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Luis Camnitzer: un palíndromo frente al espejo [1]
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Advertencia:
Invitado amablemente por el Museo de Diseño
y Arte Contemporáneo (MADC) para realizar un análisis sobre la exposición
retrospectiva de Luis Camnitzer, inicié por preguntarme acerca del valor
de mi limitado intento. El valor real, no conceptual. Pero, debido a mi
timidez, es decir, a mi incapacidad de preguntar cuánto me pagarían por
ello, he debido quedarme en lo conceptual. Todavía a esta edad me parece
corrupto cobrar por el honor de exponer mis consideraciones acerca de la
propuesta de un artista de la talla de Camnitzer. ¿Cómo podría dejar pasar
esta oportunidad? Y sin embargo, no dejo de cuestionarme: ¿por qué no
cobrar? Escuchar, o leer, sin pagar, es robar. No obstante, mantengo mi
ambivalencia e ingenuidad, por ello, posiblemente, este "análisis" carezca
de validez.
A sabiendas de que "el
objeto de arte es un objeto comercial", decidí asomarme al espejo del
"cinismo ético" con la resuelta disposición de recibir alguna paga por la
próxima ponencia que me soliciten. (Ya casi expongo una razón de mayor
peso para no cobrar en esta ocasión). Porque, vuelvo a interrogarme: ¿si
el objeto artístico es una mercancía, el producto del trabajo intelectual
también lo sería? El asunto es cómo mantener las ideas puras sin
contaminarlas de la vulgaridad que nos propone el mercado. Si la cultura
es un proceso colectivo y el trabajo artístico e intelectual apenas
incidentes en la biografía del autor, entonces con mucha mayor razón debo
exigir un emolumento por mi esfuerzo. Por supuesto, la administración del
museo, y ustedes como público, podrían exigirme un rango de "calidad" en
esta ponencia. Pero, ¿quién determina la escala de valores de la calidad,
el ISO artístico/intelectual?
Cuando ingresé por
primera vez a observar la exposición, luego de mirar detenidamente y de
tomar algunas notas, decidí abrirme a la siguiente sala del museo. La
impresión del cambio fue brusca, por no decir violenta. Al encontrarme en
medio de una tienda con la coquetería y el desparpajo de los mercados de
artesanía, cafetería - aunque sin café - incluida, se multiplicó el
complicado dilema del centro y la periferia. Pasar de Camnitzer a la
tienda no es fácil, mejor dicho, lo sería si existiese una buena
transición, especialmente luego de mirar la cuadratura del círculo. Pero,
bien mirado, de algún modo, y según su propuesta, también es algo
"natural". La cuadratura del círculo. Del arte global al arte local.
Autoservicio. "La adquisición es cultura". Miro-admiro-mío.
Controlado el asombro me dirigí a la funcionaria responsable que cómodamente leía un libro en un escritorio y le balbuceé mis opiniones. Ella me respondió: "bueno, es que todos los museos del mundo poseen una tienda y, además, con la situación económica del museo..." Esa fue la razón de peso que me inhibió para reclamar un pago por mis servicios intelectuales.
El espejo soy yo, el otro es el reflejo:
Lo que nos plantea de
entrada Camnitzer es un diálogo, un debate, una polémica con nosotros
mismos. La ambivalencia entre mercado y revolución, estética y ética,
individuo y colectividad, realidad y apariencia, obsolescencia de la
palabra y ambigüedad de la imagen, pasado y presente, simulacro e
historia, centro y periferia, hegemonía y marginalidad, son las claves de
su compleja propuesta que parte de la concatenación de elementos, de la
yuxtaposición de significados. Todo ello siempre dispuesto en las
coordenadas, o rejillas, del poder.
Así, lo que nos entrega
Camnitzer es un isomorfismo, o una mezcla de lenguajes verbales e
icónicos, donde el intercambio de mensajes entre esos sistemas, y la
transformación de los mismos en el proceso de traslado, nos ofrecen un
sistema dialógico, es decir, un diálogo permanente entre los significados
de sistemas que aparentemente eran contrarios o contradictorios. Y ya lo
sabemos: la comunicación dialógica es la base de la formación de sentido.
Esa dialogía es también
una dialéctica que se desconstruye y se eslabona intercambiando
significados: lo antiético es lo estético, lo vendible es lo validado como
artístico, lo políticamente incorrecto es lo correcto, la víctima puede
ser el victimario. Hay una cooptación y un traslape de contenidos y
significados que interroga a la realidad mientras el mismo autor se
interroga sobre la validez de los objetos producidos, que a su vez nos
interrogan como posibles interlocutores de las ideas propuestas:
"Desgraciadamente lo único que te queda es la ética". "Vos explicás y yo
no entiendo tu dogma". "Desgraciadamente yo tengo las balas, aunque no
debiera". "Vos tenés las balas y yo muero".
Vista así, la realidad es
una difracción, un reflejo imperfecto de algo que no sabemos si es real.
Nos asomamos al espejo pero en el fondo quien se mira es otro. La opacidad
del azogue nos confunde y nos convierte casi en un holograma, en la
vaguedad de una frase. No sabemos si somos reales o si somos un simulacro
de lo real. Tal vez solamente el argumento de un libreto que alguien ha
dispuesto en el entramado de una realidad absolutamente ajena porque no la
controlamos. Somos como un libro que nadie escribió. "Las memorias del
agua", "El libro del tiempo".
La periferia del centro o la asimetría del diálogo :
El elemento central de la
propuesta de Camnitzer (para tratar de ubicarlo en su cronotopo, porque es
un centro descentrado) es la argumentación entre centro y periferia, pero
siempre en la dinámica del intercambio de significados. Así, la oposición
entre centro-periferia también es la oposición entre el ayer y el hoy, "el
pasado de las ideas y las ideas del pasado", donde el centro (el núcleo)
se convierte en periferia y viceversa. El artista se propone destruir esa
dualidad, o la reconstrucción del todo semiótico por una parte de él, a
partir de la creación de un nuevo lenguaje o, mejor dicho, lenguajes. La
destrucción de esa totalidad semiótica provoca un proceso acelerado de
"recordación" que se sustenta con la firma, por ejemplo.
En el centro están los sistemas semióticos dominantes: autodescripción, metalenguajes, gramáticas. Pero esto cambia cuando la descripción la hace un sujeto externo, o desde la periferia, como el mismo Camnitzer. Porque todo depende del observador. "De la oposición de un observador depende por dónde pasa la frontera de una cultura dada" nos dice Iori Lotman, en quien me apoyo teóricamente para continuar el análisis. (Lotman, Iori M. La semiosfera. I. Semiótica de la cultura y del texto. Ediciones Cátedra, Madrid, 1996: 29).
La interconexión de los elementos del
espacio semiótico no es una metáfora sino una realidad. La metáfora
consiste en que todo es real y lo real existe porque se metaforiza, se
convierte en un simulacro, en un espectáculo. Dicho de otra manera, lo
real se deshistoriza y la historia se metaforiza. Así, el dinero es la
gran metáfora de la posmodernidad: no existe (lo que hay son rectangulitos
de plástico codificados, o cifras cibernéticas), pero, como Dios, está
presente en todo lugar, porque todo se vende y se compra a través de esa
compleja metáfora del capital. De tal manera que el diálogo deja de ser
comunicación y se convierte en transacción. La asimetría coopta al diálogo
y lo convierte en un monólogo de la hegemonía: "la estética vende, la
ética derrocha".
He allí la semiosis de la globalización
neoliberal: lo que nos es intercambiable como transacción, como
intercambio de mercancías, no existe, incluida la institución arte: "el
espíritu del arte habita en la firma". Y quien no consume tampoco existe.
Por eso el arte no está concebido para exhibirse públicamente, sino para
archivarse en colecciones privadas con el objetivo de que adquiera
plusvalía. Y las colecciones están en el centro, o tienden hacia el
centro. En otras palabras, la periferia solamente existe para el centro si
ésta consume o produce mercancías para consumir, preferiblemente a bajo
costo. La periferia es deshechable si no ingresa a las rígidas leyes del
mercado.
El palíndromo como
juego de barajas: todo se vale:
En la ética del mercado
todo se vale. El fin justifica los medios. Hablamos de las ganancias. La
economía no importa, pero sí las finanzas. Todo se pone patas arriba, y
arriba siempre voy yo. Lo contrario significa lo mismo y lo mismo siempre
soy yo. Ética del individualismo feroz. Individualismo de la ética privada
o anónima. La comunidad es una masa, el tercer mundo un agujero. Y lo que
usted diga puede ser usado en su contra.
Porque la realidad se
escribe de una forma pero se lee de otra manera, mejor dicho, de múltiples
maneras. Como el palíndromo, que no es que carece de sentido, sino que
posee muchos sentidos: en la lectura "normal" el texto es identificado con
la esfera "abierta" de la cultura, y en la inversa como la esotérica. Lo
esotérico es lo mágico, lo que se nos escapa, lo que no vemos. Es decir,
el truco del jugador, del fabulador, del artista. Por eso el artista está
en la frontera, entre cielo y tierra, entre la realidad y la irrealidad. Y
juega con ella. Y con ella usufructúa.
Como el palíndromo pero
en el espejo: es el reflejo de la lectura en dirección opuesta, lo que
activa el mecanismo del otro hemisferio cerebral: el reflejo contrario, el
texto en la imagen y la imagen en el texto. Una asimetría funcional que
"funciona". Lo correcto deviene en incorrecto y viceversa. Pero el truco
está concebido dentro del gran juego conocido como arte, que es una de las
salas del Gran Casino de
El Gran Casino se mueve
por los principios de economía de la semiosis y de semiosis de la
economía: un principio invariante de los procesos comunicativos:
simetría-asimetría es un mecanismo especular que forma las parejas
simétrico-asimétricas y que, al parecer, y según Lotman, está ampliamente
difundido en los mecanismos generales de sentido que podríamos decir, es
universal. Es lo que el teórico estonio denomina la "Ley de simetría
especular": "Los objetos que se reflejan tienen en su estructura interna
planos de simetría y asimetría" los planos de simetría se neutralizan y no
se manifiestan en nada, y los de asimetría devienen el rasgo distintivo
estructural fundamental" (ob.cit.: 41). Esa es la base estructural de la
relación, o la comunicación, dialógica.
Remate:
Lo que no se intercambia
no existe. Y si la ética del capital es cínica lo cínico puede ser ético.
Es la ética del cinismo o el cinismo de la ética. La pregunta es: ¿Cómo
puede producirse arte sin corromperse? O, ¿cómo puedo usar la corrupción
sin corromperme? La curvatura del círculo. Preguntas sin respuestas,
respuestas sin preguntas. Estamos en la frontera. Lección de óptica. Las
barajas son nombres, los nombres fosas comunes. Escuchar sin pagar es
robar. La estética vende" ¿Cómo interpretar a Camnitzer sin traicionarlo
ni traicionarme? ¿Cómo hacerlo sin contaminarme? ¿Y quién reconoce el
esfuerzo? ¿Quién cubre los gastos? Definitivamente este texto no existe.
Nadie lo remunera.
[1] Ponencia presentada en el marco del programa "Asedios críticos" del Museo de arte y diseño contemporáneo de Costa Rica (MADC) el 28 de junio del 2007.
[2] Escritor, profesor e investigador del Instituto Tecnológico de Costa Rica. |
Adriano Corrales Arias
hachaencendida@gmail.com
Los textos elaborados por prestigiosos escritores permiten agregar otros materiales, en este caso una conferencia divida en tres videos disponibles, de tiempo atrás, en la web. Editor de Letras Uruguay, Twitter: @echinope
Entrevista con el
artista conceptual uruguayo a propósito de la exposición "Luis Camnitzer". Luis Camnitzer en el MAZ (Entrevista / 1 de 3) |
Entrevista con el
artista conceptual uruguayo a propósito de la exposición "Luis Camnitzer". Luis Camnitzer en el MAZ (Entrevista / 2 de 3) |
Entrevista con el
artista conceptual uruguayo a propósito de la exposición "Luis Camnitzer". Luis Camnitzer en el MAZ (Entrevista / 3 de 3) |
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