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La ciudad de Camagüey (II parte y final)
por Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 
 
 
 

(Cubarte).- Siguiendo nuestro artículo relacionado con la bella Ciudad de los Tinajones, genuinos focos comunitarios logran los gatos que ha pintado Ileana Sánchez Hing (esposa del también pintor Joel Jover) en algún pasaje citadino, o las esculturas de “dobles” por Marta Jiménez en el parque del Carmen que remedan el mejor costumbrismo local, con tipos como “los jugadores”, “la chismosa” y “el matao” (se decía que lo habían matado y luego apareció vivo) cuyos “originales” suelen posar al lado de su escultura, popular atracción turística en tanto identidad comunitaria. Y la vida nocturna local identifica diversos grupos sociales en los distintos parques, como el de las leyendas, el Agramonte y la Catedral, la Plaza de los Trabajadores en la iglesia conventual de La Merced, los alrededores de la Plaza de la Revolución, el Casino Campestre, Las Cubanitas en el parquecito del Coppelia, Las Ruinas, el parque Finlay al norte, frente al ferro ómnibus, y aledaño, la parada “del último intento”, en la jerga de algún sector puntual, mientras se conserva la tradición de pasear en torno a la manzana “del Comercio”, como área de vida social.

Sigue sin agotarse la riqueza comunitaria de esta ciudad, apacible, sonriente y hospitalaria, que acogió al canario Silvestre de Balboa Troya y Quesada, quien en 1612 aportaría el primer monumento literario cubano, para devenir en el siglo XIX, cuna de la excelsa poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, del amor entre Ignacio Agramonte y Amalia Simoni, del eminente médico Carlos J. Finlay (protagonista en la lucha contra la fiebre amarilla y el mosquito Aedes aegypti, que le valió la propuesta al Premio Nóbel), de Esteban Borrero y del General de la independencia, Enrique Loynaz del Castillo (autor del Himno Invasor), cuyas familias darían lustre a la cultura cubana, y en el siglo XX, del Poeta Nacional Nicolás Guillén, de la pintora Flora Fong, de la actriz Isabel Santos, entre otros muchos de todos los tiempos…

Típico de la cultura cubana aunque en su propia identidad local, abundan descendientes en distintos grados y maneras de transculturación de la más vasta diversidad de europeos y africanos, pero también chinos, árabes, hebreos y muchos más, así como de las más distantes regiones cubanas: entre los camagüeyanos más vehementes hay nativos de Las Villas (Ileana Gosende Bazán), Guantánamo (Marcos Tamales Henderson) y la Ciudad de La Habana (Iris, especialista de la casa natal de Finlay), entre otros muchos ejemplos, como descuella el también capitalino Fernando Alonso (nativo del Vedado) germen y alma del prestigioso Ballet de Camagüey… ninguno de ellos pueden obviarse, además, como camagüeyanos pues, junto al que conservan legítimamente por sus respectivas raíces, saben compartir su amor al Camagüey, con aportes sustanciales a la cultura y al patrimonio de tan disímiles comunidades agramontinas; hay incluso quienes desde aquí, evocan otras comunidades tan distintas y distantes como el Reparto Cultura (La Cueva del Humo) en el municipio guantanamero San Antonio del Sur, recreado por Leimis Reyes Vasconcelos.

 

En la gallardía y estirpe de esta región ganadera, el queso y otros productos lácteos y cárnicos la han identificado históricamente al menos en el imaginario nacional a pesar incluso de las crisis, pero también la guayaba, el mantecadito (con el que derivan variantes como la tortica de Morón), la ensalada con azúcar y el piquinini o paniqueque, y también el maní de Roselló y desde otras regiones camagüeyanas, las cremitas de leche de Cascorro; los tinajones, antaño para almacenar el agua y que hoy hay que tapar contra los mosquitos que trasmiten enfermedades, aun identifican a Camagüey y contra todo exotismo, enriquecen genuinamente otra rica tradición local: la cerámica, en una región reconocida culta durante los siglos, y que ostenta una de las pocas filiales del Instituto Superior de Arte fuera de la capital, que hoy dirige la M.Sc. María Antonieta Ríoseco López-Trigo, con figuras cumbres como los Drs. Luis Eduardo Álvarez y Olga García.

Pero ninguna comunidad se conoce si no es desde dentro, desde la Casa de Visitas y sus empleados, y desde cada hogar, desde cada familia, de la mano de Sandy López González, del M.Sc. Alberto Jesús Chío Rojas, de la Prof. Mercedes Machado y otros muchos que he podido citar y otros que no, de colectivos como el Centro Provincial de Superación y la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, y de pronto, al descubrir el foco comunitario que representa una suerte de “bar culto” (fuente: Prof. Imaí Marissa Delgado Guerrero), o en el resto de la provincia, por ejemplo, el dios murciélago como símbolo para Esmeralda (según Rita María Muñiz Fernández) o la festividad de Santa Cecilia en Florida, que estudia Ángela Betancourt Álvarez… como dije en alguna ocasión, sé que no sé cuánto más hay por develar de esa amable ciudad amante y misteriosa, porque no alcanza la maqueta ni sus espacios para tanto Camagüey, que una vez se empiezan a conocer, quedan empacados en nuestro equipaje de siempre.

 

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

Publicado, originalmente, en el Portal Cubarte  http://www.cubarte.cult.cu/ , 3 de julio 2008

 

Fotos tomadas de internet.
 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 22 de abril de 2013


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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