para la Antibienal) durante la represión por el alzamiento preparado para el 5 de septiembre de 1957, cuando fue apresado y cesa además al frente del semanario clandestino Vanguardia Obrera, órgano de la Sección Obrera del M-26-7 que dirigía (tuvo seis ediciones) y donde tuvo otro hijo con su compañera Marta Rodríguez Díaz, cuyo primogénito ayudó a criar y en enero de 1959, fijarían residencia en calle 15 # 1323 apto. 4 entre 22 y 24, El Carmelo del Vedado.

Torturado en el Castillo del Príncipe (perdió las uñas y para siempre, un oído) fue liberado por presiones del arte desde el exilio, al que fue enviado por el M-26-7 a organizarlo, para lo que tiene que recorrer diversos estados y en lo cual, pintar era una cobertura. Así logró 13 ó 15 obras de tamaño medio y pequeño, dos exposiciones personales y una colectiva en Miami (todas con obras inéditas) y una tercera personal que recorrió el occidente cubano; tanta actividad no le permitió aceptar la invitación a exponer en la galería de André Breton (Paris), no obstante Fayad Jamís llevó sus diapositivas. Pablo Díaz recuerda el temor al develar aquella pintura solicitada en Miami: Fidel Castro en la Sierra Maestra. Entre sus Temas que allí dejó, se destaca el Cabildo para el restaurante Liborio. Los rigores políticos no le habían mermado la música, lirismo y pasiones de su obra.   

Pero el triunfo de 1959 no finalizó la lucha, que fue más compleja, ahora contra los escaladores, arribistas, pancistas y oportunistas que la traicionan, enmascarados con hipócrita demagogia contra los otros, que defendía, tensiones que le harían dormir mal y junto al cigarro y el café continuos y el deceso de su madre, le conducirían a los infartos finales. Si antes era un pintor único en la clandestinidad, ahora lo era dirigente sindical de nuevo tipo, trabajando directamente con el obrero; impartía conferencias a los trabajadores de la Necrópolis Cristóbal Colón y de los Astilleros Chullima para que valoraran su propio patrimonio y protagonizaran su preservación, y era profesor de artes plásticas para las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en el hoy municipio Playa, de donde emergerían nombres relevantes como, en la intelectualidad cubana actual, el etnólogo pintor Jesús Guanche. Tuvo cargos políticos y económicos en el Ministerio del Trabajo, la Bolsa de Confecciones y administrador de la Fábrica de Medias Casino, fundador y dirigente en el Consejo Nacional de Cultura (CNC) y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, de cuya Sección de Artes Plásticas era Organizador al morir y se destacó como promotor (incluso por radio y televisión, con él y sobre él) y defensor de los nuevos valores con una visión amplia y enriquecedora.

Entre marzo y abril de 1959 encabeza la lista de 19 pintores y escultores que reinauguran la Galería Habana en Arte y Cinema, La Rampa, a nombre de la Sección de Cultura del M-26-7, ahora como su Salón Oficial, por un “arte cubano” sin más ingerencias que “la natural influencia propia de todo desenvolvimiento cultural (…) por tener su base en nuestra naturaleza”. Absorbido por las luchas políticas y sin ánimo de protagonismo, en este nuevo período pintó más de 40 obras sin buscar exponer: prefería regalar cuadros a sus afectos, que venderlos. No obstante, por el CNC inauguró una personal titulada Óleos, a las 6 p.m. del 24 de agosto de 1965 en la Galería Habana(ya en Línea y F, Vedado) con palabras de Raúl Roa Kourí, y participa con Óleo 1 y Óleo 2 en el Salón 70, y de noviembre de 1974 a 1975, otra en la Galería La Rampa, vestíbulo del Hotel Habana Libre, con la apertura del Dr. José Antonio Portuondo y palabras de Pedro de Oráa. Ya tenía murales en fábricas y empresas, sobre todo retratos de Camilo, Che y otras grandes figuras de

Entre marzo y abril de 1959 encabeza la lista de 19 pintores y escultores que reinauguran la Galería Habana en Arte y Cinema, La Rampa, a nombre de la Sección de Cultura del M-26-7, ahora como su Salón Oficial, por un “arte cubano” sin más ingerencias que “la natural influencia propia de todo desenvolvimiento cultural (…) por tener su base en nuestra naturaleza”. Absorbido por las luchas políticas y sin ánimo de protagonismo, en este nuevo período pintó más de 40 obras sin buscar exponer: prefería regalar cuadros a sus afectos, que venderlos. No obstante, por el CNC inauguró una personal titulada Óleos, a las 6 p.m. del 24 de agosto de 1965 en la Galería Habana(ya en Línea y F, Vedado) con palabras de Raúl Roa Kourí, y participa con Óleo 1 y Óleo 2 en el Salón 70, y de noviembre de 1974 a 1975, otra en la Galería La Rampa, vestíbulo del Hotel Habana Libre, con la apertura del Dr. José Antonio Portuondo y palabras de Pedro de Oráa. Ya tenía murales en fábricas y empresas, sobre todo retratos de Camilo, Che y otras grandes figuras de la Revolución, entre los que destaca su Lázaro Peña en La Corona, a la entrada del Túnel de La Habana. En julio de 1978 funda el Grupo Antillano, que lo asume junto a Roberto Diago como antecedente singular, y en el que con seis artistas más, homenajean a Fernando Ortiz con una exposición colectiva el 13 de abril de 1979 en la Biblioteca Nacional José Martí. Tras el ingreso en el hospital Calixto García (finalmente en el de Boyeros) había quedado con sólo un brazo útil, con el que siguió pintando una pieza que el Grupo Antillano mostró en la Biblioteca Elvira Cape de Santiago de Cuba del 15 al 18 de abril de 1982, en el Salón de Exposiciones de la UNEAC; la familia cedió otras dos obras a solicitud del Museo Nacional de Bellas Artes, que ya atesoraba una colección suya, además de otras particulares e institucionales en Cuba y en EE.UU. (básicamente Miami y Nueva York), Checoslovaquia y España. Fallece el 8 de noviembre de 1981; un cintillo en el diario Granma el miércoles 11: “Couceiro, un pintor caribeño nuestro, ha fallecido”, por Manuel López Oliva, pretende resumir tanta vida y obra. La primera exposición colectiva en que es incluido tras su deceso, es en la Galería Signos de Nueva York, a inicios de 1982; en diciembre, el Grupo Antillano le dedica una exposición homenaje en la Galería Amelia Peláez del Parque Lenin y palabras de Enrique Silva, y está en la exposición por el 80 aniversario de Nicolás Guillén; y luego, cada vez más esporádico en espacios breves y compartidos, y por gestiones de sus afectos, en el homenaje en la UNEAC a la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo en marzo de 1986 por la Dirección Municipal de Cultura Plaza de la Revolución; en la Galería 12 y 23, en la Galería y en la Sala Teatro de la Casa de Cultura de Calzada y 8, en la Biblioteca Nacional José Martí, en la Casa de África… Pintor polémico y franco, su honestidad y transparente sencillez le granjeó miserias humanoides con la consecuente falta de promoción, ignorancias y miopías que, a pesar de estar incluidas en el patrimonio cubano sin autorizarse su salida del país, sus obras duermen en los almacenes del Museo Nacional de Bellas Artes sin exponerse casi nunca… sin embargo es imborrable para cualquier experto en arte cubano, y en antologías como la de José Veigas, aparece entre los infaltables… como siempre, esperando por la verdad y la justicia cada vez más, en este caso, para que siga aportando en la constelación eterna de las artes visuales caribeñas y sobre todo, cubanas.

Ver la obra del pintor: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/couceiro_manolito/index.htm

 

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

Publicado, originalmente, en el Portal Cubarte  http://www.cubarte.cult.cu/ , el 26 de Septiembre de 2008
Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

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