La elocuencia del silencio pétreo: una lección para aprender a escuchar
por: Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez. Dr. En Ciencias sobre Artes, Investigador Titular.

Profesor Titular de la Universidad de La Habana.
vely175@cubarte.cult.cu

A partir de las palabras del mismo autor el jueves 29 de octubre de 2015, de 2 a 4 pm, en el II Taller sobre cementerios y espacios funerarios de La Habana, en el Centro Nacional de Superación para la Cultura, 15 entre Paseo y 2, municipio Plaza de la Revolución; y el miércoles 27 de enero de 2016, 2 pm, en el Espacio Barcelona-Habana, de la Sociedad de Beneficencia Naturales de Cataluña y la Oficina del Historiador de La Habana, en Barcelona y Amistad, municipio Centro Habana; ambos para sus primeros lanzamientos y venta del libro en cuestión, que aún está dando que hablar por la síntesis con que sentó pauta, y con opciones de conseguirse en su editorial y consultarse, como requiere. 

“Ciudad de los muertos”, es lo que significa literalmente, necrópolis; ¿hay algo más silencioso que la muerte? Para la Humanidad, incluso para las restantes especies, la defunción y sus consecuencias (ausencia, vacíos, memorias… silencios, aunque tanto se hable de ella, por determinante… ¿será?) siempre ha intrigado como un misterio; según culturas, incluso según sujetos, es un tabú o una fiesta, un honor o una desgracia, un anhelo o un mal agüero… transita por el más amplio abanico de opciones, pero en todos los casos, identifica cada cultura como genuino patrimonio en su sistema de costumbres que estudia la ética, parte del ciclo vital y de la cultura ambiental.

A todos los motivados en estos temas, por tanto, ha de interesarles el título que la editorial José Martí, 2014, colocó en sus manos: Necrópolis Cristóbal Colón: el susurro de las piedras, de Idania Esther Rodríguez Ortega, Licenciada en Educación en la especialidad de Historia y Ciencias Sociales en 1984 y quien tras ejercer como profesora de Ciencias Sociales en la Enseñanza Técnica y Profesional, fue Museóloga primero y después Especialista en Archivística en la necrópolis Cristóbal Colón durante ocho años (2001-2009) y desde entonces y hasta la actualidad, es Historiadora de la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Cataluña (SBNC). Tuve el placer de hacer la primera presentación de este libro en el evento sobre cementerios que tuvo sede en la Sociedad Cultural José Martí en octubre de 2015 dado el aniversario de esta necrópolis, y en 2016 en el espacio Barcelona-Habana, con vistas a la Feria Internacional del Libro. 

Desde el 2001, Rodríguez Ortega es miembro fundadora de la Sección de Base municipal de la Unión de Historiadores de Cuba Plaza de la Revolución, donde es una de sus más destacados exponentes; ha participado en múltiples eventos de la Dirección municipal y provincial de Cultura, de museos de La Habana y de otras provincias (Santiago de Cuba, el Crisol de la Nacionalidad y Fiesta de la Cubanía en Bayamo, etc.), de la Universidad, Jornadas Anuales de la Cultura Catalana, Talleres Internacionales de la Cátedra de Cultura Catalana, en el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, evento Internacional Mujeres Creadoras en el Palacio de las Convenciones, Rutas y Andares de la Oficina del Historiador de La Habana; publicó De Cataluña a Cuba… ¡Hacer las Américas! (Barcelona, 2011), con otros dos títulos en editoriales cubanas y la distinción Talento de Oro Tres Estrellas de la Asociación de Innovadores y Racionalizadores por sus iniciativas; por todo lo cual, recientemente ingresó en la sección de Literatura Histórica y Social de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Su obra ha sido citada por los estudiosos del patrimonio funerario que atesora la Necrópolis de Colón, a la que ha aportado líneas de investigación que continúa desde sus funciones en la referida SBNC a través de las influencias catalanas en la cultura cubana; una fuente invaluable a la que nos acerca el presente texto es el Archivo Cementerial del que es auténtica experta y voz autorizada, fundamental para otras investigaciones como la de Luis García Pascual sobre José Martí, sus familiares y contemporáneos; el libro Creciente Agonía de Froilán González y Adys Cupull, sobre la madre, hermanas y otros familiares de Martí; el Diccionario de Cine Iberoamericano, al rastrear fechas de fallecimiento y lugar de inhumación de actores del cine cubano; el Estudio de la Casa Afrocubana Siglo XIX y principios del XX, rastreo de fechas y ubicación de las propiedades cementeriales para el Centro de Estudios de Migraciones Internacionales de la Universidad de La Habana; atendiendo investigaciones sobre la emigración catalana a Cienfuegos y  la familia Samá, la Cátedra de Catalán en la Facultad de Filología y Letras de la Universidad de La Habana y la presencia hispana en Cuba para la Facultad de Filología y Letras de la Universidad de La Habana, entre otras muchas. 

Tras su introducción y la imprescindible y enriquecedora reseña histórica de tal necrópolis nacida en la periferia (rodeada luego por la ciudad donde impuso su micro-urbanismo; declarada Monumento Nacional en 1987, el más valioso cementerio de América y el cuarto del mundo), se detiene para aportar en hitos insoslayables como la descripción e historia de la catacumba Galería de Tobías, los libros de protocolo y los de inhumaciones, algunos presidentes de la República cuyos restos allí descansan (José Miguel Gómez, Mario García Menocal Deop, Alfredo Zayas Alfonso); la música y los músicos, implícita y explícita: la más popular y anónima (los toques de violines a La Milagrosa, el panteón de la Asociación de la Banda de Música, etc.), hasta nombres como Nicolás Ruiz Espadero, Eduardo Sánchez de Fuentes Peláez, Orlando de la Rosa, Eduardo Saborit, Adolfo Guzmán Feliz, Rodrigo Prats Llorent, Isadora de Dios Pañero “Dorini de Diso”, Hubert de Blanck Valet, Alfredo Abreu Hernández, Iris Zenaida Burguet Díaz, Rita Montaner…

Sin pretender completar las joyas de esta necrópolis, nos conduce de la mano a los recorridos por cada uno de los cuatro cuarteles de la necrópolis, rebosante de obras de grandes arquitectos, escultores y otros artistas y su gran variedad estilística, de sucesos históricos, curiosidades, mitos y leyendas, filosofía y religiosidad, genealogías, su identidad ecológica a la sombra de árboles (algunos con más de un siglo de vida) un breve epílogo y una docena de fotos a color como anexos, además de las tantas fotos en blanco y negro que ilustran a lo largo del texto. Fundamenta así al cementerio como “espejo de la ciudad de los vivos” y al arzobispo de La Habana Manuel Ruiz Rodríguez, cuando sentenció: “las piedras de los cementerios hablan” (1928). Solo queda al lector, aprender a escucharlas.

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