Historia de las historias de Pedro el Silvestre (Novela de Eduardo da Bosco, Editorial UCR, 2007) Adriano Corrales Arias* |
Historia
de las historias de Pedro el Silvestre,
novela del escritor y artista Eduardo da Bosco, es una ficción más que
compleja. Narrada desde diversos planos y perspectivas, y apoyada por
material gráfico, no es solamente una novela de aventuras, mejor dicho,
es más que eso: es una relación narrativa profundamente filosófica y
simbólica que responde a una cosmogonía muy particular. Estructurada
a partir de las historias del personaje central, Pedro Silvestre, en
realidad lo que se nos narra es la Historia
del planeta Tierra con una dosis de humorismo y sátira contenida. Lo
novedoso de la novela es que, a pesar de que la palabra es fundamental en
la búsqueda epistemológica de la misma, también se precisa de otros
signos para comprender la totalidad del mundo narrado. En el prólogo al libro hay un breve recorrido desde el inicio de la civilización penelongana hasta la fundación de Vergalia. Esta es una larga etapa que se narra en los primeros dos libros de la serie: El octaedro y Neopenelongo, reunidos con el título de Los Antiguos Fablamentos. En el primero de los tres libros de los Nuevos Fablamentos, llamado Historia de las historias de Pedro el Silvestre, hay cuatro tipos de historias: 1. La historia narrada en las notas al pie de página. 2. La historia de las aventuras de Pedro el Silvestre. 3. Las historias de los personajes que ayudan a conformar el mundo silvestriano, sin los cuales no sería posible su existencia (son sus rasgos de identidad). 4. La historia gráfica, representada por los mapas, tan imprescindible como las anteriores. Colidonia es resultado de una larga transformación histórica que arranca desde los inicios de la Pantracia, cuando existían tribus dispersas poblando los litorales del continente y una civilización más organizada ocupando su centro. Esta historia se narra con gráficos. Justifica la razón de la existencia del mundo silvestriano y le da al lector la posibilidad de reconstruir la historia del continente de acuerdo con su criterio y por otros medios expresivos. El libro se divide en dos partes: Acta Prima y Acta Postrema. La primera está dividida en cuatro tisanas y esto no es al azar. Cada una plantea un problema y un remedio (la tisana misma), es decir, plantea los principios filosóficos de la narración. La segunda parte, Acta postrema, pone en práctica cada uno de esos principios. La novela contempla un único plano argumental denominado la Historia. Este plano argumental está subdividido en dos subplanos, la historia anterior y la historia posterior. La primera refiere los orígenes de la Pantracia y está consignada en los Antiguos Fablamentos. De ella se hace un bosquejo y a ella están dedicados algunos episodios. La segunda refiere la historia de la Mesocolidonia y en particular la de Vergalia. La historia anterior está consignada en el prólogo como sigue: Los sucesos narrados en este libro fincan sus raíces en vaticinios anteriores a los Antiguos Fablamentos. (Pág. 5). Los aguiluchos se devoraron entre sí y quedó uno solo: el fundador de un linaje que sobreviviría a la destrucción de la Gran Penelongo y cuyo último descendiente tendría el cometido de recuperar los valores penelonganos, con el correr de los hectócronos. (Pág 6) La relación de la historia anterior con la historia posterior, se consigna así: La inobservancia de las normas impuestas por la Tierra puso fin al imperio, como lo había señalado el oráculo, y abrió la posibilidad de su renacimiento en un humilde caserío, en un niño escogido para este fin desde el principio de la creación. Aquí se relata la historia de ese pueblo y, con ella, la de la infancia, juventud y madurez del elegido, origen de los escritos posteriormente llamados los Nuevos Fablamentos. (Pág. 6) Pedro el Silvestre es el hilo conductor de la historia moderna de la ciudad, pero no es el único elemento. Un lector atento sabrá distinguir la doble relación de hechos y situaciones que a veces se separan y otras veces confluyen. La novela es circular: se inicia en una época posterior a la destrucción de Colidonia mediante una crónica del fablista Mantarrayada, regresa al momento de la destrucción mediante otra crónica del mismo fablista y concluye en ese mismo momento, en el libro II de las crónicas de Mantarrayada. Los personajes se caracterizan por la libertad: hay libertad de decisión, pero también azar y destino; y ambos actúan con mismo grado de libertad. (El azar y el destino no son meros conceptos en la cultura mesocolidonia, son seres tan reales como Ímara y la Tierra). Pero lo interesante del texto son los espacios polimórficos que conforman uno de los temas centrales de la novela en cuanto a la palabra se refiere, pues con ella se expresan pensamientos que se concretan en actos específicos. La búsqueda de un método que eleve la posibilidad al rango de certeza es una constante en las historias (la prolongación de la vida, la búsqueda de la riqueza, etc.). La aplicación de semejante método puede caer en el absurdo, pero no sus consecuencias, como se verá. Algunos
aspectos críticos del texto atañen a la demagogia como principio de
manipulación social, a la sátira de los contenidos programáticos de
ciertos partidos políticos, a la ineficiencia del Estado, al sistema político
coercitivo y al gasto de recursos públicos en proyectos improductivos,
cuando no inútiles (la homosexualidad de las libélulas y el matizado de
lo incoloro). Esto no está explícito en el texto, pues no es un ensayo,
pero el lector sabrá extraerlo y distinguir que, ciertamente, de todo lo
que se puede decir no se ha dicho nada, que la doctrina es un conjunto vacío;
pues, como apunta Metalogos, XXIX, 102, no
nacen árboles en las nubes o, como defiende el postulado Nalgas Níveas:
La
poscontemporaneidad es la convergencia inevitable del flujo de tiempos
contrapuestos. He aquí una novela que se sale del canon literario nacional. Un texto refrescante y a la vez difícil en su polifonía que reivindica la palabra en la búsqueda de los enunciados, objetivo, finalmente, de toda cultura. Texto que, de alguna manera, bebe, para desconstruirlos, en el Gilgamesch, la Biblia, los Códices precolombinos, las Crónicas de Indias, la filosofía posmoderna (¿Foucault, Derrida?), la narrativa borgiana y de Álvaro Mutis, pero con un sabor muy propio, característico de un autor desafortunadamente desconocido para el lector costarricense. Espero que a partir de ahora se reconozca su epopéyica fantasía y su calidad narrativa. |
Adriano Corrales Arias
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