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De la cultura ecológica universal a
una comunidad cubana |
Cinco lanzamientos con presentaciones en
la |
A todos los seres,
bondades y afectos |
Propone al lector un acercamiento a un
tema de trascendental importancia. Sus autores Avelino V. Couceiro
Rodríguez y Jorge M. Perera Fernández -quienes con este trabajo
obtuvieron el Premio en los Concursos Nacionales «Raúl Gómez García» y
«Rubén Martínez Villena», en el 2000-, convencidos (y convincentes)
defensores de la preservación del medio ambiente, aportan sus
conocimientos que van desde una valoración general de la cultura
ecológica a nivel mundial, pasando por su incidencia en el ámbito
nacional, hasta culminar, más específicamente, en el entorno de un
municipio capitalino: Plaza de la Revolución. Sin duda, estas páginas
contribuirán al desarrollo/mancomunado de la cultura ecológica en
nuestro tiempo |
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Edición: Mayra Hernández Menéndez
Dirección artística: Roberto Casanueva. Ilustración de cubierta: Nelson
Gonzalo Méndez Composición computarizada: María Elena Gil Mc Beath A todos aquellos, cuya guía ha sido fundamental en el estudio previo, de manera especial a la memoria del Doctor Jorge Ramón Cuevas. A Consuelo Casanova, quien trabajó con nosotros directamente para este libro. A quienes han confiado en este trabajo y nos han estimulado de forma decisiva, sobre todo Olga Lidia Nodarse. A nuestra editora, Mayra Hernández Menéndez, por su profesionalidad. Y a todos los que, de una manera u otra, son partícipes de esta obra y de su publicación.
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"Pintura antropozoomorfa". Óleo. Manuel Couceiro Prado (La Habana, 29.7.1923-7.11.1981) Colección privada del autor del libro. Esta obra iba a ser la carátula del libro. Por extravío, en la editorial, no lo fue. |
Prólogo
Si un riesgo se corre al enfrentar una obra como esta, es el de la
síntesis: no nos proponemos sino invitar a las monografías más
profundas que, de una manera u otra, aquí se implican. Eso sí: desde
ya, el lector podrá valorar los nexos que, con esta nueva óptica, hemos
detectado en lo que definimos como cultura ecológica a lo largo de una
historia que por primera vez se escribe y se analiza. Brindamos con
ello un nuevo sustento mediante las armas de aquella ciencia que se
cimenta sobre la mejor ética, en función de lo más avanzado del
proteccionismo ecológico contemporáneo, una urgencia de la que depende
la propia sobrevivencia humana. Breve panorama universal
La cultura ecológica es tan intrínseca a
la Humanidad, como la Humanidad misma. No es de extrañar que al conocer
las culturas primitivas escuchemos con frecuencia la admiración por una
identificación con el entorno que una dudosa civilización, muy
lamentablemente, ha perdido. Es el fruto fatal del antropocentrismo. Sin
dudas: las problemáticas contemporáneas, para explicarse, requieren
tanto de la dimensión sincrónica como diacrónica, de la misma forma en
que, sobre todo en el umbral del tercer milenio, es casi imposible
entender la identidad comunitaria si la divorciamos del contexto
internacional, ni una manifestación de la cultura al margen del resto
del sistema cultural.
El caso cubano
La cultura ecológica cubana se levanta sobre su propia identidad
medioambiental, cuya historia se remonta a unos ciento sesenta millones
de años, con caracteres locales, como los movimientos sísmicos por
fricción en la zona suroriental, entre otros. Ya del devenir de tal
ecología data la interrelación con el entorno caribeño inmediato, e
indirectamente, con el resto del mundo, que mucho después caracterizaría
también a nuestro arte y cultura toda. Desde quince millones de años
atrás se avizoraba el conjunto caribeño actual hacia el Banco de las
Bahamas donde se atascó, y por colisión surgió la mayor de estas islas,
mientras las restantes son menores pues continuaron a la deriva hasta
más tarde. Cuba germina como fenómeno geomorfológico en la edad del
Eoceno Medio. [...] Plaza de Toros, donde ¡oh, honor! se ha llamado asesinos a los espadas españoles; porque es hermoso lo de capear, y animado lo de burlar al bruto, y arrogante lo de retarlo, azuzarlo, llamarlo, esperarlo, y es lujoso el despejo, y gusta siempre el valor, pero lo de herir por herir y habituar alma y ojos de niños, que serán hombres, y mujeres que serán madres, a este inútil espectáculo sangriento, ni arrogante, ni animado, ni hermoso es [...] unas y otros gustan de ver, más que sangre, ágiles juegos de títeres, sin carácter de nobleza, pero sin carácter de crueldad.[23] No muy distinta es la opinión que le merecen los galleros, cuando se engalanan y a sus ojos «[...] sube de campesino a malcriado, y de hombre humilde a majadero».[24] Lo trascendente de su relación con la naturaleza se complejiza en tan singular pensamiento en un sistema axiológico aún insuficientemente estudiado, desde los principios que regían su comprensión del universo. Pero cualesquiera de sus obras, bien sea su ensayo sobre Emerson o la Inglaterra industrial y contaminadora de su artículo sobre Oscar Wilde, o el prólogo al Poema al Niágara de José Antonio Pérez Bonalde, entre tantos ejemplos, permiten valorar esta relación y otros aspectos medulares, y evidencian que Martí hereda la tradición antes señalada de cultura ecológica y la eleva al más alto lirismo, respeto y amor para la cultura afectiva cubana, y nos lega un patrimonial sistema de símbolos y valores patrios que, además de otras personalidades y procesos culturales, lo signan como antecedente cierto un siglo después, cuando el mundo reclama su conciliación con el medio, bajo la amenaza común de su estado más crítico. El siglo XX cubano heredó, pues, una cultura ecológica ya conformada en el sustrato mismo de la nacionalidad y que se refleja en todas sus manifestaciones, ahora cualificada en constante proceso transculturativo mediante nuevas etnias y nacionalidades incorporadas y el nuevo contexto del cine y otros medios de comunicación masiva que siguen a la prensa, tales como la radio, la televisión y el video, y que potencializan al infinito el proceso de interrelaciones e influencias culturales con el resto del mundo. Las artes plásticas, la literatura, la música cubana durante el siglo XX, en sus más rebuscadas especificidades, mantienen el emblema de identidad protagónica de la ecología, sea cual sea el movimiento cultural en boga, y comúnmente en lo más avanzado de nuestra intelectualidad. No es menos cierto que es desigual el comportamiento al respecto en las distintas manifestaciones y el nivel consciente directa y explícitamente ecológico, sobre todo en cuanto al proteccionismo del medio se refiere, no cobra fuerza como movimiento cual tal sino hasta fines de siglo y aun entonces, llega a sufrir posiciones encontradas que demuestran la urgencia de enfatizar por todas las vías una cultura ecológica sobre fundamentos éticos y científicos, a partir de la intelectualidad, y con quienes disponen de los medios de difusión masiva. Ello ha de basarse en los preclaros nombres de la intelectualidad que, a lo largo de la historia del arte y de toda la cultura cubana, anteceden la actual lucha por la preservación del medio para cultivar el amor o al menos, respeto que se le debe. Comienza el siglo con los aportes de Alcover y Arango, con la polémica de Berenguer y Alemán por el aprovechamiento de las aguas, y con los boletines y las secciones especializadas en sociedades. Y no se puede subestimar al fundador de la geografía moderna de Cuba, Salvador Massip Valdés, y su esposa Sara lsalgué; a Pedro Cañas Abril y Antonio Chávez Figueredo, cada uno con sus aportes a las ciencias naturales y geografía cubanas, así como las historias al respecto de José Álvarez Conde (1961) y, finalmente, la obra de Antonio Núñez Jiménez para la geografía y naturaleza cubanas, en evolución al sistema que conforma la ecología. La obra etnológica de Fernando Ortiz y la de Lydia Cabrera, aun cuando su objetivo no es ecológico, constituyen fuente documental valiosa para entender la relación humana con el entorno desde sus respectivos ángulos de interés. Otro tanto sucede con los aportes de Ramiro Guerra en las ciencias sociales, teniendo en cuenta que la comprensión de la relación hombre-Naturaleza-sociedad constituye centro de la teoría de la cultura. En esta elaboración teórica es de particular interés el pensamiento de José Lezama Lima, que media la relación del arte con la realidad en la «segunda naturaleza» de creación humana mientras se recrea en los parques citadinos, y en su valoración de los elementos naturales hace gala de su exquisita sensibilidad tanto en su verso como en su prosa,[25] a la par que establece un muy singular debate acerca de la insularidad con el español -no menos enriquecedor al tema- Juan Ramón Jiménez. De forma similar se detecta en Alejo Carpentier el papel del entorno en lo real maravilloso. Todo ello y más invita a monografías especializadas en la cultura ecológica implícita.[26] Algunos ejemplos en el arte permiten evaluar la continuidad esbozada en la colonia con sus nuevas cualidades. La literatura inicia el siglo XX con camellos, cisnes y cañaverales, así como alegorías del alcance de El ciervo encantado, y continúa con poemas de Villena o Guillen,[27] de explícita preocupación por componentes del entorno, que Tallet madurara, que es indispensable en Onelio Jorge Cardoso, Travieso, Leante, Dora Alonso y Barnet, y que el amor de la Loynaz eleva al rango del protagonismo. Panorama similar se manifiesta en el teatro al iniciar la centuria, con Gustavo Robreño y Villoch, Salazar y Ramos, hasta Ignacio Gutiérrez, Artiles y el guiñol, más explícitamente ecológico, aun cuando se limita a un público infantil, rebasado por otras experiencias escénicas, como demuestran las coreografías de Alberto Alonso e Hilda Riveras para el ballet, o de Danza Abierta. Durante toda esta etapa, Sindo Garay, Villalón, Manuel Delgado, Grenet, lnciarte, Piñeiro, Lecuona, Caturla, Rodrigo Prats, Teresita Fernández, Augusto Blanca, Silvio Rodríguez, Pedro Luis Ferrer, Burbles y otros, llenan de matices el análisis en nuestra música, desde el símbolo y la identidad hasta el proteccionismo, más allá de géneros, tendencias y períodos. Proliferan esculturas ecuestres, sirenios, los venados y el cangrejo de Rita Longa, las figuras totémicas de Agustín Cárdenas, el Gallo de Morón... Los componentes del entorno se recrean en la pintura académica y en lo campesino de Abela, las Floras de Portocarrero, las naturalezas muertas y los peces de Amelia, las aguas de Martínez Pedro, Ponce, los guajiros y los gallos de Mariano, las figuras zoomorfas de Lam y las de Manuel Couceiro Prado, los paisajes urbanos y rurales de Víctor Manuel, las mariposas de papier maché de Antonia Eiriz, la simbólica Rosa con espina de Rotsgaard, los palmares de Águedo Alonso, los caballos de Frómeta y los de David Rodríguez, Julio García Rodríguez como «pintor de la fauna», el paisaje y ecologismo de Tomás Sánchez.,. Ya en los 80, el «arte efímero», el «discurso de los materiales», la «cultura de deshechos» llevan a la exposición Río Almendares: ni Fresa ni Chocolate, 1996 (Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología; CENCREM). El sistema institucional en la cultura ecológica se desarrolla en nuestro país a lo largo del siglo XX desde los antecedentes al primer Zoológico de Cuba de 1939 -hoy Jardín Zoológico de La Habana-, que previamente contó con experiencias tan interesantes como la llamada Finca de los Monos, de Rosalía Abreu, y el microzoológico que luego se desmontó en la Plaza de la Fraternidad, donde se plantaría una ceiba con tierra de todo el continente, e incluso con agua del Mississippi, en singular visita del presidente de Estados Unidos. Todo ello ha proliferado con ejemplos tan relevantes, como los más recientes orquidearios y otros viveros de diversos tipos, zoológicos y microzoológicos, que extienden y consolidan a todas las comunidades cubanas una cultura institucional ecológica nacional. Por el Museo Cubano de Ciencias Naturales, soñado por Felipe Poey y Carlos de la Torre, una Comisión Organizadora luchó en vano durante la República, presidida por Antonio Núñez Jiménez (sin demeritar la paternidad como fundador de Jaume, en El Vedado). Núñez Jiménez preside luego el grupo de la Academia de Ciencias de Cuba, que en 1962 funda el Museo de Ciencias Carlos J. Finlay, y en 1964 el Museo de Historia Natural. La entonces naciente Revolución, para ser tal, se pronunciaba más allá de lo puramente político, y ello se comenzó a evidenciar en todo el sistema estatal como una nueva cualidad.[28] Agreguemos hipódromos, acuarios, aviarios, y así hasta avanzar a nuevos conceptos y tipologías institucionales al respecto, como indican el Jardín Zoológico Nacional y su concepción de animales «libres en su medio ambiente», o el Eco-Restaurante en el Jardín Botánico del Parque Lenin y su influencia que, en todo sentido, se proyecta a otras comunidades en la última década del siglo, todo lo cual revitaliza una cultura institucional ecológica que identifica con antecedentes en la colonia y plenamente conformada y extendida al avanzar la centuria, con un papel infaltable en la educación social. Igualmente, la cultura asociativa proteccionista, sobre el antecedente señalado, se amplía durante el siglo XX, a veces a pesar del comercialismo y otros antivalores. A menudo, el objetivo ecológico no ha sido su único frente de lucha, aunque sí el medular. Esto se debe a que el antropocentrismo heredado lo ha subvalorado y marginado más, por constituir la total otredad ecológica. No obstante, en Cuba y otros países, desde sus orígenes, han luchado además contra otros males sociales, como el desamparo de mujeres y la crueldad contra la infancia. En el primer cuarto del siglo XX, el Bando de Piedad y su asilo de animales abandonados La Misericordia tuvieron pronto respaldo en la intelectualidad cubana de avanzada, como los Loynaz, y nos legaron valores funerarios, escultóricos, mitos, leyendas y la instauración del Día del Perro en Cuba, rescatado desde 1993 por asociaciones ambientalistas para toda la fauna.
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Domingo 10 de abril de 1994. Revitalización del Día del Perro (extendido a todos los animales) en Cuba. Peregrinación por Ave. 23 desde la calle G hasta el panteón de Jeannette Ryder, fundadora del Bando de Piedad en Cuba, con la escultura de un perro junto a ella llamada Fidelidad, obra del habanero Fernando Boada (1944), en la necrópolis "Cristóbal Colón". Gentileza de Zoila Portuondo Guerra, entre las protagonistas de aquella acción |
Aun ahora continúa escribiéndose la historia por el proteccionismo de
diversos componentes del medio ambiente por parte de decenas de tales
asociaciones, cada una con su propio perfil. La Sociedad Pro-Naturaleza
(Dr. Jorge Ramón Cuevas; 1993), que ha penetrado en todas las provincias
cubanas, logra lo plenamente ambientalista, o sea, abarca a todo el
medio ambiente en tanto sistema. Sin demeritar en lo absoluto las
conquistas de todas y cada una, el mayor alcance sería el I Fórum
Nacional de Organizaciones No Gubernamentales Ambientalistas en
septiembre de 1995, con la participación de treinta y cuatro de ellas.
Sin dudas, es un movimiento que necesita continuar cohesionando todas
nuestras fuerzas sociales, para dirigir las necesarias campañas de
educación y reeducación de una nueva cultura de respeto, amor y
protección del medio ambiente en su conjunto, y de todos y cada uno de
sus componentes. En 1997 se aprobó la Ley del Medio Ambiente. Ya se reconocen cinco reservas de la biosfera desde 1984: Baconao, Cuchillas del Toa, Sierra del Rosario, Península de Guanahacabibes y Ciénaga de Zapata. Cayo Caguanes, en la cayería norte, aún era una propuesta. También se declaró el Centro Nacional de Áreas Protegidas, que ha establecido sesenta y cinco de diferentes categorías, con 1 370 246 hectáreas para el 13,6 % del territorio nacional, aun insuficiente garantía a la necesaria preservación de la biodiversidad, aunque revolucionan las fallidas experiencias que se remontan a 1930 en Toa. Son medidas para recuperarnos del tan lamentable cuarto lugar que ocupamos en El Caribe, en cuanto a la destrucción de nuestra naturaleza, precedidos solamente por Haití, Puerto Rico y Barbados. Sin embargo, de los setecientos cuarenta y dos sitios o lugares de protección, solo el 79 % contiene algún componente natural que, además, no se valora como tal, y solo el 1 % es natural puro, por lo que la valoración de muebles e inmuebles predomina de forma absoluta a las concepciones que todavía rigen el sentido del patrimonio en el país. En la actualidad, Cuba cuenta con numerosos organismos e instituciones estatales de todo tipo, incluso la Fundación Hombre y Naturaleza, creada en 1994 por Antonio Núñez Jiménez. Desde muchas comunidades se trabaja, como Guanabo, Marianao, La Lisa... El propio Ministerio adquiere el nombre de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, por lo cual este último queda explicitado en su revaloración. Un paseo desde el Almendares La ecología identifica a Cuba con una homogeneidad no más que muy relativa, y otro tanto sucede con la cultura derivada de tal entorno en su diversidad. La identidad se conforma casuísticamente por la integración sistémica e interactuada de múltiples valores, ley universal y, por tanto, no privativa de Cuba, que se particulariza en cada área para denotar tal identidad de cada una. Así, las tantas regiones y comunidades cubanas extienden al infinito la riquísima potencialidad de identidades locales a detectar y, por supuesto, de valores consecuentes a promover de su cultura comunitaria.[30] Escojamos, para el análisis casuístico, un municipio que por su carácter metropolitano y cosmopolita recoge todo el país en un entorno ecológico que, como el río Almendares, sin dudas, tiene alto valor patrimonial, al menos, para toda la capital: Plaza de la Revolución, que por la división político-administrativa vigente data de 1976 y, en realidad, es un compendio de comunidades. Entre los más pequeños de los quince municipios capitalinos y de toda Cuba, con sólo 11,82 km2, queda dividido en cuatro áreas ecológicas: franja costera, terrazas marinas, cañón del río y llanuras altas,[31] clasificación dada a partir del relieve, la litología, los suelos, las precipitaciones, la salinidad y la biota reliquia o fósil. Tales áreas se proponían para una reconstrucción en correspondencia con la situación ecológica actual del territorio, y se recomendaban medidas para la utilización de sus recursos ecológicos en cuanto a áreas verdes y paisajes considerados desde el punto de vista escénico, en lo que tiene gran valor. Todavía restan elementos de flora endémica incluso en áreas citadinas tan metropolitanas como esta, aunque haya sido al azar, en la Loma de Taganana -laderas del Hotel Nacional- y en la isla Josefina, en el río Almendares. Justo desde este río podremos comprender mejor las comunidades de dicho municipio. El río Almendares hace unos ciento cincuenta mil años se separaba de la Bahía de La Habana en busca de su actual ubicación, y ha demostrado de múltiples maneras las tradiciones que identifican cada localidad según su ecología. Su sola historia de topónimos es uno de los indicadores ciertos de tales valores: el presunto Casiguaguas, Chorrera, Almendares... vinculados a sus leyendas, funciones y justa fama antaño de higiene y salubridad. Al margen de la toponimia, el río Almendares merece alto reconocimiento patrimonial para toda la Ciudad de La Habana, fuente de vida de todo tipo en el área, incluidas las culturas precolombinas y la propia villa naciente en la bahía, que han inspirado proyectos culturales como el «Casiguaguas», en que predomina la recreación artística sobre esta misma identidad con complejo escultórico, escenificaciones, artesanías, etc. No es de extrañar que justo a su orilla estuviera uno de los cinco yacimientos de monos arañas detectados en Cuba.[32] Se explica así que a orillas de este río estuviera el asentamiento previo de La Habana con el primer bojeo que anunciaba la conquista española, asentamiento al que ya desde la villa de 1519 en el entonces Puerto Carenas, comenzarían a denominar como Pueblo Viejo. Sería de este río del que se abastecería de agua la villa en la bahía, primero con chalupas y ya, desde 1592 a 1835, con la Zanja Real, cuya importancia la comprendieron los ingleses para tomar La Habana en 1762 e inundar hacia el desagüe natural existente por la calle que hoy hereda el nombre Desagüe, y producir así gran pánico en la población habanera. La Zanja determinó comunidades en su recorrido; en la arquitectura colonial cubana elementos tales como el aljibe para que se sedimentaran las tantas impurezas que arrastraba; y no pocas fuentes de carácter monumental, escultórico y urbanístico. No en balde fue, en la desembocadura de tal río, donde se construyó el Torreón de La Chorrera.[33] No menos importante y patrimonial ha sido el otrora frondoso Bosque de La Habana, donde todavía perviven ceibas, caobas, majagua y otras especies, así como enredaderas y plantas acuáticas[34] en evidente unidad ecológica con el río. Aun a finales del siglo XIX, el Bosque de La Habana era famoso punto de atracción para el entonces incipiente poblamiento de El Carmelo, por sus aves canoras de gran belleza, con todo lo cual sobran indicadores ciertos de que el río y el Bosque, como otros tantos elementos ecológicos cubanos a lo largo y ancho del país, son también protagonistas al identificar nuestra cultura, y, por tanto, patrimonio natural que urge reconocer, salvar y proteger. Otro accidente geográfico se valora por sí: la Loma de Aróstegui, donde -por influencia francesa- tras la toma de La Habana por los ingleses se concluye el Castillo del Príncipe San Carlos en 1779, en táctica posición elevada que originará el Reparto Príncipe, y su Camino Militar a la ciudad en la Bahía indicará los terrenos donde en 1837 se construye la Quinta de Recreo de los Capitanes Generales, con el Jardín Botánico más antiguo que resta en el país, en óptima ubicación urbana. La jardinería de raíz francesa e inglesa se suma al urbanismo cubano para diferenciarnos un poco más de la hispanidad colonial contra la que se luchaba, y afama ante el mundo barrios concretos como El Carmelo (1859) y El Vedado (1860) por su modernidad e higiene. "Carmen", Santa Patrona del Carmelo, significa "jardín", y "Vedado" o "prohibido" era todo el territorio desde que en 1565 se prohibió la tala para obstaculizar a los piratas. Ahora es la ciudad que nace dentro del Bosque, con el más moderno racionalismo en su sistema de parques, parterries v arbolado. De aquí la buena acogida por aquella Europa referida en el panorama universal, que huía de las ciudades contaminadas. Son las costas las que determinan su rápida atracción a partir de los Baños de El Vedado (1864), que pronto se extienden, así como la riqueza de la cultura culinaria y deportiva local, con diversas disciplinas que, por aquí, entran en Cuba. De entonces data el típico y patrimonial paisaje romántico que Chartrand pintó de La Chorrera. Desde el pasado siglo se señalan en las playas de El Vedado uveros, aromas, hicacos y cactus, en tanto que el arquitecto español Calixto de Loira y Cardoso, al frente del Proyecto del Cementerio de Colón (1871), para purificar el ambiente de dicha institución, sembraba pinos silvestres y pinos cipreses, sauces, sabinas cimarronas, podacarpus angustifolia y el gigante eucaliptos o eucaliptus,[35] de donde viene el vocablo «cripta», con sus funciones. Los más abundantes de ellos eran los cipreses, árbol oriundo de Chipre y consagrado a Plutón, cuya figura piramidal sellaba la identidad del área; su nombre se debe al olor que corrige el hedor cadavérico. Al fondo, la identidad ecológica del Cementerio Bautista (1887) es mucho más simple por su propio ritual; en cambio, el Cementerio Chino (1893), como único lugar que conserva el culto budista a cielo abierto en Cuba, por consiguiente, sí se identifica con las plantas que, al crecer, conservan la salud del difunto y de sus familiares. Los robos de terrenos al mar, con la urbanización del siglo XX, explican las luego inundaciones y penetraciones del mar, como en el Malecón habanero, aunque han generado tradicionalmente la atracción de una gran cantidad de la población que va en busca de las brisas marinas, aunque por otra parte, la salinidad es amenaza constante a los bienes muebles e inmuebles; así se identifican todos nuestros barrios costeros de El Carmelo, El Vedado y La Rampa. Del mismo modo, a inicios de siglo, se remontan los cocodrilos del Hotel Trotcha en su Jardín del Edén, uno de los antecedentes al primer Zoológico cubano (1939) que, al tiempo que limita al barrio de Aldecoa, anuncia otra de nuestras barriadas: Nuevo Vedado. Igualmente nuestro municipio cuenta con el club Teckel[36] y con el Día del Árbol más antiguo que conocemos en Cuba,[37] así como el origen del Día del Perro (1936) en la tumba de Jeanette Ryder, en la Necrópolis Cristóbal Colón, fundadora del Bando de Piedad en Cuba, cuyo más lírico ejemplo es la Casa Jardín de los Loynaz. A lo largo del siglo XX se intensifican los préstamos culturales, incluida la cultura ecológica, con otras regiones de Cuba y del mundo, sobre todo en tan metropolitanas comunidades; por eso no es de extrañar el Jardín Japonés de La Chorrera.[38] Asimismo, otras zonas del mundo y otros campos culturales sellan identidad y patrimonio para el actual Plaza de la Revolución, como la huella legada por el plan urbanístico del francés Forestier, en el tratamiento de las áreas verdes capitalinas, hacia 1930. Además, se mantiene la dispersión natural y otros cambios del medio ambiente, en los que el hombre no siempre interviene, pero con los que sigue evolucionando. Es en su casa de 13 y H donde el bancario cubano de origen catalán Miguel L. Jaume, funda un Museo de Ciencias Cubanas, hacia la quinta década de la centuria, que donará a la Revolución para el Museo de Historia Natural a integrarse con el Felipe Poey y la Academia de Ciencias. No se puede obviar tampoco la acción de la Universidad desde nuestro municipio, y en particular la Universidad Ambiental que promovió en la Quinta de los Molinos, así como los Talleres de Educación Ambiental de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Desde, en y hacia el municipio, múltiples organizaciones e instituciones de todo tipo -como el Centro Provincial de Cultura Comunitaria de Ciudad de La Habana o la Cruz de Clavos-, y espacios de radio y televisión, desarrollan concursos de artes plásticas, literarios y otros con este tema central, sobre todo desde que Cuba se ha integrado a campañas como el Día Mundial del Medio Ambiente (5 de junio). Entre otros programas y proyectos se destaca «Mi Programa Verde», con el Ministerio de Cultura e instancias del Poder Popular en el trabajo comunitario, el Ministerio de la Agricultura, el Grupo Agropecuario de la capital, la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) y otros, para proteger las áreas verdes y reforestar. Pasan del centenar las instituciones y asociaciones de todo tipo que se han ocupado en algún momento o sistemáticamente en aportar sus esfuerzos para salvar al medio ambiente y/o alguno(s) de sus componentes. El panorama contemporáneo integra así todo un sistema de instituciones y asociaciones que heredan las tradiciones de nuestra cultura ecológica y que, sobre bases éticas y científicas en interrelación con la modernidad mundial, se capacitan en la dirección de la campaña para promover sus mejores valores, incluso artísticamente. La proyección comunitaria del Parque Metropolitano de La Habana se interrelaciona con diversos proyectos como Casiguaguas, de la Dirección Municipal de Cultura de Plaza de la Revolución, con una laureada recreación artística según la identidad local. El Pabellón Cuba ha expuesto concursos de fotografía ambientalista. En los eventos de turismo se debaten métodos y conceptos como el de «ecoturismo» y «turismo de naturaleza», y proliferan proyectos que se escogen críticamente para su promoción. El Ministerio de Educación ha logrado un Programa de Educación Ambientalista para las más diversas disciplinas en las escuelas de toda Cuba, avalado científicamente. La lucha por salvar el río Almendares ha sido causa de muchos; así lo demostró la exposición del CENCREM, Río Almendares: ni Fresa ni Chocolate, en 1996. Se ha planteado proponer el delito ecológico en el Código Penal, previa conceptuación científica, y un Proyecto de Ley para Protección de Anímales y Hogar de Tránsito en vez del abandono. De esta línea de investigaciones de nuestra Dirección Municipal de Cultura se destacan, entre otros resultados, el primer ciclo de Cine y Protección Ecológica en el céntrico cine Yara, en 1994; actividades puramente ambientalistas del Consejo de Iglesias o la Bendición de los Animales en la Catedral Episcopal desde 1995; el homenaje al propio río en 1997 en su V Simposio de Estudios Culturales, con Ignacio Cervantes, Enrique Díaz Quesada, la Loynaz, Guillen y Martí, así como danza, vídeo, un almuerzo ecológico y otras manifestaciones; en 1999, el rescate del Día del Árbol en los jardines del teatro Mella y su Fiesta de las Flores, así como la vertiente ecologista en la Sociedad Cultural José Martí y el Primer Premio del Festival de Identidad, con la puesta en escena de la obra Una gota de río, interpretada por el proyecto comunitario Los Ruandy's, de Jesús Fernández Neda.
Y al avanzar el siglo XXI otros resultados se aplican mediante Ela Díaz
Vázquez en la Unión Francesa de Cuba (17 y 6, Vedado); el Grupo
Comunitario Ambientalista de la Universidad Dulce María Loynaz (Prof.
Amparo López, en colaboraciones internacionales como el proyecto de
Brigitte Bardot en Francia); el proyecto de jardinería Un Planeta color
de rosa (Beatriz Cortés, apadrinado por Rosita Fornés, la vedette de
Cuba); y la publicación Arca de Noé (Zoila Portuondo) mediante el
proyecto Haciendo Almas, de Ludovico y José Miguel (Iskra); y varios
estudios y publicaciones, paralelo a otros proyectos como Cubanos en la
Red y Crónica Verde, el Boletín Entorno y los Festivales de Arte
Ecológico, entre otros en todo el país. Subsisten, sin embargo, contradicciones que deben enfrentar, como los arboricidios y las aguas albañales. No en balde las áreas insalubres se concentran a partir del río contaminado y al fondo antes marginado del Cementerio. Únicamente en Nuevo Vedado, con una sola arteria en la Ave. 26, predominan condiciones ambientales favorables, que inciden de manera positiva en la salud de la población.[40]
Una sistemática integración, ética y científica, de tales esfuerzos al
bienestar colectivo que promueva los mejores valores con respecto al
medio ambiente, lograría el salto cualitativo que exige la problemática
ecológica. El arte como protagonista, resalta lo mejor de tales valores,
por su alcance histórico en el sistema social y cultural, con el que
este municipio cubano se enorgullece de tener tanto que aportar a la
avanzada ecologista internacional. Campbell, Bernard G: Humankind Emerging, 3era. ed., Little Brown & Co., Toronto, Canadá, 1982. COUCEIRO Rodríguez, Avelino Víctor y Jorge Manuel Perera Fernández: «Ecología, identidad y cultura: S.O.S. urgente a la protección», X Conferencia Internacional de Investigaciones sobre Arte y Cultura, Instituto Superior de Arte, 1997. --------------- : Entre Tejidos de Barrios y Repartos en un municipio peculiar, Biblioteca Científico-Técnica de la Academia de Ciencias de Cuba, (BCT), 1998. --------------- : Cultura ecológica cubana: historia e Identidad, BCT, 1999. CHILDE Gordon: Los orígenes de la civilización, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1968. GRADY, Waine: «La conquista de la geografía», en Equinoccio, no. 62, marzo-abril, 1992.
Stager, Lawrence: «La furia de Babilonia», en Biblical Archaeology,
enero-febrero, 1998. [2] Waine Grady: «La conquista de la geografía», en Equinoccio, no. 62, marzo-abril de 1992, p. 67. [3] Childe V. Gordon: Los orígenes de la civilización, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1968, p. 132. [4] José Martí: «Cuentos de elefantes», en La Edad de Oro, Editorial Gente Nueva, La Habana, 1992, pp. 212-219. En Obras completas, Editorial Lex, La Habana, 1946, pp. 1319-1320. [5] La célebre obra Martín Fierro, de José Hernández, lo recrea. [6] A los leones y osos, Nerón por ejemplo agregaba nuevas víctimas: babirusas, liebres blancas, cebúes, alces, uros, hipopótamos, focas, toros y/o elefantes. [7] Estos juicios no fueron iguales en todos los lugares ni tuvieron el mismo rigor contra todas las especies. Llegaron a América y aún en 1713 en Brasil, un juicio contra los termes que no acataban la resolución de abandonar el monasterio, llevó a que fueran los monjes quienes cedieran y los reconocieran también como «hijos de Dios». [8] Avelino Víctor Couceiro Rodríguez y Jorge Manuel Perera Fernández: «Del cine a la realidad virtual en el camino del proteccionismo ecológico» (inédito, 1995) y del primero: «Mestizaje y transculturación: particularidades del siglo XX» (inédito, 1995). [9] Jorge Ramón Cuevas; «An Assessment of Biodiversity in Cuba», en Inter-American Dialogue. A Conference Report. The Environment in U.S.-Cuban Relations: Opportunities for Cooperation, Washington D.C., abril de 1995. [10] Attila Borhidi y Onaney Muñiz: Catálogo de plantas cubanas amenazadas o extinguidas, Editorial Academia, La Habana, 1983. [11] Raza canina, siglos XVI-XIX. Retrato de una joven, pintura de Vicente Escobar, lo muestra en brazos de la muchacha. [12] En esta obra, las herencias grecolatinas y medievales apuntan hacia la transculturación, al implicar todas nuestras raíces entonces contenidas, incluyendo lo que hoy podemos considerar una identidad ecológica cubana, germen esencial de nuestra cultura consecuente. [13] Entre las especies que se conservan en el Jardín Botánico de Cienfuegos las hay tan significativas, como el gigantesco árbol «Pata de Elefante», que se han preservado a pesar de embates sufridos a lo largo de su historia, como el del huracán Lily, solo comparables a los destrozos ocasionados por el ciclón de 1926. [14] Avelino Víctor Couceiro Rodríguez y Jorge Manuel Perera Fernández: «José Martí: Antecedente al proteccionismo ecológico contemporáneo» (inédito, 1995); Couceiro: Vigencia ambientalista del pensamiento martiano; en Cubarte, en La Columna: Cultura en mi Barrio; en La Comunidad, 1 de febrero de 2009; www.cubarte.cult.cu, [15] Sendas cartas del 7 de enero y del 6 de mayo de 1882 al director de La Opinión Nacional, en Caracas, Venezuela, desde Nueva York. En José Martí: Obras completas, Lex, La Habana, 1946, pp. 1076 y 1126, respectivamente. [16] José Martí: «Educación científica», artículo publicado en La América, Nueva York, septiembre de 1883, e incluido en Obras completas, ed. cit, pp. 503-504. [17] José Martí: «Luis Baralt en París», en Patria, 8 de septiembre de 1894. (Obras completas, ed. cit., p. 1777). [18] José Martí: Apuntes para la Cátedra de Historia de la Filosofía que desempeñó en la Escuela Normal de Guatemala, el 29 de mayo de 1877. Recogidos como «Conceptos filosóficos»; en obras completas, ed. cit., p. 414. [19] José Martí: «Cuentos de elefantes», en La Edad de Oro, ed. cit, pp. 215-217. (La cursiva es de los autores.) [20] José Martí: Carta al director de La Nación, de Buenos Aires, fechada en Nueva York el 24 de marzo de 1888, a propósito de José Antonio Páez (incluida en Obras completas, ed. cit P-56). [21] Expresión del doctor Armando Hart Dávalos, presidente de la Sociedad Cultural José Martí, en el spot televisivo sobre el legado del Héroe Nacional para el nuevo milenio. [22] José Martí: Sendas cartas al director de La Opinión Nacional, de Caracas, Venezuela, fechadas en Nueva York, el [2] de junio de 1881 y el 7 de enero de 1882, respectivamente, la primera de ellas, a propósito del Centenario de su «Maestro» Calderón. Ambas recogidas como «Crónicas de España» en Obras completas, ed. cit., pp. 911 y 974, cada una. En este sentido es particularmente interesante al presente estudio, el contrapunteo que Martí logra entre los mejores y los peores valores de la cultura española, y el valor de identidad que reconoce al fenómeno en concreto, al margen de otras disquisiciones, en este caso, las corridas de toros entre distintas regiones de España (Madrid, Barcelona, etc.) y Portugal. [23] José Martí: Guatemala, folleto impreso en México por los Talleres El Siglo XX, en 1878, y prologado por el escritor guatemalteco R. Uriarte. En Obras completas, ed. cit, p. 213. [24] José Martí: Apuntes de viaje por Guatemala, fechados el 26 de marzo de 1877 y recogidos como tales en Obras completas, ed. cit., p. 562. [25] Coordenadas habaneras puede ser un buen ejemplo, aunque no exclusivo, del análisis lezamiano de la relación humana con su entorno. [26] Un ejemplo de este tipo de monografías es «Fernando Ortiz: interés para una antropología ecológica cubana» (inédito.1998) de Jorge Manuel Perera Fernández. Igualmente, de este mismo investigador y de Avelino Víctor Couceiro Rodríguez: «La ecología en las artes literarias cubanas» (inédito, 1996), en la que se estudian diversos intelectuales, así como el presente trabajo, del que ameritan derivarse otros análisis concretos sobre el tema. [27] Avelino Víctor Couceiro Rodríguez y Jorge Manuel Perera Fernández: «Relación entre la poesía de Guillen y la música popular cubana a partir del entorno ecológico como valor de identidad». Esta otra monografía nos devela una faceta de nuestro Poeta Nacional, que más allá del símbolo en diversos componentes del medio (La paloma de vuelo popular, El gran zoo, etc.) o su valor de identidad (como en el poema «Ríos»), lucha asimismo contra la violencia frente a tales elementos, por considerarla antihumana (también en otros textos como «En el campo», y «¡Ay, señora, mi vecina!»). Los estudios sobre Villena nos descubren valores en su obra, como en su poema «El cazador». También su cuñado y amigo José Zacarías Tallet está entre los fundadores de la Asociación Cubana para la Protección de Animales y Plantas. Así, estas y otras figuras de las artes, demuestran en su quehacer y en su vida sus respectivos sistemas de valores con respecto al entorno. [28] En ese mismo año (1964), otra institución relevante de la cultura cubana, la Universidad de La Habana extendida durante todo el siglo XX al Jardín Botánico de la Quinta de los Molinos para la Escuela de Agronomía, publica Origen del Hombre. Resumen de los datos de la Antropología Biológica y la Paleontología Humana conocidos en la actualidad, texto mimeografiado de Camila Henríquez Ureña y que sin dudas complementa en la línea de continuidad, sobre todo en el devenir desde la multidisciplinariedad hacia la interdisciplinariedad y de aquí, a la transdisciplinariedad, básico en la epistemología precisa para estudiar la cultura ecológica. [29] La Sociedad Espeleológica de Cuba fue fundada el 15 de enero de 1940, fecha por ello declarada Día de las Ciencias en nuestro país. [30] Por ejemplo, en la cultura culinaria más allá de lo consumido identifica incluso el cómo preparar tales alimentos en determinadas localidades. En la cultura general alcanza, incluso, la identidad familiar, pues cada familia llega a escoger, conformar e interactuar con su propio medio ambiente de vida, y propicia por ejemplo, salubridad o insalubridad, ornamentación permanente o temporal de su hogar y entorno, etc., para un panorama nacional harto complejo y enriquecedor en su diversidad. [31] Onaney Muñiz Gutiérrez: Regionalización ecológico-natural del municipio Plaza, Instituto de Geografía, 1991. [32] Aproximadamente a la altura de donde hoy se halla el barrio conocido como El Fanguito. (Ver Onaney Muñiz: Ob.cit.) “Casiguaguas fue un proyecto eco-turístico de investigaciones de la cultura municipal (1992: Couceiro, Perera y col.); el de teatro, música y danza de Julio Quintanilla en Las Canteras y El Fanguito (2005), y otros, así como seudónimos. [33] Santa Dorotea de la Luna (1637-1642), de inspiración italiana de los Antonelli, apoyaba el sistema defensivo de la boca de la Bahía, por lo que se incluye con aquel en el Patrimonio de la Humanidad. Además, fue germen de una comunidad propia en torno al torreón, raíz del actual barrio homónimo. [34] De alguna manera, el Bosque de La Habana sirve como ejemplo de los bosques cubanos, caracterizados por la micrantia, o sea, llenos de flores muy pequeñas a veces verdes o verde-blancuzcas, por lo que en nuestro país el verdor se impone y encubre muy pocas sabanas, tal vez en Regla y Guanabacoa por ser zonas de serpentina, con la excepción de las sabanas antrópicas debido al colonialismo. En este y otros aspectos se agradece la asesoría inestimable de los doctores Jorge Ramón Cuevas, Onaney Mufíiz y otros especialistas, como las doctoras Marlén Palet y Ana María Luna. [35] Eucaliptus, que significa «bien escondido», nombre dado por la posición que asume con respecto al sol para disminuir la iluminación. [36] En la Quinta de los Molinos se conserva la escultura que conmemora la primera exposición de perros de raza en Cuba (1911), con ciento dos especies. [37] Proclamado el 10 de octubre de 1904 en la Sociedad Anónima de Instrucción y Recreo de El Vedado, donde hoy se ubica el teatro Mella (y que Investigaciones de Cultura Municipal rescató en 1999 en homenaje a Martí, vigente), hacia 1936 se desarraigaba al oficializarse la fecha del 10 de abril por la Asamblea de Guáimaro, a la que de otras formas deshonraban, en un acto más de ignorancia, manipulación oportunista y demagogia republicana. Sobre su inicio, se recomienda consultar Las sociedades culturales del siglo XIX: la Sociedad Anónima de Instrucción y Recreo del Vedado, de Dolores Guerra López y Amparo Hernández Denis (Instituto de Historia de Cuba, 1989). [38] Aunque éste se centra en la comunidad aquí estudiada, no es el único, ya que en la periferia capitalina se halla el Jardín japonés del Parque Lenin. [39] El Taller de Transformación Integral de) Consejo Vedado-Malecón introduce el «Rescate y Revitalización de la Flora Local», (Onaney Muñiz, Primer Premio del III Encuentro de Historia y Tradición de mi Barrio El Carmelo, y Distinción Talento de Oro Tres Estrellas por la Asociación de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) de Cultura, 1999. [40] Katia Gil de la Madrid y Odalys González: «Relación entre el estado del medio ambiente y la salud de la población en el municipio Plaza», Instituto de Geografía Tropical, 1991.
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Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu
Es la primera vez que este libro aparece en la web en edición ligeramente corregida y actualizada, debido a la gentileza de su co autor, Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez, con Letras-Uruguay - 3 de febrero de 2013
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