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Junto al Almacén, patrimonio para todos: caso
Manuel Couceiro |
¿Exposición… o almacén? Si no fuera por los accesos acostumbrados, podría pensarse que se ha equivocado el camino, ingresando al almacén del Museo Nacional de Bellas Artes… pero no; es que esta exposición es justamente eso: una parte del almacén de tal institución que, como si se desclasificaran antiguos expedientes secretos, y como el mejor homenaje a su Centenario, ha decidido ganar transparencia con el visitante al mostrarles (¿por primera vez? No quisiera absolutizar, si en más de medio siglo hubo alguna excepción que haya escapado a mis rastreos) genuinas primicias del patrimonio allí atesorado pero hasta ahora, nunca promovido y por tanto, ignorado por tantos diletantes; lamentable destino al que parecían condenados tales hitos del patrimonio nacional, y del que esta selección parece comenzar a dispensarlos. El título es harto ilustrativo: Almacenes afuera. Hay por tanto, cajas de embalaje como pedestales o bases de obras escultóricas, pinturas sobre “paneles de rejillas”, fichas de inventario al público... pero más allá, hay obras e incluso artistas, que por mucho que se haya visitado el Museo en cuestión, nunca se habían visto… removidas ahora del polvo añejo de los fondos (triste y literalmente) de tan distinguida institución, pero cuyos horizontes se evidencian demasiado estrechos y se rompen ahora para empezar a palpar el pulso profundo de cada momento del arte cubano. |
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Título: Tema No. 11 |
Es muy doloroso que muchos valores (y no tan valores), se han aportado al imaginario del pueblo cubano a partir del empeño de sus familiares, que por las más diversas vías han logrado el apoyo de aquellas instituciones y medios a los que han tenido acceso; es demasiado anti-profesional y hasta dañino para el desarrollo de la cultura cubana, que sean esos (y no otros) los resortes que “funcionen” en la promoción de nuestros valores, cuando el sistema del Ministerio de Cultura ha profesionalizado investigadores y promotores en numerosas (si no en todas sus) instituciones; cierto que, como resulta casi universal, la calidad de tal personal es bien diversa, lo cual no depende siquiera del “nivel” de la institución; pero a todo cubano y a todo amante de nuestra cultura, le asiste el derecho y el deber de juzgar en constante superación, sin versiones ni escamoteos, tantos valores preteridos que ahora nos ocupan en las artes plásticas, extensible al resto de la cultura. Por ello, el principal mérito que así se revela, es que justamente, se debe al empeño de expertos del Museo, equipo con que al menos al filo de su primer siglo, renace con nuevos bríos para las próximas centurias. No se cuestiona en lo absoluto la pericia de sus predecesores… pero una muestra semejante revoluciona una madurez en un genuino crecimiento de la institución, que está rompiendo tantos años de, como se dice en buen cubano, “lo mismo con lo mismo”, abusando de nombres que se repiten hasta la saciedad, en ocasiones de manera desmedida, cuando tantos otros de no menos valores, han permanecido en el más absoluto silencio, bien sea por inercia, por ignorancia, por comodidad, por prejuicios, por temores, gustos (y hasta simpatías y antipatías) personales, esteticismos, otras miserias humanoides y limitaciones de todo tipo… en todos los casos, dañando a las artes cubanas en su infinita riqueza y diversidad de propuestas; abuso imperdonable de arrogancias que desde su elitismo, se han erigido a sí mismos infalibles dueños de supuestas verdades que imponen absolutas, y que han vetado a las generaciones hasta ahora la opción de discernir por sí mismas (subvalorándolas, explícitamente) y lo que es peor… han pretendido extirparle al futuro la oportunidad de sus propios veredictos… nunca infalibles, pero tampoco descartables, cuando menos, de la polémica. Ahora, se impone vencer los nuevos retos que ha abierto esta caja de Pandora porque sin dudas, no es sino un comienzo… pero un comienzo luminoso, y es de esperar que firme y seguro a un futuro mejor. Los expuestos (y muy probablemente, otros no expuestos aún) invitan ahora a exposiciones personales… y es inevitable el cuestionamiento, saludable ley lógica del desarrollo: ¿cuánto más habrá de nuestra cultura que ignoramos, aun “en los fondos”… o incluso, sin que los museos se hayan percatado o al menos, sin ocuparse… y más aún… cuánto de estas obras ignoradas, implican (o no) más valores que las ya habitualmente (así, con toda su carga de lo no consciente que implica el término, por la inercia de la costumbre abusada) expuestas? Satisface comprobar que como decía John Lennon, los sueños pueden hacerse realidad; y fueron muchos los sueños que esta acción ha realizado: obras de todos los tiempos y tendencias, facetas (como las esculturas de Collazo, las pinturas de Mañach, fotos que remedan parte de la humanidad y lo “trascendente de lo cotidiano” que los sustentan como seres humanos, abriendo opciones a los interesados en una antropología del arte…) e incluso artistas, aquí “descubiertos” de pronto, para devolvernos una cultura no tan finita, como hasta ahora parecía en aquellas paredes, ya no tan inamovibles. Detengámonos en uno de ellos como estudio de caso, pues su 90 cumpleaños parecía amenazado de depender solo de los esfuerzos del hijo, quien encontró la sensibilidad extranjera para abrirle una galería virtual en el sitio web http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/couceiro_manolito/index.htm (marzo 6 y mayo 2-3, 2013) que además, el 2 de febrero de 2013 publicó ilustrado el artículo Manolito Couceiro: arte y patrimonio, http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/couceiro_rodriguez_avelino/manolito_couceiro.htm que el 26 de septiembre de 2008 había publicado “La Columna: Cultura en mi Barrio”, de la sección En la Comunidad de Cubarte, página web del Ministerio de Cultura de la República de Cuba (www.cubarte.cult.cu) y que no era por cierto, el primer intento para devolver a la cultura cubana esta figura, antecedido por Couceiro: un pintor a rescatar (también ilustrado) que en coautoría con Jorge Manuel Perera Fernández, se presentó en el XI Simposio de la Cultura de la Ciudad de La Habana (1994) y fue publicado mediante la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí en la Biblioteca Científico-Técnica de la Academia de Ciencias de Cuba el 11 de agosto de 1995; y en el Boletín Cultural El Almendares (# 9; digital) de la Dirección Municipal de Cultura Plaza de la Revolución (marzo de 1998); sirvan para todo interesado en conocerlo un poco más. Tema No. 11 (óleo sobre tela) es la obra de Couceiro (como firmaba sus obras y todos le conocían), develada en esta exposición en el edificio de Arte Cubano, entre el 20 de julio y el 16 de septiembre recientes; es bien representativa de una de sus líneas más sugerentes, si bien basta un breve acercamiento a su obra y a su vida para comprender su infinita inquietud humana y artística: Manolito (como muchos le llamaban afectuosamente; 1923-1981) estudió en San Alejandro, discípulo de Guillermo Menezill y de Leopoldo Romañach, pero lector constante y eterno rebelde y anti-academicista, era un autodidacto que ya en 1933 dibujaba con acierto e incorporaba el color; en 1936 y 1937 ensayaba sus primeros óleos y estudiaba los aportes africanos a Cuba según Fernando Ortiz, las vanguardias artísticas cubanas y el más avanzado arte internacional, con frecuentes tertulias en su casa con varios de los más relevantes intelectuales del momento. Entre sus exposiciones personales son memorables Exposición Couceiro" (1946; Lyceum, La Habana) y que aceptó por su amistad con el Dr. Juan Chabás, con organización y palabras inaugurales de José Manuel Valdés Rodríguez; dados sus compromisos artísticos y revolucionarios en Cuba, aplazó hasta nunca las invitaciones a exponer en la Universidad de Howard (Washington; 1948 y 1949) pero en 1951 a solicitud del Dr. Raúl Roa, sí expuso en la caseta de la Dirección de Cultura de la FEU (Federación Estudiantil Universitaria, con la que colaboraba desde 1947) que dirigía personalmente e incluía teatro; en la Biblioteca Nacional José Martí, con los profesores de pintura y modelado de Santa Clara y palabras de Joaquín Texidor que lo califica como “uno de los más singulares y creativos pintores cubanos” con su imaginación “dionisíaca y feroz” (1953); perseguido por Batista mostraba su obra en prensa donde se mantenía como crítico de arte y hace otra exposición medular invitado a Camagüey (1957) mientras lideraba el semanario clandestino Vanguardia Obrera; luchando y pintando en el exilio, hace otras dos exposiciones personales y una colectiva con la Universidad de Miami y en Miami Beach, y una tercera personal recorre el occidente cubano, por lo que no pudo exponer en París invitado por Breton, aunque Fayad Jamís llevó sus diapositivas; entre sus murales deja El Cabildo para el restaurante Liborio, en Miami; Couceiro. Oleos de Manolo Couceiro (1965, Galería de La Habana, palabras de Raúl Roa Kourí) y Temas y Ensayos. Couceiro (1974; Galería La Rampa en Hotel Habana Libre, apertura del Dr. José Antonio Portuondo y palabras de Pedro de Oráa); murales en fábricas y empresas, y su Lázaro Peña en La Corona, a la entrada del Túnel de La Habana.
Ya fallecido, es expuesto con el Grupo Antillano en la Biblioteca Elvira Cape (Santiago de Cuba, 1982); en la Galería del Parque Lenin por el Grupo Antillano, y en el homenaje a Guillén, 1982; en el homenaje a la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo en la Uneac, 1986; en la Galería 23 y 12 con Enrique Silva, en la Galería y Sala Teatro de la Casa de Cultura de Calzada y 8, en la Biblioteca Nacional, en la Casa de África, y ya en el 2013, en la galería del cine Rampa y en el homenaje al Grupo Antillano (Santiago de Cuba con la Fundación Caguayo, y Centro de Desarrollo de las Artes, en La Habana); con obras en colecciones personales e institucionales en Cuba, Estados Unidos (Miami y New York, expuesto en el Museo de Arte Moderno y en la Galería Signos, 1982), Checoslovaquia y España También pintó retratos de sus allegados y los líderes revolucionarios que admiraba; su anti-academicismo no era arbitrario, pues reflejó los mejores valores de la Academia. En sus Temas, los bocetos (según Chabás y Valdés) alcanzan rango artístico con gran sentido plástico, color “extraño y diferente”, formas “llenas de premura” que brotan de las entrañas humanas, vitales y elementales… anuncia “arrebatadoras escenas primigenias y cómicas, envueltas en una atmósfera de óptima virilidad” que lo singularizaría, y su esoterismo natural lleno de símbolos mágicos confunde la frontera de los sueños hasta inventar una nueva geometría. Fue profesor de arte para militares y obreros durante la Revolución, a fin de que las comunidades y los trabajadores preservaran su propio patrimonio (Cementerio de Colón, Astilleros Chullima, etc.); vinculó a Lam con el escultor y grabador Rafael Queneditt para el Grupo Antillano, y apoyó por la Uneac a dicho Grupo para su sede en la Casa de Fernando Ortiz, entonces en vano, pero el Grupo sentó bases para la Fundación Fernando Ortiz en La Habana, y a la Casa del Caribe en Santiago de Cuba. Mas entre tanto que se le ignora, exponer Tema No. 11 en Almacenes afuera, al menos, representa un vuelco que inicia a satisfacer un reclamo explícito durante no menos de 20 años, y que nunca ha debido ser (solo) de sus familiares, no obstante (como mínimo) haber sido incluido entre los 400 artistas cubanos del siglo XX (José Veigas y col.), que nunca debiera omitirse entre los fundadores de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, del Consejo Nacional de Cultura y de la Uneac, en el grupo Antillano, como crítico, promotor y profesor, y que según Joaquín Texidor (1953) “…recuerda el primer día de la Creación…”
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Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu
En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 2 de diciembre de 2013
Autorizado por el autor, al cual agradecemos.
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