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Cultura ambiental y cultura ecológica:
Propuestas metodológicas para su estudio.
2da. Edición

por Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 
 
 

“Cultura ambiental y cultura ecológica: propuestas metodológicas para su estudio”. Publicado dentro de la Sección “Filosofía, complejidad ambiental y territorio”, de CD-Gemas: Sociedad, Entorno-Cuba. Multimedia del Grupo de Estudios Medio Ambiente y Sociedad, Instituto de Filosofía de Cuba, en CD del Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente. ISBN: 978-959-7197-00-3. 2010.

Como parte del cd, reza desde el miércoles 27 de julio 2011 entre las Colecciones Especiales de la Florida International University (Miami, Fla, EUA)

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Este breve texto pretende profundizar y resumir los resultados de las diversas   investigaciones que sobre la cultura ambiental y la cultura ecológica he   realizado   durante más de 15 años, sobre todo desde el punto de vista conceptual y de la metodología para su comprensión como componente del resto del sistema cultural, con vistas   a   un   mejor   acercamiento   y   consecuencias en todas las aristas   del   urgente    trabajo    ambiental.     Por   tanto,   comienzo por recrear el concepto     de   cultura   en   tanto   “sistema   de   valores”      que   ya  he fundamentado en textos previos (Couceiro: Ciencia y comunidad... 2004:51-54) y   que   se   opone   a   otros   al   priorizar   la   esencia   sistémica   de   la   cultura   en   la relación de sus diversos valores, entretejidos con las valoraciones humanas, en doble   acepción del valor. De particular interés al tema   que   ahora   nos ocupa, destaca el devenir epistemológico de la  Teoría de la Cultura    hacia    la Antropología Cultural y la Sociología de la Cultura, la Culturología y los Estudios Culturales, al debatirse el concepto de cultura en la relación hombre – naturaleza – sociedad, y haberse enunciado la cultura como todo lo que no es naturaleza... aun muy simplista, a mi juicio.  

No obstante, tal enunciado ya devela el protagonismo que “lo natural” asume en la    comprensión      de    la  cultura...   aunque     fuera    por    exclusión.    Desde     ya contrapropongo que la naturaleza existe para el ser humano sólo culturalmente aun por omisión, y que la cultura es, también, indispensablemente natural en el ser humano... aun más allá, abrazo la propuesta de que es natural no sólo para el ser humano, pues reconozco la existencia de la cultura animal por cada especie y por individuos, como ocurre en la especie humana; en su caso, como el sistema de   hábitos   y   costumbres,   instintos   y   comportamientos   que   identifican  a cada especie animal. No es de extrañar, si recordamos entre el “sistema de valores”     que    es   la   cultura    humana,      el  enorme      espacio     que   ocupa     el subconsciente, e implico en ello lo inconsciente o no consciente... no es objetivo ahora pormenorizar psicológicamente los grados de ese universo sin dudas, tan imprescindible de estudiar como todavía, escasamente estudiado.    De    tal suerte, todo el sistema de hábitos y los instintos (entre otros elementos que compartimos        con   el   resto   de  las   especies   animales...   no   nos   olvidemos   que somos una especie animal, aun cuando el antropocentrismo todavía se niegue a reconocerlo) constituyen parte sustancial de la cultura humana, a menudo con mayor protagonismo que los conocimientos y actos concientes.

Por   supuesto   que   el   ser   humano   es   bien   distinto   de   las   restantes   especies animales; pero también existen profundas distinciones entre todas ellas y aun más, dentro de cada especie, entre los individuos... precisamente la Humanidad es tal vez, el ejemplo más complejo y rico de que todos somos diferentes. Así pues, entre los animales, los ritos sexuales y de reproducción, la organización para cazar o evitar ser cazados, para defenderse de los desastres naturales, la comunicación   animal   cada   vez   más   reconocida   para   conocerse,   reconocerse y apoyarse entre ellos (a menudo más allá de la propia especie y hasta con el ser humano),      sus    hábitos    de    limpieza    y   para   excretar      y  alimentarse,      sus migraciones y relaciones con cada hábitat, sus memorias y afectos, temores y emociones, tristezas y regocijos, formas de   educar a   los cachorros para que sobrevivan,   construcciones   como   los   nidos   de   las   aves,   las   madrigueras,   los hormigueros y los panales  de abejas, entre otros muchos, son exponentes de sus   respectivas   culturas   en   cada   contexto,   distintivas   no   sólo   de   la   cultura humana, sino también entre sí e incluso, entre individuos.

Ya se reconoce la inteligencia de muy disímiles especies, se hurga el talento del individuo al escogerlo para las diversas artes, y se trabaja la Sicología Animal; para reconocerles su cultura en otro orden de complejidades, no es necesario más conciencia... al menos no conciencia humana, lo que ya es antropocentrismo por definición. Incluso las especies más solitarias (al menos por períodos y en pareja     o  pequeños     grupos)    cuentan    hasta    con  sus   sistemas     sociales,   como demuestran       las  abejas    y  los   machos    dominantes      entre    los  leones   y  otras especies, lo que remeda su suerte de “división social del trabajo”, de “cultura política”, etc. de donde “lo social” tampoco sería exclusivamente humano. Todo ello nos llevaría a concluir que la cultura humana surge en efecto, en la misma medida y grados del proceso de hominización, pero que cuenta con profundos antecedentes lógicos desde la cultura animal previa en evolución, que en buena medida,   la   determina   ulteriormente.   No   sale   de   la   nada,   y   es   ineludible   al profundizar en la historia, identidad, leyes y resortes por los que funciona la cultura.

Vemos pues, que el tema de la cultura    animal    debiera    ser   mucho     más importante al ser humano, y a los que estudian la cultura humana, de lo que el antropocentrismo les hace   creer.   En   este   caso,   sin  embargo,     nos   permite introducir,  como componente  sustancial de la cultura  humana,  el concepto  de cultura ambiental, en   tanto   aquel  sistema   de   valores   en   torno   al   medio ambiente que nos rodea, bien sea   en su conjunto o parcialmente, incluido el propio ser   humano en su relación    con   dicho    entorno.    Por    supuesto,    los antecedentes de esta   cultura   ambiental   en   la   cultura   animal,   radican   en   la percepción que los animales tienen del entorno que les rodea y de sí mismos, lo cual la conciencia humana cualifica en infinito mosaico de potencialidades.

En  cuanto  a  la  cultura  ecológica, recordemos  que  la  Ecología  es,  en sí misma, una ciencia nacida en la transdisciplinariedad, cuyos albores se fijan en 1866 cuando el alemán Haeckel aportó el término, y que mucho ha evolucionado hasta la actualidad. Por extensión, se ha abusado el vocablo “ecología” como sinónimo de “medio ambiente”, y como con tantas otras palabras abusadas ha ocurrido muy peligrosamente, se han vaciado de significantes algunos significados; pero justo    el   desarrollo   de   las  ciencias   nos   exige    reformular     términos     para   reequilibrar tales disfunciones, en virtud de la rica diversidad que identifica a la realidad   objeto de   estudio   y   que   los   facilismos   y   simplismos   reducen   de   tan dañina   manera.   Ya   ahora   urge   retomar   el   acercamiento   científico   (al   menos, desde      el  punto    de   vista   de   lo  que   son   las  ciencias    para    las  academias occidentales, de las que no podemos desprendernos y cuyo aporte en este caso, debemos       aprovechar)      que   implica   decir    “ecología”,   para    comprender       como cultura ecológica, al sistema de valores fundamentados en las ciencias, en torno al medio ambiente que nos rodea, bien sea en su conjunto o parcialmente.

Ya entonces, al operacionalizar conceptos, podemos comprender   como cultura ambiental, la recreación del entorno y/o sus diversos componentes en las artes o    en  la   religiosidad    al  margen     de   la   ciencia   ecológica,    mientras     que    el conocimiento   inducido   desde   la   ciencia   ecológica   que   exista   a   propósito   del mismo      entorno    y/o    sus   diversos    componentes,       incluso   cuando     se  induzca mediante las artes o la propia religión, ya introduce una cultura ecológica, en un proceso lógicamente gradual. Toda cultura ecológica es cultura ambiental, pero no toda   cultura   ambiental   es   cultura   ecológica,   ni   tiene   por   qué   serlo,   por cuanto la ciencia ha de estudiar todas las formas de conciencia social, llámese arte, ética, estética o religión, pero nunca desplazarlas en sus potencialidades humanas       y  múltiples     valores.   La   cultura    ecológica,    dentro     de   la  cultura ambiental, queda signada pues, por   la incidencia de   la ciencia ecológica en   su conformación.

Por   supuesto,   aquí   cabe   cuestionarnos   qué   entenderíamos   por   ciencia,   y   de hecho,      superar    la   estrechez      academicista;      en   un   recorrido     histórico,  las ciencias  de   las   culturas   antiguas   para   explicar   el  entorno,   de   alguna   manera, serían      los   antecedentes         para    la   contemporánea          cultura     ecológica,     a conformarse como tal desde el advenimiento de la Ecología en tanto ciencia. Y ya que la ciencia adquiere tanto valor para distinguir la cultura ecológica, vale la pena detenernos un instante en el caso particular de la ciencia ficción, donde la ciencia, pero también la pseudo ciencia a menudo con fronteras desdibujadas y/o francos choques de diversas ciencias en perjuicio de unas sobre otras (sin el   error   de   subvalorar   la   ficción   como   tal),   han   encontrado   tanto   refugio,   y donde la cultura ecológica ha sido también tan explícita históricamente...

¿No se evidencia acaso desde el Dr. Frankenstein de la inglesa Mary Shelley, a inicios del siglo XIX y a mi juicio, según otras de mis investigaciones (Couceiro, 1986-1987;2001), el primer   ejemplo   de   ciencia   ficción,   ya   en   los   albores   del mismo   tránsito   de       la   Revolución    Industrial   hacia   la   Revolución   Científico – Técnica? El ciclo vital y la relación vida – muerte constituye una problemática, sin dudas, de interés a la ciencia ecológica, si bien ha preocupado y ocupado al ser   humano   (también   a   otras   especies,   por qué   no?   Siempre   distintivamente) desde los tiempos más remotos, muchísimo antes del nacimiento de la ciencia Ecología.     Cabría    entonces      puntualizar     para    estos   casos,    que   es   la  ciencia Ecología,   y   no   otra,   la   que   le   otorga   su   carácter   en   tanto   cultura   ecológica dentro de la cultura ambiental. Puede incluso una obra tener valores científicos que   no   sean ecológicos, y no ser cultura ecológica propiamente dicha, si bien cada vez es más difícil dada la retroalimentación que cada día se impone más entre todas las ciencias.

Justo      por    la  esencia     sistémica     de    la  cultura,     podemos      comprender        la imbricación de todas las manifestaciones culturales, indisolubles unas de otras; de   tal   suerte,   la   cultura   ambiental   se   refleja   de   muy   diversas   formas   en   la cultura   culinaria, en   todas las   costumbres, en   la   cultura   funeraria   y de   ciclo vital (por definición, de esencia ecológica), en la cultura vial, en los juegos, en el refranero popular y otros componentes de la literatura oral y de todas las artes, en los deportes, en las celebraciones y festividades, a menudo de forma más   obvia   como   la   jardinería   y   los   jardines   botánicos,   los   distintos   tipos   de zoológicos y los acuarios y los aviarios, los cementerios de animales, el Día del Perro     en   Cuba    o  la  bendición     de   los  animales     en   otros    países,   que   como resultados de esta línea de investigación, Cuba logró en  la Catedral Episcopal de Cuba (13 y 6, Vedado) en octubre de 1994, mientras este Autor concluía un primer ciclo de nueve películas llamado “Cine y Protección Ecológica” en el cine Yara   entre   otras   introducciones   y   generalizaciones   de   estos   resultados   de investigación, y dedicaría el V Simposio Territorial de Estudios Culturales Plaza de   la   Revolución   y   Puentes   Grandes,   Actividad   Central   de   la   Semana   de   la Cultura en marzo de 1997, como homenaje al río Almendares y al Bosque de La Habana, a sus valores patrimoniales y por una cultura ambientalista; en todo lo cual me he extendido en varios de mis textos previos.

El    análisis   no   es,   por    supuesto,     tan   simple     ni  fácil   (ni  necesariamente) clasificable:   a   menudo,   varias   manifestaciones   coinciden:   así   por   ejemplo,   el arte     religioso    a   la  vez    suele    explicitar     valores    culinarios,    funerarios      y ambientales   a un   tiempo   e   incluso, de   otras   manifestaciones de   la   cultura,   y puede (o no) ser cultura ecológica, además de ambiental. Como acontece en la cultura, y en toda la realidad, enajenar unos de otros (contrariamente a lo que la realidad muestra) nos aleja de la realidad y por ende, pierde rigor científico, al   no   incorporar   el   análisis   sistémico   que   exige   el   objeto   de   estudio,   en   su misma naturaleza cotidiana y real.

Incluyamos en este sistema los antivalores o valores negativos, como aquellos que dañan en uno u otro sentido al entorno y/o sus diversos componentes, sin excluir   el   propio   ser   humano,   pero   que   conforman   parte   del   sistema   y cuyo estudio,   lejos   de   ser   obviado,   debe   priorizarse,   justo   para   reeducar   valores (incluida   la   represión   cuando   sea   menester)   y   evitar   o   al   menos,   amortiguar tales   daños;   citemos   entre   ellos   todo   abuso   y   violencia   contra   el   entorno, antivalor   que   al profundizar   estudios detectamos   que   ha   sido   condenado   por toda   una   larga   y   saludable   tradición,   insuficientemente   promovida:   por   sólo citar   un   ejemplo   previo   a   la   llamada   era   moderna,   ya   al   iniciar   el   siglo   XIV Dante      Alighieri    ubicaba    a  los   violentos    contra     la   naturaleza,    en  el   tercer recinto del séptimo Círculo del Infierno.

Es cierto: lamentablemente, los antivalores han sido mucho más promovidos que los    valores,   bien    sea   por   los  más    mezquinos      intereses     comercialistas,      por facilismos       o   por    otras     miserias      humanoides        a   menudo       vinculadas      al antropocentrismo, o por puro morbo del más patológico: las lidias de animales (gallos, perros y otros que en tanto sistema, confluye en las más diversas lidias entre humanos, o entre humanos y animales, apuestas por medio), la cacería y la pesca como supuestos deportes de violencia por violencia y el insano placer de ver   derramar   la   sangre;   las   corridas   de   toros,   la   tortura y   sacrificio   masivo innecesario de animales en laboratorios y en labores supuestamente docentes; no el uso sino el abuso en función de la culinaria, y en cultos religiosos donde el respetuoso y totémico concepto original de “sacrificio” ha sido sustituido por el   de    “matanza”;     el  abuso    de    animales    en   los   juegos,    fiestas    y  otras costumbres,       como     polemizable     divertimento;      en   las  artes    y  en   múltiples actividades laborales, los arboricidios, la contaminación a todos los ambientes (terrestres, acuáticos, a la atmósfera, la contaminación sonora...) etc.  

No obstante, abundan los valores dignos de la mejor promoción que enaltecen la propia   humanidad;   su   estudio,   también   abordado en   los   antecedentes,   ofrece las   bases   científicas   necesarias   para   su   promoción   ulterior   entre   el   mejor patrimonio de cada pueblo, en contraposición con los antivalores cuya imagen se ha afianzado en el tiempo como la peor  identidad. La mejor identidad, la que enaltece una    auténtica     humanidad       mediante       las   mejores      tradiciones ambientalistas y de respeto y amor al entorno, está llena de valores estudiados antes, pero que tristemente, aun no alcanzan el rango de imagen pues aguardan por su debida y necesaria promoción.  

No es fácil tampoco delimitar valores de antivalores: en la cultura sexual, por ejemplo, el ser humano porta e impone sus prejuicios y tabúes al mundo animal, sobre todo a las especies más allegadas por ser las de mayor acceso; por otra parte,   suele   presentarse   también   una   cultura   seudo   ecológica, no sólo   en   las obras sino en el mismo análisis de las obras, de tal suerte que ha habido quien ha   criticado     que   en  las  artes,   los  animales    hablen    las  lenguas    humanas,   y devengan símbolos de valores humanos a promover, o antivalores a condenar y reeducar;      una    genuina    ciencia    comprende       absolutamente       válido   y   hasta necesaria en todos sus valores positivos, la imaginación y la creatividad humana en   las artes y   en   el resto de   la cultura, incluidas   las   ciencias,   que no   puede circunscribirse        al  cientificismo,      sino    que    las   ciencias     deben     ser    lo suficientemente         amplias    y   ricas   como     para   asimilar    casuísticamente  el instrumental       y   potencialidades      de    todas    y  cada    una    de   las   restantes manifestaciones de la cultura.  

Así por ejemplo, es un excelente recurso para todas las edades (no sólo para los niños) utilizar animales y/o plantas y/u otros componentes del entorno, para enseñar valores y re educar antivalores, incluso para introducir resultados de otras   ciencias   que no necesariamente  sea la   Ecología   (en   tal  caso, puede   ser incluso   cultura –   y   concretamente arte   –   científico y   no   ser ecológico), pero también, por qué no?   De la propia Ecología, y devenir  cultura, concretamente arte, ecológico. De tal suerte, puede ser científico en un sentido, aunque no sea estrecha   - ecológicamente científico. Mientras,   un   documental estrictamente ecológico sobre la vida de una especie, puede   estar narrada por   el animal en cuestión; tal ficción no mermaría el rigor científico ecológico del documental, ni tampoco tendría, necesariamente, que apuntar a ser ciencia ficción. Sucede que existe por supuesto, como expresión de la cultura ecológica, el arte científico, la   cultura   culinaria   científica   y   otros,   todo   lo   cual   se   manifiesta   en   proceso gradual y no minimiza (no puede ni debe minimizar) en lo absoluto la fantasía y el lirismo que enaltece al arte, el placer implícito en la culinaria, etc.  

Para una mejor comprensión de toda la cultura ambiental, y no sólo la ecológica, es   que   en   mis   estudios   previos   (Couceiro   y   Perera:   De   la   cultura   ecológica universal...2002:10) he   propuesto      tres   niveles    que   en   ningún     caso deben entenderse   ajenos   unos   de   los   otros   sino   en   coexistencia   e  interrelaciones, interconectados dependientemente:

    1. Un primer nivel, elemental, básico, universal, dado en la mera existencia, y   que consiste   en   la   naturaleza   ambiental   de   todos   y   cada   uno de   los sujetos   así   como      de   los   objetos   del   propio   entorno   y   las   relaciones implícitas.      Es    eminentemente         inconsciente,       aunque     por    supuesto, susceptible de ser estudiado concientemente.

    2. Un segundo nivel perceptivo en que esos elementos del entorno devienen símbolos,   a   menudo   ajenos   a   sí   mismos,   pretextos   para   plantear   otras problemáticas, comúnmente humanas; a menudo es inconsciente.

    3. Un tercer   nivel ya conciente, en que   las problemáticas e   identidad del entorno   y/o   cualesquiera   de   sus   diversos componentes,   constituyen   el objetivo y tema central de la obra en análisis. Un caso particular en este nivel   son   las   problemáticas   humanas,   que   por   razones   lógicas   y   sobre todo,   por   el antropocentrismo,  constituyen  con  toda su   complejidad,  la gran  mayoría  de estas  preocupaciones,  y pueden entenderse ecológicas en su relación con el resto del entorno. Todo genocidio implica, sin dudas, un ecocidio, no sólo por las víctimas no humanas, sino porque las humanas son también, parte del sistema ecológico.

En resumen, la cultura ambiental, incluida la cultura ecológica, es base de toda identidad,   y   por   tanto,   indispensable   en   todo   diagnóstico   que   se   acometa de cualquier      comunidad,      institución,     persona,     etc.    (Couceiro:     Hacia     una Antropología... y   Ciencia y   Comunidad...) Su   entendimiento,   para el   que   hemos propuesto   una   metodología,   es   además   valor   metodológico   que   no   se   puede obviar al tratar de comprender cualquier fenómeno y particularmente, humano, por   muy   distante   que   nos   parezca   del   tema   ambiental,   toda   vez   que   en   el sistema      conformado        por    la   cultura,    todas     sus    manifestaciones        se retroalimentan   unas   de   otras.   El   análisis   realizado   a   propósito   de   la   cultura ambiental, y entre ella la cultura ecológica, así lo demuestra.

Parte de la obra del autor explícita sobre esta temática:

    1.  Couceiro   Rodríguez,   Avelino   Víctor:   2000.   La   Cultura   Ecológica   en   la Identidad   Cubana.   Tesis   en   Opción   al   Grado   Científico   de   Doctor   en Ciencias sobre Arte, 2000. Mención en el Premio Anual de Investigación Cultural 2001. 37 Avales Científicos (de ellos, 3 Consejos Científicos y 4 personalidades extranjeras)

    2. ---: 1986-1987; 2001. La Ciencia – Ficción en las Artes Plásticas Cubanas. Recomendada a ser publicada por el Simposio de la Ciudad de La Habana 1987;   Aprobada   para   ser   publicada   por   el  Consejo   de   Redacción   de   la Revista Cine Cubano, publicada por la Biblioteca Científico – Técnica de la Academia de Ciencias de Cuba el 7 de mayo de 1997. Revista 23 y C, No. 0. Noviembre 2001.

    3. ---: 2002: Atisbos más allá del horizonte. Revista 23 y C, No. 1, p.4-5. Marzo 2002.

   4. ---:    2002:    Hacia     una   Antropología      Urbana      cubana:    comunidades metropolitanas. Tesis de Maestría en Antropología, 2001. Mención en el Premio Nacional de Ensayo Cultural 2000. Premio Muy Relevante del III Forum Ramal de Ciencia y Técnica de la Cultura Ciudad de La Habana, 25 de    septiembre      de   2001.    Resumen     en   Catauro,    Revista    Cubana     de Antropología, Fundación Fernando Ortiz, año 3, No. 5. Enero-junio 2002. Publicado en Biblioteca Científico – Técnica de la Academia de Ciencias de Cuba, 31 de marzo de 2003. Premio Nacional Anual de Investigación Cultural     2006.     En    proceso      de    publicación     por    el   Centro     de Investigaciones de la Cultura Cubana Juan Marinello y por Ediciones La Fuente Viva de la Fundación Fernando Ortiz.

    5.  ---: 2001. Cultura ecológica y cultura ambiental cubanas. Seleccionado en representación de Ciudad de La Habana, Cuba al Concurso Internacional de Ensayo Cultural en Quintana Roo, México. 2001.

    6.  ---:   2001.   Vigencia   ambientalista de   la   literatura   martiana.   Presentado en el Simposio de Estudios Literarios, 2001.

   7.  ---:   2004.    Ciencia    y  comunidad:     propuesta      metodológica      al  trabajo comunitario. 2004. Jornada Científica de Profesores Universitarios 22 de   diciembre   2006,   Sede   Universitaria   Municipal   Centro           Habana.   En proceso de publicación por el Centro Provincial del Libro y la Literatura de la Ciudad de La Habana. Publicada en Biblioteca Científico – Técnica de la Academia de Ciencias de Cuba, diciembre 2006.

   8.  --- y Jorge Manuel Perera Fernández. 1993. Proyecto para la Promoción de la Cultura Ecológica en las Comunidades. Grupo Municipal de Estudios Culturales   Plaza   de   la   Revolución   en   función   para   la   Asociación   Cubana para la Promoción de Animales y Plantas -ANIPLANT-, 1993 1er Premio Comunidad 93, como tal propuesto para el Internacional Comunidad´94, e invitado a los Simposios Internacionales Todos unidos a una solución en Puerto Rico, 1993, 1994 y 1995.

   9.  --------:   1994.   La   Investigación   como   base   de   la Promoción   Cultural:   el Ecoturismo   y   otros   Ejemplos.   Grupo   Municipal   de   Estudios   Culturales Plaza de la Revolución. Seleccionado y debatido en la Jornada Pedagógica sobre   Promoción   Cultural   Ciudad   Habana,   y   como   tal   Ponente   Invitado como   Representante   Capitalino   al   Simposio   de   Promoción   Cultural   del Centro Provincial de Superación de Cultura Villa Clara, 1994.

  10. --------: 1995. Ecología y Folklore: Análisis Culturológico Grupo Municipal de Estudios Culturales Plaza de   la Revolución. Seleccionado y debatido en    el   XI    Simposio     Internacional      sobre    el   Hecho     Folklórico;    en Comunidad´95;   en   el   I   Coloquio   Nacional   Cultura,   Comunidad   y   Medio Ambiente del Centro Nacional de Superación del Ministerio de Cultura, y Destacado       a  Publicar   en   el  Extranjero     por   la  VIII   Conferencia      de Investigaciones Científicas sobre Arte y Cultura del Instituto Superior de    Arte,    cuyo    Consejo     Científico    le  otorgó     Aval   Científico.1995. Múltiples   resultados   introducidos   reconocidos   oficialmente.   Destacada para Publicación en el extranjero por el Instituto Superior de Arte en su VIII   Conferencia de   Investigaciones Científicas sobre Arte y Cultura, abril de 1995.

   11. --------:   1996.   Ecología, Identidad y Cultura:   S.O.S.   a  la   Protección. Equipo Municipal de Estudios Culturales Plaza de la Revolución. Propuesto por Ciudad Habana al Premio Nacional de Investigaciones del Centro de Investigaciones   de   la   Cultura Juan   Marinello, 1996. Representante   por Cultura   Provincial   Ciudad   Habana   al   Encuentro   de   Áreas   Verdes   1996. Destacado        a   Publicar     en    el   extranjero       por    la   X    Conferencia Internacional   de   Investigaciones   Científicas   sobre   Arte   y   Cultura   del Instituto      Superior    de   Arte,    cuyo   Consejo     Científico    le  otorgó    Aval Científico, 1997.

   12. --------:   1996.   La   Ecología en   las   Artes   Literarias   Cubanas:   Historia   y Esperanzas.       Equipo     Municipal     de    Estudios     Culturales     Plaza    de    la Revolución,      1996.    Propuesto      al   I  Encuentro       Nacional     de   Estudios Literarios 1997. (Ensayo)

   13. --------:    1996.    Del    Cine   a   la  Realidad     Virtual:    en   el   Camino del Proteccionismo Ecológico. Equipo Municipal de Estudios Culturales Plaza de la Revolución, 1996.(Ensayo)

    14. --------:   1997.   Cultura   Ecológica   Cubana:   Historia   e   Identidad.   Equipo Municipal de   Estudios   Culturales Plaza   de la   Revolución. Propuesta   por Cultura Ciudad Habana al Premio Nacional de Investigaciones del Centro Nacional      de    Investigaciones       de   la   Cultura     Juan    Marinello,      1997. Recomendado   a Publicar   por   Comunidad’97. Aval   del   Consejo   Científico de    la  Dirección     Provincial    de   Cultura    Ciudad    de   La   Habana      con   la Oponencia del Dr. Jorge Ramón Cuevas; 2do. Premio Fórum Provincial de Ciencia   y   Técnica   de   la   Cultura   Ciudad   Habana   1999.   Aprobada   por   el Consejo   de   Redacción de   la Revista Catauro  de   la   Fundación Fernando Ortíz para 1999; publicada por Resolución 60/92 de la B.C.T. de la A.C.C. el 22.4.1999.

   15. --------: 1997. Cultura, Ecología y Sociabilidad: su Papel en la Formación de la Nacionalidad Cubana. Equipo Municipal de Estudios Culturales Plaza de     la  Revolución.      1997.    Encuentro      Internacional       de    Sociabilidad, Instituto     de   Historia   de    Cuba,   evento     que   lo  propuso   a   publicación, Instituto de Historia de Cuba, Agosto de 1997.

   16. --------:   1997.   Relación   entre   la   poesía   de   Nicolás   Guillén   y   la   Música Popular   Cubana a partir del entorno ecológico   como valor de identidad. Equipo      Municipal     de    Estudios     Culturales      Plaza    de   la   Revolución. Seleccionado y debatido en el I Coloquio Internacional Nicolás Guillén y la    Música     Popular    Cubana (en proceso de publicación en dichas Memorias) Fundación Nicolás Guillén.

    17. --------: 1997. Agosto y Septiembre. Identidad Ecológica Municipal (I y II Partes) Boletín Cultural digital El Almendares # 2 y # 3. Dirección Municipal de Cultura Plaza de la Revolución.

    18. --------:     1997.     Agosto.      Almendares.       Boletín     Cultural     digital    El Almendares # 2. Dirección Municipal de Cultura Plaza de la Revolución.

    19. --------:   1997.   El  Día   del  Árbol   en  Cuba.   Entregada     a  la  publicación Siempre      Verde     del  Parque     Metropolitano      de   la  Habana      para   su publicación por interés del mismo.

    20.--------:   1997-1999.   Una   Voz   de   Mujer   desde   el   Bosque   a   la   Ciudad. Aprobada       a   publicarse     en    Siempre      Verde,     órgano    del    Parque Metropolitano de la Habana, y ya citada durante 1997 en artículos de la misma publicación y en 1999 en el diario Juventud Rebelde por Bárbara Avendaño.

     21. --------:   1998.   Trascendencia      precolombina      para   la  cultura   ecológica  cubana     contemporánea.      Maestría     de  Antropología,     Universidad     de   la     Habana,   1998.   Adaptada   al   teatro,   obtuvo   1er.   Premio   del   Festival   de     Identidad Ciudad Habana 1999.

    22.--------: 1998. Noviembre. El Malecón habanero: identidad, tradiciones, patrimonio… y   mucho     más.   Gacetilla    Municipal    digital   Plaza   de   la  Revolución, # 9.

    23.--------: 2000. De la cultura ecológica universal a una comunidad cubana. 2000.     1er.  Premio   Nacional    Raúl   Gómez     García   2000,   y   1er.   Premio Nacional   Rubén   Martínez   Villena,   2000.   2002.   Ediciones   Extramuros, Centro Provincial del Libro y la Literatura de la Ciudad de La Habana. En la   Feria   Internacional     del  Libro   de   La  Habana     2003,    obtuvo    cinco lanzamientos   en     diversos   municipios   capitalinos   como   Centro   Habana, Plaza de la Revolución y  Marianao, presentados a cargo de prestigiosas personalidades   como   el   Dr.   Guillermo   Rodríguez   Rivera   y   el   Dr.   Mario Masvidal, y tuvo otros dos lanzamientos fuera de nuestra capital y fuera de Cuba, cuando representó a la Ciudad de La Habana en la Fiesta de la Nacionalidad   ese año   en   Bayamo   (octubre 2003),   y   a   Cuba   en   la   Feria Cultural Cubana en Ourense, Galicia, España, en junio del 2003.

    24.--------: 2000. Educación Medioambiental.

    25.--------:    2000,    Mayo.   Una   institución    nunca   bienvenida    en   la  cultura cubana: las corridas de toros. Boletín Cultural digital El Almendares # 35. Dirección Municipal de Cultura Plaza de la Revolución.

    26.--------,    María   Elena   González     Delgado   y   Teresita    Aleida   Domínguez Vidal.    1994.    El   Ecoturismo:      Tema     urgente     en   las   comunidades. Casiguaguas y  otros   Proyectos.   Grupo   Municipal  de   Estudios Culturales Plaza    de  la   Revolución.   Seleccionado     como   Ponente     en   el  I  Coloquio Nacional Cultura y Turismo del Centro de Investigaciones de la Cultura Juan Marinello; 1er. Premio Turismo Municipal, 2do.Premio del Palacio de Turismo,   como   tal   Ponente   Representante   por   Cuba   en   el   IV   Simposio Iberoamericano   de  Turismo, 1994.  y  en  el I Coloquio  Nacional  Cultura, Comunidad   y   Medio   Ambiente   del   Centro   Nacional de Superación del Ministerio de Cultura, 1995.

 

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 2 de mayo de 2013


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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