1859 |
Guillermo
Cortés Lutz Rodrigo Zalaquett Fuente-Alba ISBN:
978-956-332-762-5 Registro
de Propiedad Intelectual Nº 189.597. Copiapó
2010 1859:
Retratos y fuentes para el estudio de la Revolución Constituyente ©
2010, Guillermo Cortes Lutz. Rodrigo
Zalaquett Fuente-Alba. Artículo:
Joaquín Fernández A. Ayudante:
Karen Díaz Díaz. Inscripción
Nº 189597, Santiago de Chile. Todos
los derechos reservados. Esta
publicación no puede ser reproducida ni en todo ni en parte, ni
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en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico,
magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro,
sin el permiso previo por escrito de los autores. ISBN:
978-956-332-762-5 Texto
compuesto en tipografía Times New Roman 12. Se
termino de imprimir esta SEGUNDA
EDICION Segunda
edición electrónica Portada: Partitura
del Himno Constituyente. Enrique Billet 1859. Ilustración
Plaza de Armas de Copiapó. Recaredo Tornero 1872. Daguerrotipo
de Pedro León Gallo Goyenechea. Auspician: Gobierno
Regional de Atacama Patrocinan: Grupo
de Estudios de Atacama - GEA IMPRESO
EN CHILE/ PRENITED IN CHILE
Índice Introducción CAPÍTULO
I...................................................................................................................01 Oligarquías
y Élites, los elegidos por el destino histórico. Conservadores
y Liberales o la pugna por el control político. El
Sistema Político chileno 1830-1860, “Bajo el peso de la noche”. CAPÍTULO
II..................................................................................................................42 Orígenes
del bajo pueblo chileno. Crisis
minera de Atacama y el abandono del gobierno central. Alianza
Patronal-Proletaria o el aprendizaje político del “Pueblo Minero”. La
Revolución Constituyente de 1859. CAPÍTULO
III................................................................................................................66 Chañarcillo,
cuando de las montañas brotó la plata o como se ordenó la
economía decimonónica chilena. El
Descubrimiento. La
Explotación, los Yacimientos, la Riqueza y el Desarrollo de Chañarcillo. La
Vida en Chañarcillo y en el Pueblo de Juan Godoy. Juan
Godoy: El Descubridor y la Desgracia de su Pobreza. CAPÍTULO
IV................................................................................................................74 De
la Colaboración con el Estado a la Protesta Regionalista: La Junta Minera
de Copiapó 1841-1859. El
Reformismo Borbónico y la Formación de los “Gremios de Minas” en
Chile. La
Creación de una Junta Minera en Copiapó. La
Junta de Minería bajo el Orden Republicano y la Agremiación Informal de
los Mineros. Protesta
Regionalista, Liberalismo y Tradición Corporativa. CAPÍTULO
V..................................................................................................................87 Sistematización
cronológica de las Etapas de la Revolución Constituyente. Las
Etapas de la Revolución, sus sistematización para su estudio y comprensión:
Chañarcillo, el contexto económico y social; Génesis del pensamiento
pre-revolucionario; De las ideas a la acción; Institucionalidad y la
Expansión Revolucionaria; Luces y sombras de las armas Atacameñas;
Revolución en Resistencia; La hora del Intendente José Sierra; Las Réplicas
y la Persecución a la Revolución; El triunfo político de la Revolución. CAPÍTULO
VI..............................................................................................................100 La
caída de Copiapó o la hora de José Sierra, la batalla final de la
Revolución Constituyente: 12 de mayo de 1859. Fuentes
para el Estudio de la Revolución Constituyente: Las Cartas y La
Partitura. BIBLIOGRAFÍA...........................................................................................................115 Introducción En 1859 Chile vive la última revolución liberal, la denominada
Revolución Constituyente, movimiento regionalista generado en Copiapó y
de carácter autonómico y
con tintes federalistas. Hasta
hoy, lo que se sabía de este acontecimiento tanto para la historia
regional de Atacama como para la historia nacional, se encontraba algo
enmarañado por los mitos y la leyendas que nacían más bien de algunos
escritos que se acercaban más a la novela histórica. Sólo algunos
escritos regionales de carácter histórico, cuya fuente casi única era
el texto de Pedro Pablo Figueroa, y el notable trabajo de don Oriel Álvarez
en su ya clásico “Atacama de de Plata”, además de la tesis Magistral
del Profesor Rodrigo Zalaquett Fuente-Alba y algunos estudios realizados
por investigadores e historiadores “mapochinos”; estudios que carecían
del sentido subjetivo y reivindicativo, aquel que es el generador de la
conciencia histórica, y que generalmente no llegaban a Copiapó; eran
hasta el momento las investigaciones e interpretaciones que existían de
esta importante pero desconocida
y menospreciada Revolución. No obstante lo anterior, las
nuevas investigaciones han ido despejando la bruma y el polvo aterrado,
dando paso al desarrollo de una historia más crítica de los hechos del año
1859. Nuestra
intención ha sido que a la luz de las nuevas fuentes consultadas como:
Los epistolarios post revolucionarios de varios de los implicados en la
revolución, entre ellos el mismísimo Pedro León Gallo Goyenechea,
escritos entre 1859 y 1861; la causa criminal seguida posteriormente por
el Gobierno a los revolucionarios copiapinos; además de las noticias y
opiniones de la prensa de la época revisadas desde 1857 a 1865; poder
genera nuevos enfoques que nos permitan
una nueva explicación más
novedosa y no libre de polémica de esta Revolución, dejando de lado
el Ad Narrandum por el Ad Provandum. Pensamos
que la Historia es una ciencia “fragmentaria”, tanto porque
es difícil captarla en su totalidad, como
así también necesita de la fragmentación de sus hitos, de un
corte en el proceso histórico que nos permita aislar aquel hecho tan
particular que requerimos estudiar, no sin antes entender, que este hecho,
forma parte de una compleja trama de multicausalidades históricas
externas e internas. Es por eso que si bien buscamos una interpretación y
una sistematización cronológica, que de cuenta de la mayoría de los
hechos de 1859, nos parece
que todavía hay mucho más que investigar y que analizar para desarrollar
una interpretación más completa de la Revolución Constituyente. También
creemos que, hay un fenómeno originario, un punto eje para el desarrollo
posterior de la Revolución, y este antecedente es el descubrimiento del
mineral de plata de Chañarcillo en 1832, por Juan Godoy Normilla. Esto
porque a partir de allí comienza a nacer un sentimiento de independencia
respecto del centro político del país, naciendo una historia de progreso
material, ideológico y superestructural en Atacama y Copiapó, de tal
magnitud, que materializará la fundación del puerto de Caldera en 1850,
la puesta en marcha el primer
ferrocarril chileno en 1851 y la fundación de la Escuela de Minas en
1857. Todo lo anterior, configurará una forma de sentir, pensar y actuar
de extremos liberales y radicales, que llevará a los atacameños a
involucrarse activamente en la Revolución del 59. Por eso Copiapó y el
Puerto de Caldera participan en la conjura rebelde organizada en todo
Chile, pero cuando el comité revolucionario “mapochino” intenta dar
pie atrás, víctima de su propia desorganización, Copiapó sigue su
propia senda, no reconociendo, ni aceptando el liderazgo de los grupos de
poder liderados por Errázuriz y Santa María, llevando de esta manera su
propio líder al frente de este alzamiento: Pedro León Gallo Goyenechea. Nos
hemos planteado como objetivo en el capítulo, comprender desde la
Teoría de las Élites y
sus conceptos bases, y desde una aproximación a la Teoría de Sistemas, cómo
se produce multicausalmente este movimiento revolucionario, así como la
instauración de la matriz Portaliana luego del triunfo conservador en
Lircay; en el capítulo II abordamos los orígenes del que hemos llamado
Pueblo Minero Atacameño, así como la Alianza Patronal-Proletaria
generada entre estos y las élites copiapinas
más radicalizadas en la Revolución; para el capítulo III hemos
pretendido generar una correcta articulación entre el desarrollo y
explotación del mineral de Chañarcillo y los sucesos de 1859; en el capítulo
IV damos a conocer la importancia central de la Junta de Minería,
verdadero bastión del poder de la élite local de Copiapó, trabajo
realizado por nuestro colega Joaquín Fernández Abaroa; para el capitulo
V ordenamos de una forma cronológica las etapas por las cuales pasa la
Revolución Constituyente, como una manera de
presentar más didáctica este movimiento al mundo escolar (
profesores y alumnos ); de esta forma llegamos al último capítulo, el
VI, donde se releva la historia de un nuevo líder: El artesano calderino
José Sierra. En este apartado damos a
conocer los clivajes o procesos de tensión interna existentes entre el
pueblo y la plutocracia por el control y defensa de la revolución[1],
además en este capítulo entregamos a los lectores algunas cartas de
revolucionarios exiliados, incluyendo a Pedro León Gallo Goyenechea y la
partitura del Himno Constituyente, rescatado del olvido gracias al
esfuerzo de nuestra investigación. Es importante consignar que después
de esta recuperación patrimonial, se volvió a entonar este himno, luego
de 150 años de espera. Es
por eso que nuestro libro se denomina “1859, Retratos y Fuentes para el
Estudio de la Revolución Constituyente”. “Retratos” o contenidos en
donde analizamos el proceso revolucionarios y las tan esquivas
“Fuentes” de información del mismo. Señalar también que este libro
es la culminación de una larga investigación que comenzó a realizarse
alrededor del 2000, en las ya tradicionales reflexiones desarrolladas
desde el grupo GEA. En el transcurso de estos 10 años hemos podido
profundizar y elaborar nuestras tesis y análisis respecto de este tema. Múltiples
artículos y reflexiones sobre el tema han visto la luz pública: En los
diarios regionales Chañarcillo
y Atacama; en el Breviario de la
Historia de Chile para leer desde Regiones; en el Seminario realizado
por la Universidad de Atacama y la Escuela de Ciencias Jurídicas: “La
Revolución Constituyente, Implicancias en el Derecho, la Historia, la Política
y la Economía”, ó el Seminario “A 150 años de la Revolución
Constituyente” organizado por la SEREMI de Educación Región de
Atacama, el Grupo de Estudios de Atacama GEA y la Universidad del Mar; en
la Revista “Actas Americanas” de la Universidad de La Serena” y en
los documentales de televisión “Tres Capsulas de Tiempo, fragmentos
históricos de Copiapó” e “Imágenes de Atacama”, ambas
realizaciones financiadas por el Consejo Nacional de Televisión. Hacemos
hincapié en que este trabajo nace desde la periferia, desde una zona
marginal en lo que respecta al desarrollo historiográfico nacional. Hoy
a 10 años de haber comenzado este camino, entregamos a los lectores, un
libro que esperamos contribuya a rescatar del olvido y la indiferencia,
este importante hecho que durante mucho tiempo fue subvalorado, tanto como
lo es en la actualidad nuestra Historia Regional, por eso nuestro objetivo
“oculto” fue el de rescatar y crear identidad en las dimensiones histórica,
política, económica, social y cultural; construir un sentido de
partencia que genere un proyecto propio de futuro, que nace desde la región
y se proyecta a todo Chile. Creemos
que esto es por sí solo es muy importante, ya que “nuestra Historia
local” merece muchas narraciones, análisis y reflexiones, más aún
cuando el estudio historiográfico ha estado desde un comienzo centrado en
las principales ciudades del país, ubicadas en el llamado “Chile
Central”, en donde la contribución de las otras provincias periféricas
o marginales al estudio histórico, es relegado a un segundo plano. La
idea es que la Historia Regional y la Nacional se complemente entre sí,
haciendo una Historia más integral, inclusiva y democrática, porque es
posible escribir historia con una dimensión regional y local, que aporte
nuevos elementos de juicio y análisis a la historiográfica nacional,
situación que hasta hace poco no sucedía, porque la Historia Nacional en
su mayoría es y sigue siendo una Historia de temas, actores, problemas,
ideas y proyectos referidos al centro político de la nación. ¿Y qué
hay del aporte histórico, económico, político, ideológico y cultural
de la Región de Atacama, al progreso del país? Estamos
convencidos que es necesario valorar los aportes que nacen desde fuera del
área del Chile Tradicional, las historias locales, comunales y
regionales, ya que de esta forma articulamos lo comunal, lo provincial y
regional con lo nacional. La historiografía nacional en su proceso de
renovación debería incorporar los aportes de la Historia Regional, el no
hacerlo es mantener la “Frontera Interna de la Historia”, aquella
establecida por la historiografía tradicional y conservadora. El
traspasar esta frontera, o como ha señalado el historiador mexicano Luís
González en su obra Pueblo en Vilo,
“El destruir esta Historia de bronce, nacionalista, sin autocrítica,
centralista que poco reconoce el aporte y la experiencia de las
regiones”, sería un gran pasó para crear una “Frontera Externa”,
lo que ayudaría ha crear una Historia más integral. Pero,
sepan ustedes, que construir una Historia Regional no es fácil, ya que
tenemos el mentado problema del acceso a las Fuentes de información. A
excepción del polvoriento y abandonado Archivo Municipal de nuestra
ciudad que se encuentra en Copiapó, la gran mayoría de los Archivos,
Libros, Artículos de Revistas especializadas, Periódicos y Fotografías
de época, además de los grupos especializados de análisis y discusión
referentes a temas históricos, se ubican, justamente, en la capital de la
República, en Valparaíso o en Concepción. Por
ello, nuestro aporte no es más que un grano de arena en esta constante
lucha por las reivindicaciones regionales. Ahora les toca a ustedes seguir
rescatando del olvido, los hechos y las historias ocultas, dispersas y
fragmentadas de nuestra tierra atacameña. Los
Autores.
Copiapó, marzo de 2010. Capítulo I[2] Oligarquías y las élites Los elegidos por el destino Histórico. Para comenzar nuestro estudio es preciso definir conceptos que serán recurrentes en nuestro trabajo. Nos referimos al concepto de “oligarquía” y “élites”. El concepto de oligarquía, tuvo su origen en la antigua Grecia y según
su etimología, quería decir gobierno de pocos (en beneficio
suyo y no del bien común). Es así como en un principio los griegos designaba a esta forma de gobierno político que es ostentado por unas pocas personas o familias “La clasificación de los gobiernos depende de dos premisas independientes, el número de personas que gobierna y los fines que persigue su gobierno. Existe una oligarquía siempre que unas pocas personas gobiernan en su propio beneficio”. [3] Para los griegos en especial Platón[4] y Aristóteles, la oligarquía era una forma impura y corrompida del gobierno aristócrata, en donde los oligarcas sólo se preocupaban por sus propios intereses, más que por el bien común. Su poder nace en virtud de que son los “Titulares de la propiedad, mantiene relaciones de autoridad con las otras clases, ostentan una posición social, etc. Su poder está basado en factores militares, económicos, políticos y sociales”.[5] La oligarquía será entonces:“El poder supremo que detenta un pequeño grupo de personas tendencialmente cerrado, ligados entre sí por vínculos de sangre, de interés o de otro tipo, que gozan de particulares privilegios y utilizan todos los medios que el poder les da a disposición para mantenerlos”[6]. Esta estructura de poder es definida por Gabriel Salazar como oligarquismo, vale decir “La recurrente ocupación de los roles de comando del sistema político por una misma red social, profesional o ideológica de individuos, en desmedro de una efectiva interacción ciudadana. Durante el siglo XIX, la clase política civil, a través de redes cerradas (como el grupo estanquero, el Montt-Varista, los grupos liberales, etc.), mantuvo un control monopólico de las direcciones políticas”[7] La oligarquía no estará limitada sólo a la esfera del poder político, sino que se extiende a otras organizaciones que no necesariamente son del Estado, por ello se habla de oligarquías económicas, militares, burocráticas, financieras, escolares, sacerdotales, sindicales, etc. Por otro lado el término élite[8], fue usado por primera vez en el siglo XVII, por los comerciantes para designar las mercaderías de mejor calidad que eran vendidas a la aristocracia. En el siglo XIX distintos investigadores de lo político y sociológico, ampliaron gradualmente el concepto para aplicarlo a los estratos gobernantes o predominantes de una sociedad. Así se referían a la posición de los personajes de una sociedad determinada, que se encontraban en la cumbre de la estructura social y que influían directamente en las grandes decisiones de los puestos más altos en la economía, el gobierno, la religión, las organizaciones populares, la educación, etc. Su principal característica es que son una minoría selecta “Con ascendiente sobre el resto de la sociedad en el área que se desempeña como tal. Esto implica que en cada sociedad, no existe una única élite que abarque todos los campos de acción existente en su interior y que por el contrario, en ella conviven numerosas minorías especializadas que cumplen el papel de rectoras-de autoridad-en sus respectivos ámbitos de actuación”[9], ya sea político, económico, cultural o religioso. Ya en el siglo XX, algunos sociólogos de la Escuela Italiana de los Elitistas Clásicos como Wilfredo Pareto y Gaetano Mosca, además de Robert Michels, Ostrogorskii y Duverger e historiadores pertenecientes a la escuela sociológica como Oswaldo Spengler, Arnold Toynbee, Sorokin, y Alfred Weber entre otros, se dedicaban al estudio de las formas de poder de los grupos dominantes, y de las dinámicas sociales que los crean. Sus estudios pretendían; “Descubrir uniformidades en el movimiento de las sociedades, culturas o civilizaciones, además de los principios que los gobiernan”[10]. A partir de estos razonamientos nace La Teoría de las Élites y de las condiciones fácilmente observables, de que en toda sociedad hay unos que mandan, gobiernan y dirigen (la minoría) y otros que obedecen y son gobernados ( la mayoría ). El fundamento de esta teoría está en la oposición entre quienes logran el poder, las élites u oligarquías, y los que no lo poseen o pretenden acceder a el. Para los elitistas, toda organización y con mayor razón el Estado, no puede ser regido más que por un número limitado de personas. “El concepto es claro, para la teoría de las élites, la oligarquía es en el sentido etimológico de la palabra, es la única forma posible de gobierno”[11], vale decir que “todos los gobiernos que existieron y existirán, serán siempre gobiernos de pocos, de una minoría selecta y organizada, la élite” [12]. Wilfredo Pareto[13] plantea que “La élite está compuesta por todos aquellos individuos que manifiestan unas cualidades excepcionales o dan pruebas de aptitudes eminentes en su dominio propio o en una actividad cualquiera”[14]. Pareto le atribuye un valor cualitativo a la élite debido a que ésta se encuentra integrada por los miembros superiores de una sociedad, aquellos que poseen cualidades que les permite tener poder y prestigio, esto es capacidades psicofísicas superiores. De acuerdo con esto, “La pertenencia a la élite no es necesariamente hereditaria: no todos los hijos tienen las cualidades eminentes de sus padres. En el campo militar, en el religioso, en el económico se hallan personas con las categorías "residuales" superiores; sin embargo, constituyen el centro de atención aquellas personas cuyas categorías "residuales" superiores les confieren las claves de acceso al poder”[15]. De igual forma desarrolla a partir de un modelo orgánico, una teoría referente a la Circulación de las élites. Y lo ejemplifica diciendo que, cuando un titular de un alto cargo cesa en sus funciones y es reemplazado por otro, “Allí se produce circulación. Ello puede ocurrir por término del mandato, suspensión, derrocamiento y muerte; lo que importa es el cambio en sí mismo. La creación de un nuevo alto cargo, también es una forma de producir circulación o movimiento de la élite, ello podría estar indicando, una nueva función del sistema, la ampliación de una vieja actividad, cuoteo o compromisos políticos, la apertura de la élite a círculos que pocas veces o nunca habían pertenecido a ella” [16]. Pareto, pensaba que era posible elaborar una formula, que permitiese una velocidad óptima de circulación y así evitar que se produjeran momentos de violencia y revolución. Al regular la velocidad se permitía el acceso gradual y paulatino de los individuos y de los diferentes sectores de la sociedad en el poder. “La circulación de las élites nos permite una concepción clara de la movilidad social, pues precisamente en esa -movilidad social- desemboca la circulación de élites; lo mismo que los conflictos entre las minorías que detentan el poder (...) como la sucesión de aristocracias, las que se producen por la lucha entre las élites, donde unas suplantan a otras”[17]. La circulación de las élites produce la renovación de las élites antiguas por otras nuevas. Cuando esto ocurre se mantiene el equilibrio del sistema social y político, en la medida en que esa circulación asegura la movilidad de las élites, y el reemplazo entre éstas por la posesión del poder. Como sentenciaba Pareto, la historia es un cementerio de élite. La circulación de las élites posee un ritmo cuya velocidad pode ser rápida, lenta o intermedia. Esto determinara la renovación o no de la élite política. Si la velocidad es muy lenta, los titulares duraran en sus cargos hasta su muerte, mas aun, si esos cargos son de carácter hereditario pudiendo pasar de padres a hijos, el control político será entonces exclusividad de un selecto grupo, de una élite. Por otro lado si la circulación es muy rápida como la producida por una revolución, el reemplazo de la élite será brusco y repentino. Por el contrario, si la circulación adquiere un ritmo medio, el reemplazo de estas se producirá gradualmente y sin mayores apremios. Tenemos entonces ritmos de circulación medio, lentos y rápidos. Estos determinaran los periodos de calma, estabilidad o desequilibrio y revolución en una sociedad y sistema político. En la circulación de las élites, “El ciclo termina para un grupo. Lo que el nuevo grupo trae consigo en la acción de gobernar, puede ser parecido a lo del grupo depuesto o totalmente diferente. Además el grupo nuevo gobierna con otra agenda de circunstancias. En resumen el ciclo no es igual al anterior”.[18] Robert Michels[19],
se encontraba familiarizado con la teoría paretiana, de hecho para
Michels el origen de una lenta velocidad de circulación de las élites,
es producto de, “La tendencia que los individuos
manifiestan al permanecer en el poder, una vez que lo
alcanzaban"[20].
Esta tendencia fue interpretada como la Ley del hierro de la oligarquía,
o Ley Férrea de la Oligarquía. De igual forma desarrolló la idea de la metamorfosis psicológica del poder, es decir, “La profunda transformación que en las intenciones y actos de los oligarcas se produce cuando pasan a ocupar los puestos de dominación. Inicialmente, muchos de ellos llevan buenos propósitos de realizar un programa, mejorar la situación del grupo y de sus representados. Al no lograrlo, lo lógico (en una lógica altruista) sería dimitir; pero no, cambia su psicología y todo se convierte en el deseo de no volver abajo (...) la formación de oligarquías dentro de las múltiples formas de gobierno es un fenómeno orgánico y por lo tanto, una tendencia a la que se sujeta toda organización, desde la socialista, hasta la democrática. La conclusión final de Michels fue que toda gran organización, y con mayor razón el Estado, no pueden ser dirigidas más que por un número limitado de personas”[21]. Gaetano Mosca[22], habla de clase política, de minoría gobernante, en vez de oligarquía. En sus estudios, Mosca concluye que la élite está compuesta por una minoría de personas que detentan el poder en una sociedad, y que es comparable a una auténtica clase social, la clase dirigente o dominante. Lo que constituye la fuerza de una élite y le permite mantenerse en el poder, es su cohesión, su estructura organizacional. “Existen, en efecto, diversos vínculos que unen entre sí a los miembros de una élite dominante. Estos lazos o vínculos aseguran a la élite una unidad suficiente de pensamiento y la cohesión propia de grupos característicos de una clase. Dotada ya de poderosos medios económicos, la élite se asegura, además, por su unidad, el poder político y la influencia cultural sobre la mayoría mal organizada. Esto explica el papel histórico de la élite”[23]. Mosca también habla de la renovación de la clase política, gracias a la cual representantes de los estratos mas bajos de la élite, llegaba a participar del poder. Por ello plantea que la élite no es totalmente homogénea, “En realidad, está estratificada. Casi siempre cabe observar en ella un núcleo dirigente, integrado por un número reducido de personas o de familias que gozan de un poder muy superior al de las demás. Este núcleo rector desempeña las funciones de liderazgo en el seno de la élite: Constituye una especie de superélite dentro de la élite. El liderazgo en cuestión presta a la élite una fuerza y eficacia mayor aún.”[24]. Mosca concluye finalmente en la posibilidad de elaborar una explicación completa de la historia, a partir de un análisis de las élites. Las élites chilenas
del siglo XIX alcanzaron el poder mediante las leyes de la herencia, al
ser traspasado de generación en generación a sus descendientes. Esto
habría comenzado durante el periodo colonial, pues se afirma que, “En
Chile habría existido una suerte de antigua nobleza colonial, una
aristocracia rural, formada sobre la base de las guerreras de la conquista
y la propiedad de la tierra. Luego, con el aporte de vascos del norte de
la península ibérica, trabajadores y honestos, se habría formado la
llamada aristocracia Castellano-Vasca (...) esto habría favorecido la
visión aristocratizante, que puede asirse con relativa continuidad de las
élites provincianas, donde generaciones de una misma familia, se
suceden en los cargos de autoridad y en la propiedad de bienes”[25].
Posteriormente, “Ya en la época de la independencia aparece consolidada
la clase alta u oligarca”[26],
heredera del pasado colonial. La tenencia de la tierra por parte de terratenientes y latifundistas, significó paralelamente ejercer poder sobre los grupos campesinos, indígenas y mineros que trabajaban en las haciendas, estancias y las minas, de tal manera que el patrón era una espacie de autoridad que se imponía por sí mismo. “El patronazgo rural como centro de poder político y económico arranca de las encomiendas coloniales (...) Con la emancipación, el régimen legal de tierras no sufrió modificación alguna. La independencia sólo fue un movimiento político que no afectó la estructura social. De suerte que el patronazgo rural, como centro de poder político, gravito en la vida política chilena, hasta 1925 (...).Todos los hombres públicos fueron dueños de extensos dominios rurales. Bastaría con recorrer la nómina de los parlamentarios, ministros y jefes de estado para comprobar que, hasta el término del periodo Parlamentario, más del 90% de los dirigentes políticos, eran grandes propietarios”[27]. El resto de la sociedad estaba subordinada al grupo oligarca. Las élites chilenas lograron ser oligarquía en virtud de su estrecha homogeneidad, solidez y cohesión social. Esto por el reducido número de familias que la formaban, que contribuía a dar espíritu de cuerpo al grupo. “Al llegar al siglo XIX, muchas familias notables llegaron a formar redes a través de las cuales ellas y sus aliados extendían su poder al gobierno de un pueblo, de una ciudad, una región o una nación, convirtiéndose de esta forma, en arbitrios absolutos de su dirección”[28]. Esta cohesión del grupo oligarca fue potenciada por los lazos de parentesco y amistad desarrollados por sus miembros, que les permitió implantar una serie de alianzas familiares de tipo endogámico; como los matrimonios pactados con anterioridad, entre parientes y amigos que, “Hicieron que la red fuera mas cohesiva y les ayudaran a controlar tanto el gobierno regional como el nacional (...). Las familias adquirieron la riqueza, el poder y el status que resultaba de ellas”[29]. Por eso no es de extrañar que algunos apellidos y parientes se repitieran en el mando del gobierno. “En Chile el sucesor del presidente José Joaquín Prieto que gobernó entre 1831 y 1841 fue su sobrino, el general Manuel Bulnes. Más adelante hubo tres presidentes de la República de la familia Errázuriz: Federico Errázuriz Zañartu (1871 a 1876), su hijo Federico Errázuriz Echaurren (1896 a 1901) y el primo de este, Germán Riesco Errázuriz (1901 a 1906). De esta misma familia salieron además varios senadores, diputados, un obispo y empresarios”[30]. Refiriéndose a este pequeño pero poderoso grupo de poder, el historiador Vicuña Mackenna, decía que Santiago era una ciudad de parientes más que de ciudadanos. Ello nos da pie para sostener que a pesar de las acaloradas disputas por la hegemonía, las élites chilenas del siglo XIX, eran relativamente homogéneas, por ello no es de extrañar, que a pesar de los intentos de la contra-élite por acceder al poder político, estas finalmente llegasen a pactos y alianzas internas sin sumirse en una la lucha total. Así mismo, las guerras civiles de 1830, 1851, 1859 y la de 1891, son ejemplos de; “...la capacidad de las élites para atacarse entre sí con extrema dureza y llegar hasta el conflicto armado, pero, victorioso un grupo, no extermina al bando contrario[31] (...) terminado el conflicto no hay noche de los cuchillos largos para los líderes derrotados (...) la herencia cívica, debe ser entendida como una característica propia del equilibrio tensión de poder que caracteriza a las élites decimonónicas”[32]. Creemos que esto ocurre por la conciencia de clase que estas tenían de sí, pues, “Existía un consenso en ser la clase minoritaria llamada a manejar la república y al pueblo y en un sentido ciudadano, ser el único y verdadero pueblo”[33] , lo que se ha llamado la gran familia chilena; “...se trata desde aquella época, de un grupo que está en conflicto por sus diferentes visiones sobre el futuro, pero que comparte un pasado común (...) En el siglo pasado las facciones en pugna eran muchas familias con parentesco entre sí. Incluso en más de algún caso, sobre las discusiones sobre las leyes de amnistía se planteaba el problema de parentesco”[34]. Los inmigrantes extranjeros de igual forma se vinculan con las clases altas chilenas, activándose una vez más, los sistemas de alianzas matrimoniales, que permitieron al oligarquismo mantener sus sistemas de dominación. Por eso no es de extrañar que apellidos castellanos y vascos, se mezclasen con apellidos ingleses, franceses y norteamericanos principalmente. “Los comerciantes extranjeros establecieron estrechos lazos económicos, políticos y sociales con la élite nativa. Frecuentemente compraban haciendas y se casaban con miembros de familias prominentes arraigadas desde la época colonial. El resultados fue que a lo largo del siglo XIX las clases propietarias de Chile se tornaron cada vez más heterogéneas, en términos de origen nacional”.[35] Las élites lograron el poder en virtud de sus capacidades psicofísicas superiores, pues su hegemonía en el campo intelectual, social, económico y político era indiscutible. Esto porque tenían una cultura superior inherente a toda élite oligarca, que mezclaba elementos españoles y europeos. “La minoría oligárquica comprendía una cosmovisión más racional y moderna; usaba idioma, matemáticas, pesos y medidas, dinero, fórmulas económicas y sociales de origen europeo, su vestimenta era europea, sus gustos estéticos en relación al arte y la arquitectura, estaban muy influidos por los modelos europeos, aunque con un retraso considerable por lo general”[36]. Estas capacidades en el plano cultural fueron desarrolladas gracias a: “La educación, la lectura de libros y los viajes al extranjero, que otorgaron a la aristocracia un nivel cultural que sin ser muy sólido, era muy superior al de cualquier otro grupo. Además los intelectuales de la época, pertenecían a la aristocracia o estaban ligados a ella. El alto grupo social poseía, también, una fuerte conciencia de su valer, que provenía de la superioridad de su cultura, de su riqueza y del poder social que ejercía. En materia religiosa era profundamente católica, vivía apegada a la iglesia y las prácticas devotas formaban parte importante de su vida diaria”[37]. Por ello, se entiende que fueran ellas las llamadas a copar el vacío de poder dejado por las instituciones españolas luego de la independencia chilena. Vacío de poder que ocupará finalmente Bernardo O’Higgins. Al momento de la abdicación del libertador al mando de la nación en 1823, las élites liberales y conservadores entraran en disputa por copar el vacío de poder dejado por O’Higgins, para implantar su modelo de Estado-Nación en la naciente República. Esto terminara por desgastar la cohesión social que tuvieron desde los tiempos coloniales, pues, “Muchos de sus integrantes se mostraran, al menos en el discurso, partidarios en reformar la estructura social del país, y en lo político, afianzar una reforma de república democrática genuina. Esto se debió al afán de romper con el pasado colonial, español y monárquico, pero también a una admiración por las ideas políticas liberales, republicanas y democrática, existentes en las sociedades europeas, a partir de la Revolución Francesa, y la de los EEUU a partir de su independencia.”[38] De esta forma la élite criolla a pesar del espíritu de clase y la cohesión interna que los unía, y de su valer como artífices de la República, se ve fraccionada por los criterios políticos que pretendían implantar en el gobierno. Estas discrepancias en el plano político generan tensiones al interior de la élite, durante el periodo de “Los ensayos constitucionales”, que abarca los años 1823 a 1830. Durante este periodo, los grupos que llegaron al poder, intentaran organizarse de acuerdo a los postulados conservadores y liberales, diseñando y poniendo en práctica tres constituciones: La Constitución moralista de 1823 de claro carácter conservador, las llamadas Leyes Federales de 1826, y la Constitución Liberal de 1828. Estos ensayos constitucionales, y las constantes tensiones políticas entre ambos bandos, generadas por las elecciones de 1829, terminaron por desbordar el nivel de tolerancia de la oligarquía conservadora, la que se levantará en armas, y logrará hacerse del poder en la Guerra Civil de 1830. Conservadores y Liberales, o la pugna por el control político “El sábado 17 de abril de 1830 se llevó a cabo una batalla que se prolongó durante unas tres horas, cerca de las confluencias de los ríos Claro y Lircay. Este lugar se sitúa en las afueras del pueblo de Talca, ubicado en el valle central de Chile. El más pequeño de los dos ejércitos era liderado por el general Ramón Freire, héroe de tendencia liberal de las guerras de independencia, quien había sido presidente de Chile hasta pocos años. Su adversario era el general Joaquín Prieto, quien era el “campen” de los Conservadores, quienes habían tomado recientemente el poder en Santiago (...) con los refuerzos traídos por el coronel José María de la Cruz desde Chillán, Prieto había reunido una fuerza de unos dos mil doscientos hombres, los que rápidamente vencieron ante los mil setecientos soldados de Freire”.[39] Este enfrentamiento bélico conocido como la batalla de Lircay, cambio la historia chilena para siempre. Lircay fue la culminación de siete años de lucha política entre la oligarquía conservadora y liberal por el control del Gobierno, el triunfo conservador significó la implantación de una república autoritaria, y el nacimiento de una contra-élite, que pugnara por llegar al poder. “La gran pugna se habría dado, entre las intenciones díscolas y anti-autoritaria de la élite aristocrática y los gobiernos fuertes y sólidos que entregaban estabilidad al país. La aristocracia chilena era supuestamente un grupo en permanente conflicto con esa necesidad de gobiernos fuertes, y la gran batalla del liderazgo en el siglo XIX.”[40] Luego de esta guerra el oligarquismo conservador victorioso entregará el gobierno a José Tomás Ovalle, quien luego de las elecciones de 1831, concediera el mando del gobierno a al general José Joaquín Prieto, dando inicio a los gobiernos conservadores. De esta forma lograron organizar y poner en práctica en Chile, una estructura de dominación política, social y económica exitosa, que les permitió controlar el gobierno de la nación de manera efectiva entre 1830 y 1860. El nuevo sistema político, “Dio lugar a la adopción de un sistema de gobierno muy centralizado, reflejo de la dominación de la capital sobre el resto del país, en el cual la élite conservadora del valle central logró imponerse a la provincias del norte y sur del país. Así, las tendencias favorables al federalismo fueron reprimidas”[41]. El oligarquismo se mantuvo en el poder gracias a la Ley Férrea de la Oligarquía, que permitió la nula circulación de las élites. Esto gracias al dominio absoluto que poseía del sistema, y que se vio reflejado en el control absoluto del aparato estatal pues, “Para las elecciones generales de 1834 y 1837, el Presidente Prieto y sus amigos políticos, confeccionaron las listas de los candidatos que resultaron elegidos, sin la menor protesta. La renovación de las cámaras en el decenio de Bulnes 1843 y 1846 y 1849, se realizaron también sobre la base de listas de candidatos confeccionadas por el Ministerio del Interior. La elecciones de 1846 se verificaron, además bajo el imperio del Estado de sitio (...) en el segundo quinquenio de Bulnes, empieza a ser cuestionada esta intromisión legal del ejecutivo. Durante el decenio de Montt, la renovación del Congreso en los años 1852,1855 y 1858, como también la reelección del Presidente en 1856, se realizaron en una ambiente tenso de presión moral y material”[42]. Además de lo anterior la oligarquía conservadora implantó fuertes restricciones a las libertades individuales y de información entre los años 1830 y 1860, en donde, “No existió libertad de reunión, ni de asociación, ni libertad de prensa que permitieran alguna propaganda electoral. La propia aristocracia suprimió la prensa como un arma política al aprobar por amplia mayoría la Ley de 1846”[43]. Estas acciones estimularán las reacciones y el levantamiento de la contra-élite para el asalto del poder. Esta constante histórica es inherente a todo sistema social y político, pues, “Cuando las presiones son demasiado grandes para el sistema político, por la rigidez de las élites tradicionales, se producen soluciones extremas y revolucionarias”[44], como las guerras civiles de 1851 y 1859. Lo mismo ha señalado Simon Collier al plantear que “Fueron las diferencias dentro de la misma clase alta las que crearon los dramáticos conflictos políticos del periodo”[45]. La antítesis de la élite gobernante será la contra-élite. Esta se desenvolverá a partir del desarrollo de dos fuerzas externas que comenzaban a minar los cimientos del sistema Portaliano. Nos referimos a la evolución económico-social y político-ideológico que experimentó Chile durante los decenios autoritarios. La primera de ellas se refiere al extraordinario dinamismo que experimentó la economía chilena durante este periodo. Este dinamismo posibilitó el nacimiento de un nuevo grupo social que pugnará por obtener mayores libertades. “La expansión del comercio y las finanzas internacionales del país, con presencia de capitales y empresarios extranjeros, parece haber minado el tradicional poder conservador, centralista y autoritario de la aristocracia rural heredada de la colonia, que se expresó en la organización Portaliana del Estado. Este proceso fortaleció la posición de los grupos y sectores liberales, ligados estrechamente a la exportación e importación, los que fueron imponiendo una orientación más liberal, desde fines del gobierno de Bulnes”[46]. Motor del desarrollo económico chileno fue la minería, pues varios autores señalan que esta “se constituyó en el sector dinámico de la economía chilena, sobre todo durante los veinte años que transcurren entre 1850 y 1870. La explotación de los yacimientos de plata cobró un fuerte impulso entre 1840 y 1855 (...) es precisamente la región del Norte Chico, sobre todo en las provincias de Atacama y Coquimbo, que dan origen a una nueva clase social que compite con la aristocracia terrateniente tradicional: Los mineros enriquecidos con la explotación de la plata y el cobre”[47]. De hecho la economía chilena de este periodo fue una de las más exitosas de América latina. Esto porque Chile fue el país, “Donde primero se arraigaron las nuevas formas de organización capitalista de la producción y las finanzas; los primeros Ferrocarriles de Sudamérica se construyeron en Chile (...) Por otro lado, Chile mantuvo la mayor flota mercante, el mayor número de minas cupríferas y carboníferas, el mayor número de empresas refinadoras de metales y las bolsas más activas de América latina. Para mediados de siglo, la economía chilena se expandía vigorosamente. La producción agrícola del valle Central aumentaba constantemente y permitía un nivel de exportaciones importante. Aún más rápido fue el avance de la producción minera en las provincias septentrionales de Coquimbo y Atacama”[48] El grupo de los industriales mineros y banqueros, comienza a cobrar una mayor fuerza, nuevos apellidos, nuevas familias, nuevas fortunas y nuevas formas de vivir la riqueza, llegan al entorno de las élites tradicionales. Los nuevos ricos se asociaron con éxito entre ellos, las familias van creando verdaderas dinastías y con ellas, una intrincada red de influencias comerciales, nacidas de la alianza entre los nuevos ricos y los representantes de las casas comerciales europeas y norteamericanas; “Así, entre 1820 y 1860, la oligarquía pelucona perdió (...) a favor del modernismo secular importado por los extranjeros, la hegemonía cultural de ella, atada a la tradición hispano-religiosa que había monopolizado en el pasado. Perdió, por obra y gracia de su propia jefatura, la vinculación de su patrimonio (los grandes mayorazgos), quedando entregada al aislamiento de sus haciendas y a la atomización implacable que en ésas produjeron las leyes de la herencia (...). Hacia 1860, en verdad, no le quedaba más base económica real que su conglomerado de haciendas y un más que dudoso pool de bancos hipotecarios dependientes de los fondos fiscales; mientras en lo cultural e ideológico no disponían de otra cosa que su militancia católica, su desfondado orgullo aristocrático y el discurso histórico basado en la gloria pretérita”[49]. Si los preceptos económicos del liberalismo afectaron y modificaron la estructura social y económica, también influenciaron el desarrollo político-ideológico de la contra élite. El pensamiento liberal había comenzado a llegar a Chile desde los últimos siglos coloniales producto del contrabando y de los viajes que realizaron a Europa algunos criollos. Ya durante la República y producto de la llegada al país de sabios y pensadores extranjeros, principalmente de Argentinos, del progreso en la educación, del surgimiento de escritores y poetas nacionales, del arribo desde Europa de los textos de Herder, Cousin, Quinest, Lamennais, Fouries y Owen, de los viajes de estudio que realizaron algunos inquietos jóvenes; el pensamiento liberal será cada vez más dinámico. Esto se verá potenciado a consecuencia de las noticias que llegan a Chile de las revoluciones liberales europeas ocurridas en España, Francia, Alemania e Italia durante la primera mitad del siglo XIX. Esto favoreció el despertar del inerte público por las reformas sociales y políticas que urgían en el país. De esta forma, “El liberalismo que en el decenio anterior, es una idea confusa y académica, toma cuerpo y un ideario definido, que se traduce en exigir mayores libertades y la reforma de la Constitución” [50]. Es preciso señalar que en una primera instancia, el pensamiento liberal pasa a ser un privilegio intelectual de algunos jóvenes del oligarquismo liberal como los Matta y los Gallo, Errázuriz, Vicuña Mackenna, Álamos González, Francisco Bilbao, José Victorino Lastarria, Juan Cachón, Juan Espejo, Eusebio Lillo, Juan Bello, Aníbal Pinto y Santiago Lindsay, entre otros. “Este sector constituía un grupo brillante de la juventud liberal chilena y no podían dejar de contrastar sus ideales con los gobiernos autoritarios imperantes y los del partido pelucón y sus hombres (....). Por ello era necesario destruir las fuerzas espirituales, en que descansaba el orden tradicional, barrer con los últimos vestigios culturales de la Colonia y declarar la guerra a los sentimientos hereditarios: La fe religiosa, el respeto a las jerarquías sociales y el acatamiento incondicional del autoritarismo presidencial”[51]. Dos elementos sirvieron para la divulgación del pensamiento y las ideas liberales, uno fue la prensa y el otro la creación de los Clubs. La prensa permitió la divulgación de los ideales liberales transformándola, “En un arma potentísima, que ha de dirigir al lector en un sentido determinado, creando cierta opinión pública, pues (...) las decisiones en una democracia, necesitan de una prensa libre, capaz de producir un libre influjo informativo. Bajo un régimen totalitario o en un pueblo subdesarrollado no se dan estas condiciones. Las noticias se silencian, la prensa es monopolizada por el Estado, que niega a los ciudadanos la libertad de información”[52], por ello se ha señalado que las agrupaciones políticas que no poseen este medio, no tiene posibilidad alguna de éxito. Por ello el gobierno autoritario, “Subsidió varios periódicos en la década de 1840 y 1850, pero estos fueron de corta duración y elaborados especialmente para ocasiones ad hoc, como vísperas de elecciones o en otros momentos de tensión política que contenían visiones usualmente partiditas en vez de noticias”[53]. Así nacieron el Ferrocarril (1855) fundado por Antonio Varas para defender el gobierno de Manuel Montt y años después El Independiente (1864) diario conservador financiado por Manuel José Irarrázaval. La oposición por su parte creo El País en 1857 y la Asamblea Constituyente en 1858 que tuvo como redactores a Benjamín Vicuña Mackenna, Isidoro Errázuriz y Guillermo Matta. El objetivo era claro, combatir el gobierno de Montt. Posteriormente En 1862 se creara La Voz de Chile a instancias de Manuel Antonio Matta para dar voz al pensamiento Radical chileno. Por otro lado los Clubs permitieron el estudio y reflexión del pensamiento liberal, en donde se analizaba la coyuntura política chilena sentando las bases de la doctrina liberal criolla. De esta forma La Sociedad Literaria, El Club de la Reforma[54], La Sociedad de la Igualdad, son las escuelas políticas de este sector de la juventud oligarca, pues allí se socializaban y debatían las doctrinas libertarias, familiarizándose con los conceptos y valores esenciales del pensamiento liberal, laico, republicano y democrático. Con ello se van fogueando en el debate político y filosófico, que luego les servirá de experiencia en las futuras luchas en el Parlamento chileno. La importancia de estas organizaciones como centros de socialización y planificación revolucionaria queda fuera de toda duda. Así lo plantea Montt en una de las sesiones extraordinarias del congreso al señalar que, “Para inocular este espíritu de rebelión, hasta en las últimas clases del Estado, se ha apelado a los clubs, cuya influencia desmoralizadora sobre jentes sencillas e ignorantes acredita una dolorosa experiencia. Por medio de la acción combinada de la prensa i los clubs, se ha socavado sordamente el prestigio el prestigio de las instituciones, sublevando las malas pasiones contra la autoridad, e inspirando rencores encarnizados contra los funcionarios encargados de representarla.”[55]. La importancia de la prensa y los clubs eran obvias, por eso el sistema Portaliano no trepidó en perseguir y censurar estas instancias de socialización del pensamiento liberal, lo que fue un grabe error porque “Muchas veces la reacción de un gobierno frente a la oposición que lo fustiga, no consigue otra cosa que avivarla, como esos vendavales que, lejos de extinguir el fuego, lo hacen convertirse en una inmensa hoguera”[56]. La
contra-élite que hasta 1857 sólo la componían elementos liberales,
recibirá ese mismo años, el aporte de grupos conservadores clericales o
ultramontanos, que se habían alejado del gobierno por las llamadas
“Cuestiones doctrinarias”. De esta forma el grupo clerical que había
formado parte de los gobiernos autoritarios desde la implantación del
sistema Portaliano, le quitará el apoyo al gobierno de Montt, aliándose
a los liberales para crearan la fusión Liberal-Conservadora. Este cambio
radical experimentado en la dirección de la política contingente del
bando clerical lo podríamos definir como una suerte de metamorfosis
psicológica del poder. Su objetivo era claro, el resguardo de las regalías
y privilegios del clero, por sobre las pugnas referentes a las reformas
constitucionales, que era el centro del debate político-ideológico hasta
esa fecha. Por ello se unen sin miedo ni escrúpulos al bando liberal, que
tanto habían combatido anteriormente. Sólo
así, podemos comprender que la colectividad más conservador de la política
chilena, se aliara con el grupo liberal. Pero no debemos de extrañarnos,
pues este cambio de rumbo, esta flexibilidad y adaptación a los nuevos
escenarios son propios de la política moderna. Esto ya lo planteaba Nicolás
Maquiavelo en su obra “El Príncipe”, cuando plantea que el hombre
político del tipo gobernante debe saber adaptarse a las diferentes
exigencias de los tiempos, ser oportunista y modificar su acción de
acuerdo a las exigencias de los procesos políticos y sociales. “Creo
también que puede ser dichosos el príncipe cuyo modo de proceder se haya
conforme con la condición de los tiempos y desgraciado aquel cuya
conducta no se ajusta a la época”[57].
Por ello se habla de que un buen político debe ser dúctil. Esta
metamorfosis del poder también operó en las filas del bando de Montt
cuando este dejo el poder, pues “Como suele suceder con algunos grupos
autoritarios cuando pierden el control del poder político, una vez
despojados de este, los seguidores de Montt y Varas, por lo demás, desde
siempre modernizante en lo económico y educacional y abiertamente
anticlericales desde 1857, se tornaron inusitadamente democráticos y
defensores de los derechos políticos de todos, así se pudo ver entre los
asistentes a las sesiones del Club de la Reforma a Antonio Varas, sentado
cerca de Pedro León Gallo, Manuel Antonio Matta y José Victorino
Lastarria”[58] De esta
forma la contra-élite que estuvo compuesta en primera instancia por los
grupos oligarcas liberales derrotados en 1830, recibirá el aporte de los
“nuevos ricos”, a los que se les unirán posteriormente los
conservadores clericales. Conformándose así un nuevo escenario político,
surgido del reacomodo de las diferentes fuerzas políticas y sociales. El Sistema
Político chileno 1830-1860
“Bajo el
peso de la noche”
Para un análisis del sistema político chileno durante el gobierno de Montt, creemos necesario antes que todo, buscar una definición para “sistema político”, y establecer que, “El objetivo del análisis sistémico no es la totalidad sino la generalidad de un fenómeno”[59]. Podríamos definir entonces al Sistema Político como el “Conjunto de instituciones, de grupos y de procesos políticos, caracterizado por un cierto grado de interdependencia recíproca”[60], o si así se prefiere, como: “Un conjunto de procesos (y sub procesos), todos analíticamente descomponibles o ínter actuantes entre si”[61]. En efecto, un sistema político es un organismo vivo que posee dinámica, movimiento y elementos propios, que podríamos identificar para el caso chileno durante el gobierno de Manuel Montt con Espacio, Gente o “magma social”, Instituciones y Cultura Política. El “Espacio” seria el medio geográfico, el territorio. “Esto porque su geografía y clima altamente diferenciados han influido notablemente en instituciones y formas de gobierno"[62]. Por eso se ha señalado que el proyecto de Portales, se vio favorecido por una serie de factores socio-geográficos pues “Chile entre todas las ex colonias españolas, será la única que presenta la más compacta unidad social y geográfica. Su territorio reducido a lo que hoy es Chile central, era relativamente pequeño, la mayoría de sus habitantes vivía en el área que comprendida entre La Serena y el Bio-Bío. Dicha población era racialmente homogénea, ya que la mayoría de los indios del sur habían sido desplazados hacia el sur del rió Bio-Bío, y los restantes se habían mezclado con los blancos, además Chile contaba con una cabeza política y social, la ciudad de Santiago, que sobresalía entre las demás ciudades por su influencia y riqueza.”[63]. El poder de Santiago se verá en serio peligro por el desarrollo económico que comenzaban a experimentar las provincias del norte y sur de Chile. Capital-Provincia (...) es el reflejo de la lucha de un sector de la burguesía de provincias, como la minera del norte chico y la triguera y molinera del sur, de una capa burguesa consciente de que mas de las tres cuartas partes de las entradas provenientes de la exportación, se debían a los productos elaborados en las provincias. De un sector burgués, que protestaba contra la capital Santiago, que prefería representar más los intereses de la burguesía comercial y de los terratenientes de la zona central, que los de la nación, porque se quedaba con la mayoría de los ingresos fiscales, realizaba obras públicas e inversiones que favorecían fundamentalmente a los comerciantes y latifundistas santiaguinos y no repartía a las provincias las rentas aduaneras y estatales en forma proporcional a las riquezas que entregaba las diferentes regiones del país.[64]. “La Gente o magma social” lo comprenden por un lado; los actores formales del sistema Portaliano, las élites, y por otro lado los actores informales del sistema, el “pueblo minero”[65]. Los primeros gozan del poder político, social y económico. Sus miembros forman las élites conservadora y liberal. “Los conservadores tendían a pertenecer de lugares que eran centros sociales favorecidos, digamos que centros administrativos coloniales, de los cuales habían obtenido tradicionalmente ventajas políticas y económicas. Los liberales tendían a localizarse en la periferia social, a menudo ciudades provinciales, con menor acceso al centro de poder económico y político. La localización geográfica influía en las tendencias políticas. Los conservadores, fueran civiles o militares, procedían del corazón del país y se inclinaban por la asunción de pautas centralistas y de apoyo a la iglesia. Los liberales vinculados a las provincias no privilegiadas, apoyaban a menudo el federalismo, la igualdad legal y la destrucción de los privilegios militares y eclesiásticos”[66]. La élite liberal no poseía poder político alguno, por la nula circulación de las élites que el sistema Portaliano generaba. Y será esta nula circulación de la élite liberal, la que genere los “factores perturbadores” del sistema político Portaliano, desencadenado finalmente la Revolución Constituyente de 1859. A estos actores formales del sistema Portaliano, se le contrapone, “El pueblo minero”, actor marginal del sistema político, que no está incorporado a este, pues ,“Una ley complementaria de la Constitución de 1833, estableció que para ejercer el derecho a voto, los ciudadanos debían tener una propiedad inmueble de mil pesos, o un capital en giro de dos mil, prohibiendo taxativamente que fueran calificados como electores los soldados, cabos i sargentos del ejercito permanente y los jornaleros, peones y gañanes”[67]. A pesar de ser excluidos del sistema político, el pueblo minero, se convirtió en actor informal al ser sujeto de explotación y de estrictas leyes, que nacían del sistema instaurado, coartándole su libertad de movimiento y acción. Esto para contener y reprimir sus formas de resistencia, por eso el gobierno, “Pondrá en combinación cuatro principales elementos de acción: En primer lugar la instalación de autoridades militares y judiciales profesionales (sin intereses particulares en la minería) sobre la jurisdicción de los dos minerales más importantes del país: Arqueros y Chañarcillo; en segundo lugar, el establecimiento de un contingente de fuerza armada en los minerales, financiado por los mismo propietarios de minas y puesto a su servicio; en tercer lugar el control y fiscalización de la extracción de minerales desde las faenas a los centros de beneficios; en cuarto y prioritario lugar la persecución de los compradores de mineral robado, los cangalleros, y la obstaculización de su beneficio clandestino en los buitrones de los asientos de minas”.[68] A pesar de ello este actor informal será capaz de causar trastornos en la política del sistema durante la Revolución del 59; al realizar la alianza patronal-peonal para apoyar a Pedro León Gallo con el ejército Constituyente. Las “Instituciones” de igual forma poseen una doble categoría. Por un lado las instituciones formales, que las identificamos con el Estado Autoritario implantado por los conservadores en 1830, y su Constitución Política de 1833; además de los Partidos Conservador, Liberal, Nacional y Radical. El Estado que llegó al poder se fundo gracias al triunfo de los conservadores o pelucones en la Guerra Civil de 1830, originándose de esa manera los Decenios de la República Autoritaria, allí “El sector oligárquico Pelucón, se mostró partidario de conservar lo esencial, de lo que había sido la sociedad colonial (...) quería hacer de Chile, una república bajo el control oligárquico, jerarquizada, autoritaria y conservadora (...) pero se mostraba desconfiado con las tendencias igualitarias en lo social, el liberalismo político, el laicismo y cualquier tendencia que significara debilitar el orden tradicional de la sociedad chilena.”[69]. La República Conservadora se plasmara en la Constitución de 1833 obra de los juristas Mariano Egaña y Andrés Bello, pero inspirada en Diego Portales, de allí el nombre de su obra, Estado Portaliano. Podemos
decir de Portales que sentía un “compromiso con la defensa de las
instituciones y con el imperio de la ley, pero esto no impidió que tomase
con cierta frecuencia medidas dictatoriales como forma expeditiva a corto
plazo, con el fin de mantener en el orden en el país, lo cual hubiera
resultado difícil, siguiendo los procedimientos estrictamente legales
(...). Estuvo dispuesto a sobornar o amordazar a la prensa y fue un firme
defensor de la pena de muerte para los conspiradores (...). Así mismo se
propuso poner a la iglesia de su lado, para lo cual derogó varias medidas
anticlericales adoptadas durante la década anterior”.[70] El
espíritu de la Constitución de 1833[71],
era el de mantener el orden y la hegemonía oligárquica, asegurando el
control absoluto por parte de la élite conservadora del aparato electoral
y político del país, formalizando su control sobre la nación, lo que
significó orden y desarrollo, pero también la mantención de modelos
sociales y políticos arcaicos, que tuvo a la gran mayoría de los
chilenos, sumidos en la marginalidad política, social y económica. De
esta forma, la hegemonía conservadora fundo en Chile, un régimen
Republicano, una democracia censitaria muy restringida, un sistema político
autoritario y centralizado que privilegiaba el orden como valor social
fundamental y defendiendo la permanencia de una sociedad jerarquizada. De
allí la afirmación de que, “El constitucionalismo oligarca,
establecido en diversos grados por Venezuela y Nueva Granada, no lo
practicó nadie con tanto éxito como los chilenos”[72].
Durante
los dos primeros decenios del gobierno conservador, el poder de
convocatoria de la élite liberal, no tendrá gran repercusión en el
desarrollo político de Chile, salvo para un grupo reducido de jóvenes
liberales. De esta forma, los gobiernos de los presidentes
Gral. José Joaquín Prieto (1831-1841) y Gral. Manuel Bulnes
(1841-1851) no se verán amenazados seriamente por el descontento de los
grupos liberales. Esto
cambia “El 20 de septiembre, pues Manuel Montt, era proclamado candidato
a la presidencia de la república con el apoyo del presidente Bulnes. El 6
de octubre, el periódico “La Barra”, editorializaba, “Marchamos
hacia la revolución”, y el 21 de octubre se desataba en la
siguiente arenga “Proclamar
a Montt como candidato a la presidencia, es autorizar la revolución, en
Montt se encuentra el verdugo que
los retrógrados necesitan, para asesinar el último resto de la
libertad”.[73]
Se iniciaba así el mandato de Manuel Montt (1851-1861), Mandato que se caracterizó, no sólo por las constantes protestas y reclamos, de una mayor libertad política y civil, sino que además por la división del partido de gobierno, producto de los “incidentes” con los grupos clericales, y por la creación de la fusión política liberal-conservadora. Montt, que había sido uno de los ministros mas destacados del gobierno de Bulnes, se mostró muy apegado al principio del Estado Portaliano, por ello fue llamado “El hombre ley o La ley hecha carne”, situación que a la larga le perjudicará, al generar resentimientos en el propio partido de gobierno; “La candidatura de Montt, frío y solitario, no había despertado en un principio mayores simpatías en el partido conservador. Pero el temor a la anarquía que producía la “Sociedad de la Igualdad”, concentró las fuerzas del gobierno y del partido en torno a su personalidad severa e inflexible. Esta unidad, aseguró la elección de Montt en 1851 y el aplastamiento de la revolución que le hizo su contrincante el general Cruz, en la batalla de Loncomilla. Pero desaparecido el peligro del desorden, los grupos mayoritarios del conservantismo, miraron con recelo el personalismo de Montt y con franca hostilidad a su Ministro Varas. Por su parte los núcleos liberales, se manifiestan cada vez más contrarios al régimen imperante.”[74] A
pesar de ello la élite conservadora es capaz de mantenerse en el poder y
sofocar exitosamente no sólo las revoluciones de 1851[75]
y 1859, sino que además llevar a feliz término su programa de gobierno,
para entregar finalmente el poder al oligarquismo liberal, encarnado en la
elección de, José Joaquín Pérez, como Presidente de la República en
1861.
“Los Partidos Políticos”:
Estos
evolucionaron a partir de la maduración política de la élite criolla,
maduración que tuvo su punto de partida en los inicios de la República,
con el primer bosquejo de grupos políticos chilenos. Nos referimos al
bando de los pipiolos (de tendencias liberales), y el de los pelucones (de
ideas más conservadoras).
Las
ideas liberales propugnadas por los pipiolos, “No eran otra cosa que el
reflejo producido en Chile
por las grandes convulsiones que en aquellos años agitaban a Europa. La
Revolución Francesa, cuya influencia aún no terminaba, había derramado
por el mundo los principios de libertad, igualdad y fraternidad, a cuyo
impulso temblaron las formas tradicionales de la vieja Europa, para dar
paso a una nueva tendencia de justicia y solidaridad (...), estas ideas
tuvieron necesariamente que trascender a los nuevos países que nacían en
América, y que buscaban en la experiencia de los países europeos los
moldes indispensables para forjar sus instituciones (...) formaron parte
de este grupo político las gentes modestas, la juventud exaltada y todos los grupos que carecían de representación
política y social”[76].
El
bando contrario, los pelucones, “Pretendían mantener en lo posible los
principios de la organización colonial, conservado enteramente su
preponderancia social y oponiéndose
a toda dominación pipiola o
militar que pudieran arrebatarles la influencia que para ellos
deseaban”.[77] Este
grupo estaba formado por los terratenientes o miembros de la llamada
“rancia aristocracia colonial”, además de los hombres de fortuna y
miembros del clero que ven peligrar sus intereses a partir de la
introducción de los principios liberales. “El inmenso poderío social
de que gozaban, los hacia aspirar a ejercer su predominio
en la vida pública del país y a gobernarlo por sí solos prescindiendo de los otros grupos de la sociedad”[78].
La
captura del poder por los pelucones en 1830, propiciara la desaparición
de las tendencias políticas pipiolas, “Sólo el partido pelucón
encabezado por el ministro Portales logró desarrollarse poderosamente y
llegar en forma incontenible a la cúspide
de su poderío, agrupando en su seno a nuevos y considerables
elementos”[79].
La
gran represión que caracterizó los años 30, dio paso a una cierta
tolerancia que permitió hacia 1846, que el Presidente Bulnes nombrara
Ministro del Interior de su gobierno a Manuel Camilo Vial, quien trataba
de contrarrestar el gran influjo que Montt empezaba a tener dentro de las
filas del gobierno.
Un
año después de la revolución liberal ocurrida en París en 1848, un
grupo de personas de tendencia liberal, se agruparon en torno al ministro
Vial, logrando en las elecciones Parlamentarias de 1849 una importante
votación, que le valió a Camilo Vial su destitución del ministerio,
hecho que según León Echaiz dio nacimiento al Partido Liberal,
sobresaliendo de este grupo de liberales José Victorino Lastarria. “El
nuevo partido quedó integrado por los pelucones afectos a Vial; los
restos del antiguo pipiolismo y los jóvenes intelectuales que luchaban
por el establecimiento de las libertades públicas implantadas en el viejo
mundo. El deseo de combatir el autoritarismo de Montt fue un poderoso estímulo
para unir a estos tres elementos (...) la nueva aristocracia de la cultura
y de la industria minera levantó tienda política en la naciente agrupación
partidaria”.[80]
Los
principales postulados liberales los podríamos resumir en: Supresión de
los estados de sitio y las facultades extraordinarias, Dictación de una
nueva Constitución Política, Abolición de la reelección del Presidente
de la República, Descentralización administrativa, Poder Judicial
elegido por el pueblo, Responsabilidad de los ministros de Estado,
Ampliación del derecho a sufragio; libertad de imprenta y abolición de
los fueros.
Por
otro lado, su antítesis, el Partido Conservador no posee un claro origen,
de hecho exciten dos interpretaciones en torno a su nacimiento. La primera
señala que este surge producto de las constantes pugnas entre el gobierno
y los sectores simpatizantes del catolicismo. Por ello, “No es posible
fijar una fecha para la fundación del Partido Conservador, pues desde
mucho antes del gobierno de Montt y de las dificultades que tuvo este con
la iglesia Católica, los adeptos del partido Pelucón se llamaban así
mismo conservadores”[81].
La segunda interpretación sostiene que, “Es un error y una manifiesta
distorsión de la doctrina Portaliana considerar a este partido como una
prolongación del peluconismo. La nueva entidad partidaria nació a
la vida publica rechazando enérgicamente el autoritarismo Portaliano y
asumiendo una decida defensa de los intereses de la Iglesia Católica
(...), el partido tuvo su origen en la Sociedad de Santo Tomás de
Cantorbery patrocinada por el arzobispo Valdivieso (...), quien trataba de
frenar los impulsos patronistas que Montt y Varas habían heredado de los
viejos pelucones”[82].
Su
principal característica fue la defensa de la religión Católica, en
donde el poder civil debía someterse al poder espiritual de la Iglesia. Esta
base política de la élite criolla, se fragmentará hacia el segundo
periodo de gobierno de Montt, produciendo la formación de dos nuevas
colectividades, el Partido Nacional o Montt Varista, y el Partido Radical
de Chile, alma mater de los constituyentes del 59.
El
Partido Nacional nacerá de la fragmentación que sufrió el Partido
Conservador, debido a las discrepancias sostenidas entre sus miembros por
divergencias doctrinarias. Las tensiones se inician con el llamado
“Incidente del Instituto Nacional[83]”,
para luego continuar con el “Incidente de los Jesuitas[84]”,
y terminar con la mentada “Cuestión del Sacristán[85]”,
que provocará la definitiva división del Partido Conservador, naciendo
así el partido Nacional o Montt-Varista. Tenemos entonces por un lado el
partido de gobierno o Nacional, y por otro lado, los partidos antagónicos
a el. Estas
escisiones llevaran consigo la creación de estrategias y habilidades de
tipo político como en la llamada fusión Liberal-Conservadora, obra de
Manuel Antonio Tocornal, Federico Errázuriz y Domingo Santa María, que
nace, “Ante la supremacía numérica del Partido Nacional en el
Congreso. Los Liberales y Conservadores concertaron una fusión, destinada
a sumar fuerzas contra Montt, por encima de las disímiles propuestas
ideológicas”[86].
Por otro, lado el Partido Radical que en un comienzo sólo funcionó a través de Asambleas Autónomas[87] en Santiago y provincias; y que tuvo en los copiapinos Manuel Antonio Matta y Pedro León Gallo, sus más representativos exponentes, “Se fundó en 1857 por el ala izquierda del partido liberal, que estimó inaceptable, la fusión liberal conservadora”[88]. Considerando para ello, que esta entorpecería el desenvolvimiento integral de los principios liberales. El Radicalismo chileno, fue tildado de “Rojo” debido al exacerbado ímpetu que imprimían sus políticos en las luchas parlamentarias. “Su clara orientación doctrinaria ejerció una notable fuerza de atracción, en la juventud de la época (...) defendieron la doctrina desde el Club de la Reforma y desde las numerosas Asambleas organizadas” [89]. Su propuesta se basaba en una reforma constitucional que consagraba el sufragio universal, la libertad de prensa y de asociación de reunión, el Estado docente, y el término de la intervención del clero en la política. Manuel Antonio Matta señalaba: “También estoy muy lejos de aceptar la opinión de que a la Constitución se deben todos los bienes de que disfrutamos, según la expresión del Presidente de la República, pues yo creo que es un verdadero estorbo en nuestras actuales circunstancias para el progreso del país.”[90] De
esta forma tenemos a las fuerzas involucradas en los hecho revolucionarios
de 1859, el partido Conservador, el partido Liberal, el partido Radical, y
el partido Nacional o Montt-Varista. La supremacía del Gobierno y del modelo Portaliano se rompió así definitivamente. En efecto, el Gobierno dejó de ser un poderoso y compacto bloque político, formado por “todos” los conservadores y sin ningún poder externo que lo amenazara, para convertirse en un gobierno desamparado. Podríamos señalar que su desmoronamiento comienza a activarse, desde el momento en que algunos espíritus liberales llegan al gobierno, amparados por Camilo Vial. A esto debemos de agregar el abandono del gobierno, de los grupos clericales, por los ya mencionados incidentes, para unirse a los liberales y formar la Fusión Liberal Conservadora. La posterior alianza entre los Radicales y la Fusión Liberal-Conservadora, terminara por colapsar el ya debilitado bloque gobiernista, no quedándole más remedio que mantenerse en el poder mediante acciones de fuerza, como la declaración de estados de sitio o de excepción constitucional. “La clara represión (y no solamente durante la época de medidas de emergencia) fue un hecho recurrente por treinta años (...). Prisión, exilio interno (relegación) o destierro fueron los castigos corrientes para las formas activas de disidencia”[91]. A las anteriores instituciones formales creadas por la élite, y que les permitió a algunos maniobrar con holgura en el sistema político instaurado, se le contrapone las instituciones informales creadas por “el pueblo minero”, como mecanismo de adaptación y resistencia al sistema de dominación Portaliano. Estas formas sirvieron para desmarcarse del control que tenía la élite de sus vidas. El “pueblo minero” era visto por la élite, sólo como una fuerza de trabajo indispensable para la continuidad de la producción. De esta forma “El espíritu de rebeldía del pueblo se materializaba (...) en saqueos de las faenas, en la intensificación de fugas con adelantos, en la multiplicación de robos de minerales negociado por una gran cantidad de traficantes de todos los calibres. La proliferación de bodegones y tabernas para el expendio de licores, el juego y la presencia de cantidad de mujeres de “vida alegre”, quienes estimulaban el relajamiento laboral y dificultaban la domesticación y proletarización capitalista”[92]. Este mecanismo de resistencia, que se había gestado durante los tiempos coloniales, fue la única posibilidad que tuvo el “pueblo minero” de resistirse a un sistema de dominación absoluto, que veía en ellos, una mera fuerza de trabajo, a la cual debía de disciplinarse, para lograr una satisfactoria inserción en el mercado mundial. “Cultura Política”, la podríamos identificar por un lado con el llamado: “Peso de la Noche”, sentenciado por Diego Portales. Este concepto fue acuñado por el estadista, en el sentido de que en los nacientes Estados independientes de América latina; y por cierto Chile; será imposible plasmar una verdadera democracia, pues los ciudadanos no estaban preparados para ese tipo de gobierno. “La Democracia, que tanto pregonan los ilusos, es un absurdo en los países como los americanos, llenos de vicios y en donde los ciudadanos carecen de toda virtud, como es necesario para establecer una verdadera República (...) un gobierno fuerte, centralizador, cuyos hombres sean verdaderos modelos de virtud y patriotismo, y así enderezar a los cuidadnos por el camino del orden y de las virtudes”[93]. Este ideario no estaba tan reñido con las ideas del libertador Simón Bolívar, pues en, “Lo político la solución la encontraba Bolívar en una república autoritaria, con presidente vitalicio y cuerpo electoral reducido; al asegurar un estable predominio a las élites de raíz prerrevolucionaria, ese régimen encontraría, según Bolívar, modo de arraigar en Hispanoamérica”[94]. Los principios de orden y autoridad fueron la base de este sistema, por eso que los dos primeros presidentes de la República Autoritaria fueron militares, pues el apoyo del ejercito era vital para el gobierno, con el apoyo de las armas se podría mantener el orden social, tan atesorado por la gobernante y minoritaria élite conservadora. Otro elemento importante de la Cultura Política, fue la sistemática intervención que el gobierno de turno realizaba en las elecciones pues “en aquella época subsistía todavía la desgraciada costumbre de impedir durante las elecciones el libre ejercicio de la soberanía popular. El Gobierno, desde el Presidente de la República, hasta el último gobernador, dirigían y controlaban a su arbitrio los comicios electorales. En las elecciones del congreso sólo triunfaban aquellos candidatos, con el apoyo oficial y respecto de los cuales no se esperaba obstruccionista de las políticas del Gobierno. Los candidatos de oposición, en cambio, eran constantemente hostilizados en toda forma y rara vez triunfaban. En las elecciones presidenciales sucedía otro tanto, pues el Presidente de la República, prácticamente imponía a su sucesor, interviniendo abiertamente a favor del candidato de sus aficiones”[95]. Miguel Luis Amunátegui señalaba que, “Nuestro país ha tenido la desgracia de que todas sus elecciones legislativas, desde aquella primera en el año 1811, hasta las verificadas en nuestro tiempo, han adolecido del vicio del cohecho, ya por obra de los gobiernos, ya de los partidos, ya de los candidatos mismos. O simultáneamente, desde este triple origen”[96]. Este intervensionismo electoral colmo la paciencia de la fusión Liberal-Conservadora, a propósito de las elecciones Parlamentarias de 1858 que dieron el triunfo una vez más, al gobierno. Este fue acusado de fraude electoral en las localidades más apartadas del país. Los parlamentarios de la “fusión”, principalmente los llamados liberales rojos o exaltados, que formara más tarde el partido Radical. Ángel
Custodio Gallo Goyenechea condena esta situación diciendo: “En el
mensaje se dice que las garantías constitucionales se han respetado, i
las elecciones verificadas últimamente, son un testimonio de que esas
garantías han sido holladas. La prensa ha denunciado también el hecho
escandaloso de haberse mandado cerrar la imprenta de Curicó, por un acto
arbitrario del gobernador de aquel pueblo, además han llegado a mi, la
noticia de que en este departamento (Talcahuano) se han cometido varios
desordenes i arbitrariedades por la misma autoridad. El señor gobernador
es autor de un fraude y de una grave infracción a la ley. El registro ha
sido adulterado en el nombre de las personas i en el numero de
sufragantes, i bastara examinarlo para convencerse de ello (...) para mi
no puede haber duda de que esas elecciones son legales, son adulteradas,
son falsas aunque no se tengan documentos escritos para probarlo”[97],
su hermano, don Tomas Gallo denunciaba la presión al cual fueron
sometidos los sufragantes “alrededor de las mesas receptoras de este
departamento, se colocaron tres filas de solados que impiden el libre
sufragio, además de haberse cometido otros abusos con infracciones a la
ley”[98]. Además del Espacio, Gente, Instituciones y Cultura Política, el sistema político requiere de dos mecanismos que lo validen o rechacen. Uno de ellos es la entrada o imput al sistema, del mecanismo de “legitimidad” es decir, el reconocimiento que la gente hace del modelo político que gobierna y por tanto es reconocido como valido y legitimo. Nolberto Bobbio[99], también habla de los imput como los “desafíos” del sistema, es decir como los retos que el sistema político instaurado deberá superar. El segundo mecanismo será la salida u out put, que identificaremos con el mecanismo de “eficacia” del sistema, es decir la capacidad del sistema político de satisfacer las necesidades de los ciudadanos, pues recordemos que el sistema tiene que ser eficaz, para lo que la gente estime que sea eficaz. Pues recordemos que “El sentir de la ciudadanía respecto a la eficiencia del Estado determina el grado de credibilidad que ella tiene en el sistema y su adhesión o no adhesión subjetiva al orden legal vigente”[100]. Estos elementos y mecanismo del sistema político interactúan entre sí, generando una dinámica propia, que en condiciones ideales, logrará obtener la aprobación de la gente y la satisfacción de sus demandas, al tener legitimidad y eficacia. Pero, cuando uno o varios elementos del sistema no funciona bien, retardando, obstruyendo o acelerando los flujos de interacción sistémica, o cuando los mecanismos de legitimidad y eficacia no son objetivamente coherentes con su fin, se pueden generar anomalías, que originan “factores perturbadores” del movimiento sistémico, provocando la resistencia y el mal funcionamiento en algunas partes de su estructura, llegando al colapso final. Estos factores perturbadores los identificamos con la ley férrea de la oligarquía conservadora, que no permite el normal flujo o circulación de la élite liberal. Esta nula circulación generará la resistencia, de la élite liberal, la que presionará y hará fuerza para lograr la llegada al poder. “De acuerdo a esto, si un sistema por más que permanezca, no es eficiente produce una pérdida cívica de satisfacción y credibilidad que en primera instancia, afecta a las políticas vigentes y la dirigencia de turno. Y en segunda, o sea, si la ineficacia permanece, afecta al sistema mismo, en cuyo caso la crisis de eficiencia se transforma en crisis de legitimidad. La estabilidad de un sistema puede esconder no sólo la ineficacia, sino también la ilegitimidad”[101]. Esto ocurrió con el sistema Portaliano establecido por los conservadores en 1830. Instaurado por medio de un acto violento como una guerra civil, este no tubo la legitimidad de toda la gente, pues, “En ningún caso histórico ha encontrado la minoría creadora, respuestas apropiadas a todos los retos a que ha tenido que hacer frente (...). La minoría, incapaz de respuestas adecuadas y perdiendo su facultad creadora, se convierte en una minoría gobernante, que se impone por la fuerza”[102]. Por ello, el sistema político instaurado tuvo el desprecio y la resistencia del bando derrotado; la élite liberal y sus colaboradores. De esta forma la legitimidad no será absoluta, sino parcial y negativa, pues el sistema sólo será legítimo para los conservadores que se mantuvieron en el poder gracias al control absoluto de la superestructura política, social y económica. Por otro lado, el segundo mecanismo, la eficacia, también será negativo y parcial, pues el sistema Portaliano no será capaz de satisface las necesidades de la élite liberal, al ser estos marginados y excluidos del poder político, generando en esta una resistencia al modelo Portaliano. El descontento con el sistema aumenta cuando dentro de la propia estructura conservadora, se produce un quiebre provocado por la “Cuestión del Sacristán”. La división del partido Conservador en Nacional o Montt Varista y en Ultramontanos o Conservadores propiamente tal, generara la creación de la primera alianza política en la historia de Chile, para hacer frente al gobierno autoritario de Manuel Montt, nos referimos a la Alianza Liberal-Conservadora que realizara las acciones revolucionarias de 1859. Pero si el sistema es poderoso, podrá responder eficazmente a los estímulos perturbadores, y generar formas de reacción o respuestas, que logren superar el momento de crisis. El Gobierno de Montt respondió a este reto mediante acciones de fuerza, pues fue, “...el mandatario, que más largo tiempo hizo uso de las facultades extraordinarias y el estado de sitio (...). El país vivió bajo el régimen de facultades extraordinarias, desde le 14 de septiembre de 1851, hasta el 1 de julio de 1853, se declaró el estado de sitio, desde el 12 de diciembre de 1858, hasta el 20 de enero de 1859, y el ejecutivo obtuvo nuevamente facultades extraordinarias, desde el 20 de enero de 1859, hasta el 18 de septiembre de 1861. En total cuatro años y nueve meses.”[103] Pero, si estas respuestas del sistema no son suficientes y la minoría gobernante se ve sobrepasada por una grave crisis, el sistema ve sobrepasado su umbral de tolerancia produciéndose el colapso parcial o total y. “El fenómeno social, deviene relevante para la política”[104], como ocurrió con la Revolución de 1851 y más aún con la de 1859. En efecto, en 1851 el sistema Portaliano verá peligrar su hegemonía con las revueltas que estallaron en el sur y norte de Chile; en esa oportunidad, el modelo Portaliano fue capaz de responder eficazmente ante esta amenaza, derrotando, fusilando y exiliando a los conspiradores. Ocho años mas tarde, en 1859, si bien es cierto el sistema Portaliano será capaz de crear los mecanismos de reacción o respuesta, y hacer frente a los revolucionarios, derrotándolos en una segunda batalla, el sistema en general verá sobrepasado su umbral de tolerancia, y será ya incapaz de ocultar los signos de su desgaste político y social, cediendo finalmente, y dando la posibilidad a la élite liberal de participar efectivamente en las decisiones políticas del gobierno. La hegemonía conservadora comenzaba a desmoronarse. Será entonces dentro de la propia estructura orgánica del sistema político, que se generarán las fuerzas de resistencia al mismo: La constante pugna ideológica, política y económica entre los miembros de la élite conservadora y liberal, la “Cuestión del Sacristán”, que divide al partido conservador, la bonanza económica propiciada por las exportaciones de trigo y plata, y que fortalecen a las élites regionales. Estas fuerzas de resistencia, se generan dentro de la propia estructura orgánica del sistema político, como si dentro de la estructura de poder y producto de sus contradicciones, el sistema tienda a su autodestrucción. Será entonces que gracias a la Revolución del 59 que la estructura formal del sistema Portaliano colapse finalmente, aunque no necesariamente el legado de su estructura mental, manteniéndose incluso hasta nuestros días, la que llamaré “Matriz Portaliana” Además de sus elementos y mecanismos, un sistema político posee un pasado, pues no surge por “generación espontánea”, es fruto de su historia, del legado político del sistema anterior, que será para el caso chileno y latinoamericano la “Matriz Colonial”, es decir el control y dominio sociocultural, político-institucional y económico que los grupos de poder ostentaban. De esta manera la matriz colonial moldeara al sistema creado e instaurado por la élite conservadora en 1830, luego del triunfo de sus armas en los campos de Lircay. “No sólo las condiciones geográficas del país y la relativa simplicidad de la estructura social resultaron importantes en la consolidación del Estado construido por Portales, pues también tuvieron significación su aislamiento del mundo y el relativo atraso de Chile en 1830. Estas condiciones explican la supervivencia del espíritu colonial de obediencia pasiva y respeto por las jerarquías que, a su vez, hicieron posible a Portales restaurar las tradiciones monárquicas y aristocráticas de Chile colonial bajo un nuevo marco legal (...), el antiguo orden social había sido preservado”.[105] Tenemos entonces una estructura de poder oligárquico conservador, que llegó al poder y se mantuvo en el, mediante acciones de fuerza explicitas e implícitas. Esto lo pudo realizar gracias al dominio absoluto de la superestructura político-institucional, socio-cultura y económica. Esta última también era instrumental al sistema, pues recordemos que, “La concepción autocrática del régimen Portaliano iba estrechamente unida a sus finalidades económico sociales oligárquicas. El poder absoluto se entendía legitimo en la medida que conservara el orden social”[106] . Por otro lado, “El Presidente de la República, era elegido por una ínfima minoría, controlada por la oligarquía y gozaba de una enorme autoridad (...), este presidente-rey tenía una amplísima gama de atribuciones formales e informales; sobre la administración pública y las fuerzas armadas. Sus poderes excepcionales de estado de sitio y facultades extraordinarias, ampliaban aún más sus prerrogativas”[107]. Esta capacidad de control, de dominio del sistema Portaliano, la hemos definido como la “Dominanza”, que logró instaurara el sistema político conservador, en virtud de sus extremas atribuciones en la administración y mando del gobierno; y que posibilitó su permanencia en el poder, por más de 30 años. “Bajo dicho régimen el presidente de la república era un verdadero autócrata que designaba los ministros, intendentes, gobernadores, diplomáticos, empleados de la administración pública, jueces (a través de un Consejo de Estado, nombrado por el mismo), parlamentarios (a través del control absoluto del proceso electoral), y luego de 5 años tenía la posibilidad de reelegirse, o a su sucesor, por medio de elecciones férreamente controladas. Además su aprobación era necesaria para el nombramiento de obispos, y altos dignatarios católicos (la iglesia estaba unida al Estado) y para la creación de nuevas diócesis eclesiásticas. Asimismo, gozaba de inmunidad total durante el desempeño de su cargo, y podía obtener del Congreso facultades extraordinarias, para suspender derechos y garantías constitucionales”.[108] Al
mejor estilo de un emperador romano, el sistema Portaliano logró el
dominio, el Dominus del gobierno sin que nadie pudiese
contrarrestar su poder. Recordemos que, “El emperador era concebido como
Dominus (señor con todas las implicaciones de este título), no
como princeps”[109],
o primer ciudadano, que es lo que deseaban las élites liberales,
con su idea de ciudadanía y soberanía nacional, instaurada por la
revolución francesa, y que pretendía formar ciudadanos ejemplares, que
guíen los destinos de la nación, bajo los idearios del liberalismo. El definir dominus, como, “Señor con todas las implicaciones de este titulo”, nos conduce una vez más a la Matriz Colonial, a la lógica de dominación impuesta por el Imperio Español en sus colonias de ultramar y que se materializó con la formación de una sociedad señorial en América latina. Recordemos que la palabra “señor” era sinónimo de poder y prestigio social. Los señores eran el patriciado, la aristocracia, la élite, los terratenientes y patrones, vale decir el grupo con mayor ascendente en la sociedad. Estos señores, este grupo reducido de la sociedad chilena, era el oligarquismo conservador; los grandes hacendados y la Iglesia católica que pretendían mantener sus antiguas prerrogativas de poder, no entendiendo que los mecanismos que los mantenían en el poder eran formas artificiales que carecían de legitimidad y eficacia. “Las leyes de un país, lo mismo que los partidos políticos y que todas sus instituciones, fluyen naturalmente de las necesidades sociales y de las condiciones de la época, sin que pueda creárselas artificialmente, para encuadran en ellas a la Nación”.[110] El moderno concepto de Gobernanza, que señala, “El poder (y derecho) de mantener a los políticos, tecnócratas y militares sujetos al control cívico y a la razón histórica de la ciudadanía”[111], es la perfecta antítesis de Dominanza. La Gobernanza, será entonces la capacidad del poder civil de pedir aclaraciones a un gobierno que ha perdido la legitimidad y la eficacia, y que no es capaz de solucionar las necesidades del magma social. La dominanza logró la apariencia de un sistema político chileno estable, y modelo para los demás países de América latina, pero recordemos que el sistema Portaliano mostraba en realidad: “Una situación de paz sistémica flotando sobre un polvorín ciudadano. Estabilidad superficial con inestabilidad profunda. O bien estabilidad formal por arriba e ilegitimidad real por abajo”[112]. La dominanza explica políticamente los estallidos revolucionarios de 1851 y 1859. La obstrucción que sufren las ideas que entran a un sistema político, determinara su flujo y densidad de contenido. El sistema Portaliano, ya hemos visto, se mantuvo como una compacta e impermeable estructura de poder, en donde la densidad del flujo liberal era casi nula y por tanto el nivel de tolerancia del sistema era óptimo. Estos flujos que no logran traspasar el bloque de gobierno, con su ideario liberal, comenzarán a acumularse durante los primeros 20 años, de la república conservadora, y sirvieran para aumentar la presión de la corriente liberal, sobre la estructura de poder oligarca que impedía su natural desenvolvimiento. Finalmente la presión fue tanta, que se desbordó la estructura de poder provocando la reacción de los actores políticos reprimidos (liberales exaltados o radicales) y descontentos (conservadores o clericales) con el sistema político que desarrollaba el gobierno, generando la crisis y la guerra civil de 1859 Capítulo
II[113] Orígenes del
Bajo Pueblo chileno
Otro de los actores relevantes de la Revolución Constituyente de 1859, fue el bajo pueblo ó “Pueblo chileno”. Su origen mestizo es producto de la unión, muchas veces forzada, de lo ibérico con lo aborigen, y del sincretismo cultural que nace de esa unión, a partir de, “La confrontación de dos culturas absolutamente distintas, una autóctona americana y otra europea, una en relación de conquista y dependencia con la otra”[114]. La intensa mezcla racial entre españoles e indígenas a lo largo de los siglos coloniales, dio por resultado un “bajo pueblo” de rasgos físicos y culturales más o menos homogéneo, llamado mestizo. Este fue despreciado tanto por el español como por el criollo, por ser una suerte de híbrido, una categoría nueva de la cual había que desconfiar, por sus libertinos y viciosos hábitos. Completamente analfabetos formaban una clase explotada que comprendía diversas categorías: Obrero urbano, campesino, inquilino, peón y pirquinero, pescador, arriero, estibador, etc. El mestizo fue el brazo, la fuerza del trabajo en los lavaderos, en las minas, en el campo, en los obrajes y en la incipiente industria. “Peones e inquilinos, entonces, conformaron la problemática pero esencial base laboral sobre la que se edificó la economía agraria colonial, y fue heredada sin grandes alteraciones por el Chile republicano”[115]. De esta forma el “rotaje” seguía constituyendo una fuerza de trabajo mal pagada, excluida y explotada. “Si algo puede caracterizar a los sectores populares del siglo XIX son sus crueles condiciones de vida, partiendo por la de los trabajadores del campo. Así Claudio Gay, afirmaba en su estudio de la agricultura chilena, que el campesino era de hecho un, “Siervo de la gleba y que en ningún país el trabajo de los campos es más penoso, más duro, más fatigante y más mal pagado”[116]. Del mismo modo El Mercurio de Valparaíso señalaba en su editorial del 17 de febrero de 1860 en relación a los inquilinos que, “Nada se ha hecho aún, todo permanece en su estado primitivo; y peor aún, porque hoy la codicia de los amos y sus exigencias oprimen cada día más a esa infortunada clase”[117]. El oligarquismo les llamó despectivamente “rotaje”, o simplemente “rotos”. El viajero norteamericano J.M. Gillis que visitó Chile a mediados del siglo XIX, “Se refiere a nuestros campesinos destacando la descuidada indiferencia con que eran mirados por sus señores”[118]. A pesar de vivir en un constante régimen de privaciones y explotación, el roto, “era fuerte físicamente, sufrido y vigoroso, resistente, capaz de ejecutar los más pesados trabajos”[119]. Esto lo verificó el viajero británico Capitán Head, que en la década de 1820, impresionado por el peso de la carga que un minero llevaba en su espalda señalaba: “Son bestias de carga que transportan casi el mismo peso que llevan las mulas”[120]. El extranjero se admiraba de la capacidad de resistencia del “roto”, en espacial los empresarios e industriales extranjeros que “Fueron unánimes en proclamar la considerable capacidad, resistencia física y astucia creativa del peón chileno, a quien prefirieron incluso, sobre los trabajadores europeos. En cambio los chilenos, que tenían una formación mercantil de tipo colonial, condenaron y reprimieron al peonaje por su desempleo y por sus vicios, despreciándolo frente al artesano extranjero”[121]. Además de su fortaleza física, otra de las características del roto chileno, fue su espíritu aventurero, el mismo que lo llevó a trabajar en California, Perú, Argentina, Australia, norte y sur de Chile. “Se sabe que el minero chileno, es esencialmente migratorio como el cóndor i como el huanaco (...) en 1875, fecha del ultimo recuento de la familia indígena, había mineros chilenos en toda la redondees de la América antes española, desde Famatina a Nevada, Desde Iquique a La Oroya, desde Potosí i Huantajaya, a Colquechaca i Cerro de Pasco.”[122]. Lo mismo indica Salazar al plantear que: “Un peón típico situado entre los 15 y 25 años de edad, tentaba suerte en muchas partes: en las minas, en la construcción, en los campos, en el ejército, en el comercio suburbano”[123] Si en el centro y sur de Chile el pueblo chileno lo componían los inquilinos, campesinos y gañanes, en el norte de nuestro país, el minero era la expresión máxima de esta clase social. El minero: “Es un personaje propio del norte chico (...), surgió en Andacollo, Punitaqui, en las minas de Cogotí, de Combarbalá, de Choapa, del Huasco, de Copiapó, en fin, en las provincias de Coquimbo y Atacama. En torno a las minas de oro, plata, cobre y mercurio, se fue consolidado este grupo humano que tuvo su propia naturaleza, su vestimenta, su propio código y comportamiento”[124]. A estos mineros originarios del norte chico, se le unieron hacia 1800, una importante cantidad de peones rurales del sur chileno, que llegaron a probar suerte en el negocio de las minas. Los “mineros” fueron el apir (que transporta la carga mineral en un “capacho” desde el interior de la mina a la superficie), el peón (ó trabajador de las minas), el canchaminero (que distribuía los minerales en las canchas de acopio para su venta), el cateador (llamado también “buscón”, que buscaba las betas minerales en el desierto) y el pirquinero (que era el propietario de una pequeña mina). La vida del minero fue bastante sufrida, pues el trabajo en el desierto lo privaba de toda comodidad, moldeando en el un singular carácter. “La minería impone un régimen de vida imposible de soportar para alguien acostumbrado a relaciones laborales más relajadas y a un ámbito que, en general, fue menos represivo”[125]. El ambiente represivo en que vivió el minero no sólo fue el desértico lugar donde se ubicaba la mina, sino que también, el sistema de trabajo impuesto por las autoridades y patrones. “El trabajador concreto de carne y hueso era sometido a un proceso de proletarización que deja su subsistencia a merced de las a menudo crueles fuerzas del mercado, y a un régimen de producción mecanizada y rutinaria que desembocó en condiciones de vida totalmente opuestas a lo que el discurso liberal proclamaba: En vez de progreso, degradación, en vez de abundancia, pauperización, en vez de emancipación de la necesidad, incertidumbre laboral y esclavitud salarial, en vez de dignificación, alineación”[126] . El peón fue la mano de obra necesaria para la explotación minera, pero era visto por el oligarquismo con desconfianza y desprecio, por considerársele un elemento inestable en la sociedad y el trabajo. El recelo nacía, “No del temor por el desarrollo de un adversario político, sino de otro mas primitivo: El temor propietarial al saqueo de la riqueza acumulada. Es decir, el temor nervioso que siempre despertaron en el patriciado las masas de rotos”[127]. En el norte de Chile, específicamente en Atacama, la violencia popular que se podía desbordar desde las minas, era el mayor temor de las clases acomodadas. Esto no era casual, pues existían varios antecedentes de saqueos, destrucción y desórdenes en las minas nortinas. La explotación de la cual el minero era objeto, se potenciara y se hará más evidente con el descubrimiento en las cercanías de Copiapó, de las ricas betas de plata de los minerales de Chañarcillo en 1832 y Tres Puntas en 1848, pues la paulatina incorporación de Chile al mercado mundial, como proveedor de materias primas para la industria europea, “Indujo a una transformación sustantiva del régimen laboral establecido durante la colonia. Exigido a generar mercancías exportables a un ritmo muy superior a todo lo conocido hasta ese momento, el sistema productivo debió incorporar prácticas organizativas propias del nuevo modo de producción, incluyendo una cierta estandarización de faenas (...) en relación al proceso productivo mismo, las demandas del mercado capitalista implicaban la sujeción a una disciplina laboral más estricta, a una existencia de productividad mucho más intensa, y a un ritmo de actividad más acelerado e ininterrumpido que todo lo entonces conocido, condiciones que el historiador británico Edgard P. Thompson ha reunido bajo el concepto de “disciplina industrial”[128]. Este nuevo régimen aún más represivo que el anterior, era avalado por el gobierno conservador. “A partir de 1834, el régimen portaliano se configuró como el modelo de orden autoritario para la consolidación capitalista”[129]. De esta forma serán los funcionarios del gobierno, aquellos de la Matriz Portaliana, los encargados de mantener el orden y la disciplina del “rotaje” y no podía ser de otra manera ya que dicha matriz se caracterizó por ser fuerte, autoritaria y centralizada. Este nuevo orden de cosas acarreó el rechazo del trabajador minero, que resuelto a mantener sus espacios de libertad y socialización, desarrolla mecanismos de adaptación y resistencia, que le permite, en algunos casos, burlar al sistema represivo. “En consecuencia la historia de las primeras experiencias chilenas de proletarización fue también una historia de continuas fugas y enconadas resistencias, donde el régimen salarial y la disciplina industrial sólo pudieron imponerse a la fuerza, y a menudo durante intervalos muy cortos”[130]. De esta forma se llevaron acabo acciones de resistencia y rebeldía peonal que podríamos clasificar en acciones directas, como el involucrarse en la Revolución de 1859, insurrecciones, saqueos, asaltos a las minas, robos de minerales (cangalla) y el contrabando de los mismos, también realizaban fugas con adelanto de sueldo (es decir pedían un adelanto de sueldo, pero al día siguiente no llegaba nunca más trabajar). Por otro lado las acciones indirectas las relacionamos con el uso que realizaban los peones de su tiempo libre, tiempo que dedicaban a evadirse de su miserable realidad asistiendo a las tabernas y chinganas, a los bodegones y burdeles, en donde bebían mucho alcohol. “Se jugaba a las cartas y apostaba a los dados, y se bailaba mucha cueca”[131]. Esto contribuyó al relajamiento laboral y obstaculizó el éxito del disciplinamiento la proletarización capitalista que el gobierno pretendía. Por eso en 1827 se volvió a instaurar la pena de azotes para los posibles ladrones de mineral. “He castigado con azote a dos barreteros que remito presos de la faena minera de don Custodio Amenábar por haber robado un alcance de piedras ricas de dicha mina (...) El capitán don Miguel Gallo, como interesado, expuso su justa queja contra estos, y yo con el castigo los he hecho confesar hasta que han entregado una parte del robo” [132]. Otro informe señala el castigo de un capataz a un peón, diciendo que: “He dispuesto que al dicho Nicolás Pizarro se le den 50 azotes y vaya por 6 meses al presidio de trabajos públicos”[133]. Esta humillante y denigrante práctica se mantuvo durante la década de 1850. El Copiapino señalaba que: “El azote de los trabajadores ha llegado a ser una práctica común en Chañarcillo (...) es horrible como castigan a los trabajadores”[134]. De igual forma se reinstituyó la “tarjeta patronal” en el Reglamento de Policía que “establecía que los administradores de cada mina tenían la obligación, bajo pena de multa, de pasar mensualmente a la subdelegación, una nómina de los trabajadores que trabajaban en las labores (...) De acuerdo con estos datos, los subdelegados, llevaba a su vez un Libro Índice de Faenas, en que anotaban el número de mayordomos, barreteros, apires, herreros y aguateros”[135], y de esta forma la autoridad y los patrones pensaban tener un control más efectivo de los trabajadores que ingresaban, trabajaban y salían de las faenas mineras, a pesar de ello el sistema represivo no eran muy eficaz, pues siempre se lograba encontrar alguna forma de escape. En la Editorial de El Copiapino se señala que: “El minero que conoce la necesidad que se tiene de el en todas las faenas, muy poco o nada hace para ganar la confianza o la estimación de sus patrones; por el contrario, es un camino que se la hace para acometer toda clase de faltas, seguro de no ser arrojado de allí (...) si se le niega un adelanto, al día siguiente amanecen los peones de mala gana, hacen mal y por mal cabo sus trabajos, procuran hace disimuladamente todo el daño que pueden en las herramientas y muebles del servicio, procuran en fin, ocasionar lo que se llama atraso en una faena”[136] De esta forma las formas de violencia explícita e implícita, deben ser entendidas como una constante, más que como un hecho aislado y circunstancial. “La violencia era ejercida por los peones, pero también ellos eran víctimas de abusos y atropellos, lo cual planteaba un círculo vicioso respecto a la relación con las autoridades. La violencia como resolución de conflictos y como un elemento de la cotidianeidad entre los peones es un aspecto de la situación. Por otro lado es posible observar la violencia sobre ellos ejercida, y la violencia con la que intentaban liberarse de aquellas opresiones”[137]. Así se generó una suerte de antagonismo entre las masas de trabajadores y los capataces y patrones de las faenas mineras. Reinaba la desconfianza y la inseguridad, el odio que comenzó a ser acumulado por los peones y mineros condujo a un estado crónico de rebeldía y violencia que un año antes de la Revolución Constituyente, tenía el carácter de una lucha de clases. “Se puede decir ya sin temor a un desmentido que aquel distrito se compone de dos clases de moradores, unos corrompidos, inmorales, irrespetuosos, bárbaros, que son los barreteros y apires, y otros, los administradores y mayordomos que forman el reverso de esta medalla, y que se encuentran en lucha abierta con los primeros, ni más ni menos que se encontraba no ha mucho en la República Argentina unitarios y federales”[138]. Esta
“rebeldía crónica” contra la autoridad establecida los llevará
finalmente a enrolarse en las filas del ejército constituyente y
revolucionario de Pedro León Gallo. La tropa de este ejército estaba
compuesta principalmente por: “Los mineros que dejaron desiertas las
faenas para enrolarse”[139],
mineros que se jugaron el todo por el todo en esta aventura
revolucionaria. Obviamente su objetivo era el de lograr un cambio positivo
en sus miserables condiciones de vida. “El drama de alineación no
incluye sólo la opresión alienadora, sino que también la reacción
liberadora; es decir la reacción del pueblo por los alienadores, y la
destrucción de los poderes alienantes por el pueblo mismo. La confrontación
directa entre alienados y alienadores está regida por el juego fluctuante
de las negaciones recíprocas, y liderada por los poderes sociales
construidos por unos y otros
a fin de producir una negación”.[140] Crisis minera de Atacama
Y el abandono del Gobierno Central
Hacia el término del primer quinquenio de gobierno de Manuel Montt, ya se encontraba consolidada una fuerte burguesía minera, consciente de su importante aporte al desarrollo productivo del país. Esta bonanza era producto de la explotación de las minas de plata del norte chico. Principalmente Copiapó, que hacia esa fecha poseía una población de unos 15.000 habitantes. Por otro lado, el progreso material también era evidente. La prensa local señalaba: “Hoy como por encanto hemos visto levantarse hermosos edificios particulares y obras públicas de importancia. Tenemos ricas y surtidas tiendas, un teatro, un hospital, un cementerio, un colegio, dos periódicos establecidos, que es una muestra de nuestra tendencia hacia el progreso, 20 máquinas de amalgamación para beneficiar nuestros metales”[141]. A pesar de ello, la burguesía mercantil no gozaba del beneplácito del gobierno y se veía menospreciada por la política de fomento económico que este llevaba a cabo. “Atacama era una provincia minera, cuyos intereses a menudo chocaban con los agrícolas del centro y sur, pero principalmente porque la provincia minera, intentaba disputar con el centro agrícola, los favores del Estado, desviando la atención de este, en la petición de medidas que vulneraban la detentación de sus privilegios y despertaban su envidia aristocrática (...) .Atacama, era una provincia abierta al mar, hacia donde fluían sus riquezas, su puerto quería ser mayor como Valparaíso, chocando con los poderosos intereses comerciales que allí operaban”[142]. Hacia 1855 Copiapó producía mensualmente la importante suma de $ 6.000.000 en pastas y minerales de plata, pero “la mayor parte de estos capitales emigraban de la provincia. Esta sangría resentía de sobremanera la producción, aún más que en circunstancias de 1855 ya decaía el mineral de Chañarcillo. Se fue produciendo un claro fenómeno de concentración de la propiedad de las minas más ricas, junto a la quiebra de los medianos y pequeños productores a manos de sus prestamistas”[143]. El diario El Copiapino señalaba: “El crédito ha desaparecido totalmente y le ha sustituido la usura, una usura descarnada (...) el crédito existe, pero afianzado por prendas de décupla valor y con el interés del 12%. Esto es horrible, nuestras autoridades deberían remediarlo (...) cada día se suspende un trabajo, se abandona otro, la cárcel esta llena de deudores”[144]. En las provincias de Atacama y Coquimbo comenzó a dominar un sentimiento de abandono, soledad y aislamiento por el nulo apoyo que tenían los industriales mineros de esta zona. Al contrario, el gobierno no sólo fomentaba los intereses económicos de los terrateniente, sino que también el del capital extranjero. “El sistema crediticio permitía la capitalismo europeo no sólo cobrar altos intereses, por los prestamos y las deudas acumuladas, sino también obtener ventajas mercantiles, presionar para la rebaja de derechos aduaneros y hacer exigencias que hacían desplazar a sus competidores (...). De esta forma, la provincia productora, sufre la partida de sus utilidades vía impuestos, así como el abandono, ante la no ingerencia estatal para poner atajo a la partida de los capitales acumulados por parte del capitalismo financiero privado”[145]. El segundo quinquenio del gobierno de Montt, vino a confirmar la tesis del gobierno autócrata y altamente centralista. “El abandono de las provincias del norte chico y centro sur, aparecía notoriamente más injusto, porque precisamente en ese decenio, dichas regiones habían hecho su mayor aporte, a la riqueza global de la nación. La producción de cobre y plata (...) había quintuplicado la producción, pasando de $ 3.600.000 a $18.890.000. Entre 1844 y 1860. La producción de plata subió de $33.500 kilos en 1841 a 140.000kilos en 1856. El cobre aumento de 9.586.549 kilos en 1844 a 25.467.852 kilos en 1857.”[146] La Ley de Minería que reglamentaba el crédito, implantada con el régimen Portaliano, fue duramente criticada por Manuel Bilbao, Antonio Arcos y al argentino Mariano Fraguero[147]. En su escrito “La Organización del Crédito” (1850), Fragueiro caracteriza a los capitalistas como: Los ricos, los monopolizadores, los egoístas y tiranos. Por otro lado, el político liberal José Victorino Lastarria, en 1855, realiza una propuesta, para mejorar dicha situación: “La Moción sobre el fomento de la Industria minera del Norte”, que no tuvo acogida en el gobierno, sin embargo, ese mismo año el, “Congreso aprobó con gran bombo un contra proyecto presentado por el Ejecutivo en 1854 para el fomento de la agricultura, el que creaba la Ley de Fomento Agrícola y la Caja de Crédito Hipotecario con ese mismo objetivo”[148]. La realidad mostraba que al gobierno sólo le interesaba el fomento de la producción terrateniente, lo que fue minando cada vez más el apoyo al gobierno de parte de los mineros e industriales del norte chico. Ya en 1851 para lograr el apoyo político de estos en su elección presidencial, el entonces ministro Montt, promete a los ricos mineros de Atacama, suprimir gradualmente los derechos de exportación de los minerales a condición de lograr el apoyo de la provincia más rica de Chile. “Copiapó debe su voto a aquellos que mañana disminuirán los fuertes derechos de exportación que pesan sobre sus metales (...) Copiapó, por ejemplo, podría sujetar su voto en las próximas elecciones(al partido conservador) a condición de que se declarase puerto de tránsito el de Caldera”[149]. Fue así como el Colegio Electoral[150] de Copiapó eligió por votación unánime a Montt como Presidente de la República. El apoyo logrado por Montt fue doble; por una parte el de los empresarios mineros de Atacama y por otro lado, el del poderoso clan Gallo Goyenechea, clan al cual pertenecía por estar casado con su prima, Rosario Montt Goyenechea. Esto explica el apoyo que brindan los industriales mineros y el clan Gallo Goyenechea al gobierno para sofocar el alzamiento armado de 1851. Sin embargo, ocho años más tarde, la situación cambiará por completo. Las promesas electorales que Montt había contraído con los industriales mineros, no fueron cumplidas. “Hay claros indicios de que el gobierno decepcionó las expectativas económicas y políticas de los empresarios del norte. La supresión de los impuestos a la exportación de minerales, quedó en nada (...), es decir no se cumplió con una de las más importantes reivindicaciones de los mineros empresarios de Copiapó y a la cual habían condicionado su voto”[151]. Hacia 1858 las expectativas de crecimiento económico y material para la nación y en especial para Copiapó eran bastante pesimistas, debido a la crisis económica mundial que como país exportador de materias primas, nos azotó con desmesurada fuerza. Esto redundó en una fuerte baja en los precios del cobre, la plata, la harina y el trigo, además de la disminución en las exportaciones de estos productos, que eran los que abastecían el erario nacional. De igual forma, “La crisis coincidió con la decadencia de las exportaciones agrícolas a California y Australia, y con termino del auge naviero o mercantil que el descubrimiento de oro en esa regiones había dado a Valparaíso. La inauguración del ferrocarril del istmo de Panamá en 1855, también influyó en la decadencia del principal puerto chileno (...) El malestar alcanzó a bastos sectores del empresariado, en particular a los mineros del norte, que conformaron una de las bases sociales más importantes de la contestación al poder central. La baja en el precio del cobre provocó en Copiapó suspensión de compras, traspaso de minas y disminución de labores extractivas. La industria fundidora también fue afectada al ser suspendidas las faenas del laboreo de minerales de baja ley (...) los empresarios y propietarios copiapinos culparon al gobierno del agravamiento de la situación”[152]. El Copiapino así criticaba la situación: “Impuestos oneroso sobre los productos que el minero por primera vez quizás arranca a las entrañas del cerro después de largos años de trabajo y de ingerentes sumas empleadas en la explotación de una venero estéril. Contribuciones abrumadoras sobre los productos de la tierra, que en ninguna parte son más costosos y menos abundantes que en nuestro valle. Contribuciones sobre las industrias, sobre la exportación de nuestras pastas y minerales, pero contribuciones inequitativas, capaces de ahogar el germen los elementos del trabajo. Las multas con que aflige al pueblo, se elevan anualmente a una suma mayor de la que producen algunas aduanas del país (...), nuestra bonita ciudad va tomando el aspecto de una aldea (...) Copiapó, el rico Copiapó, hoy marcha moribundo encorvado con el peso de las exacciones (...), no hay duda que esto viene de muy arriba. ¿Quién va a las elecciones si el pueblo emigra?, sólo el empleado que le vende al gobierno alma y sufragio” [153]. El descontento acumulado
por los industriales mineros del norte chico y
los miembros más exaltados de la oposición al gobierno, determina
que estos con el apoyo tácito de la fusión liberal-conservadora, tramen
un levantamiento armado, que permita un cambio “radical” de gobierno.
De esta forma se pretende un cambio político, para desde allí, generar
un cambio económico que favorezca los intereses del sector industrial
minero. Si al descontento de los grupos empresariales y políticos
marginados del gobierno, le agregamos el odio y el resentimiento que el
“pueblo minero” tenía del sistema de dominación imperante, tendremos
entonces las condiciones ideales para el estallido revolucionario de 1859. Alianza Patronal-Proletaria o el
Aprendizaje político
|
1832 |
753800 |
1833 |
2165400 |
1835 |
1948100 |
1837 |
1344327 |
1841 |
1888576 |
1845 |
3529281 |
1847 |
4694392 |
Fuente: Atacama de Plata; Oriel Álvarez, 1979.
Con justa razón historiadores de la talla de Gonzalo Vial han
hablado de años increíbles o fabulosos, Osvaldo Silva, habla de que Chañarcillo
aporta el 75% de la producción nacional. - Por lo demás gracias a Chañarcillo
se construyeron grandes fortunas que
generaron importantes
inversiones para el conjunto de Chile, tal vez
uno de los proyectos más importantes fue la puesta en marcha de la
Locomotora de Caldera a
Copiapó, hecho antes analizado.
Chañarcillo
y su riqueza representaron a
inicios del siglo XIX, el momento histórico en que Chile se puso en
marcha.
La vida en Chañarcillo y el pueblo de Juan Godoy
Fue tal la avalancha de gente, que comenzó a llegar a Copiapó
y por supuesto al mineral de Chañarcillo, que pronto la solitaria serranía
era un hormiguero heterogéneo de hombres: Copiapinos y del resto de Chile, argentinos, peruanos, y bolivianos, lo
que desembocó en constantes robos, peleas, desorden y agitación. Chañarcillo
en Chile, superaba largamente a cualquier pueblo del salvaje oeste. El
azar, la aventura y el peligro eran parte del diario vivir, esto por
supuesto, iba en detrimento y deterioro
de la producción, ante tal
estado de cosas, la autoridad
y los principales empresarios, entre los que contaba Juan Echeverría,
Miguel Gallo, Adrián Mandiola
y otros deciden aplicar severas medidas,
entre las que destacamos a modo de ejemplo: La Ley Seca,
la prohibición de uso de los corvos o cuchillos, y por supuesto el
destierro de las mujeres de los campamentos. - Lo que provocó la crítica
mordaz del escritor Jotabeche: “Todo
se remedió al expulsar las mujeres de Chañarcillo y declararlo allí artículo
de contrabando. Por lo demás aquello era un portento social,
hombres barriendo, hombres haciendo las camas, hombres friendo
empanadas, hombres por todo, es
una colonia de maricones”.
El año 1845 el
presidente Manuel Bulnes y su ministro Manuel Montt, ante el lamentable
estado del campamento donde los hombres vivían prácticamente en cuevas,
autorizan la creación de un pueblo cercano al gran yacimiento.
Este
fue el llamado Pueblo de Juan Godoy,
que contó con un
cuerpo de policía, un teatro, una Recova o Mercado, oficinas para el
Estado, y por supuesto una Iglesia, posteriormente se funda una escuela
exclusivamente para hombres, pero entre 1848 y 1849 se crea una escuela de
mujeres, el avance en el campo
de la educación llega a un
buen momento, tanto así que en 1876 se crea una escuela de expertos en
temas mineros. - Con el correr del tiempo
la villa sufre diversos altibajos. - Si seguimos al historiador
Oriel Álvarez, podemos afirmar que hacía 1880 el pueblo contaba con una
población superior a 7000 personas, y donde además se instaló una
estación de ferrocarriles, un hospital y se trazó un pertinente
diseño urbanístico, las calles horizontales
recibieron los nombres de: Pajonales, Teatro, Lavelle, Ferrocarril,
Koning, Errázuriz, Pinto y Minero. Mientras que las
calles trazadas verticalmente
fueron: Bío Bío, Lastarria, Matta, Comercio, Gallo, San Martín,
y Blanco.
Es difícil arribar a una conclusión definitiva en este tema, dado que la historia jamás nos muestra imágenes fijas, la realidad se nos muestra siempre cambiante, y la historia tiene la capacidad de re interpretarse al ritmo de los tiempos, pero, si podemos decir o sentar que hubo consecuencias producto de lo que significó Chañarcillo en la economía y la historia chilena. Lo primero es que Chañarcillo y su enorme riqueza, le dio la posibilidad a la joven república de organizarse económicamente, que producto de las inversiones mineras se forjaron algunas de las más grandes fortunas, las cuales se mantienen hasta el presente, que Chañarcillo generó un acelerado proceso de industrialización y una revolución en los transportes y comunicaciones, con la puesta en marcha del ferrocarril en Chile. También creemos desde nuestra perspectiva; generó un quiebre en el pensamiento político en Chile.
Por
último, decir en relación al mineral de Chañarcillo, que los años posteriores, en especial durante el siglo XX,
tanto la riqueza de la plata, como el pueblo comenzaban a vivir sus
últimas horas. Hubo un
intento durante el periodo de la dictadura militar de poner nuevamente en
funcionamiento este mineral, pero fue más un despojo, que un aporte serio
por revivir
a Chañarcillo.
Oriel
Álvarez, relata de modo anecdótico que el cementerio del pueblo va a
sobrevivir al pueblo de Juan Godoy, pero también el cementerio sobrevivirá
a la grandiosa riqueza, hoy casi nada queda de aquello.
Lo que Copiapó y la
historia de Chile no pueden olvidar es que Chañarcillo puso en movimiento
y sostuvo la economía de la naciente república chilena. Como también,
que fue Chañarcillo y su riqueza el origen
de lo que sería 27 años más adelante, la revolución de la plata
de 1859.
Juan
Godoy
El
Descubridor y la Desgracia de su Pobreza.
Juan
Godoy, hijo de Flora Normilla, nacido en el año 1800, llevó en sí el trágico
sino de nacer y morir en la pobreza, sin importar que haya sido el
descubridor de una de las riquezas más grande que tuvo Chile en el siglo
XIX.
El
arriero Juan Godoy, tuvo como cuna, el pueblo de Indios de San Fernando,
fue bautizado e inscrito en
Copiapó, siendo ya un niño mayor. El
joven Juan fue por supuesto analfabeto y prontamente empezó a ayudar a
Flora Normilla, su madre, primero cuidando
cabras, para luego
ejercer como agricultor. También se cuenta entre sus oficios, el haber
sido minero, para finalmente como nos lo cuenta el Historiador Sayago,
siendo un joven fuerte y bien constituido, dedicarse a acarrear leña en
las cercanías de Chañarcillo.
Entre
el 16 y 19 de Mayo de 1832, es decir desde el descubrimiento hasta el
pedimento de la pertenencia minera, la vida de Juan Godoy iba a dar un
vuelco extraordinario. El joven mestizo y analfabeto que nunca conoció a
su padre, era ahora inmensamente rico.
La
nula instrucción de Juan Godoy, lo llevó a vender su parte y la de José,
su hermano menor. Los derechos de
venta del descubrimiento ascendieron a $ 8245 pesos, a la época hablamos
de una pequeña fortuna.
Pero, la cifra es ridícula, si la comparamos con las exageradas ganancias
de quienes se quedaron con el total de la pertenencia, o de otros grandes
empresarios mineros. Si tomamos la cifra de producción de 1834, vemos que
la ganancia fue de $ 1.520.000., es decir, al pobre Juan Godoy se le pagó
un 0.5% de la riqueza que se comenzaba
a generar.
Extrañamente,
Godoy que había sido huérfano y
casi un solitario, le surge una enorme
cantidad de tíos, primos y una mayor cantidad de amigos.
Tal
vez es Jotabeche quien mejor ha descrito la nueva
vida de Juan Godoy: “A una comida le sigue un baile, al baile las muchachas, a las muchachas el almuerzo, al almuerzo la
timbirimba”. - La pequeña fortuna de Godoy iba en rápido descenso,
a lo que se le sumó los malos negocios que lo dejaron nuevamente en la
pobreza. - Ante tal situación,
Miguel Gallo su ex patrón y ex socio,
le permitió trabajar la mina la Descubridora, en lo que se conocía
como la “Dobla” o “Pechada”, que consistía en un tipo de trabajo que
no excedía de las 24 horas semanales y era un contrato de palabra entre
amigos. Este trabajo le permitió ganar la fabulosa suma de $ 14.000
pesos, con este dinero Juan Godoy se trasladó a
la ciudad de La Serena, donde se desempeñó como agricultor. Al
parecer al morir Godoy, se encontraba en una situación de gran pobreza,
esto se concluye, ya que la viuda y los hijos debieron ser socorridos económicamente
por la Junta Minera de Copiapó. Todo indica que el año 1845 el
descubridor ya había muerto.
Capítulo
IV
De la colaboración con el Estado a la protesta regionalista:
la Junta de Minería de Copiapó (1841-1859)[205]
Tras los procesos independentistas, los estados hispanoamericanos se encontraban en formación y buscaban generar gobernabilidad. Necesitaban crear una situación de estabilidad política que les permitiera legitimar y dar continuidad al nuevo orden republicano y al mismo tiempo ser eficaces en la acción gubernativa. Sin embargo, su debilidad les impedía asumir por sí solos estas funciones, problema que se volvía aún más dramático hacia las zonas periféricas o fronterizas. En estas condiciones, los representantes locales de los Estados debieron generar alianzas con diversos actores locales para hacer efectiva su capacidad de gobernar. Sin embargo, dicha situación fue en muchos casos traumática. A medida que los estados crecían, mientras avanzaba el siglo XIX, quisieron expropiar funciones y controlar a estos actores locales con quienes habían pactado anteriormente. Comunidades indígenas, cabildos y milicias, entre otras instituciones, eran algunos de los cuerpos del antiguo régimen que en determinados momentos fueron funcionales a los nuevos regímenes republicanos, pero que a la larga tuvieron conflictos de atribuciones con los estados en formación y sus tendencias a la centralización. Así, los conflictos regionalistas del siglo XIX podrían explicarse, en parte, por la resistencia de estos grupos de identidades corporativas a renunciar a sus atribuciones y privilegios[206].
En el caso de Chile, las guerras civiles de la década de 1850 nos muestran la presencia de algunos conflictos de este tipo, los que se hacen especialmente notorios en las provincias del norte minero y en la frontera Mapuche[207]. En esta ponencia nos centraremos en el caso de Copiapó, ciudad que fue cabeza del levantamiento en armas de la provincia nortina de Atacama contra el “gobierno de Santiago”, en el marco de la Guerra civil de 1859. Analizaremos cómo el conflicto generado en torno a las atribuciones que debía tener la intendencia por sobre instancias de representación corporativa de los mineros de la localidad, produjo una fuerte tensión regionalista y fue uno de los factores que ayudaron a desencadenar la Guerra Civil.
Debemos recordar que hacia fines del siglo XVIII, la legislación minera borbónica incentivó la organización local de los mineros en instancias gremiales, a las que transfirió importantes atribuciones administrativas y judiciales. Con el advenimiento del orden republicano, y el auge de la minería de la plata en la provincia de Atacama en la década de 1830, los representantes del gobierno central revivieron dicha práctica. Así, fomentaron la agremiación de los mineros y la creación de una Junta de Minería que los representara en Copiapó. Los magnates mineros de la zona controlaron la institución y desarrollaron excelentes relaciones con las autoridades gubernamentales, las que permitieron que dicha Junta asumiera importantes funciones. Estas incluían la remuneración y organización de los cuerpos armados policiales y de las autoridades político-administrativas, judiciales y religiosas en los asientos mineros.
Al igual que en el período Tardocolonial, la capacidad de los nuevos gobiernos republicanos para gobernar con efectividad en las zonas mineras requería del apoyo de los mineros agremiados. En este afán, el gobierno transformó a estos actores locales en sus agentes, pero no formalizó dicha situación: Podía permitir amplios márgenes de autonomía a la Junta y encomendarle importantísimas tareas. Sin embargo, entendía dicha delegación de funciones como un hecho de carácter temporal, basado en la costumbre. De hecho, prontamente, hacia mediados de la década de 1850 los Intendentes intervinieron la Junta controlando sus recursos y nombrando sus miembros. La reorganización de la Junta de Minería volvió a avivar una tradición corporativa que había creado la legislación minera dieciochesca. Los afanes centralistas del gobierno chocaron con ella y colaboraron en la génesis de un importante conflicto regionalista.
El
Reformismo Borbónico y la Formación de los “Gremios de Minas” en
Chile
La legislación minera borbónica indujo y reforzó la agremiación, a la vez que fomentó el surgimiento de instancias de representación corporativas entre los mineros. En efecto, en el Chile colonial no existía una tradición de organización colectiva al interior del mundo de la minería[208].
Esta tendencia a la disgregación fue rota hacia fines del siglo XVIII, cuando la legislación minera de la Capitanía General de Chile fue reformada mediante la adopción de las Ordenanzas de Minería de Nueva España. La aplicación de las Ordenanzas implicaba la creación de un Tribunal de Minería, institución que debería hacerse cargo de la administración, la justicia y el fomento minero. Es importante resaltar que si bien la aparición de esta institución significaba la creación de un órgano administrativo central, al mismo tiempo alentaba la formación de un “gremio minero fuerte”. En efecto, según las ordenanzas, los cargos del tribunal: “Eran electivos y sus componentes”. Estos debían ser “elegidos por representantes de los gremios mineros locales”, los que eran representantes, conocidos, tales como diputados territoriales, a su vez, debían ser elegidos en cada localidad[209].
El impulso dado al gremio de minas, se vio acompañado por un reforzamiento de su organización y poder en el ámbito local. Las ordenanzas establecían la formación de Diputaciones Territoriales en las localidades mineras. En ellas, los Diputados Territoriales, aparte de sus funciones representativas, tendrían atribuciones judiciales, administrativas y de fomento del ramo. Los diputados debían ser elegidos por una Junta de Mineros en enero de cada año, mediante votación, por el gremio local de minas[210].
Por ello, cabe preguntarse quiénes podían formar parte del gremio de minas. Es necesario recordar que la legislación permitía que la composición social de dichos gremios fuese relativamente amplia, desbordando los márgenes elitarios[211]. Incluso los dueños de pequeñas propiedades mineras podían hacerse parte del gremio. Por lo demás, la legislación minera generaba tendencias a la proliferación de la pequeña propiedad[212].
La legislación minera es un ejemplo interesante para comprender los mecanismos de acción utilizados por la administración colonial en sus afanes reformistas durante el siglo XVIII. El impulso reformista borbónico se ha tendido a asociar a un incremento de la centralización administrativa[213]. Sin embargo, la legislación minera es un ejemplo de cómo sus efectos fueron contradictorios. En aras de llevar adelante una política de fomento y de poder hacer efectiva la administración y la justicia en las zonas mineras, la administración colonial se esforzó en crear gremios, organizarlos y darles atribuciones administrativas y judiciales. La administración colonial requería del apoyo de los mineros para hacer efectiva la gobernabilidad local, organizándolos y delegando funciones con sus instituciones gremiales. En este proceso incluso fueron incorporados sectores ajenos a la élite[214].
Sin embargo, se vuelve necesario recordar que la adopción de la legislación minera novohispana en Chile fue paulatina. Así, durante el período Tardocolonial podemos distinguir dos fases principales: la primera, que corresponde al período transcurrido entre los años 1787 y 1801, y la segunda entre los años 1802 y 1818.
Durante la primera etapa, las ordenanzas mineras novohispanas comenzaron a aplicarse en Chile, de manera parcial. En vez de un Tribunal de Minería, se instaló una Real Administración del Importante Cuerpo de Minería, a diferencia de su modelo mexicano, la institución chilena quedó estrictamente subordinada a la Superintendencia General Subdelegada de Real Hacienda. En el ámbito local, la institucionalidad minera fue adaptada a la Capitanía General de Chile según un modelo más centralizador. En efecto, no se llevaron adelante elecciones de Diputados Territoriales y, por lo mismo, las juntas y reuniones de mineros tuvieron un carácter eminentemente consultivo. Esta situación cambió con el advenimiento del siglo XIX, cuando durante una segunda etapa, se avanzó en una aplicación más ortodoxa de la legislación minera novohispana. En 1801, mediante una real orden, la Corona española dispuso la adecuación de la Real Administración de Minería a su matriz mexicana, Transformándose en Tribunal de Minería[215]. Este cambio también implicó transformaciones locales. Así, se organizaron diputaciones territoriales, principalmente en la zona norte de la capitanía general, donde se pretendía conformar las matrículas de mineros para realizar las elecciones de Diputados[216].
Queda claro cómo la legislación minera tuvo en Chile un sesgo de carácter
más bien centralista. Las instituciones mineras comprendidas en la
Ordenanzas fueron, originalmente, adaptadas de tal manera que dependieran
de órganos de la administración colonial. La conformación de las matrículas
de mineros, y la realización de las elecciones, fueron procesos más bien
lentos. Los estudios existentes tienden a coincidir en que se trató de
avances impulsados “desde arriba” por la administración colonial,
ante mineros que tenían escasas tradiciones organizativas y no conocían
las prácticas electorales[217].
Sin embargo, al finalizar la primera década del siglo XIX, ad portas de
las Guerras de Independencia, las tendencias a la agremiación ya habrían
arraigado en las diputaciones del norte de la Capitanía.
La
Creación de una Junta de Minería en Copiapó
Esta situación se hizo evidente en Copiapó, al respecto, se hace necesario destacar que la aplicación de las ordenanzas y la política de fomento minero se llevaron a cabo en la zona de manera paulatina, y que las prácticas electorales nunca alcanzaron la regularidad que imponían las leyes. Sin embargo, las tendencias a la agremiación sí se hicieron patentes. Los mineros se agruparon en instituciones de carácter gremial y la posibilidad de interlocución con instituciones específicas para su actividad los incentivó a articular sus demandas de manera colectivas.
Tras su visita a los partidos del norte, el gobernador O´Higgins, ordenó la realización de una visita general, con el fin de inspeccionar los trabajos mineros, labor que encomendó al Administrador General de Minería, Dr. Antonio Martínez de Mata. El administrador arribó a Copiapó en diciembre del año 1789. Luego de ponerse al tanto sobre el estado de la industria minera en la zona, procedió a reunir al gremio minero del partido. Ésta situación permitió a los mineros presentarse como grupo ante las autoridades, articulando petitorios de demandas de carácter general con aspiraciones viables de reconocimiento. Cabe cuestionarse qué clase de mineros eran los que se estaban juntando. Hay que destacar, que nos encontramos ante una reunión de carácter elitista. En efecto, la reunión de mineros realizada bajo los auspicios de Martínez de Matta, no agrupaba al gremio de minas en el sentido amplio que estipulaban las ordenanzas novohispanas. Por el contrario, se reunió a un total de 33 mineros, un número extremadamente reducido de propietarios de minas para la zona. Se trataba de una reunión de notables, en que participaban miembros de la élite local que tenían calidad de vecinos, y en que tuvieron una fuerte predominancia algunos miembros de familias poderosas de la zona[218].
Fuera de la generación de vínculos de solidaridad colectiva en torno a
aspiraciones comunes, la visita tuvo una proyección institucional de
enorme trascendencia: La creación de una Junta de Minería en Copiapó.
En efecto, se instaló una reunión de mineros notables que asumiría la
representación corporativa del gremio de minas. El nuevo organismo se haría
cargo de la superintendencia del ramo el Partido, se encargaría del
fomento minero, informaría sobre la situación de su actividad a las
autoridades y se transformaría en un interlocutor válido ante ellas. La
Junta debía estar compuesta de siete miembros, quienes a su vez deberían
designar a sus sucesores para el año siguiente. De este modo, se generó
una situación de connivencia entre los intereses de las autoridades en
Santiago y la élite minera local, que contrariaba las orientaciones
generales dictadas por la legislación minera Borbónica. Las autoridades
coloniales en Santiago nombraban una junta de minería entre los notables
locales copiapinos, a la que se autorizaba para autoreproducirse. Esto, a
despecho de las ordenanzas mineras que apuntaban hacia la creación de
gremios reunidos en torno a la propiedad minera, sin mayores barreras
sociales de entrada y con elecciones abiertas. Dicha lógica persistió en
el tiempo. A lo largo de las
dos primeras décadas del siglo XIX, la Junta de Minería continuó
existiendo como un órgano de notables locales, que se autoreproducía,
evitando las tendencias a una agremiación masiva[219].
La
Junta de Minería bajo el Orden Republicano y la Agremiación Informal
de los Mineros
La existencia en Copiapó de una junta de minería, compuesta de notables mineros y con tendencia a la autoreproducción se perpetuó durante los primeros años del régimen Republicano. Sin embargo, hacia comienzos de la década de 1820, en la misma época que los gobiernos independientes acometían al desmantelamiento de la institucionalidad minera borbónica, se pierden los rastros de la Junta copiapina.
Pese a ello, de manera informal y esporádica, se mantuvo una tendencia a la agremiación, la que fue fomentada por las nuevas autoridades republicanas. Esto se debía, principalmente al auge vivido por la minería en la zona tras el descubrimiento del mineral de Chañarcillo en 1832. En efecto, las autoridades locales nombradas por el gobierno central fomentaron en diversas ocasiones el resurgimiento del “gremio de minas”, para facilitar la mantención del orden público y la tributación en los asientos mineros. Se vuelve necesario recordar, que el desarrollo minero transformó a la zona en un polo de atracción para grandes concentraciones de peones itinerantes. Por lo tanto, la necesidad de crear instituciones para mantener el orden público se volvió apremiante. En este marco, la debilidad de los agentes del gobierno central se hizo patente. No es extraño que estas autoridades hayan convocado en reiteradas ocasiones al Gremio de Minería, de esta manera, podían “externalizar” –temporalmente- sus funciones, asignándoselas a los empresarios interesados[220]. De este modo, los notables mineros locales de Copiapó se convirtieron, en la práctica, en verdaderos agentes del Estado: El gremio de minería continuó siendo un factor clave para la gobernabilidad local.
A medida que avanzaba esta última década, las tendencias a la agremiación de los mineros adquirieron más fuerza. En un comienzo fueron retomadas como una iniciativa particular de los grandes mineros de la zona, con la tácita venia de la intendencia. De este modo, en abril de 1846 se instaló una autodenominada “Comisión Representativa del Gremio de Minería” del departamento de Copiapó. Se trató de una reunión privada a la que asistieron grandes mineros. La Comisión decidió también encargarse de la administración de los fondos del gremio.[221]
Junto con tomar providencias para la mantención del orden público, organizando y pagando a los policías en los asientos mineros, llegaron incluso a fijar el sueldo y pagar al subdelegado de Chañarcillo. Así se responsabilizaban de remunerar, y en cierto modo pasaban a controlar, a la autoridad gubernativa de esa zona minera. Del mismo modo se encargaban de proponer a la intendencia los nombres de personas para ocupar dicho puesto. Fuera de estas funciones, asumieron la responsabilidad de la compostura de caminos en la zona[222].
La Junta obtuvo reconocimiento oficial en 1848, cuando en julio de dicho año más de 40 mineros se reunieron en la Sala Municipal de Copiapó por invitación del Intendente Manuel José Cerda. Los asistentes acordaron en forma unánime nombrar una comisión compuesta por siete secretarios y cuatro suplentes, la que se encargaría de representar los intereses del gremio. Esta “Comisión” o “Junta de Minería” recibió las facultades de: “Dar su opinión y hacer peticiones a las autoridades sobre todas las medidas que sea de provecho adoptar en la protección de la minería, formar los reglamentos necesarios para la buena administración de los minerales y aguadas, intervenir en la administración de los fondos pertenecientes a este ramo y representar en todo lo que fuese necesario a los dueños de las minas”. Una vez creada, la comisión celebró su sesión de instalación el 20 de octubre del mismo año, en la que se acordó, por unanimidad, conceder su presidencia al Intendente de la Provincia, quien pasó a ser considerado -retomando la nomenclatura borbónica- como Diputado de Minas[223]. Así, se repetía la situación Tardocolonial, en la que un grupo de mineros, con un fuerte predominio de notables se arrogó la representación del gremio local, en connivencia con las autoridades político-administrativas de de la zona.
Si bien la Junta obtuvo un importante nivel de reconocimiento por parte de la Intendencia, no se hicieron esfuerzos serios por formalizar su situación. Se trataba de una institución que revivía por voluntad de los actores interesados y se normaba por la costumbre. Así, la composición del gremio, sus mecanismos de elecciones y su relación con la Intendencia no se explicitaron, a pesar de ser de un ente colaborador con el Estado de suma importancia para la gobernabilidad local, que asumía varias de sus funciones ante su debilidad económica y lejanía. El Estado en construcción podía recurrir a estas instancias, siempre que fueran de carácter informal para subsanar sus falencias, pero no podía legalizarla ni institucionalizarlas a riesgo de hipotecar, a mediano y largo plazo, sus atribuciones. Esta situación refleja la existencia de una distinción entre actores estatales y no estatales, y que la delegación de funciones en estos últimos era asumida como una situación circunstancial[224].
Sin embargo, la relación de cooperación entre la Junta de Minería y el
Gobierno Central se mantuvo hasta mediados de la década de 1850. En
general, la Junta estuvo constituida por grandes magnates mineros y de
“vecinos respetables”, vinculados a la propiedad minera en la región
y la intendencia continuó delegando en ellas funciones de orden público,
vialidad y pago de sacerdotes y funcionarios en los asientos mineros.
Protesta
Regionalista,
Liberalismo
y Tradición Corporativa
Las divergencias con la Intendencia no tardaron en aparecer. A comienzos del año 1855, por primera vez se enfrentaron una lista apoyada por la Intendencia contra otra que señalaba representar los intereses independientes de “los mineros”. Ambas estaban encabezadas por magnates mineros, sin embargo, la lista opositora se presentó ante la elección con un discurso crítico de las autoridades salientes. La lista también presentó un programa de acción en donde defendía medidas de intervención del estado para fomento de la minería en favor de los pequeños y medianos mineros[225]. La elección se realizó en la Sala Municipal en la tarde del 1° de enero, con una “numerosa concurrencia de mineros”. Aunque el intendente intentó aplazar la elección postergándola un día, fracasó en su cometido, obteniendo el triunfo la lista independiente encabezada por el joven magnate Pedro León Gallo. La amplia movilización electoral, reflejó una participación de sectores más amplios de la minería. Las tendencias a una agremiación masiva y las prácticas electorales competitivas se instauraban por primera vez de manera efectiva.
Sin Embargo, esta situación cambió abruptamente en 1856, cuando el día dos de enero se reunieron en la sala de la Intendencia con sólo algunos de los vocales de la nueva Junta[226]. La Intendencia estaba interviniendo la Junta de Minería, y pasaba a nombrar sus miembros. Para tomar esta determinación, sostenía que no había “reglamento ni disposición alguna”, que determinara la forma de elegir a los miembros de la institución, “ni las cualidades que debían tener los electores”. Planteaba que dicha situación se prestaba habitualmente a excesos, permitiendo la admisión de individuos “sin título de ningún género y más calificativo que su dicho de ser minero”[227]. El brazo provincial del Ejecutivo destacaba la importancia de la corporación local de mineros, sobre todo por el aporte de sus fondos a la administración local. Sin embargo, pretendía anular su rol de organismo deliberativo, evitando cualquier oposición a las medidas del Gobierno. De este modo, al intervenir las elecciones de la Junta, se procuraba colocar en los puestos de vocales a partidarios de la Intendencia, pero a la vez, se respetaba la presencia de los notables por una suerte de derecho propio, aunque hubiesen adoptado actitudes disidentes. En el marco de un Estado débil, el proceso de centralización administrativa apuntaba a controlar las instituciones corporativas locales y sus recursos, no a reemplazarlas.
Sin embargo, dicho concepto de la administración chocaba con la complejidad social que había adquirido la provincia. En Atacama se había constituido una economía donde la pequeña y mediana propiedad minera tenía una presencia importante y visible. En estas condiciones, el auge de la minería, con el consiguiente incremento de la inmigración, había aumentando la importancia de sectores extraelitarios que tenían un nivel de alfabetización e ingresos que les permitían acceder a la ciudadanía[228]. En dicho ambiente, no era extraño que hombres de estos sectores, muchos de ellos pequeños comerciantes o profesionales liberales-, tuvieran participación en sociedades de explotación minera.
Por lo mismo, la decisión de la Intendencia desató airadas protestas. Estas fueron encabezadas por el periódico El Copiapino, cuyos editores pretendían movilizar a los sectores excluidos por la Intendencia. El diario, dirigido por José Nicolás Mujica, publicista de origen santiaguino que era dueño de pequeñas propiedades mineras, había asumido una posición de franca oposición al gobierno y sus páginas destilaban un liberalismo de tintes plebeyos y antioligárquicos. No era extraño entonces, que el diario asumiera una postura combativa, proclive a los intereses de la pequeña minería, conjugándola con las ideas de la oposición liberal.
El afán democratizante de El Copiapino se fundía con el reclamo autonomista. En su campaña de oposición a la medida del intendente, pretendió defender los derechos de corporaciones que estaban legitimadas por el paso del tiempo y la anterior aquiescencia de la autoridad; a la vez que resaltó el derecho de todos los propietarios de minas a participar de la elección de sus representantes y el control de los recursos que provenían de sus impuestos[229]. El alegato de El Copiapino recogía elementos propios de una tradición corporativa, como la legitimación de las instituciones locales por la costumbre, fundiéndolos con un liberalismo de carácter democratizante que promovía la inclusión de algunos sectores extraelitarios. Los reclamos de El Copiapino asociaron los intereses económicos de los pequeños mineros y la defensa política de las libertades locales. Así, al defender la autonomía de la Junta, también defendía algunas de las ya tradicionales protestas económicas de los mineros. Sobre este punto, es necesario destacar que los reclamos por mayor autonomía económica estaban asociados a un localismo de carácter corporativo. Según la protesta de El Copiapino, la Junta de Minería, elegida por el conjunto de los propietarios mineros, debía administrar en forma independiente una porción mayoritaria de las recaudaciones locales y debía canalizar las demandas económicas de los mineros[230].
La polémica puede ser considerada como el efecto de la formación de una opinión pública local, compuesta por sectores ajenos a la élite, pero con acceso a la lectura, a la ciudadanía y, en muchos casos a la propiedad minera. Los representantes de estos sectores, en el ámbito de la prensa y de los “clubes políticos”, rescataron en su discurso elementos propios de una tradición corporativa de notables, que se había forjado en el siglo XVIII. Sin embargo la reinventaron, asociándolas a nociones de ciudadanía más abiertas y masivas. Esta situación, que se hacía en parte posible por el carácter informal de las instituciones corporativas de la minería copiapina, nos muestra la plasticidad del discurso liberal[231].
Aunque el control de la Intendencia sobre la Junta de Minería se mantuvo hasta fines del año 1858, sus formas se moderaron. Así, se siguió evitando la realización de elecciones abiertas, aunque se respetó la opinión de algunos de los mineros prominentes, a quienes se intentó atraer más sutilmente a través de mecanismos de cooptación. A fines de 1856, la convocatoria a la elección se hizo mediante “invitación nominal” a ciertos “mineros respetables”, residentes en la ciudad a participar en una reunión en la Sala Municipal de Copiapó[232]. De este modo se rescataba la formalidad del acto electoral, pero se mantenía la tendencia a intervenir las corporaciones mediante el nombramiento de partidarios de la administración, restringiendo el margen de la de oposición a un reducido grupo de notables locales cuyo derecho a participar no era cuestionado[233]. Las invitaciones nominales a mineros notables por parte de la intendencia se mantuvieron en la elección de marzo del año 1858[234].
Durante todo este período, los mecanismos de renovación de las juntas de minería fueron arduamente criticados por la oposición.[235] El Copiapino declaraba la nulidad de los mecanismos de elección de la junta, sosteniendo la necesidad de “hacerla popular”, para que fuese válida, evitando que esta quedase circunscrita a un grupo de sujetos “elegidos para elegir”. Sólo de este modo, la Junta de Minería sería el producto del “voto independiente de una mayoría apta para el ejercicio de un derecho ya reconocido” [236]. La crítica de El Copiapino, también acusó a la intendencia de actuar arbitrariamente al designar los representantes que manejarían los caudales que los mineros habrían erogado voluntariamente[237]. No era extraño que desde las páginas de El Copiapino se mostrara a la Junta de Minería como una corporación local, nacida como una asociación voluntaria, y destinada a representar los intereses de todos los productores mineros en un sentido socialmente amplio[238].
La situación sufrió un giro al finalizar 1858. La elección de Junta de Minería realizada el 30 de diciembre de dicho año significó una vuelta a prácticas más masivas de elección.[239] El nuevo Intendente, José María Silva Chávez, en un afán de pacificar los ánimos de la oposición y de evitar reclamos de intervencionismo, invitó “por el periódico oficial a una reunión general para el 30 de diciembre a las 12 del día a la sala municipal”. Fuera de la convocatoria, intentó generar una mayoría proclive al gobierno, esforzándose especialmente en enviar esquelas a sujetos supuestamente adherentes de la administración. Sin embargo, quedó impotente ante la actuación de los opositores. En efecto, de los invitados por el Intendente no concurrieron más que cuatro. Por el contrario, Pedro León Gallo, acaudalado miembro de una de las familias más importantes de la zona, se presentó acompañado de 20 a 25 hombres, todos miembros del Club Constituyente, “partido” que agrupaba a la oposición compuesta por los liberales “populares” y por los conservadores disidentes del Gobierno. Como resultado de esta operación, los vocales elegidos para componer la nueva junta fueron, en una abrumadora mayoría, opositores al Gobierno. Cabe destacar cómo, a excepción de Blas Ossa y José Antonio Moreno, todo el resto de la junta era parte del Club Constituyente y, sólo seis días después, tomaron las armas para hacer estallar la Revolución Constituyente en Atacama.
Según el intendente Silva Chávez se trataba de “la Junta más ridícula” que podía tener Copiapó. Los juicios del intendente dicen relación con la composición que adquirió la nueva Junta de Minería, en la que adquirieron protagonismo personajes de oposición, varios de ellos sin mayores fortunas y muchos de ellos de los sectores más radicales. Silva Chávez, Informó a Manuel Montt que había pensado hacer salir de la sala a los votantes que el consideraba no calificados, sin embargo: Esto no habría producido más que un desagrado y material para hablar de tiranía, cuando con esta medida no podría ni empatar el sufragio, pues es tan grande la diferencia que tuve que resignarme a sufrir, que al haber previsto yo un caso semejante no habría hecho tal elección y habría dejado la junta de 58 para 59, pues no hay estatutos ni reglamento alguno, y todo se hace por costumbre[240].
Seis días después, estalló la Guerra Civil de 1859 y la provincia de Copiapó se declaraba “separada” del “gobierno de Santiago”. La guerra civil tuvo un claro tinte descentralizador y transformó en sus banderas la reforma en la constitución. Uno de los primeros actos de los líderes revolucionarios, junto con solicitar el apoyo de la corporación municipal, fue solicitar el apoyo del gremio de minas local.
Estos actos reafirman la mixtura entre liberalismo y regionalismo, y a la vez resaltan el carácter corporativo que esta última corriente adquirió en el norte chileno en el siglo XIX. Sectores Sociales extraelitarios, pero que eran parte del espacio público, reinterpretaron la tradición corporativa y la tiñeron de un liberalismo de corte democratizante. La Junta de Minería, institución que desde el último cuarto del siglo XVIII había sido un reducto de familias de magnates mineros y notables locales, fue vista como una contención a los afanes centralizadores del ejecutivo y como un espacio representativo de amplios sectores del mundo minero.
Capítulo
V
Sistematización
Cronológica de las Etapas de la Revolución Constituyente
En distintos trabajos, ya sean estos investigaciones o algunas reflexiones en torno a la historia, nos hemos recurrentemente preguntado: ¿Qué es la historia y cómo entronca con la historia regional?. También, ronda la pregunta para saber: ¿Cuán importante puede ser la historia regional en nuestra vida, en el rescate de nuestra identidad, en el poder hacerla extensiva a todos y a todas… y cómo esta aporta al realmente al desarrollo de la región?. Y siempre nuestra respuesta, es un acercamiento al concepto de lo que entendemos, es la historia y su labor como creadora de conciencia social, política, territorial de clase, de género, nuestra idea de la historia es que; La historia es la captación, conocimiento, análisis y comprensión de la vida del ser humano y de las sociedades. En la historia está contenido el origen de la mujer y del hombre, de las comunidades y sociedades, las lucha, los procesos económicos, proceso de cambios y continuidad, el ascenso político, las ideas, el desarrollo del arte, de la ciencia y la tecnología, las mentalidades, etc. En definitiva, la historia siendo una ciencia cuyo objeto de estudios es la humanidad, es también una herramienta para comprender el presente y adaptarnos al mañana. Esa ha sido nuestra constante definición, y hoy también la usamos, pero debemos agregar que pensamos que cuando se estudia y se analiza la historia regional ésta adquiere mayor valor, dado que la historia regional permite la sinergia, haciendo de la construcción histórica una cimentación más amplia, democrática y representativa, y por tanto más comprensible y vívidas para las comunidades. En otras ocasiones hemos ocupado la propuesta del historiador, Doctor Antonio Morales, quien en su curso de historiografía comparada esbozó la siguiente idea: “La Historia Regional tiene un carácter eminentemente reivindicativo, y hoy día esta historia es irrenunciable, ya que permite arrinconar a la historia de corte centralista”[241]. El arrinconar la historia centralista es generar una historia más extensiva y con otros actores, los que no son parte recurrente de la narrativa, es hacer una historia del pueblo, quien no emerge recurrentemente en los libros de historia. Al respecto Salazar ha planteado lo siguiente: “No aparece el pueblo y/o masa ciudadana como principal actor de su destino o el único héroe que debió y debe ser.[242]
La historia tratada así, entonces, deja de lado la sempiterna historia chilena de tipo oligárquica y centralista, para abrirse a una historia más vital e inclusiva.
Por lo
anterior, es que
hemos
detectado la necesidad,
en especial en este tema, de recopilar nuevos antecedentes, revisar nuevas
fuentes, criticarlas y reinterpretarlas, pero también poner en
conocimiento una serie de fuentes, con el fin de poder trabajar una
de las más importantes historias de
Atacama, desde sus primeras etapas
hasta el desenlace de la revolución de 1859. Una historia que
consideramos debiera generar consciencia política
y social, que permita reencontrar nuestras raíces, para la
generación de un fuerte sentido de pertenencia y de identidad. Elemento
central para avanzar en descentralizar el país,
y de verdadero desarrollo integral,
cualquier otro intento, sin el elemento histórico, es estéril, y está
destinado al fracaso. De allí la centralidad vital de reconocer en
Atacama y su historia una herramienta progresista de construcción de
distintos escenarios futuros.
Para abordar la sistematización de la revolución de carácter constituyente en 1859, liderada por Pedro León Gallo Goyenechea, pero a la cual concurren otros actores como José Cabezón, Anselmo Carabante, Nicolás Mujica, Ramón Arancibia, Felipe Matta, Pedro Zapata, José Antonio Peña, quien organiza la legión huasquina. la gran representación de Vallenar y del valle del Huasco en el levantamiento de 1859, y especialmente el calderino José Sierra, último Intendente Constituyente, hombre del bajo pueblo y cuya adhesión revolucionaria data desde el ataque al cuartel de policía del 5 de enero. En opinión del historiador Joaquín Fernández Abaroa, fue uno de los que participó en el asalto al cuartel de policía el 5 de enero dando con ello comienzo de la revolución, nos parece imprescindible decir que esto no es el relato de la revolución, sino una herramienta para adentrarse en su estudio. Partiremos afirmando que este hito generador de procesos es un movimiento pluriclasista y revolucionario, con sus crisis y contradicciones internas, y que se dio en un determinado marco contextual; la opresión política del modelo portaliano y de la constitución conservadora de 1833.
El contexto histórico más específico nos muestra también que el factor económico y político coyuntural son detonantes para el estallido social y armado. La revolución vive distintas etapas. Ellas presentan sus singularidades y hacen del todo un momento de corte y de cambio profundo en la historia chilena, después de la revolución constituyente, los conservadores ultramontanos ( cercanos a la iglesia, y los herederos de la aristocracia terrateniente del valle central), como los conservadores nacionales, también parte de la oligarquía, pero cercanos a las profesiones liberales y al aparato público, defensores del estado y sus prerrogativas mediante la constitución Portaliana de 1833, denominados montt-varistas, deben paulatinamente alejarse del poder y con ello adviene el cambio en la historia chilena.
Lo primero a considerar es que después de la revolución, se pone fin al periodo del conservadurismo ultramontano, llega al gobierno un presidente de transacción como José Joaquín Pérez Mascayano, con su arribo al Palacio de la Moneda, se abre el sistema político, esta apertura ocurre con la promulgación el año 1870 de la limitación de la reelección presidencial. “La reforma que prohibía la reelección presidencial para el periodo siguiente. Fue en las postrimerías del gobierno de Pérez Mascayano”[243]. De esta forma, los gobiernos durarán ahora sólo 5 años, llegando al poder un liberal como Federico Errázuriz Zañartu, uno de los líderes de 1859, que por temor a la figura de Pedro León Gallo, finalmente lo traicionará. En segundo lugar, y desde una óptica de la historia regional y específicamente del estudio de los hechos de 1859, podríamos decir que la revolución, propició el fin del “delfinismo decenal”, evitando que Manuel Montt puede dejar en el poder a Antonio Varas. Con ello se cumplía uno de los objetivos más caros de los libertarios de Atacama, además con el levantamiento atacameño de 1859 se permitió la llegada del periodo de los gobiernos liberales, nuevas leyes laicas, y el nacimiento del partido radical, partido liberal avanzado; en definitiva podemos decir que producto del movimiento constituyente se lograron muchos de los objetivos que se habían propuestos los hombre libres de Atacama para levantarse en armas el 5 de enero de 1859, en defensa del territorio, contra el centralismo y a favor del desarrollo y del crecimiento integral de la república.
Ahora nos resta ver cómo se fue desenvolviendo esta revolución. Cuáles fueron sus hitos y sus etapas, para de esta forma lograr una apropiación de los sucesos para hacerlos elementos de nuestro bagaje cultural - educacional y de identidad tanto regional como nacional.
Las Etapas de la Revolución
Su sistematización para su estudio y comprensión
Desde hace algún tiempo el tópico de la revolución constituyente de 1859, con sus respectivos hitos y procesos ocurridos en Copiapó y la provincia de Atacama, y que se extiende espacialmente hasta la provincia de Coquimbo y temporalmente desde el 5 de enero hasta el 8 de mayo de 1859, ha venido preocupando a los investigadores, a profesores, autoridades, políticos, ( lo que es muy sui generis), pero especialmente a la comunidad, lo que es muy importante, y genera un enorme sentido de pertenencia y orgullo de ser atacameño.
Tampoco es de extrañar que hasta hoy muchos de los estudios realizados sobre este hecho, sean de los sempiternos “mapochinos”, que entre sus discusiones están si los hechos políticos, militares, sociales, de organización y enmarcados en un contexto económico, fueron una revolución o una guerra civil. Ante esto, nos decantamos por la revolución, dado que se parte de un foco guerrillero: Copiapó y Atacama, en otros lugares de Chile, no se tuvo la capacidad de realizar un levantamiento armado con posibilidades de tomar el poder. La revolución busca un cambio radical, profundo en las condiciones políticas y de vida de las personas, es el derrotar las injusticias, el sometimiento al centralismo asfixiante, al abuso de todo tipo, y su triunfo augura mayor justicia social, política y económica. El origen de la revolución es popular y con consciencia de cambio, que es el caso de 1859, donde los actores: Líderes y seguidores son pluriclasistas, podemos afirmar en este caso que el pueblo no es un actor menor, y se integran a las filas revolucionarias de muto propio y con el mayor de los intereses, como lo ha planteado Julio Pinto[244], un ejemplo claro del carácter popular que adquiere la revolución, es el papel de don José Sierra al autoproclamarse Intendente de la región, en oposición a lo que deseaba la plutocracia minera. La guerra civil, sin embargo, es un enfrentamiento en idénticas condiciones militares, en cuanto a número de personas y de armamentos, la guerra civil en la mayoría de las ocasiones sólo genera la modificación profunda de la sociedad, en cuanto al cambio del poder político y de modificaciones importantes pero no de carácter popular, un ejemplo de ello es la guerra civil norteamericana, que no cambia el sistema sólo mitiga la esclavitud.
Resuelto este primer problema, nos parece necesario avanzar en sistematizar o periodificar las etapas de la revolución, cada una de ellas con sus sucesos y singularidades.
Desde la perspectiva de la historia política y de las ideas, la revolución tenía como fin cambiar al gobierno y al marco constitucional y jurídico que lo sustentaba, avanzando a un regionalismo, que lindaba con un sistema federal. ¿ Por que federal?. Porque a mediados del siglo XIX este sistema se mostraba como uno de los modelos más avanzados en cuanto a descentralización y a participación real de una mayoría de la sociedad, el federalismo podía garantizar que no sólo la élite, (aristocracia, plutocracia en definitiva la oligarquía) sería la exclusiva detentadora de todas las garantías y bondades de los estados naciones. Si se fuera estricto en el modelo federal, este podía generar participación ciudadana desde los niveles más populares, y la revolución de 1859 contó con la participación de mineros, artesanos y en general del pueblo, hecho que no es extraño en la región. Ya en 1837 había habido una revuelta de los mineros en Chañarcillo, por mejoras salariales y sociales, por lo que la consciencia y la determinación en cuanto a movilizarse violentamente en busca de un reparto más equitativo en lo económico y político, no era extraño en esta zona.
Pero, para conocer, comprender y valorar de manera más profunda y significativa la importancia de la revolución provinciana,[245] constituyente de 1859, tanto a nivel del estudio, la reinterpretación histórica, como de la historia regional misma nos parece de central importancia proponer una sistematización a través de las etapas que son posibles de distinguir mediante la investigación crítica y el análisis histórico.
No obstante, nuestro trabajo, nos ha llevado a la hipotetizar de que con posterioridad a la derrota de Pedro León Gallo, en Cerro Grande, tal vez este no va a San Juan en Argentina como se ha creído hasta ahora, sino más al norte, tal vez a la Rioja o Tucumán, ya que en esos lugares al parecer existirían poblados cuyas calles llevan el nombre de Pedro León Gallo y Copiapó respectivamente. Pero esto debe seguirse investigando.
Otro hecho a destacar en esta sistematización y periodificación revolucionaria, es después de la caída de Copiapó el 12 de mayo de 1859, vinieron persecuciones , exilio y cierta intranquilidad social y económica en el país, de tal manera, nos lo relata la vida post revolución constituyente, Joaquín Blest Gana: Las cosas continúan en el mismo estado, sin esperanza fundada de mejoramiento: la misma vigilancia, la misma intranquilidad, y cierto estado general de inquietud… “...Nuevamente se hacen revelaciones espantosas de otros fusilamientos en el cuartel de policía de Valparaíso… “Es difícil tener una idea del abatimiento general del país, sin comercio, empobrecido, inquieto, ignorante del fin de esta lucha, en cuyo principio, según se cree, nos encontramos todavía.[246]”. Todo lo anterior nos lleva a pensar que existe una última etapa de la revolución y que tiene que ver con un estado de inquietud sociopolítica y económica generalizada en Chile, producto del movimiento constituyente de Atacama, lo que seria el factor determinante para poner fin al dominio conservador, y al cambio profundo en la política chilena.
Por lo anterior, nuestra propuesta de ordenamiento de los sucesos políticos y militares de 1859, son las siguientes:
1. Chañarcillo, el contexto Económico y Social: (1832 hasta 1858) La historia presenta grandes encadenamientos que son los que permiten visualizar la historia como un todo, son los tiempo de larga duración a decir de Fernando Braudel. Es por esto que no se puede comprender a cabalidad los sucesos revolucionarios de 1859 y de Atacama en particular, sin haber analizado y proyectado lo que significó el descubrimiento del Mineral de Chañarcillo en 1832, esta etapa se extiende hasta 1857, inclusive.
De la Revolución
Constituyente de 1859, objeto de nuestro estudio, podemos rastrear sus contextos económicos y sociales, en el trabajo minero de la provincia de Atacama,
pero de forma más precisa en el hito que significó el
descubrimiento del mineral de Chañarcillo el 16 de mayo de 1832 por el
joven mestizo; Juan Godoy
Normilla, a partir de ese momento la
élite de tipo provincial copiapina va a enriquecerse de tal manera
que se convierte en una
plutocracia poderosísima, sino la mas poderoso de la naciente república
y da una nueva forma a la
oligarquía chilena. “Pero, sin duda la
economía chilena se vendrá a consolidar con el descubrimiento de Chañarcillo,
mineral descubierto por Juan Godoy el 16 de Mayo de 1832, junto a la mina
La Descubridora; aparecen otra serie de vetas, así 1855 la región de
Atacama producía casi 200 toneladas de este rico mineral. Esta enorme
producción permitió la
puesta en marcha del ferrocarril de Caldera a Copiapó en Abril de 1851,
era la revolución en la producción, los transportes y las comunicaciones[247]”.
Con Chañarcillo, y con el conjunto de vetas mineras que afloran en este lugar, y de los distintos tipos de actividades de tipo económico que allí se generan comienza la acumulación del capital en Chile. Sobre esta base material Atacama y Copiapó, comienzan un profundo cambio de tipo superestructural e ideológico, nace la escuela de minas, se instalan escuela en el pueblo de Juan Godoy, se fortalece el Liceo de Hombres, nace el Liceo de Niñas, la élite se hace más culta se cultiva el pensamiento liberal y se adopta una forma de ver la vida y la administración del poder que a la postre colisionaría con el estricto orden administrativo político del modelo portaliano y de la constitución de 1833. Este contexto económico entrega una determinada realidad social que será, la de la participación con ansias de justicia y cierta claridad de sus derechos, nacidos del trabajo. En el caso de la élite, esta estuvo influenciada por sus viajes lecturas, por los movimientos europeos y por no tener temor al poder y sentirse que también ellos podrían ser conductores del gobierno y del estado.
2. Génesis del pensamiento pre revolucionario: (1832 hasta 1859). Las ideas liberales, la influencia de la economía en el pensamiento y el diseño de la revolución, hablamos desde 1857 al 4 de enero de 1859. Postulamos que la plutocracia minera copiapina que aportaba al erario nacional una considerable suma, resentía que sus esfuerzos no eran retribuidos por Santiago en las cuotas de manejo poder y capacidad de decisión. Julio Pinto, ha expresado que los mineros e industriales del mineral de Chañarcillo no se sentían contentos por el trato dado por el centro político. Se puede pensar y es nuestra hipótesis que en Copiapó y Atacama, producto de la bonanza de la plata de Chañarcillo, y de otros enclaves mineros, y por ende ser una zona donde se manejaban grandes riquezas, el desarrollo del pensamiento político había devenido en un extremo liberalismo con ansias de participación y con tintes federalistas, esto estaba presente tanto en el bajo pueblo, como en la plutocracia de Copiapó. Ya el año 1857 desde el diario El Copiapino la plutocracia copiapina se mostraba hipercrítica de la administraron de Manuel Montt y había en la opinión pública, sospecha hacia las actuaciones del gobierno y también un total descrédito hacia su estilo de gobernar. Esto era lo que se escribía en el periódico El Copiapino de 1857: “ Un golpe de estado, le dicen es la panacea infalible contra todos los males que lamenta la administración de S.E. Así se acaba en un verbo con todas las pretensiones de los conservadores, se acaba con las libertades de sufragio, la libertad de prensa, la libertad de reunión i con todas las libertades políticas. Si tendremos sitio, no hai que dudarlo porque el presidente Montt, cuya única teoría gubernativa es el desprecio de la opinión pública que esto es un resorte mágico para calmar la excitación. Esta arma es con lo que el presidente Montt y sus amigos pretende aherrojar a los pueblos[248]” . Esta forma de pensar y principalmente de expresar sus opiniones, va a llevar al sector más politizado de la élite revolucionaria a generar una serie de acciones, entre las que destacamos en esta etapa de la periodificación. La creación del club constituyente, del club de artesanos y del denominado Juramento de la sinfónica o el apresamiento del corral.
3. De las ideas a la Acción: ( 4, 5 y 6 de enero de 1859) Etapa o hito correspondiente a los días de inicio de las acciones, van desde el 4, 5 y 6 de enero, los sucesos comienzan con la proclama del Intendente Silva Chávez prohibiendo las reuniones, con esto la tensión entre el gobierno y los constituyentes llega a un punto de quiebre, los constituyentes toman la decisión de dar el salto a la toma del poder. El día 5 de enero el Intendente Silva Chávez se da cuenta de que no tiene posibilidad de reponer su autoridad, en este estado de cosas el abogado José M. Cabezón actúa como mediador para la salida de Silva Chávez, Pedro León Gallo incluso ofrece al representante del gobierno centralista su casa como lugar de asilo, lo que finalmente no prospera, y éste se retira al Hospital con unos pocos soldados adeptos a él, lo cierto es que ya la autoridad central estaba quebrada. El mismo 5 de enero se produce el gran hito de inicio de la revolución, el asalto al cuartel de Policía en Copiapó, este hecho fue turbulento y dominado en muchos momentos por el bajo pueblo que destruye las rejas, asalta salas de los juzgados, incluso algunos de los asaltantes y de los reos que huyen de la cárcel se embriagan y siguen en esta condición protestando. Posteriormente vendrá la denominación de Pedro León Gallo como Intendente de Atacama, el primero en esta magistratura en ser nombrado siendo originario de de la zona[249].
Roberto
Hernández, nos relata así el
momento de nominación del nuevo intendente de Atacama : “Después de desarrollados los sucesos
que ya dimos a conocer en la capital de Atacama, se verifico la
proclamación por bando del nuevo jefe civil, que el pueblo en un comicio
público había hecho en
la persona de don Pedro León Gallo. A las siete de la mañana, este
nombraba como su secretario al
periodista don José Nicolás Mujica.
Inmediatamente se
dispuso este original
decreto: Por cuanto
el pueblo de Copiapó ha
recobrado su libertad en la
noche que precede , operándose
un cambio consiguiente en el
personal de las autoridades, el pueblo de Copiapó ha hecho el
nombramiento siguiente; Nombrase
Intendente de la
provincia de Atacama al
ciudadano don Pedro León Gallo.
Por
tanto, publíquese por bando
y comuníquese.- Copiapó
6 de enero de 1859. – Pedro
León Gallo . – J.N. Mujica Secretario[250]”
Comienza la revolución en Copiapó y en Atacama, el asalto estuvo al mando de Pedro Pablo Zapata y en el participo entre otros José Sierra, quien a la postre sería el último Intendente de Atacama del movimiento revolucionario.
4. Institucionalidad y la Expansión revolucionaria: (7 de enero hasta mayo de 1859). Cuando hablamos de la institucionalidad nos referimos a que los hechos y acciones de los revolucionarios y especialmente de Pedro León Gallo, tenían como finalidad convertir ese movimiento en un sujeto corporativo, ello queda demostrado con su acciones y órdenes sistemáticas destinadas a dar sentido de pertenecía a la provincia, a los ejércitos y a todos cuantos apoyaban el movimiento revolucionarios entre los que se pueden enumerar las siguientes. a) La organización Política, se conforma un ejecutivo al mando de Pedro León Gallo con el rango de Intendente de Atacama. b) Los símbolos constituyentes; la bandera, azul con estrella plateada, hasta el día de hoy se ha utilizado la bandera azul con la estrella dorada, que fue la que se encontró en la tumba de Pedro León Gallo, pero tomando la idea del historiador Ovidio Aguirre, y de acuerdo a nuestras investigaciones la estrella debió ser plateada, que era más congruente con los anclajes simbólicos y la plata de Chañarcillo. Era sin lugar a dudas, uno de los íconos de la revolución y era quien además financiaba la revolución. El himno escrito por Ramón Arancibia, actor permanente de los hechos de 1859, “La popular Canción Constituyente, escrita por El Copiapino Ramón Arancibia, se entonaba como una suerte de marsellesa del pueblo chileno[251] ”. Este himno fue musicalizado por Antonio Billet, y estuvo perdido por mucho tiempo, hasta que fue encontrado por el investigador del Grupo de Estudios de Atacama, GEA, Rodrigo Zalaquett Fuente Alba, en enero de 2009. Es decir que 150 años después de haberse perdido, lo que no deja de ser una grata coincidencia, fue nuevamente entonado en la plaza de Copiapó el 14 de marzo de 2009 con arreglos y dirección del profesor de Música Mauricio Morales, también integrante del Grupo de Estudios de Atacama, GEA. Esta estética revolucionaria, como ha dicho Joaquín Fernández, daba unión, sentido de partencia y sentido de estar construyendo la historia cada vez que se cantaba. Por otro lado estaba el Peso constituyente, la formación del ejército del norte y la legión huasquina, el 6 de enero de 1859 a Febrero de 1859.
5. Luces y Sombras de la Armas Atacameñas: Las grandes batallas; del sitio a Copiapó, a las batallas de Los Loros y Cerro Grande. Febrero de 1859 al 29 de abril de 1859. Esta etapa es de gran importancia histórica, ya que conlleva el tipo de lucha militar que se dio en la revolución. Joaquín Blest Gana en carta a Barros Arana, nos describe así este periodo:
“Después de tanto desastre, la patria divisaba en el norte una vislumbre de bonanza. Gallo derroto en los Loros a Silva Chávez, en un reñido combate con tropas veteranas iguales en numero a las suyas; y si su caballería no hubiera sido tan mala no habría quedado uno del ejercito del Gobierno. La batalla por parte de Gallo fue mandada por el joven don Ramón Arancibia teniente educado en la Academia y que en la campaña del norte desplegó los mas notables talentos militares unidos a un arrojo admirable que mas tarde causo su pérdida. Gallo entro a la serena triunfante y dando un ejemplo de moralidad que tanto faltaba a la tropa del Gobierno se estaciono en la ciudad conquistada manteniendo la mas severa disciplina de su tropa”[252] .
Esta etapa también tiene entre sus batallas, a la de Cerro Grande, donde Pedro León Gallo, es primero traicionado por Salvador Urrutia, y luego derrotado. Pero esto no pone fin a la revolución, luego vendría la resistencia en Copiapó, el mismo Blest Gana describe así la lucha de Cerro Grande:
(...)
“El drama del norte también su desenlace: Gallo y Arancibia habían
tomado sus medidas con una sagacidad admirable. Los dos ejércitos se
avistaron el 29 de abril; pero a poco andar Gallo se vio traicionado por
el batallón primero de línea de Copiapó, cuyos jefes Urrutia y Vallejos
habían sido comprados por el Gobierno, a cuyas tropas dejaron pasar por
la fuerte posición que se les había confiado y que era la llave de todas
las operaciones de Gallo. Este se vio repentinamente con el enemigo
encima, y sin embargo de ver desbaratado con la traición su plan, rechazo
por tres veces al ejercito de Vidaurre, y mantuvo por cinco horas un
combate reñidísimo, en que destrozo completamente la infantería del
Gobierno….“El heroico e inteligente de Arancibia murió atravesado de
dos balazos, y con el Manuel M. Aldunate, Ramos (antiguo teniente de
Ejercito) Park y como otros ocho o diez mas, lo que ha dado el raro
ejemplo de perecer como quince oficiales en un ejercito de dos mil
hombres”.[253]
6.
Revolución en Resistencia (Pedro León Gallo un
Revolucionario 1859
post Batalla de Cerro
Grande): El exilio de Pedro León Gallo, el avance del gobierno al
norte, el pueblo resiste, la plutocracia copiapina
duda. Profundización popular
y tensión de clases. Etapa
poco estudiada debido a la falta de fuentes, no obstante las ideas de la
revolución y su ideario se han extendido por la provincia de Atacama y
son de dominio de las clases altas liberales de Chile. La resistencia no
solamente la encontramos en Atacama,
donde tomará forma armada, sino
que ideológicamente en los liberales y especialmente en aquellos que
luego se transformarán en el partido radical.
Esta etapa es de esencial importancia
porque, en ella Pedro León Gallo, se autodefine
como revolucionario.
“He
leído mi correspondencia de Chile y las noticias
que vienen son sin novedad alguna, el mismo estado de cosas que
antes, descontento general, sentencias de muerte, prisiones, destierros.
Los expositores que quedan no obran en ningún sentido, se contentan
con cacarear, y
quizás con eso, hacen más de lo que se pudiera esperar de ellos. Hoy sin
embargo son montoneras en el sur que
tiene con cuidad al gobierno, pero yo estimo eso muy en poco, y como
verdadero revolucionario los
deploro[254]”.
7. La Hora del Intendente José Sierra: (mayo de 1859) El bajo Pueblo en el poder, la recuperación revolucionaria de Caldera. Sierra Intendente, la defensa y la caída de Copiapó 8 al 12 de mayo de 1859. En lo central esta etapa destaca por la acción de don José Sierra, y la podemos resumir de la siguiente forma: Con posterioridad al triunfo de Los Loros y a la derrota de Cerro Grande, donde las tropas atacameñas y Pedro León Gallo deben huir a San Juan, Argentina. Esta situación, a diferencia de lo que se podría pensar, no sumerge a Copiapó y Caldera en una crisis ni anarquía; si bien es cierto la plutocracia copiapina está algo nerviosa, las nóveles instituciones atacameñas siguen funcionado. Pero, finalmente el gobierno es entregado al Juez Dolores Passi, con ello se suponía se restablecería en Copiapó un gobierno cercano a Montt, sólo Caldera se mantenía constituyente, siendo gobernada por Anselmo Carabante, quien finalmente entrega el mando al enviado de Juez Dolores Passi. Mientras tanto, caía el puerto de Huasco en manos de los gobiernistas y justamente en manos del teniente Coronel José Villagrán, de allí avanzarían a Vallenar y posteriormente a Copiapó, donde se suponía la situación estaba controlada.
Es en este momento cuando José Sierra, con gran claridad política y determinación subleva al puerto de Caldera, ahora ya en su calidad de teniente y toma la capitanía de puerto. Caldera volvía a manos de los revolucionarios, era el momento de trasladarse a Copiapó y retomar por las armas el gobierno revolucionario. Había llegado la hora de asumir el gobierno revolucionario constituyente y José Sierra, con el objetivo de organizar la resistencia se hace nombrar Intendente, el último, de la revolución del 59.
8. Las réplicas y la persecución a la revolución: (mayo de 1859 hasta 1860) los Juicios a los copiapinos, la sensación de inquietud política, institucional y económica, la renuncia de Antonio Varas y el fin del delfinismo político. 1859 – 1860. Etapa de persecución a los revolucionarios, de exilio y autoexilio de connotados constituyentes, pero también es momento del hito político que fue la renuncia de Antonio Varas a su candidatura presidencial, con ello adviene un corte profundo en la vida republicana.
El triunfo político de la revolución (1861 a 1863): Se abre un nuevo periodo histórico y político, la transición con José Joaquín Pérez 1861, la vuelta de Pedro León Gallo, la fundación del partido Radical. Tal vez la publicación del diario “El Copiapino”, de 1864 es la mejor forma de definir esta etapa: “En un día como hoy, Copiapó se levantó enérgico i terrible para sacudir el duro despotismo que mandones sin conciencia le impusieron. Hoy al recordar tan memorable época lo hacemos con el objeto de hacer presente a los gobiernos que los pueblos se cansan de sufrir las arbitrariedades de sus empleados i que nunca permiten que se le roben sus derechos y libertad[255]”. Chile ya transitaba por el camino al gobierno liberal, se había puesto fin al delfinismo político que había instaurado la constitución de 1833, se daba vida a un nuevo partido político; el Radical, organización liberal de corte avanzado, que se diferenciaba de los moderados denominándose rojos. Pedro León Gallo, en una cena en su honor, definió así al nuevo liberalismo: “En medio de la concordia que dominaba este banquete, se acaba de pronunciar la palabra rojo, en un sentido ofensivo. Pues, bien, yo la acepto en toda su extensión. ¿Qué significa rojismo? Significa la abnegación, el sacrificio y aún la muerte para los defensores del derecho y de la eterna justicia[256]”. Era una nueva época política y social para Chile, se entraba de lleno en un camino de reformas, las cuales tenían su origen y su dinamismo en la nueva actitud que había generado la revolución de 1859.
La sistematización tiene como objetivo poder entregar cierto orden de los hechos de 1859, los cuales tiene un origen en el contexto económico que generó el descubrimiento del mineral de Chañarcillo por Juan Godoy, en ese momento comienza la acumulación de capitales en Chile, de allí se produce una serie de procesos donde la revolución es una de las más importantes, ya que su carácter político y social es generador de un nuevo tiempo para la república. Nosotros somos de la idea de que si bien, el levantamiento armado no logró triunfar militarmente, si logró modificaciones más que trascendentales, el 5 de noviembre de 2009, en la Universidad Católica Silva Henríquez, en el marco del seminario denominado: “A 150 años de la Guerra Civil de 1859”, expusimos que era nuestra idea que la revolución, sí tenía logros políticos; posición que fue compartida por el Historiador Waldo Zauritz Sepúlveda, Presidente de la Academia de Historia Militar. Este hecho no es menor, ya que con la revolución el país, su política y su vida social cambian de rumbo y a la postre permitirán mejores niveles de vida para todo el pueblo.
El sistematizar los hechos del proceso revolucionario, no es un relato de los hechos, sino una explicación que busca facilitar su estudio y comprensión, especialmente en el sistema escolar y educativo en general. Pero, también esperamos se convierta en una herramienta para otros historiadores y para la comunidad en general y para tener una mirada global con ajuste local de esta gran revolución.
Capítulo VI
La Caída de Copiapó o la hora de José Sierra,
La Batalla Final de la Revolución Constituyente
12 de mayo de 1859
El
tinte revolucionario: En este estudio nos hemos propuesto estudiar,
analizar y relevar la revolución constituyente; rebelión
que como ya lo dijimos fue de
corte liberal y federalista, siendo uno de sus principales
objetivos la derogación de la constitución de matriz Portaliana de 1833,
este objetivo se mantuvo en el ideario de los constituyentes aun después
de la caída de Copiapó en mayo de 1859 y aún estando los
revolucionarios en el exilio. La
correspondencia de Pedro León Gallo, con relación a la lucha por
el cambio de la constitución es esclarecedora: “Cualquiera,
sin embargo, que sea el jefe de la Republica, no siéndolo varas, lo que
para mi es fatal, creo que no podrá dar un paso sin sentirse enredado en
los hilos tendidos mañosamente por Montt, y que si algo intenta hacer en
beneficio del país, nada podrá realizar si no tiene la capa al toro haciéndose
revolucionario: esto es, que desconozca la legitimidad del Congreso y lo
mande a pasear, consultando a la nación en una nueva y libre elección
con amplios poderes para reformar de punta a cabo la ley fundamental de
1833. Es tan grande el mal que ha invadido todas las arterias de la
Republica, que todo paliativo seria inútil, y solo un remedio heroico
como el indicado, bastaría a dar vida y salud al enfermo: mas, según el
nombre y los antecedentes de las personas que están en posibilidad de
ocupar el sumo poder, esto no debe esperarse, y el mal seguirá haciendo
su invasión hasta dar al traste con nuestra pobre patria. ¡Dios salve a
la Republica!”[257].
Sin lugar a dudas, la revolución de 1859, genera un cambio profundo en la periodificación y en el devenir histórico chileno, hito no bien aquilatado por la historia de nuestro país, que ve en otros hechos el cambio de la república conservadora de impronta portaliana, es decir autoritaria - “mapochina”, a una republica algo más liberal, donde se da una importante lucha por un estado más moderno y de carácter más participativo.
José
Sierra: La Revolución Constituyente de 1859 se visibiliza
cuando conocemos sus otros actores. Más allá de Pedro León
Gallo, en este caso
especifico hablamos de personajes que
cumplieron roles en esta trama. Esa es la situación del joven
líder Calderino José Sierra. Todo nos hace suponer que este joven
era de profesión artesano, que participa desde los orígenes mismos de la
rebelión, es decir desde el 5 de enero
de 1859, es el último Intendente del periodo revolucionario y en opinión
de los historiadores de la época fue
un hombre noble y de desarrollada conciencia política.
Diego Barros Arana y José Victorino Lastarria, dijeron de él:
“Aquel intendente rudo
pero noble, podía dar lecciones de hidalguía a los intendentes, a los
coroneles y hasta los ministros de Montt”.
La Revolución, Caldera y los instituciones constituyentes: Es de todos conocido, el importante rol que cumplió el puerto de Caldera en la Revolución del 59, concretamente son Copiapó – Caldera, los núcleos que sostienen el diseño en cuánto a lo militar, lo político e ideológico. La revolución de 1859 hay que entenderla como un levantamiento en armas, pero con un trasfondo ideológico, y por lo mismo no anárquico, profundamente republicano, y no separatista. Atacama se da su propia institucionalidad, Pedro León Gallo es proclamado intendente, luego se seguirá con la proclamación de intendentes de la provincia. Se forma un ejército: Los Zuavos de Atacama, los Cazadores de África, una moneda; el peso constituyente, un himno, el constituyente, con letra de Ramón Arancibia y música de Enrique Billet, y un territorio en manos de los revolucionarios que abarcaba desde Copiapó a Illapel.
La Revolución y sus batallas: La primera batalla es Los Loros el 14 de marzo de 1859 en las cercanías de la ciudad de La Serena, con triunfo para los revolucionarios, luego vendrá la batalla de Cerro grande el 29 de abril, donde las tropas atacameñas son derrotadas. Pedro León Gallo, que en palabras del historiador, Oriel Álvarez, es traicionado, es vencido en esta batalla. Razón por la cual, debe huir a San Juan, Argentina. Hoy también podemos pensar que pudo haber viajado más al norte de Argentina y desde allí salir al destierro.
La tensión, la hora de José Sierra y la caída de Copiapó: Pero, esto o no sumerge a Copiapó y Caldera en crisis ni anarquía, si bien, es cierto la plutocracia copiapina estaba algo nerviosa, las noveles instituciones atacameñas siguen funcionado. Pero, finalmente el gobierno es entregado al Juez Dolores Passi, con ello se suponía se restablecía en Copiapó un gobierno cercano a Montt, sólo Caldera se mantenía constituyente, siendo gobernada por Anselmo Carabante. Quien finalmente entrega el mando al enviado del Juez Dolores Passi. Mientras tanto caía el puerto de Huasco en manos de los gobiernistas y quedaba en manos del teniente Coronel José Villagrán. De allí avanzarían a Vallenar y posteriormente a Copiapó, donde se suponía la situación estaba controlada.
Es en este momento cuando José Sierra, con gran claridad política y determinación subleva al puerto de Caldera, ahora ya en su calidad de teniente y toma la capitanía de puerto. Caldera volvía a manos de los revolucionarios, era el momento de trasladarse a Copiapó y retomar por la armas el gobierno revolucionario. La acción de Sierra, coincidía con la vuelta de los cazadores de África, última división revolucionaria, que al llegar a Copiapó, sin renunciar a su ideario busca una salida pacífica y de diálogo con las nuevas autoridades, más moderadas. Pero la frustración de muchos copiapinos es evidente, y comienza una suerte de profundización de las posiciones y de rencillas.
El 8 de mayo desembarcan en Caldera las tropas de José Villagrán, en ese momento José Sierra decide trasladarse a Copiapó y desde allí resistir. La llegada del Calderino a Copiapó enciende aún más los ánimos de los descontentos con la moderación de la plutocracia copiapina. Había llegado la hora de asumir el gobierno revolucionario constituyente y José Sierra, con el objetivo de organizar la resistencia se hace nombrar Intendente, el último de la revolución del 59.
El 12 de mayo, las tropas
de gobierno llegan a Copiapó, y con José Sierra, ahora al
mando de la revolución se
atrincheran en la plaza de armas. El joven historiador Joaquín Fernández,
quien vive en la macrocefálica capital “mapochina”, pero
afortunadamente aún tiene alma de provinciano, nos cuenta así el
desenlace de la batalla: “Cercados
y progresivamente estrangulados un puñado de revolucionarios, en su gran
mayoría soldado improvisados sacaban fuerzas de flaquezas para resistir
una fuerza cuatro veces mayor”.
Finalmente, los revolucionarios son derrotados en la plaza de armas, sin balas y casi sin hombres, José Sierra deja de combatir y se retira, sin ser detenido por las tropas gobiernistas, ya que al parecer el biotipo de Don José Sierra, no era lo que los mapochinos buscaban, es así como el héroe de la resistencia Copiapina se pierde en la bruma siempre espesa de la historia, y también en la frágil memoria histórica regional.
Fue José Sierra, el último
defensor por las armas, de los alcances e ideales de la revolución
atacameña. Él y un grupo de
obreros artesanos y pescadores, copiapinos y
calderinos, son los que sostienen en su último momento el ideal
federalista y libertario de la Revolución constituyente de 1859. La
revolución de plata que pretendió la creación
de un Chile más justo, participativo y democrático, pero que fue
ahogada por el sempiterno, pernicioso
y sobre todo ineficaz centralismo
mapochino.
A continuación exponemos al lector las fuentes primarias para el estudio de la Revolución Constituyente. Estas están compuestas por las cartas escritas por los revolucionarios exiliados en el extranjero y la partitura del Himno Constituyente.
Cartas de los Revolucionarios Constituyentes. Si bien es cierto, que estas epístolas fueron escritas cargadas de pasión y por tanto su contenido es subjetivo, creemos necesario presentárselas al lector, para que se forme una idea de la situación general en la cual se encontraba el país luego de la Revolución, situación que es vista bajo ese prisma por los derrotados liberales.
1.- CARTA de
Irisarri a Diego Barros Arana.
Santiago de
Chile 31 de mayo de 1859.
“De todo lo que ha sucedido en esta tierra de bendición, habrás tenido noticia por los diarios y las comunicaciones de tus correligionarios políticos que nos han servido en una baraúnda de corcelazos, batallas, gastos y desordenes de todo genero a mas no poder desatinados y grandiosos. Con la acción de Peñuelas concluyo la oposición armada en el norte de la Republica y por consiguiente, en todas partes. Quedaron las cosas en el mismo estado, en que estaban antes de la revolución del cinco de enero, menos tres millones de pesos gastados en el mantenimiento del orden constitucional, otros quinientos mil pesos derrochados en echarlo abajo, la ruina de mil familias y tres mil cadáveres esparcidos en los de la Republica. Nada de esto pasa los limites de una bufonada para los reformadores como tu, por lo cierto es que si no es nada comparado con la eternidad, para nosotros es una bufonada bastante pesada. Gastamos un caudal en traer unos emigrantes de Alemania, y gastamos otro caudal en degollar entre nosotros mismos la poca población de que no abundamos, y todo esto porque dicen que la Constitución de 1833 nos viene muy estrecha”.
“...yo deseando que te nos vuelvas pronto por acá y todos deseando que se lleve el diablo a los que son causa de que no nos veamos todos tan amigos como lo fuimos antes que estos políticos nos trastornaran el cerebro”
2.- CARTA de Joaquín Blest Gana a Diego Barros Arana.
Santiago de
Chile 29 de abril de 1859.
“¿Que podré decirte de nuestro Chile después de tu salida? Nada más que proscripciones, fusilamientos, desastres, el más espantoso cuadro, la época sin duda más aciaga desde la emancipación. La revolución del 59 no tiene igual en nuestros anales: los pueblos casi todos de un extremo a otro de la republica se han conmovido en espontánea agitación, y en casi todos también el poder brutal de una administración apoyada únicamente en la fuerza, ha conseguido ahogar con sangre esos patrióticos arranques. Cada ciudad ha sido un campo de batalla: Copiapó, Huasco, La Serena, San Felipe, Santiago, Rancagua, Curico, Talca, el Parral y San Carlos, Concepción, Talcahuano, Tome, Los Ángeles, todos mas o menos han servido de teatro a las tristes escenas de una revolución que nos hace desandar cuanto habíamos avanzado en los últimos veinte años. Pocas épocas mas difíciles que la presente para trasmitirla a la posteridad por el órgano veraz de la historia: hay en ella tantos episodios, tantos caudillos, tan diversas pasiones, que trastornadas todas las leyes normales de nuestra vida se hace imposible juzgar con acierto a los hombres y a las cosas. Las generaciones venideras no sabrán que admirar mas: si el indomable valor de un pueblo que en todas partes acuchillado se alza con nuevo empuje para lanzarse a una desigual pelea, o la egoísta tenacidad de un mandatario que sacrifica hombres y caudales, no en aras de un sistema, sino de un capricho que en ultimo resultado no es mas el mal entendido de bienestar de su persona.
Por los periódicos habrás sabido los grandes acontecimientos que han tenido lugar desde tu partida y que no permitiéndome esta entrar en muy prolijos detalles te paso a mencionar ligeramente (...) Después de tanto desastre, la patria divisaba en el norte una vislumbre de bonanza. Gallo derroto en los Loros a Silva Chávez, en un reñido combate con tropas veteranas iguales en numero a las suyas; y si su caballería no hubiera sido tan mala no habría quedado uno del ejercito del Gobierno. La batalla por parte de Gallo fue mandada por el joven don Ramón Arancibia teniente educado en la Academia y que en la campaña del norte desplegó los mas notables talentos militares unidos a un arrojo admirable que mas tarde causo su pérdida. Gallo entro a La Serena triunfante y dando un ejemplo de moralidad que tanto faltaba a la tropa del Gobierno se estaciono en la ciudad conquistada manteniendo la más severa disciplina de su tropa. Por una extraña inconsecuencia muchos coquimbanos no miraron en Gallo al libertador de la patria, sino a un representante del partido pelucón, aceptando con indiferencia si no de reojo su glorioso triunfo, y privándole por consiguiente del inmenso influjo moral que habría adquirido si en la Serena hubiera encontrado la acogida que era de esperar. Los coquimbanos no supieron comprender que Gallo no servia a ningún bando, y que su absoluta prescindencia de las mezquindades de círculo era cabalmente su mejor garantía.
Luchando con todo genero de inconvenientes, falto de armas y dinero, Gallo tuvo que organizar a la ligera una división que oponer a un poderoso ejercito del Gobierno, cuyo equipo, municiones, armamento y recursos de todas clases jamás ha tenido ningún ejercito chileno”
(...) El drama del norte también su desenlace: Gallo y Arancibia habían tomado sus medidas con una sagacidad admirable. Los dos ejércitos se avistaron el 29 de abril; pero a poco andar Gallo se vio traicionado por el batallón primero de línea de Copiapó, cuyos jefes Urrutia y Vallejos habían sido comprados por el Gobierno, a cuyas tropas dejaron pasar por la fuerte posición que se les había confiado y que era la llave de todas las operaciones de Gallo. Este se vio repentinamente con el enemigo encima, y sin embargo de ver desbaratado con la traición su plan, rechazo por tres veces al ejercito de Vidaurre, y mantuvo por cinco horas un combate reñidísimo, en que destrozo completamente la infantería del Gobierno.
“Privado de uno de sus mejores cuerpos por la traición de Urrutia, tuvo al fin que ceder; pero no derrotado, sin que Vidaurre pudiera cantar victoria, sino por la circunstancia de que Gallo en un pueblo que no le favorecía y rechazando el triste recurso de un sitio, no podía reorganizarse, ante los inagotables recursos del Gobierno. El heroico e inteligente de Arancibia murió atravesado de dos balazos, y con el Manuel M. Aldunate, Ramos (antiguo teniente de Ejercito) Park y como otros ocho o diez mas, lo que ha dado el raro ejemplo de perecer como quince oficiales en un ejercito de dos mil hombres. El Gobierno es natural que haya ocultado sus desastres. (...) En el norte, Souper, Sampaio y Doren recién llegados del Perú parece que se han hecho fuertes en Copiapó, pero será una resistencia inútil, porque ya esos pueblos están exhaustos de sangre y dinero”
“(...) No hay una familia respetable que no tenga en los calabozos o en el escondite alguno de sus miembros, y la victoria del Gobierno es el triunfo de la canalla y de la estupidez sobre el buen nacimiento y la educación”.
“¿Que porvenir nos aguarda? Feliz tu que a lo menos puedes respirar libremente aunque lejos de la patria y de tu familia. Para nosotros queda un yugo que sobrellevar, proscripciones, ruindades, envilecimiento del país y la perspectiva de una tiranía sin mas apoyo que las bayonetas y la torpe cooperación de unos cuantos necios que solo bajo esa sombra pudieran medrar”.
“(...) Como sabrás todos tus amigos, los que no se hayan proscritos, están presos o perseguidos. Últimamente han puesto en libertad a Arlegui, Frost y Lynch. Santa Maria, Covarrubias y A. Reyes se van del país. ¡Felices de los que pueden irse!”
3.-CARTA de
Joaquín Blest Gana a Diego Barros Arana.
Santiago de
Chile 11 de octubre de 1859.
“Por el último vapor salio Guillermo (¿Guillermo Blest Gana ó Matta ó Juan Guillermo Gallo?) para Iquique, en donde se embarco el 27 de septiembre en el clipper Pondichery con dirección al Havre. Montt no ha permitido que Guillermo cumpla su destierro en el Perú, y después de seis meses y medio de prisión, le ha obligado a salir para cualquiera parte que no sea el Perú con fianza de diez mil pesos. Parece que el Gobierno teme mucho que algo se piense a fraguar entre los emigrados que están en el Perú, y quien sabe si aun del Gobierno de aquel país también teme, por el magnifico recibimiento que hizo el Arzobispo a su transito por Lima. Guillermo me parece que quedara muy pocos días en Paris, pues piensa establecerse definitivamente en España y dedicarse allí al cultivo de las letras, para después de algunos meses hacer un viajecito por el resto de Europa.”
“Como don Manuel Montt no nos ha dejado nada en que pensar y ocuparnos, los pocos que logramos respirar todavía en libertad, nos hemos entregado a la literatura”.
“La política continua peor cada día: como a la fecha lo sabrás, estallo en Valparaíso un motín que dio por resultado la muerte de Vidaurre y la completa derrota de los insurrectos que parece solo aparecieron en numero como de veinte y cinco a treinta. Según todas las apariencias, los cívicos estaban por la revolución, pero sea que se aterrorizaron con la muerte de Viadurre, sea que falto quien los dirigiese, lo cierto es que permanecieron inactivos y como sin saber que partido adoptar”
“Al día siguiente comenzaron horribles escenas de duelo: se paseo el cadáver de Vidaurre descubierto por las calles, y tras de el a un Valenzuela a quien se atribuyo haberle disparado, para fusilarle en la plaza; hubo, según unos, cinco fusilados, según otros, solo dos; lo cierto es que Valparaíso, siguen en el mayor espanto, el comercio alarmado, las gentes todas aterrorizadas, temiendo la repetición de iguales escenas. El cadáver de Vidaurre se trajo a Santiago con una pompa que deja a tras el entierro de Portales. El carro fúnebre costo $2.500.- hubo dobles en todas las iglesias, acompañamiento y luto de todas las corporaciones, del Ejercito, etc., etc., en fin, una fiesta como jamás la hemos visto parecida en nuestros días. La cámara voto, a propuesta del Gobierno, $ 40.000.- en letras del Banco Hipotecario para la viuda y familia, fuera del montepío. Ha habido también desordenes en Pabellón (Copiapó) con su consiguiente fusilamiento”
Luego de nombrar algunos presos de la élite revolucionaria dice que: “...estos son los de los últimos tiempos, porque, como sabrás, entre presos y desterrados hay mas de 700, según dicen. Ahora han revivido las persecuciones con actividad, y según dicen y lo aconsejan los partidarios de la administración, el Gobierno esta decidido a reprimir con todo rigor, sin consideración alguna cualquiera tentativa, lo que quiere decir que se fusilara a centenares. En estos días el Gobierno, tu tío Urmeneta a propuesto una ley al Congreso por lo cual son responsables con sus bienes todos los que sean autores, cómplices, coadyuvadores de motines, a todos los prejuicios públicos y privados; es difícil darte una idea cabal de la espantosa elasticidad de que es susceptible la aplicación de esta ley: dos testigos bastan para arrancarte cuanto tengas y ella no importa mas que una declaración de guerra a muerte contra los ricos que tengan la desgracia de no pensar como el Gobierno”.
“De todos modos, la situación es terrible, preñada de peligros, de enconadas malas pasiones: si la revolución viene, será un desencadenamiento espantoso de furia, que provocará tremendas represalias por ambas partes. Hombres de experiencia dicen que no recuerdan época alguna en que el país se encontrase en tan lastimosa situación. El país mientras tanto marcha a su ruina: no hay comercio ni especulaciones, la confianza falta, las profesiones no tiene ejercicio (...) Creo que tras la emigración forzada seguirá la voluntaria”
“Según parece, los desterrados en Lima vegetan en triste suerte: Souper esta desperado y envejeciéndose de tristeza; Rafael Vial ha tomado el partido de hacerse tinterillo y así cada cual busca ocupaciones en un país que no las proporciona. Felices Uds. Que pueden consolarse viendo las maravillas del viejo mundo”
“ P.D. Como es fácil calcular cuando llegara Guillermo al Havre, escríbele diciéndole que se dirija a Paris, a donde le dirigimos libranza por conducto de Fernández Rodella. El lleva lo suficiente para pasar algún tiempo, y si la libranza no le va en este vapor ira en el siguiente”
4.- CARTA de
Joaquín Blest Gana a Diego Barros Arana.
Santiago de
Chile 30 de octubre de 1859.
“Poco o nada de interesante hay que anunciarte después de la que te escribí en el vapor pasado: las cosas continúan en el mismo estado, sin esperanza fundada de mejoramiento: la misma vigilancia, la misma intranquilidad, y cierto estado general de inquietud como un presentimiento de acontecimientos que se esperan, aunque nadie sepa como ni de adonde vendrán. Parece que los mismo gobiernistas se complacen en fomentar este vago y universal rumor, porque su prensa revela temores de alguna intentona preparada en el exterior, y en sus círculos se habla de voz en cuello, como si aguardasen algo extraordinario de los emigrados, principalmente de los del Perú, y por eso los decretos de destierro que se conceden por gracia, contiene la condición de no pisar el Perú y Bolivia”.
“...Nuevamente se hacen revelaciones espantosas de otros fusilamientos en el cuartel de policía de Valparaíso, después del motín del 18, que no fueron conocidos del publico: no se si serán efectivos”.
“Es difícil tener una idea del abatimiento general del país, sin comercio, empobrecido, inquieto, ignorante del fin de esta lucha, en cuyo principio, según se cree, nos encontramos todavía. Cuentan que Montt asegura a todos que Varas no será candidato oficial, pero por su puesto añadiendo que el Gobierno no rehusara su cooperación al que elija la opinión de los pueblos, que para Montt es la de sus intendentes y gobernadores”.
“Los periódicos en materia de novedades, no contiene mas que los nuevos ascensos conferidos a los militares que amenazan inundarnos como en Méjico y el Perú. En todas partes hay cuerpos de línea que se mantiene con corta diferencia en el mismo pie de fuerza que en la época de la revolución”.
“Se ha recibido el folleto sobre la acusación del capitán Lesly publicado por los Matta, Gallo, etc. Creo que en general ha sido muy bien recibido y leído con mucha curiosidad. Se ha hablado de un manifiesto publicado por Pedro Gallo en San Juan, donde cuenta los motivos de su descalabro en Cerro Grande, pero no parece que sea cierto, porque nadie dice haberlo visto. En toda la Republica hay un cierto fanatismo por Pedro Gallo, en el que con justicia talvez se cree divisar el caudillo simpático, popular, como ninguno de una regeneración”
“Como espero que Guillermo espero que Guillermo llegara al Havre poco después de que tu recibas esta, te incluyo una libranza para que se la entregues, pues me parece que se vera muy luego contigo”
5.- CARTA de
Joaquín Blest Gana a Diego Barros Arana.
Santiago de
Chile 14 de enero de 1860.
“¿Que podré decirte que tu no sepas, siendo siempre lo mismo lo que sucede: fusilamientos, prisiones, general descontento, silencio sepulcral, interrumpido solo por alguna nueva fechoría de los indios que han puesto a saco todas los pueblos de la frontera?”
“Jamás han habido tantos bandidos, nunca tantos asesinos. Los periódicos registran todos los días la noticia de algún nuevo delito cometido a las barbas de la policía. Los campos están llenos de salteadores: se roba y se asesina en las poblaciones y el gobierno no tiene ojos sino para espiar a los opositores, ni dinero sino para mantener sobre las armas un ejercito suficiente para conquistar América”.
“Esto va de mal en peor, y tanto mas desconsolador cuanto que no se divisa esperanza alguna de remedio. No es poca tu felicidad al encontrarte fuera de este triste país, del que solo Manuel Montt y sus secuaces tiene derecho de llamarse hijos; que así debe ser, puesto que ellas únicamente tiene las rentas, los hombres y disponen de bolsa y vidas”
“Parece que en las provincias argentinas hay infinitos emigrados chilenos harto deseosos de imitar el ejemplo de San Martín; pero bien podrás creer que de Lujan, Errázuriz, Benicio, no es de esperarse un Chacabuco. Muchos rumores corren a veces sobre los que están refugiados en Lima: no creo que pasen de rumores y harto infundados, porque no es cosa muy hacedera una invasión”.
6.- CARTA de
Marcial González a Diego Barros Arana.
Santiago de
Chile 30 abril de 1859.
“La política tiene desiertas las calles y los semblantes todos mohidos y taciturnos, irritados los ánimos, muerta la industria, paralizado el comercio y retirados el movimiento y la vida de este pueblo que era hasta hace poco un centro bullicioso de actividad”
A propósito de los hechos ocurridos en Talca, Chillan, Concepción, Colchagua expresa que: “...pero bástele saber a usted que en sur, con todas sus promesas y todo su espíritu, no ha hecho hasta ahora , a favor de la revolución empezada en el norte, cosa alguna que valga la pena de referirse. Todos los pronunciamientos y todos los pasos dados en este sentido no han sido sino absurdos son consecuencia y golpes en falso. Cuantos esfuerzos y sacrificios se han hecho, han sido estériles, o cuando mas solo han servido de pábulo a la esperanza de un día, para dar en el siguiente al Gobierno un triunfo esplendido y para consolidar su autoridad que vacilaba en el centro y amenazaba perderse en el norte”
A propósito del ejercito de Pedro León Gallo, este señala: “...Esta ultima es la gran cuestión del momento. El ejército gobiernista y el de Gallo están a la vista desde hace seis días y es probable que a estas horas estén batiéndose. La batalla será sangrienta, cual ninguna de las que se han visto por acá; y después de agotados los preparativos, nadie chista ni hace nada; todos ven naturalmente que la situación es solemne y callan, confían y esperan. ¡Dios solo sabe lo que sucederá! Las posibilidades son iguales, pues aunque el Gobierno cuenta con mas soldados y recursos de guerra, las tropas de Gallo tiene mejor espíritu y pelearan con tanto o mayor denuedo cuanto que les va el pellejo en la contienda y cuentan además con el prestigio de una victoria reciente”.
“V. Debe saber, por supuesto, el desastre de los Loros, acaecido cerca de La Serena, el 14 de marzo. Pues bien: el ha sido para Montt una desgracia inmensa, porque, envalentonando a sus enemigos, ha vuelto a sus soldados pusilánimes y asustadizos. Así puede usted explicarse como es que Vidaurre no se atreve a atacar a Gallo y le deje amparado de una respetable posición, a pesar de las órdenes que lleva de hostilizarle desde el primer momento y de concluir la campaña en el más breve termino posible. Pero, sea lo que fuere, mientras no vemos los resultados definitivos de la jornada, lo mas seguro es no creer en cosa alguna, ni contar con ninguna especie de seguridad, pues ni el Gobierno sabe nada de Gallo ni de sus fuerzas, ni la oposición sabe mas de las tropas del gobierno que lo que a este le peta publicar en los diarios. Así es amigo, que estamos todos completamente a oscuras respecto de lo que pasa por aquellos mundos, y esperando por momentos el arribo de una noticia que venga a trastornarlo todo du fond en comble, o que venga a consolidar y entronizar por luengos años la política del logro, de la pillocaracia y del militarismo. Sin embargo, de lo que no cabe dudo es de que Montt tiene en el norte mas de 4.500 hombres de todas armas y de que no descenderá del puerto hasta que haya sacrificado el último soldado y gestado el último centavo de las arcas publicas. Tal propósito se lo explicara perfectamente V. Que conoce la soberbia del individuo y su obstinación en creer que cuando se atacan sus abusos se combate y quiere echarse por tierra su principio de autoridad. Sea como fuere, el próximo correo le llevara a V. El desenlace de esta cuestión que tiene en suspenso el aliento de la patria. Quiera Dios que sea lo que aguardamos y que el triunfo de la opinión sobre la arbitrariedad y la victoria de los pueblos sobre sus imbéciles tutores remedie los males que nos aquejan desde tanto tiempo”
“Por ahora no tenga que darle sino tristes nuevas, es decir, noticias de persecuciones, proscripciones y destierros de casi todos los amigos independientes y de corazón”.
7.- CARTA de Marcial Gonzáles
a Diego Barros Arana. Santiago de
Chile 15 de enero de 1860. A propósito de una carta que Barros Arana le envía a González: “...ayer tuve la ocurrencia de suprimirle los reventones de política chilena (...) la mande a Tornero para que la publique en el “Mercurio” de mañana (...) conoce el estado de nuestra prensa y sabe que, sin la venia del señor Montt, no podemos decir una media palabra que contrarié sus móviles y propósitos”. “Me pide V. Sendas noticias, amigo (...) ¿cuáles podré darle? De política, todo lo que tenemos ( a parte de uno que otro fusilamiento, cancelazo, fuga de presos, destierro, proscripción o causa por el estilo, que ya le habré contado en mis anteriores), son los medios del Gobierno y sus secuaces a las expediciones que viene del norte, según unos de Alemania, según otros del Perú y de la Republica Argentina. Esto último es lo que mas se dice y más se teme, por la venida reciente de los Gallo y los Matta, que anuncian con mucho énfasis las cartas de Juanito Bello y las de algunos espías que paga el Gobierno en Mendoza y Lima. Para estorbarlos a todo trance se ha escrito a Cuevas, que si no naufrago en el Cabo de Hornos debe estar ya en Paris sirviendo su Consulado General”. El Gobierno nombra a unos cuantos nuevos diplomáticos que: “...no tiene mas objeto que impedir las intentonas de los emigrados”. “Sea todo esto lo que fuere, lo cierto del caso es que los tales temores de expedición no carecen de fundamento. A mi me parece la cosa arriesgadilla, pero siempre vale mas algo que nada, y como el descontento es grande, puede que cualquiera manotada haga su efecto, pero sobre todo, que los militares disgustados con el Gobierno encuentren en ella un pretexto para hacerse con su brazo, la embarrada que hicieron con su pie en el año último”. “Aquí dicen que hasta V. Y Benjamín viene en camino; pero bien se ve que esta es una de las farsas gobiernistas que ya conoce: de donde algo vendrá será del Perú y de Mendoza, mas no debe tenerse fe ni confianza en el éxito de cualquier expedición que no cuente con armas desparramadas de antemano en todo el país y principalmente en Concepción y el Maule” “Los gobiernistas siguen haciendo guerra cruel a los pelucones y recomendándose ellos ante la opinión con el titulo de liberales. Yo no dudo, ni V. Dudara tampoco, que lo son realmente; pero en teología, no en política, que si fuera lo último, en lago se les conocería. Sin embargo los tránsfugas dicen que están con ellos porque hostilizan y persiguen a los retrógrados, y de veras que este es el más curioso de los liberalismos humanos. Ayer me decía una comadre “que los tránsfugas éramos los liberales que no estamos con Montt”, A ese punto ha llegado aquí la ceguedad de las gentes y la perversión de las cosas y las ideas. Bueno seria que el Gobierno, haciéndose francamente liberal como jacta de serlo, dejase el de ser ultra pelucón, y en vez de hacer a los conservadores una guerra personal y mezquina, los hiciese a sus ideas y a su sistema, a las preocupaciones y a la intriga, al exclusivismo y a la maldad, a la miseria y a la degradación política que trabajan al país desde hace tantos años. Pero ni Montt ni varas y sus compinches harán jamás cosa ninguna en este sentido, porque el día en que la hiciesen (bien lo saben ellos), volverían las cosas a su estado normal y desde ese momento dejarían de tener la importancia usurpada que hoy tienen”. “Cuentan aquí que las notas de Juan Bello, desde Paris, son las que han venido a revelar los propósitos expedicionarios de los emigrados chilenos; pero no se lo que es ello habrá de cierto; lo que se es que ha escrito sobre el particular y que en pago le han nombrado de secretario a su cuñado Domingo Reyes y Gómez. Cuentan también que los empleos diplomáticos le han vuelto los cascos y convirtiéndole en un gobiernista furibundo, y agrega que le han escrito a Montt una carta de agradecimiento tan adulona y servil que S.E. la arrojo, enfadado de su miseria” “Ningún hombre racional ha podido jamás figurarse que las cosas publicas llegasen en Chile al estado que hoy tiene. Y lo peor es que a esto no se le divisa término. Es tal la perturbación de los hechos y de los principios, es tal la obstinación de los hombres y la distancia en que estamos de la verdad política, que el mejor de los temperamentos, y acaso el único que convenga al hombre honrado, es el de aislarse y protestar a solas y en silencio contra la situación y todas sus emergencia presentes y futuras”. 8.- CARTA de Roberto Souper a la señora Rosalía Izquierdo de Barros. Lima, Perú 1859. Lima diciembre 31 1859. Mi muy querida Rosalía: Todavía no le perdono por el gran disparate de haberse ido para la Europa, pues todos mis planes los ha hecho abortar de haberle salir vestiva? A lo y con la banderola en la mano, y espada corta a la cintura el ser la persona y heroína quien despedirá a don M. Montt de la moneda. Estas rehusada pues el hacer este gran papel y ha robado de la historia de Chile una hoja tan brillante como tu sois buena y brava. Como dice “heres a tid ni tb affairs if taven ni trin” y requiso tomarlo es en lugar de ello, abandono su playa, y ha ido al extranjero para gozar de los brazos largos y flacos de su Diego (viejo), es decir que has preferido el amor al honor y al fin y al cabo, si hubieseis sido mi mujer también me habría complacido su elección. Cuando recibas esta ya habéis estado algún tiempo entre las blandas y crivolinas de Paris y ya que esta allá aprovecha todas las ocasiones que puede para gozar de las operas, teatros, paseos, y el hacerlo con el cambio de aire y de excesos de madre de familia. Puede ser que su resignación, tu paciencia, y tu constancia en tener leche, berros, y papas fritas por tantos años para tener un mayorazgo le sea recompensado al cabo y con la navegación se habrá fortalecida de tal manera la bodega, que sus mas caras aspiraciones le serán coronados con un triunfo y que nacerá un varón ilustre para gloria de la patria y para el consuelo de sus amigos. Poco falto para que yo hubiera hecho un viaje a la Europa, estuve decidido el hacerlo, pero al paso que iba llegando el día para realizarlo se me iba disminuyendo mi empeño, pues las ganas de volver a Chile y tomar una parte activa en la primera suvimientes? Me hizo quedarme en esta y por otra parte no quise dar en el gusto del gobierno pues es tanto el susto que tiene del Perú, que no quería otra cosa que ver a los chilenos abandonados y sobre todo para trasladarme a la Europa. Ya que no mes permitir sujetarlas a ellos con bala, sosteniendo con susto si siguiese. El compañero que tengo aquí es Tomas Gallo, estuvimos esperando a Custodio y a Felipe Matta con el vapor pasado, pero no llegaron, en el (pero otro) vapor si que llegaron, siento si que Pedro León y los demás emigrados no viniesen, hasta se van a necesitar a sus presencias en Chile, y yo quisiera ver a todas el acercarse lo posible a nuestra patria en lugar de alejarse de ella. Así escribo a Custodio, pero dudo que reciba mi carta a su vuelta de la Europa debían de venirse por el istmo de Panamá, para conocer un poco a las republicas hermanas y sobre todo al Perú, solo viendo este país se puede formar una idea en cuanto vale nuestro Chile, y es una lección practica por romotas? Más útil de todo cuanto se puede ver o aprender en la Europa. 1º de enero. Ya mi querida Rosalía hemos llegado al primer día del año 60, y desde luego, y desde esta distancia le deseo un prospero y un feliz año, lo mismo que Diego y Jesús me dice que le manda sus felicitaciones. Cada cual data su felicidad o de las esperanzas de ser feliz de algún acontecimiento que le sucede, dele gracia Tomas dota la suya o la de la patria en que una cosa riquísima que tiene su familia en Copiapó y por que se acusan todos no cayo en el temblor que arruino a casi todo el pueblo, siendo la cosa esta tan ruinosa que estaba manteniéndose bajo su palabra de honor no mas y yo en que huí no dice? a ser presentado a modo de las familias mas agradables y mas bonitas del Perú, sin humildes si quiere nuestras pretensiones en creer que la patria va a ser feliz por cosas que a nosotros individualmente mas sucede pero así son las atenciones y por? De aquellos que no los tiene de cuando en cuando. En el vapor llega Custodio y siento en el alma que Pedro León se queda, rumores nos han llegado que de un momento a otro se subleva de nuevo Valparaíso y Copiapó, en el sur los movimientos continúan, y una compañía del 5’ paso a los monteros con sus armas, equipajes y municiones, de un momento a otro lo sabemos que una revolución formal estallara y esta vez para derrocar al gobierno dios quiere y que sea cuanto antes. Harto aburrido estoy aquí y aunque tengo mas relaciones a las que tiene los primeros 6 o 8 meses, pero con todo no hay como su casa, su mujer, sus hijitos. Tenemos una compañía lírica muy buena, y las dos previa banca son muy superior sobre todo una y entrecita llamada “Sconzia”, es muy maestra en su arte y sumamente graciosa, el barítono es magnifico Rojai Shelli, y en un beneficio de el fue condecorado con coronas de plata, medalla de oro con la cinta bicolor, un reloj de valor de 30 onzas también como fue, creo que esta compañía pasara a Chile y es soberbio lo mejor que hemos tenido en el sud América. Pero la más graciosa de todas es la Penzia, hace reír y llorar a su antojo y se impresiona tanto que también llora en las piezas trágicas como la traviata, la Lucia. Domingo Santa María la vio en la traviata y decianos un mediterráneo e lágrimas. Esta es la época cuando toda la gente en lucia?, es decir todos aquellos que pueden le van para un pueblecito de mar llamado Chorrillos, dista como 9 millas de lucia? Y hay un tren que sale 3 veces al día. Las señoras van para ueltas hasta el rabo, sus lindas pantorrillas, y no quiero describir mas de lo que pasa por detrás de las cinturas, pero si, ojala se tuviera mas de 25 años, y el conservamiento en esa edad por 25 años, aunque tuviera que pasarme bañándome con los niños en Chorrillo. Sin embargo le advierto que quiero a mi Manuelito más que a todo, la iglesia es lo mejor, la de cuando en cuando puede ser bien para la salud pero el fruto no es tan dulce, y hay más riesgos el hacer uso de ella, ni es tan sabrosa tampoco. En fin hijita ojala lo pase bien en Paris, pero ojala llegue el día para que pueda volver, junto, estamos mejor en Chile hijita de mi corazón y tengo jamás de volverle a ver en su bata colorada y a Diego con sus collos escogiendo las piedras mas blandas solos que pisar en la calle de Santo Domingo. Tenemos Los recuerdo mil memorias y diga la contra seña en los nuevos ataques será “la Rosalía” y la bata dije. Avis mi Rosalía recibir el cariño de su siempre afectuoso amigo y la lea?. Roberto Souper.
Cartas de Pedro León Gallo en su exilio europeo a su amigo Diego Barros Arana. 1.-Paris 7 de diciembre de 1859 “De Chile me han llegado unas noticias fatales que nunca pude imaginar, no te doy pormenores porque supongo que ya los conoces por tu correspondencia. Lo de mas bulto es la ley de sospechosos presentada al congreso por el ministerio; esta ley esta calcada en su espíritu sobre la de la convención Francesa de 23 y siguientes, con la sola diferencia que aquella (la del 23) llevaba al suplicio y esta , la de Chile, lleva a la miseria a las familias”. “Custodio y mi primo Felipe han salido para el Perú en el vapor del 2 de presente mes y me encargaron les despidiese de ti, pues ellos no lo hicieron porque el tiempo que tenían era muy ajustado”. 2.-Paris 19 de enero de 1860 “He leído mi
correspondencia de chile y las noticias que vienen son sin novedad alguna;
el mismo estado de cosas que antes; descontento general, sentencias de
muerte, prisiones, destierros. Los opositores que quedan no obran en ningún
sentido, se contentan con cacarear, y quizás con eso, hacen más de lo
que se pudiera esperar de ellos. Hay sin embargo sus montoneras en el sur
que tiene con cuidado al gobierno, pero yo estimo eso muy en poco; y como
verdadero revolucionario los deploro, porque fuera de los males y
prejuicios que sufren los pobladores, ofrecen una victoria fácil al
gobierno poniendo fuera de combate una fuerza que con mejores
combinaciones y en mejor tiempo seria poderoso auxiliar, a todo esto debo
añadir que en las montoneras entra en mucho el elemento araucano, y tu
sabes bien, cuan perjudicial para un pueblo civilizado aliarse con los bárbaros”. “Por carta de mi cuñado se que por este vapor debe llegar a Europa Domingo Santa Maria; como ese caballero es muy tu amigo, te lo aviso”. “Los amigos de la colonia están muy buenos, y te dan sus recuerdos, yo sigo bien” 3.-Paris 31 de marzo de 1861 “Para que te formes una idea cabal, de lo que me agrado solo te diré que, si por las cosas políticas de Chile no me es dado volver, tengo el firme animo de pasar la mayor parte de mi tiempo bajo su cielo[258], principalmente si logro que mis hermanos Juan y Antonio quieran acompañarme”. 4.-Paris 31 de marzo de 1861 “Poco me ocupare de las noticias de de nuestro pobre Chile, bien que mis ardientes deseos y mi aliento son para el; nada hay en cuanto se dice a conjeturas que no sea funesto para su porvenir cercano. Varas a pesar de su renuncia vulgar y mañosa, será el jefe de la Republica, y la corrupción y el absolutismo desagarraran por diez años mas su esquilado seno. Sin ofender a mis compatriotas, los miro tan desalentados y cobardes, que temo se habitúen al aire infesto del despotismo, hasta que lleguen ha su ultima expresión, y me corrobora en mi miedo lo que tu palpaste y yo palpo en Francia. ¡ Dios quiera que mi mal presentimiento sea del todo falso!” “Da mis mas firmes recuerdos a Rosita, Eugenia y Manuel y a los demás amigos que creo serán bien pocos. Tu recíbelos de mis hermanos Juan y Antonio y de Moreno”. 5.-Paris 15 de abril de 1861 “Las nuevas que me trasmites de la patria, no me dan ningún consuelo, pues no veo en ellas nada de positivo, reduciéndose todo a meras conjeturas mas o menos lógicas, mas, o menos posibles. Yo por mi parte no quiero inútilmente engolfarme en el porvenir y he resuelto esperar aquí el tiempo, que por fortuna no se puede alargar mas de pocos meses, me traduzcas las charadas políticas que se producen al presente. Cualquiera, sin embargo, que sea el jefe de la Republica, no siéndolo varas, lo que para mi es fatal, creo que no podrá dar un paso sin sentirse enredado en los hilos tendidos mañosamente por Montt, y que si algo intenta hacer en beneficio del país, nada podrá realizar si no tiene la capa al toro haciéndose revolucionario: esto es, que desconozca la legitimidad del Congreso y lo mande a pasear, consultando a la nación en una nueva y libre elección con amplios poderes para reformar de punta a cabo la ley fundamental de 1833. Es tan grande el mal que ha invadido todas las arterias de la Republica, que todo paliativo seria inútil, y solo un remedio heroico como el indicado, bastaría a dar vida y salud al enfermo: mas, según el nombre y los antecedentes de las personas que están en posibilidad de ocupar el sumo poder, esto no debe esperarse, y el mal seguirá haciendo su invasión hasta dar al traste con nuestra pobre patria. ¡Dios salve a la Republica!”. “La campaña de nuestro ejercito en Arauco por las consecuencias nimias que ha producido, después del gran aparato con que se inauguro, me daría vergüenza hasta mirarme la cara sino viera en ella un simple pretexto para mantener un fuerte ejercito dispuesto a lanzarlo contra las libertades publicas; pero, de cualquier modo que sea, da una idea muy pobre de nuestros jefes militares, que no están a mayor altura que los bárbaros, pues estos en sus invasiones incendian, roban objetos y personas, del mismo modo que aquellos lo han hecho últimamente”. Esta es la partitura del Himno Constituyente, conocida en esa época como la “Marsellesa” de la Revolución. Letra del soldado poeta Ramón Arancibia y música de Enrique Billet. Es muy probable que haya sido tocada con ritmo de marcha y por los músicos que la Sociedad Italiana de Copiapó agrupaba en su Banda. Esto porque según el Profesor de música Mauricio Morales, la canción posee bastantes semejanzas a la obra musical de Rossini, músico italiano contemporáneo a los hechos de la Revolución de 1859 y cuyas composiciones eran por lo general marchas. Además esta Banda era la que mejores instrumentos y músicos tenia. Este dato no lo hemos podido corroborar por la ausencia, hasta el momento, de fuentes escritas.
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Notas: [1] Esta es una etapa desconocida que nos muestra una cara distinta del proceso, en donde el bajo pueblo busca una profundización del movimiento revolucionario, ya que ven en ella una forma de mejorar su paupérrima condiciones de vida y porque luego de la derrota en el campo de batalla de Cerro Grande, la élite revolucionaria copiapina ya no está disponible para poner sus fortunas y su trabajo a disposición por el éxito de la Revolución Constituyente, esta etapa es la de la “Deserción” de los Plutócratas con pueblo copiapino y atacameño . [2] Gran parte de las reflexiones y análisis de este capítulo corresponden a la investigación realizada por mi persona en la Universidad de Salamanca, España para mi Tesis de Magíster en el año 2007. [3] Thomas P. Jenkin, en Enciclopedia Internacional de Ciencias Sociales, Ediciones Aguilar. Vol. 7, Madrid. España, 1979. Pág.425 [4] Según los especialistas, Platón fue el primero en preocuparse, acerca de la circulación de las élites, de su velocidad ideal y de la manera en como lograrlo. Platón La Republica, L. III, Cáp.21, Pág. 415. [5] Thomas P. Jenkin, op.cit. Pág. 425 [6] Nolberto Bobbio y Nicola Matteucci, Gianfranco Pasquino. Diccionario de Política. Editorial Siglo XXI. Buenos Aires 2005. Pág. 1118 [7] Gabriel Salazar, Cursos de Formación General apuntes del curso Memoria Social: Historia oficial y conflictos en Chile. Santiago-Agosto 2000. Departamento de Pregrado de la Universidad de Chile. Apuntes personales. [8] “El término francés elitè es el sustantivo correspondiente al verbo elire (escoger) y hasta el siglo XVI, fue tan solo choix (elección, acción de escoger).En el siglo siguiente adquirió más que todo un sentido comercial, para designar a los bienes de calidad especial y fue en el siglo XVIII, cuando se empezó a determinar mediante esta palabra a algunos grupos sociales y, con tal sentido pasó al inglés. Élite empezó a constituirse en el significado que hoy es usual durante la Belle Epoque, y se difundió extraordinariamente al asociarse con los autores "Maquiavelistas" en el primer tercio del siglo XX.”. En S. M. Lipset y A. E. Solari; Élites y Desarrollo en América Latina, psicología social y sociología, Introducción. Volumen XXX. Editorial Paidos. Buenos Aires, Argentina 1971. [9] Rafael Sagredo Élites chilenas del siglo XIX. Historiográfica, Cuadernos de Historia N16, Santiago, Universidad de Chile, 1996. Pág. 104. [10] Nicholas S. Timasheff,, La Teoría Sociológica, Editorial del Fondo de Cultura Económica, México 1994. Pág. 344. [11] Nolberto Bobbio y Nicola Matteucci , op.cit. Pág. 1119 [12] J. Burnham, Los maquiavelistas, defensores de la libertad, en Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991 Buenos Aires. Argentina. Pág. 1352 [13]Sociólogo y Economista Italiano(1848-1923),emplea por ves primera el concepto de élite en la sociología. Sus obras principales son sus Considerazioni sul principio... del l'economia política pura (1892), Course d'Economie Politique (1896), Les Systèmes Socialistes (1902), Manuale di Economía Política (1906, publicado luego en francés, con un apéndice enteramente nuevo, en 1909), su Trattato di Sociologia Generale (1916, traducido al inglés en 1935 con el título de Mind and Society) y finalmente L'Economie Mathematique (1911, en la Encyclopedie des Sciences Mathematiques). Además, gran cantidad de escritos periodísticos. En relación al concepto de circulación de las élites, dentro de su teoría, le da una importancia similar, al que tiene el sistema circulatorio sanguíneo en la biología. Es por eso que pone mayor atención, en la composición psico-física de la élite. [14] W. Pareto, “Escritos Sociológicos”, Editorial Alianza Universitaria, Madrid España 1987. Pág. 55 [15]
W. Pareto. Op. cit.
Pág. 56. [17] Wilfredo Pareto. Ibid.
Pág. 47. [18]Joan Reimes, Circulación de las élites en Chile, Escuela Latinoamericana de Ciencia Política. Ediciones ELACP, Santiago de Chile 1970. Pág. 305. [19]
Sociólogo y Filósofo francés. Su estudio más importante tal vez
sea: Los Partidos Políticos. Un estudio sociológico de las
tendencias oligárquicas de la democracia moderna. Ediciones
Amorrortu, Buenos Aires, Argentina. 1969 [21]I. Burnham. Op.cit. Pág. 1352. [22] Filósofo y político italiano, nacido en Palermo en 1858. Cursó estudios de leyes y dio clases de derecho constitucional en las universidades de Roma y Turín. Periodista en Il corriere de lla sera y otros periódicos, fue miembro de la Cámara de Diputados en 1908 y ministro para Asuntos Coloniales desde 1914 hasta 1916 y desde 1919 hasta 1928, año en el que fue senador. Sus obras mas destacadas son Elementos de ciencia política, Una constante histórica: dominados y dominadores, La circulación y el equilibrio de poderes. Falleció el 8 de noviembre de 1941. Mosca habla de la renovación de la clase política, gracias a la cual representantes de los estratos más bajos de la sociedad, llegaban a participar en la élite. [23] Nicholas S. Timasheff, op.cit. Pág. 214 [24] Nicholas S. Timasheff Ibid. Pág. 215 [25] Gabriel Salazar y Julio
Pinto, Historia Contemporánea de Chile. Vol.
II Editorial LOM, Santiago 2002 Pág. 33 [27] Julio Heise González El Periodo Parlamentario 1861-1925. Tomo II ; Editorial Universitaria , Santiago de Chile 1982. Pág. 243-247. [29] Diana Balmori, Stuart F. Voss y Miles Wortman. Op. cit. Pag.19. [30]José
del Pozo Historia de América Latina y del Caribe. Editorial
LOM Santiago de Chile
2002. Pág. 44. [31]Desde 1822 en adelante, los gobiernos de turno dictan una serie de Amnistías e indultos, que perdonaba a los hombres de los bandos contrarios. Señalemos las amnistías de 1822, tras la guerra a muerte, Los indultos y reincorporaciones militares dados de baja en 1830, que se hacen efectivos en 1838, En 1857 amnistía parcial tras las pugnas durante el gobierno de Montt, En 1861, Amnistía General inaugurada por el Gobierno de Pérez, a propósito de la Guerra Civil de 1859 y que le permite al caudillo atacameño Pedro León Gallo, regresar a Chile, luego de huir al exilio, al perder en la batalla de Cerro Grande. [32]Gabriel Salazar y Julio Pinto, op.cit. Pág. 29 [33]Gabriel Salazar y Julio Pinto Ibid. Pág. 31 [34]El Mercurio Artes y Letras, Sección de Historia. Elizabeth Lira, Pág. E-10 Santiago de Chile, 26 de septiembre de 1999. [35] Carlos Marichal Historia de la Deuda externa de América Latina. Alianza América Editores, Buenos Aires 1992. Pág. 100. [36]
Cristian Gazmuri. El 48 Chileno, igualitarios, reformistas,
radicales, masones y
bomberos, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1992.
Pág. 23 [37] Sergio Villalobos. Origen y Ascenso de la Burguesía chilena, Editorial Universitaria Santiago de Chile 1990. Pág. 189. [38]
Cristian Gazmuri Op.cit Pág. 18 [39] Diego Barros Arana. Historia General de Chile. Vol. XV. Pág. 564-571. En Simón Collier, Chile la construcción de una Republica 1830-1865. Ediciones de la Universidad Católica de Chile. 2005 Pág. 35. [40] Gabriel Salazar y Julio Pinto Ibid. Pág. 27 [41] José del Pozo. Op. cit. Pág. 53. [42] Julio Heise González. Op.cit. Pág. 20 [43] Julio Heise González. Ibid. Pág. 19. [45] Simon Collier. Chile la Construcción de una Republica 1830-1865, Políticas e Ideas. Ediciones de la Universidad Católica. 2005. Pág. 55. [46]
Carmen Cariola y Osvaldo Sunkes “Un Siglo de Historia Económica de
Chile, 1830-1930” Editorial Universitaria, Santiago de Chile 1991. Pág.
30. [47]Manuel
Lucena Salmoral Historia de Ibero América, Tomo III Editorial
Cátedra 1998. Pág. 296. [48]Carlos Marichal. Op.cit. Pág. 98. [49]Gabriel Salazar Cursos de Formación General Apuntes personales. [50] Fernando Campos Harriet. Ibid. Pág. 206 [51] Julio Heise. Op.cit Pág. 34 [52] Julio Heise. Ibid. Pág. 61. [53] Simon Collier. Op.cit. Pág. 48. [54] El Club de la Reforma, convencido de las imperfecciones del
sistema político chileno, se propone cambiarlo. Este propósito no se
logra; “...mientras permanezcan en pie muchas disposiciones de la
actual constitución todavía vigente, en las cuales se descubre la
tendencia a despojar al
individuo de las atribuciones que le son propias para colocarlas en
manos del Ejecutivo (...) El presidente de la republica no puede ser
reelegido por un nuevo periodo inmediato (...) La ley debe reglamentar
las facultades extraordinarias que se le otorguen al presidente
(...) Como sistema democrático, todos los partidos deben estar
representados en el Parlamento. En general el Club de la Reforma
patrocino todas las enmiendas constitucionales aprobadas mas adelante
en los gobiernos de Errazuriz, Pinto, Santa Maria y Balmaceda.”
Julio Heise. Op.cit. Pág. 25 [55] Congreso de la Republica, Acta de las Sesiones del Congreso de Chile 1858. Pág. 493. [56] Rene León Echaiz. Evolución Histórica de los partidos políticos chilenos. Editorial Francisco de Aguirre. 1971. Pág. 37. [57] Nicolás Maquiavelo. El Príncipe. Cáp. XXV en James Burnham Los Maquiavelistas, Editorial EMECE 1953. Pág. 73. [58] Cristian Gazmuri. Ibíd. Pág. 150. [59] Norberto Bobbio, Incola Matteucci y otros. Ibid. Pág.1464. [60] Norberto Bobbio, Incola Matteucci y otros. Ibid. Pág. 1464. [61] Norberto Bobbio, Incola Matteucci y otros. Ibid. Pág. 1466. [62] Federico G. Gil, El Sistema Político chileno, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile 1969. Pág. 19 [63] Federico G. Gil, Op. Cit. Pág. 53. [64]
Luis Vitale Interpretación Marxista de la Historia de Chile.
Tomo III Edición Prensa Latinoamericana S.A. Santiago de Chile 1973.
Pág. 249. [65] Hemos decidido emplear este concepto, por considerarlo más apropiado y específico al estudio realizado. Pero estamos claros que los actores informales también lo componían los inquilinos y peones del centro y sur de Chile. Estos unidos al “pueblo minero” formarán en su conjunto, el llamado “bajo pueblo”. [69]Cristian Gazmuri. Ibid. Pág. 18 [70] David Bushell y Neaill Macaulay. El nacimiento de los Países Latinoamericanos. Editorial NEREA 1989 Madrid España. Pág. 119-120 [74]Jaime
Eyzaguirre Historia de las Instituciones Políticas y Sociales de
Chile, Editorial Universitaria, Santiago de Chile 1997. Pág. 109. [75]
“La derrota en las urnas del general penquista José Maria de la
Cruz, atribuida a la intervención del gobierno y otras causas, fue el
motivo de la insurrección. Ello significo el predominio del
conservantismo centralista, sobre el espíritu de preponderancia del
sur (...) la revolución tuvo su fundamento en el espíritu
aristocratizante y fondista de la sociedad. Se debió a al antigua
rivalidad, entre esa provincia y la capital. [76] Rene León Echaiz. op.cit. Pág. 9. [77] Rene León Echaiz. Ibid.
Pág. 10 [78] Rene León Echaiz. Ibid. Pág. 10. [79] Rene León Echaiz. Ibid. Pág. 17. [80] Julio Heise González. Ibid. Pág. 298. [81] Fernando Castillo, Lía Cortes y Jordi Fuentes. Diccionario Histórico y Biográfico de Chile. Editorial ZIGZAG, 1999. Pág. 364. [82]
Julio Heise González. Ibid. Pág.
310. [83] “La iglesia apoyada por algunos conservadores, quería someter este establecimiento de educación al control absoluto de sus miembros, entregando su gobierno, desde el Rector hasta el ultimo empleado, a elementos eclesiásticos. El presidente Montt y su ministro varas se opusieron tenazmente a este proyecto”. Rene León Echaiz. Ibid. Pág. 29. [84] “Bajo el amparo del arzobispo Valdivieso y de prestigiosos elementos conservadores se aprobó en el Senado un proyecto que restablecía legalmente a la Compañía de Jesús. Montt y Varas se opusieron tenazmente a esta medida”. Rene León Echaiz. Ibid. Pág. 29. [85] “En 1856 el vicario de la Arquidiócesis de Santiago ordeno la separación de un sacristán, sin acuerdo del Cabildo. Dos canónigos de la Catedral, disconformes con esta medida fueron suspendidos de sus cargos y apelaron ante la autoridad eclesiástica correspondiente, y siéndoles concedido el recurso en el solo efecto devolutivo. Se vieron obligados entonces los canónigos a entablar recurso de fuerza ante la Corte Suprema de Justicia, tribunal competente para conocer de esta clase de asuntos, en virtud del régimen de patronato que regia las relaciones de la Iglesia con el Estado”. Rene León Echaiz. Ibid. Pág. 30. [86]
Manuel Lucena Salmoral. Ibid. Pag. 294. [87] Copiapó 1863, La Serena 1864, Santiago y Concepción 1865. [88] Julio Heise González. Ibid. Pág. 321. [89] Julio Heise González. Ibid. Pág. 322. [90] Acta de las Sesiones del Congreso de Chile. Libro 7. Pág. 52. Sesión Extraordinaria del 19 de enero de 1859. Imprenta Nacional. Santiago de Chile. 1859 [91] Simon Collier y William
F. Sater. História de Chile, 1808-1994; Cambridge University Press;
New York 1996. Pág.
56. [92] Maria Angélica Illanes, Op. Cit. Pág. 27. [93] Carta de Diego Portales a José Miguel Cea, en marzo de 1822. En Los Mitos de la Democracia Chilena Tomo I, Felipe Portales Editorial Catalonia, Santiago de Chile. Pag 45. [94] Tulio Halperin Donghi Historia Contemporánea de América Latina. Alianza Editorial 1972. Pág.170. [95] Rene León Echaiz, Evolución Política de los Partidos Políticos chilenos, Pág. 38-39 Editorial Francisco de Aguirre, Buenos aires Argentina, 1971. [96] Felipe Portales Los Mitos de la Democracia Chilena Tomo I, Editorial Catalonia, Santiago de Chile. Pág. 40. [97] Acta de las Sesiones del Congreso Nacional. Libro 7. Ángel Custodio Gallo, en Sesión Ordinaria del 5 de junio de 1858. [98] Sesiones del Congreso Nacional. Tomas Gallo, en Sesión Ordinaria del 5 de junio de 1858. [99] Norberto Bobbio, Incola Matteucci Ibid. Pág. 1465. [100] Gabriel Salazar y Julio Pinto, Historia Contemporánea de Chile, Tomo I Editorial LOM 1999, Santiago de Chile. Pág.14. [101] Gabriel Salazar y Julio Pinto, Op. Cit Pag15. [102] Nicolás S. Timasheff. Ibid. Pág. 348 [104]Norberto Bobbio, Incola Matteucci, Ibid. Pág. 1466. [105] Federico G. Gil. Ibid. Pág. 55 [106] Felipe Portales. Ibíd. Pág. 41. [107]
Cristian Gazmuri. Ibid.
Pág. 23 [108] Felipe Portales. Ibid. Pág.41. [109] Equipo Redacción PAL. Historia Universal Tomo III El Mundo Romano, Ediciones Mensajero, Bilbao, España 1986. Pág. 200 [110] Rene León Echaiz. Ibíd. Pág.12. [111] Gabriel Salazar y Julio Pinto. Ibid. Pág. 18. [112] Gabriel Salazar y Julio Pinto. Ibid. Pág. 15 [113] Gran parte de las reflexiones y análisis de este capítulo corresponden a la investigación realizada por mi persona en la Universidad de Salamanca, España para mi Tesis de Magíster en el año 2007. [114] Rolando Mellafe Historia Social de Chile y América, Editorial Universitaria, Santiago de Chile 1995. Pág. 216. [115] Ibíd. Pág. 170. [116] Felipe Portales, Los mitos de la Democracia chilena. Edictorial Catalonia Santiago 2006. Pag 62. [117] Citado en Felipe Portales, Los mitos de la Democracia chilena. Pág. 62 [118] Citado en Felipe Portales, Los mitos de la Democracia chilena. Pág. 62 [120]
Citado por Felipe Portales en Op. Cit. Pág. 62. [121] Gabriel Salazar Labradores, Peones y Proletarios. Editorial LOM 2000. Pág. 148. [122] Benjamín Vicuña Mackenna; El Libro de la Plata, Pág. 214, Imprenta Cervantes, Santiago de Chile 1882 [123] Ibid. Pág. 156 [124] Juan O`Brien Fundación y Territorio Editorial Universitaria, Santiago de Chile 1992 Pág. 65. [125] Julio Pinto Vallejos, Editor. Episodios de Historia Minera Pág. 235 Editorial de la Universidad de Santiago, Colección Ciencias Sociales. Santiago de Chile 1997. [126] Gabriel Salazar y Julio Pinto Historia Contemporánea de Chile Tomo III Editorial LOM. 2002 Pág. 158 [127]Gabriel Salazar Op. Cit. Pág. 149. [128]Gabriel Salazar y Julio Pinto. Pág. 172-173. [129] Maria Angélica Illanes El Chile-descentrado Editorial LOM Santiago de Chile 2003. Pág. 30. [130] Ibíd. Pág. 174. [131] Entrevista Alejandro Aracena. Folclorista. Tierra Amarilla Agosto 2004. [132] Archivo Intendencia de Coquimbo 1827, Informe del Alcalde de minas de Arqueros del 17 de enero del mismo año. [133] Archivo Intendencia de Coquimbo 1827, Informe del Alcalde del Barrio de la Portada 31 de mayo. [134] El Copiapino 26 de enero 1856. [135] Guillermo Rojas Carrasco, Chañarcillo En anales de la Universidad de Chile, segundo y tercer trimestre de 1936, Imprenta de la Universidad de Chile, Santiago. Pág. 275. [136] El Copiapino 26 de febrero 1848. [137] Cecilia Osorio G. Ser hombre en la Pampa en Arriba Quemando el Sol, Colectivo de Oficios Varios. Editorial LOM Santiago 2004. Pag107. [138] El Copiapino, 9 de febrero de 1858. Noticias del mineral de Cerro Blanco. [139] Guillermo Rojas Carrasco, Op.cit Pág. 269 [140] Gabriel Salazar Labradores, Peones y Proletarios. Editorial LOM. Santiago de Chile 2000. Pág. 16. [141] Diario El Copiapino, noviembre de 1848 [142] Maria Angélica Illanes Op.cit Pág. 124 [143] Maria Angélica Illanes. Op.cit Pág. 83 [144] El Copiapino, 18 de enero de 1856. Corresponsal en el mineral de Tres Puntas. [145]
Ibíd. Pág. 128 [146] Luís Vitale. Op.cit Pág. 251 [148] Ibíd. Pág. 128 [149] Boletín de Sesiones del Congreso, en su Editorial de Marzo de 1851. [150] Compuesto por José Ramón de Ossa, José Maria Montt, Agustín Edwards, Tomas Gallo Goyenechea, Rafael Varas y Vicente Quezada. Atacama entonces, se convirtió en la voz del conservadurismo, en aquellas elecciones, toda vez que al futuro Presidente, lo ligaban lazos familiares con Atacama. [151] Maria Angélica Illanes Op.cit Pág. 134 [152] Sergio Grez T. De la Regeneración del Pueblo a la Huelga Genera, Génesis y Evolución Histórica del Movimiento Popular en Chile 1810-1890. Editorial RIL Santiago 2007. Pág. 403. [153] El Copiapino, 19 de febrero de 1858 [154]Sergio Grez T. El Liberalismo Popular: características y rol en la constitución del movimiento popular del Chile decimonónico. Revista chilena de Historia y Geografía No 163 Ediciones Impresos Universitarios S.A. Santiago 1997 Pág. 203. [155] El general José Maria de la Cruz de tendencia liberal y comandante de las fuerzas de la guarnición del sur y los grupos “liberales-igualitarios”, liderados por Francisco y Manuel Bilbao, se habían levantan contra el reciente electo presidente Montt, cuestionando el proceso eleccionario, por considerarlo fraudulento. Además la presidencia de Montt significaba el continuismo del sistema Portaliano. [156]Archivo Intendencia de Atacama. Vol.87, Chañarcillo 26 de diciembre de 1850. Carta del Subdelegado Santiago Morenos al Intendente. En Maria Angélica Illanes. Op.Cit. Pág. 57. [157]Maria
Angélica Illanes. Ibíd. Pág. 59. [158] Gabriel Salazar. Ibíd. Pág. 18 [159] Lamentablemente no contamos con fuentes escritas que confirmen esto, pues el mundo peonal no posee dichas fuentes. Por ellos se ha señalado en las: “limitaciones en las que se encuentra el investigador, al momento de realizar estudios centrados en los sectores populares. Las fuentes con las que se trabaja, difícilmente permiten escuchar de manera directa las voces de los obreros, ya que no se trata de testimonio ni relatos propios (...) prácticamente es imposible encontrar cartas, discursos o diarios obreros”. En Cecilia Osorio. G. Ibíd. Pág. 93. [160] Julio Heise. G. Ibíd. Pág. 244. [161] Julio Heise. G. Ibíd. Pág. 245. [162] Oriel Álvarez. Atacama de Plata. Editorial Todamercia, Copiapó 1979 Pág. 194. [163] Ibíd. Pág. 275-276. [164] Aunque artesanos y peones caen en la categoría de “proletarios”, los primeros son considerados por la élite, con mayor predisposición al aprendizaje político, que el peón. Esto por su mayor grado de experticia y capacidad sistemática de trabajo, además de ser mas propenso al “orden” que los comunes peones. [165] Roberto Hernández Ibíd. Pág. 261. [166] Pedro Pablo Figueroa, Historia de la Revolución Constituyente. Imprenta Victoria 1889, Santiago de Chile. Pág. 273. [167] Sergio Grez Toso. Op.Cit. Pág. 206 [168] Archivo Intendencia de Atacama. Ibíd. Pág. 172-174. [169] Ibidem. Pág. 174. [170] Ibidem. Pág. 88. [171] Ibídem. Pág. 362. [172]Roberto
Hernández, Op.cit. Pág... 306-307. [173] No es nuestro objetivo exponer y analizar todos los hechos de esta Revolución en su conjunto, sino por el contrario, desarrollar las generalidades de esta, para su vinculación con la totalidad del estudio realizado. [174] Siendo sus integrantes mas destacados: Pedro León Gallo, Pedro Pablo Zapata, Felipe Santiago Matta, Anselmo Carabante, Olegario Carballo, José Nicolás Mujica, Luís Lopeandia, Tomas de la Torre, Quirico Montero, Ramón Arancibia, Nicolás Sierraalta, Abdón Garin, Félix Garmendia, Tristan Cox, Joaquín Segundo Tocornal, Tomas Peña y David Martínez. [175] Uno de los discursos mas encendidos, que hemos encontrado, es el expuesto por M. A. Matta, al ser desalojados y reprimidos los mas de 200 participantes que adherían a La Asamblea Constituyente; “Venid todos y mostremos que sabemos oponer la calma a la insolencia, el derecho a la fuerza y el desprecio a las amenazas, levantando contra los esbirros una muralla de nombres sin mancha, que todos confesarán dignos de la estimación y aprecio de sus conciudadanos” Mas adelante señala; “Ved aquí mi pecho y asestad contra el vuestras bayonetas si sois los soldados de la tiranía y de la corrupción. Pero si sois hijos del pueblo, si servís a la nación, si respetáis los derechos de la justicia, rendid homenaje al pueblo, y en señal de respeto obedecedme a mi, que soy representante de ese pueblo” Luego de ser disuelta la reunión, Matta continua; “...ciudadano, marchemos todos presos. Cuando la corrupción y la infamia están en la moneda, es preciso que la virtud y el patriotismo marchen a la cárcel.” En Benjamín Vicuña Mackenna. El sitio del 12 de diciembre de 1858, Pág. 309. Obras Completas. Tomo II, Imprenta Nacional. Santiago de Chile 1933 [176]
Estado Mayor
del Ejército de Chile. Historia del Ejército del Chile. Pág.
127, Tomo VI. Ediciones del Ejército de Chile. Santiago 1980. [177] Ángel Custodio (Diputado por Valparaíso) y Tomas Gallo Goyenechea (Diputado por Copiapó), apoyan la revolución desde su exilio, sus hermanos Pedro León y Juan Guillermo Gallo, actúan en el campo de batalla. [178] De igual forma Felipe Santiago Matta, actúa en el campo de batalla, sus hermanos Manuel Antonio (Diputado por Copiapó y Caldera) y Guillermo Matta, desde el exilio, esperan el desenlace del levantamiento. [179] Durante la Revolución de 1851, el Clan fue partidario del Gobierno. [180] Francisco Antonio Encina. Historia de Chile Pág. 1114 Tomo II. Editorial Nacimiento, Santiago de Chile 1952 [181] Salvador Urrutia, es el mismo oficial que traicionara a Gallo en la batalla de Cerro Grande. El al estar encargado de la confección de las municiones, en vez de cargar los cartuchos de pólvora, los cargo de arena y café. [182] “Acuso”, en Archivo Intendencia de Atacama. Op.cit. Pág. 317 [183] Sergio Grez Toso. Op Cit. Pág. 204. [184] Roberto Hernández. Ibíd. Pág. 269. [185] Pedro Pablo Figueroa Op. Cit. Pág. 304. [186] Roberto Hernández. Ibíd. Pág. 270. [187] Francisco Antonio Encina. Op.Cit. Pág. 1114. [188] Ibíd. Pág. 275. [189]
“En Santiago un débil motín se agoto de inmediato. En Valparaíso
un intento mas serio fue reprimido
rápidamente. San Felipe, también en armas, fue saqueado
cruelmente por tropas de gobierno (...) en Talca los rebeldes
soportaron días de bombardeos antes de capitular. En el campo, bandas
guerrillearas, organizadas por algunos hacendados de la fusión (las
montoneras), tuvieron algunos logros, pero a comienzos de mayo, habían
sido dispersadas en su totalidad. Mas al sur los insurgentes capturan
brevemente Tome y Talcahuano, y organizan un infructuoso ataque a
Concepción, mientras otra fuerza rebelde de la Frontera marchaba
rumbo a Chillan. Su derrota en la batalla de Maipón, marco el final
de la guerra en el sur.” Simón Collier y William Staner,
Historia de Chile, 1808-1994; Pág.109 Editorial Cambridge
University Press, Madrid
1999 [190] Entrevista realizada en Santiago de Chile 15 de mayo del 2003 a Maria Isabel y Maria de la Luz Gooycolea. [191] En Atacama de Plata 1979; En Juan Godoy o el descubrimiento de Chañarcillo 1932. [192] Roberto Hernández. Op.cit. Pág. 278 [193] Francisco Antonio Encina. Op.cit Pág. 1118 [194] Estado Mayor del Ejército de Chile. Op.cit Pág. 143. [195] La canción popular se hace presente con una simpática canción, que en una de sus estrofas decía; “Si, mi don Manuel, como te cercan escollos, pregúntale a Silva Chávez, como le fue con los pollos”. Otro verso popular que nacen a partir de este triunfo revolucionario fue: “En el norte canto un Gallo y en Serena se escucho y los Coquimbanos dijeron, ese Gallo es de Copiapó”. [196] El Ferrocarril, Santiago de Chile. marzo 7 de 1859. [197] Domino Arteaga Alemparte, Los Constituyentes de 1870, Pág. 192 Biblioteca de Escritores de Chile Volumen II, Editorial Barcelona, Santiago de Chile 1910. [198] Domino Arteaga Alemparte, Op.cit Pág. 189 [199] Fernando Campos Harriet. Op.cit Pág. 216 [200] Francisco Antonio Encina. Ibíd. Pág. 145 [201] Pedro Pablo Figueroa. Op.cit Pág. 319 [202] Fernando Campos Harriet. Op.cit. Pág. 220 [203] Luís Vitale Op.cit Pág. 257 [204]
Cortes, Guillermo:
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Chiaramonte, José Carlos. “El federalismo argentino en la primera
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Cultura Económica, 1993, 81-132. [208]
Méndez Beltrán, Luz María. Instituciones
y problemas de la minería en Chile: 1787-1826, Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile, 1979, p. 26 [209]
Ibid., 30-34. [210]
Ibid., 49.
[211]
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II” de las Reales ordenanzas para
la dirección, régimen y gobierno del importante Cuerpo de la Minería
de Nueva España,Madrid, 1783, p. 22.
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de estudios histórico-jurídicos 21, 1999, pp. 6-7. [217] Cárcamo Siriguiado, Ulises. Mineros y minería en el norte chico: La transición. Desde la colonia a las primeras décadas de la república. Santiago: Universidad de Chile, 2004. Capítulo 1.2. [218]Álvarez Gómez, Oriel. “Etapa pionera de la minería atacameña y sus organizaciones gremiales”. Ingeniería. Universidad de Atacama 10-11, 1998, 47-49. [219] Sayago, Carlos María. Historia de Copiapó. Buenos Aires-Santiago: Editorial Francisco de Aguirre, 1973, pp. 456-461. [220] “Libro de Acuerdos del Gremio de Minería”. Copiapó: 13 de enero de 1841 y 20 de enero de 1841, Archivo Nacional de Chile. Archivo de la Intendencia de Atacama (en adelante A.N.A.I.A.), Vol. 13, s/f. [221]
“Sesión del
gremio de mineros”. Copiapó: 3 de abril de 1846. A.N.A.I.A., Vol.
71, f.1. [222] “Sesión del gremio de mineros”. Copiapó: 17 de abril de 1846. A.N.A.I.A., Vol. 71, f.1.vta. [223] “Instalación de la Comisión de Minería”. Copiapó: 20 de julio de 1848. A.N.A.I.A., Vol. 71, s/f. [224] Venegas, Concertación…, Capítulo 2.2. [225]
El Copiapino. Copiapó, 2 de
enero de 1855. [226] “Instalación de la Junta de Minería”. Copiapó: 2 de enero de 1856, A.N.A.I.A., Vol. 137, s/f. [227]
Ibid. [228] Mientras en Chile había un 17,3% de hombres alfabetos, el departamento de Copiapó alcanzaba un 29,4%. Véase el Censo jeneral de la República de Chile. Levantado en abril de 1854. Santiago: Imprenta del Ferrocarril, 1858. Con respecto a la cifra de ciudadanos, en Copiapó había un elector por cada 32 habitantes y en el puerto de Caldera había 1 cada 21, cifra muy superior al total nacional, que era de un elector cada 75 habitantes. Anuario estadístico de la República de Chile. Santiago: Oficina Central de Estadística, 1863, p. 450. Según puede inferirse de un catastro realizado por la Intendencia, hacia 1854 había alrededor de 200 hombres que figuraban encabezando sociedades propietarias de minas. Esto cifra no tiene en cuenta a un número mucho mayor de otros socios dueños de barras. Véase la Memoria que el Intendente de la Provincia de Atacama presenta al Señor Ministro de Estado en el Departamento de Interior dando cuenta de todos los ramos de la administración. Copiapó: Imprenta dEl Copiapino, 1854, pp. 103-111. [229] “Junta de Minería”, en El Copiapino, Copiapó: 3 de enero de 1856. [230] “Lo que estamos viendo”, en Ibid.. [231]Al respecto véanse las reflexiones de Annino, Antonio. “Ciudadanía ‘versus’ gobernabilidad republicana en México. Los orígenes de un dilema”. Sábato, Hilda. Ciudadanía política y formación de las naciones. Perspectivas históricas de América Latina. México: Fondo de Cultura Económica, 1999. [232]
“Al señor Presidente de la Junta de Minería”. Copiapó: 10 de
mayo de 1863. A.N.A.I.A., Vol. 92, s/f. [233] “Sesión del Gremio de Mineros”. Copiapó: 14 de diciembre de 1856. A.N.A.I.A., Vol. 137, s/f. [234] “Al señor Presidente de la Junta…”. [235] El Copiapino. Copiapó: 2 de enero de 1858. [236]
Ibid. [237] El Copiapino. Copiapó: 28 de marzo de 1857. [238]
El Copiapino. Copiapó:
11 de enero de 1858. [239] “Al señor Presidente …”. [240] “Carta de José María Silva Chávez a Manuel Montt”. Copiapó: 1° de enero de 1859. Archivo Nacional de Chile. Fondo Fundación Manuel Montt (A.N.F.F.M.M). Tomo XV, ff.1-2 [241] Antonio Morales, curso de Doctorado, Historiografía Comparada, En Tesis Doctoral. Los Diaguitas Historia de los pueblos de los Valles Transversales, Guillermo Cortés Lutz, Universidad de Salamanca, España, 1999. [242] Cf. Salazar, Gabriel: Construcción de Estado en Chile, Ed. Sudamericana. [243] Campos, Harriet Fernando. Historia Constitucional de Chile, Editorial Jurídica, Santiago 1999. P.p. 367 y 368 [244] Entrevista realizada por Guillermo Cortés Lutz, En : Tres Capsulas del Tiempo, fragmentos históricos de Copiapó. Cápsula Nº 3 “El Caudillo de Atacama”, Programa Dirigido por Rodrigo Zalaquett F-A, CNTV 2003. [245] Reivindicamos el concepto de provincia, que era la división política que tenia Chile en el siglo XIX, ya que el concepto de región fue una imposición administrativa de la dictadura militar [246] Carta de Joaquín Blest Gana a Diego Barros Arana, del 30 de octubre de 1859. [247] Cortes, Guillermo & Zalaquett, Rodrigo. Breviario de la Historia de Chile para leer desde regiones, Pág. 91. Libro Digital [248] Fragmento: El Copiapino, año X, número 2 del 25 de septiembre de 1857. [249] Debemos recordar que en la revolución de 1851, en la ciudad de la Serena es nombrado también Intendente por la ciudadanía José M. Carrera Fontecilla, pero este es santiaguino, no siendo un líder provincial como Pedro León Gallo. [250] Hernández, Roberto. Juan Godoy o e descubrimiento de Chañarcillo, Imprenta Victoria, Valparaíso, 1932, Pág. 270. [251] Fernández A. Joaquín et al: Historias del Siglo Diecinueve Chileno, Editorial Vergara, Santiago 2006, Pág. 164n y 165. [252] Carta Joaquín Blest Gana a Diego Barros Arana, Santiago de Chile 29 de abril de 1859, Cartas en Biblioteca Nacional [253] Ibídem. [254] Carta de Pedro León Gallo a Diego Barros Arana, París , Enero de 1860, archivos BN. [255] Diario El Copiapino, N° 3834, AÑO XX, Sección Crónica Local, martes 5 de Enero de 1864. [256] Citado de El 48 chileno, igualitarios, reformistas, radicales, masones y bomberos Cristián Gazmuri, Pág. 144. [258] Se refiere a su paso por Sevilla, España. |
Guillermo
Cortés Lutz / Rodrigo Zalaquett Fuente-Alba
Doctor en Historia - Académico
e Investigador Universitario
Grupo de Estudios de Atacama GEA Copiapó – Chile
gea_atacama@yahoo.es
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