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Amigos… y muy amigos: aportes, errores y horrores
en el humor |
Tras una exitosa y fructífera temporada, se han despedido de nuestras pantallas (Multivisión) unos amigos que supieron, en muy buena lid, ganarse todo el respeto y el amor que como tales, les compete. Tan así es, que a pesar del escaso tiempo que resta de la vida profesional y cotidiana, no pude esperar más estas cuartillas de despedida tan merecidas como necesarias, para que sirvan a su vez, de estímulo y bienvenida a que continúe el mejor humor en nuestra televisión, que tanto lo requiere, porque tanto lo urge nuestro pueblo. Y digo el mejor humor, no sólo por la frescura, la supuesta ingenuidad (no confundir con tontería), la profesionalidad en todos los detalles (no sólo intérpretes incluida su selección, sino también guiones, diseñadores, luces, edición, banda sonora, dirección…) todo lo cual redunda en los ambientes logrados en cada puesta, cada capítulo (de continuidad no más que relativa, cada día se descubre una creación), cada escena… no sólo por todo ello, sino por los mensajes constructivos y convincentes en un discurso genuinamente artístico en su sentido más completo y riguroso, sin concesiones, antagónico al panfleto y a la sensiblería manida e inorgánica por carecer de aportes, del definitorio atractivo, de la dosis de cultura y autenticidad que hace falta. Estos Friends saben distinguir muy bien el humor de la burla, que rebosa de lugares comunes y facilistas; ejemplifican a la perfección lo que he valorado en otras ocasiones, “la trascendencia de lo cotidiano”, pues no necesitan de situaciones increíbles y rebuscadas para encontrar, en la mayor cotidianidad, el motivo para la risa más sana, y llega a ser a menudo francamente hilarante; es esa risa que después, nos deja la sensación de paz, de tranquilidad con el mundo y con nosotros mismos, que nos anima a seguir viviendo y luchando… sobre todo, a los que dedicamos nuestras vidas a mejorar el mundo, más allá de los egos con orejeras, sublimados patética y patológicamente. Abanderados con la ternura sin clichés, con suma inteligencia, los valores se enfrentan y vencen diariamente a los antivalores; son programas como estos los que me hacen cuestionarme el concepto de “televisión educativa” reducido a programas explícita (y casi exclusivamente) pedagógicos, de los que como en todos los géneros, hay mejores y peores ejemplos: desde las auténticas obras de arte, hasta aquellos que por su falta de valor comunicativo y de atracción en general, se malogran… lástima de contenido; lo que es preciso extender a noticiarios y otros géneros, para su mayor alcance, algunos de los cuales se erigen intocables (para su mal) por el temor que aun muchos lastran al imprescindible análisis crítico y constructivo, y la autocensura degenerada en consecuencia. Claro que aquellos que como estos nos ocupan, por el alto alcance a partir de su nivel de atracción y convicción, y por el valor de sus mensajes para con el mundo en que vivimos, llegan a ser más educativos que muchos supuesta por estrechamente educativos, como también lo puede ser un musical, una trasmisión deportiva, un dramatizado, un programa de participación o uno de actualidad local, nacional e internacional… todos, sin excepción. Entre otros valores, en la identidad de esta serie subyace la comprensión sin exclusiones; siempre digo que sólo excluyo a los excluyentes, sólo intolero a la intolerancia… y esta serie se crece a comprender los errores, sin conceder la triste y peligrosa confusión en los medios (que entonces degeneran antieducativos, porque educan antivalores, o mal educan) entre errores y horrores: cuando se repite y se repite, cuando hay indolencia, cuando se subvalora a los demás (el sendero para el desprecio), o cuando se evita no por sensibilidad con sus consecuencias para “otros”, sino por la seudocultura en función exclusiva de evitar el castigo consecuente y hasta de prebendas personales, ajenos a perjuicios y beneficios más allá… ya no se trata de error, sino de horror. Y esta diferencia, sin necesidad de explicitarse (como todo arte verdadero) está muy clara para estos amigos… que justo por eso, lo son. No es casual que figuras de primera imagen internacional en la comedia pero también, en otros géneros, y entre ellos no pocos de calidad y prestigio harto reconocidos, se hayan enrolado también en esta serie, con actuaciones más esporádicas o más sistemáticas… así de pronto nos sorprenden, sin pretender agotar un listado, las actuaciones de Tom Selleck, Susan Sarandom, Elliot Gould, Bruce Willis, Kathleen Turner, Sean Penn, Brad Pitt, Alec Baldwin, Delmont Mulroney, Greg Kinnear, Jean Claude van Damne y Danny de Vito, entre otros… sin que se pueda reducir a ellos el valor histriónico de cada puesta, ni siquiera a las incursiones que hemos podido disfrutar de algunos de sus seis protagonistas más allá de esta serie, como es el caso de Jennifer Alliston y de Matthew Perry en algunas películas; eso sería un facilismo falto de rigor, pues tampoco tenemos acceso a todo el caudal audiovisual de ese ni de ningún país, ni siquiera del nuestro, incapaces de verlo absolutamente todo, por razones de tiempo, lógicas y hasta saludables… quiere decir que hay materiales para ver, y para escoger. Más allá de otros trabajos, estos seis actores saben llevar, cada uno en sus identidades, sus respectivos personajes, y como genuinos artistas (no todo intérprete llega a ser un verdadero artista, si como tal se considera al creador; como tampoco todo pintor, ni todo músico, ni todo escritor…) crecen adecuadamente y con vida propia los guiones, en sí ricos en su diversidad de aristas que sin el menor esfuerzo (talento de la cultura) saben descubrir y mostrarnos el buen humor en lo cotidiano, un humor sano que no elude lo trágico ni lo miniminiza, que no lo burla, sino que con la madurez que también exige el gran arte, lo comprende y sin falsos consuelos, sabe apuntar a lo positivo, a que la vida continúa, y debe continuar lo mejor posible, o sea: lo más alegre (no tonta) posible… porque sólo así, merece vivirla. Es un optimismo no vacío, sino fundamentado, que se proyecta infinito para encarar los sinsabores de la vida, con una mentalidad amplia que muy lejos de todo slogan, es consecuentemente antihomofóbica y ambientalista, y se erige contra otros tabúes sexuales, raciales y de todo tipo, lucha contra el sida (cada escena sexual implica condones) y prevalece por sobre todo, los valores de la más pura amistad, franca y sin dogmas, la de la entrega sin espera de retribuciones, sin esquematismos, inmersos en un mundo de relaciones de parejas y familiares, y profesionales (en diversos sectores), y sociales en general, incluso con otros países y culturas, y con otras especies, incluso con otras épocas… Es ese humor que nos sabe inducir la alegría de vivir… y eso es salud, según la propia definición de la UNESCO, que no la limita a la ausencia de enfermedades, sino al placer de la vida plena; esa es una de las funciones que hacen que el buen humor, como todo amigo, sea insustituible. Al público cubano, y sobre todo a nuestros creadores, cuando dejamos atrás sorderas y arrogancias, todo esto tiene mucho que decirnos. En primer lugar, no es (por fortuna) un ejemplo único a considerar (aunque sí de los mejores), y cabe el método de comparación cuando éste se emplea bien, sin mecanicismos, pues cada obra tiene su identidad y valores (y antivalores) propios, sin necesidad de que sea como otra para ser mejor ni peor. Pero sin profundizar mucho y sin salirnos de las series, y por solo citar un ejemplo (siempre a analizar casuísticamente) podríamos referirnos a Dos hombres y medio (sábados de Cubavisión)… que es antiético que se haga costumbre suspenderla a cada rato, sin la menor explicación a sus televidentes, aún cuando queda tiempo en la programación, sobre la que se pierde credibilidad, con todas sus fatales consecuencias para el resto del sistema. Igual para adolescentes, poco antes, se trasmitieron los episodios de Josh y su hermanastro (Tele Rebelde)… entre otras, sin pretender ni con mucho, una historia del humor en las series, que siempre merece una valoración caso por caso. Hay otras series que no son propiamente humorísticas, y sin embargo, saben hacer muy buen uso del mejor humor, el más natural, el que no queda prefabricado; quizás los mejores momentos de la exitosa española El Internado, estén en los diálogos de las pequeñas Paula y Evelyn, y luego Lucas, ejemplo de la magistral actuación que puede lograrse con los niños sin la seudocultura de la supuesta “gracia natural” de los infantes, cuando no se sabe aflorar de ellos sus mejores condiciones para la actuación, como estos demuestran, sobre todo Evelyn; es el caso de Ángela en la telenovela brasileña Cuatro por cuatro (Canal Habana), donde sin embargo, penosamente, se abusa del humor en el resto de la serie con parlamentos tan poéticos como inorgánicos para personajes supuestamente de la vida cotidiana, que a veces parece teatro televisado, sin intentar siquiera la poesía en lo más natural y cotidiano, sin necesidad de rebuscamientos, incluso, sin necesidad de literatura explícita, ni siquiera oral… como otras de sus coterráneas sí logran. Es un mérito pretender una telenovela humorística, como prometió en un inicio; pero la repetición en culturas no occidentales se avala por otros cánones, inorgánicos en nuestra cultura occidental, donde en todo arte se resiente y en el humor, se hace intolerable, sobre todo cuando las situaciones en sí llegan a perder toda consistencia, y se traspasa el límite entre el chiste y el llamado popularmente, y no sin razón, “pujo”. En otro sentido se degenera el humor en la otra telenovela brasileña del momento: La Favorita (Cubavisión), cuando de manera bufonesca (con todo el respeto y admiración para los buenos bufones de la historia) se presenta tan ridículamente a Orlando, como si no tuvieran otros recursos mucho mejores para mostrar su homosexualidad; ello contrasta ostensiblemente con la brillante presentación de Estela… sería inexplicable si no se supiera que (triste pero cierto y hasta lógico: todos somos así mal educados) dentro de la homosexualidad existe igualmente altos índices de homofobia, y hay mujeres homosexuales contra hombres homosexuales y viceversa… claro que no es el caso de los personajes en cuestión, pero de la Estela que tanto tenemos que aprender, una de las mejores lecciones de educación sexual en Cuba (como he dicho en otros momentos) podían al menos haberle ahorrado a Orlando las fatales e inorgánicas dosis de burla y otros comentarios: no puede tener hijos porque es homosexual… en el contexto en que lo dijo Flora, la ignorancia se hace sentir desde los propios realizadores, y no por el personaje negativo que así sentencia. No convence en lo absoluto tanto y tan vulgar amaneramiento en un personaje que había sido absolutamente lo contrario, la forma más facilista (y falsa) que hallaron para decir que “salió del closet”. El (buen) humor se acompaña además de aquel otro componente que es tan arte como todos los demás: el doblaje, de los que las telenovelas brasileñas suelen ser ejemplos cimeros y que en Cuba, no pocas veces, se subvalora con resultados fatales, aunque también hay ejemplos tan dignos como en los animados de Elpidio Valdés, en Vampiros en La Habana e incluso, en las voces de los Filminutos y cortos similares; pero no en todos. Otros ejemplos, cubanos y de otros países, nos recuerdan que la condición natural no es nada sin el arte: hermosas voces de ambos sexos de pronto se engolan y no es posible entender lo que dicen, lo que destruye a casi todo el resto de la obra. Cito estos porque los estimo los más destacados en la actualidad para el análisis, pero ejemplos tenemos también en la producción cubana, que es la que más nos duele por nuestra, y sobre todo aquella en la que más podemos incidir. Al margen del contexto de cada una, aun se recuerda en un programa radial que es toda una tradición y emblema del humorismo cubano, Alegrías de sobremesa, el tratamiento homofóbico (aun cuando no fuera la intención) contra Lisandro, rechazado sobre todo por los personajes masculinos como si así se evitara el “contagio”, y (burlado y burlesco) en general; y en el tema ambiental, la feliz inclusión de personajes de otras especies (Mirringuita y Puchita Pu llegan a ser clásicos) aunque malograda en algunas expresiones (casi una concesión al antropocentrismo imperante aun en nuestra especie, pero cada vez más retrógrado y desmoralizado) como que “las personas son lo importante”… subvaloración que ha sido la base histórica para tanta depredación y maltrato, en una cadena incontenible que urge cada vez más, revertir en función de todos, sin exclusiones… tampoco de las restantes especies. No quiere decir que no se pueda incluir la homosexualidad (ni ningún tema) en la comedia: también por su momento, antológico fue en la radio El Programa de Ramón (época asimismo de Casa de Cristal, aunque no era comedia, al iniciar la década finisecular), y hay otros que a pesar de algunos clichés, han sabido granjearse la simpatía de todos, como Gustavito; pero abundan los peligrosos desaciertos seudohumorísticos. Y como la cultura es un sistema, como tal hay que valorarla; otros programas humorísticos o que saben introducir momentos humorísticos, constituyen otras clases magistrales de educación sexual; tal fue el caso en La Neurona Intranquila (viernes de Cubavisión), de Emilio del Valle cuando le preguntaron si Fresa o Chocolate, al responder con muy sana y ejemplar valentía: “Fresa y Chocolate”; o Armando Tomey al relatar que los constructores le gritaron, “Cuidado con el ladrillo”, y él les contestó, “Cuídense ustedes, a mí ya me dio”; en otro momento televisivo, Amaury Pérez narra de la respuesta que dio a la señora que le preguntó en la guagua si era verdad que “lo era”: “señora, cada cual es lo que quiera, Ud. piense lo que le parezca”. Ante la reciente y muy feliz iniciativa de reproducir algunos momentos del patrimonial San Nicolás del Peladero, pude escuchar a un estudiante (y de los más dedicados y esmerados) algún comentario como que no le había encontrado la gracia… porque el humor también se educa y se mal educa, nace de la vida, de lo cotidiano, del entorno, pero una seudocultura al respecto, lo degenera… y de pronto se ha podido escuchar (muy pocas veces, pero una sola es demasiado) en algún programa extranjero (no lo he reconocido en la factura cubana, lo cual no quiere decir que esté excluido de nuestra cultura) que “es divertido ver destruir a la gente bonita”… tanta envidia y miseria humanoide disfrazada de humor, es inaceptable y repelente… como todos los otros horrores, que nada tienen que ver con los errores. Conocí un médico (por cierto, no de los malos) que me aseguraba que no había nada más gracioso que ver caerse a un viejito y partirse la cadera… En su sentido del humor: ¿error… u horror? Finalmente, vale hacer un alto para otro kitsch degenerado lugar común en cuanto al humor en nuestra cultura, lleno de clichés, atavismos y marginaciones excluyentes y antiprofesionales que tanto dañan a los mejores valores de nuestro país: aun en entrevistas recientes he oído a algún que otro humorista (igual que no todo actor llega a ser artista, tampoco todo artista llega a ser intelectual… lo cual no excluye el análisis de valorar hasta qué punto los humoristas de marras llegan a ser artistas o no, y que todo artista se potencia mucho más en la medida en que se eleva intelectualmente sobre su propio arte) que no reconocen la impronta femenina en el humor, al menos no en el cubano; se ha dicho categóricamente que no existen mujeres comediantes… en alguna ocasión, escuché exceptuar a Aurora Basnuevo. Muy bien la salvedad (¿qué remedio no quedaba?), pero el horror (no el error) está en considerarla una excepción, cuando deviene ejemplo de una vasta tradición absolutamente vigente de mujeres humoristas. También sucede que sexistamente (otro peligro) se absolutiza a la mujer como “el bello sexo”… lo que por una parte excluye la estética del varón, con todas sus fatales consecuencias como en la actualidad, para ser bellos deben depilarse (ser lampiños, como suelen ser las mujeres) y por otra parte, como (también equivocada y peligrosamente) se ha confundido el humor con la burla, y por no ser la belleza sino la fealdad el motivo de burla (otro horror, por supuesto), se ha degenerado la creencia de que ser feo es ser cómico… por ende hay tanto feo que puja y la mujer tiene que ser francamente fea para que la consideren buena comediante. Nuestros amigos que dieron pie a estas cuartillas, desmienten tanto desatino, por sus tres protagonistas femeninas, tan excelentes comediantes como muy hermosas mujeres. Y parte del patrimonio de nuestra cultura que ningún horror puede arrebatarnos, son las mujeres comediantes que hemos tenido a lo largo de nuestra historia, y que por suerte, aun florecen. ¿Qué habrá pensado la reciente y lamentablemente fallecida Zenia Marabal cuando se oyó excluida del listado? Fue comediante estelar toda su vida, y no solamente en su vejez… Miriam Vázquez no llegó a vivir para escuchar semejante ultraje, que no por ello deja de ser dañino. Muchas mujeres, sin importar mayor o menor belleza física, han sido y son aun humoristas demostradas y, las más recientes generaciones, como es lógico, prometedoras. Quizás los mayores hitos de la mujer hermosa en el humor cubano, los estableció Luis Wilson en las artes visuales, con sus clásicas Criollitas; y para recordarlo en nuestra escena y en ejemplos no tan alejados en el tiempo pero ya paradigmáticos, recordemos la maravillosa promoción que logró Pateando la lata, cuya ausencia se ha hecho sentir, como la de cualquier amigo de veras. La lista sería infinita (mencionar unas siempre excluiría otras, injustamente), y otro horror machista y miope sería excluirlas por considerarlas de menor calidad que sus colegas varones; la misma vara, si se aplica con justicia y rigor, arrojaría resultados muy distintos y enaltecedores para las féminas, sin que por ello excluyamos ni marginemos ahora, tampoco, los valores masculinos: todos los extremos tienden al horror. Es cierto que como todo, los programas también tienen su vida y su fin; pero los mejores, como siempre, trascienden a la muerte y quedan viviendo en todo lo que nos sembraron, en todo lo que supieron dejar para nuestra formación, valores tales que quedan para ser inducidos en las próximas generaciones y más allá, y por eso trascienden, porque son los verdaderos amigos. Ni siquiera buenos sucesores podrán sustituirlos, porque ningún amigo, ningún amor, se sustituye; sino que en los mejores de los casos, irán acumulando nuevos hitos en la cadena de beneficios tan diversos que nos hicieron incorporar, sobre todo desde su ejemplo para el mejor y tan necesario y saludable humor, como han hecho en otros momentos de la historia del audiovisual, cimas que no es el objetivo enumerar aquí… que simplemente supieron heredar para recontextualizar y trasmitirnos su alegría de vivir sabia, optimista y plenamente. Y por eso saqué minutos de donde no hay, para este “hasta pronto” que merecen estos amigos que ahora, se hacen extrañar, y nos hacen tanta, pero tanta falta… y me acuerdo de otro amigo, El Pequeño Príncipe, que ya nos alertaba que cuando se pierden se corre el riesgo de llorar un poco… pero si no los hubiéramos conocido, a estos y otros muchos amigos que llegan por la pequeña pantalla, y que llegan, a veces sin darnos cuenta hasta después, en ocasiones demasiado tarde, en nuestra vida cotidiana… no valdría la pena vivir.2011.
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Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu
En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 29 de marzo de 2013
Autorizado por el autor, al cual agradecemos.
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