Leda Astorga (San José, Costa Rica, 1957) es una artista que ha desarrollado su obra con tenacidad, observación y lucidez, pero, fundamentalmente, con un desenfado y un compromiso pocas veces vistos en el medio. En resistencia inicial contra la incomprensión de la academia y contra la censura, velada y abierta (teñida de patriarcalismo y envidia de la vagina) y de la mojigatería provinciana, pero con la pasión propia de los espíritus libres y creadores, la artista impuso su particular visión humana y su singular propuesta estética. Tampoco se dejó atrapar por la lencería de supermercado ni por las lentejuelas de la farándula, ni por la cómoda manera de instalarse en los mecanismos de una “posmodernidad” oficial y oficiante que dice muy poco porque está atada al glamur colonial del mercado artístico de matriz europea.
Por eso la propuesta de Leda Astorga es una ruptura desacralizadora y contracultural. Básicamente a través del modelado (“me gusta que se vean las huellas de las manos”, expresa la escultora y pintora), los materiales duros de construcción como el hormigón sólido o vaciado en hueco, la resina polyester, la marmolina, el ferrocemento y hasta el cartón sobre estructura metálica, al contrario de su uso en edificaciones frías y amontonadas, alzan el vuelo para indicarnos que se pueden lograr atmósferas y ambientes más cálidos y agradables con ellos. Esos materiales se ennoblecen y se humanizan con el óleo o el acrílico, adquiriendo una textura más de piel y un movimiento plástico que nos conducen a un realismo extraordinariamente acogedor.
La irreverencia, el humor elegante y ponderado, el toque cómico-satírico, la verificación de lo grotesco, el sorprendente guiño erótico, las atmósferas íntimas y tiernas; en fin, la cotidianeidad doméstica y pública captada por intuición pero resuelta en una síntesis de amplios volúmenes, ricas texturas, gestos lúdicos y vistosos colores, son las características fundamentales del trabajo artístico de Leda Astorga. Ellas conducen hacia la crítica de la doxa criolla, incluida la institucionalidad religiosa, pasando por nuestras debilidades originadas en la supuesta superioridad del hombre ante la naturaleza, hasta el placer del ocio y el hedonismo como símbolo de la opulencia o la satisfacción social. Todo dentro de una perspectiva socarrona y muy femenina -cuando se trata de mujeres, que es la mayor de las veces-, en el sentido de saberse observada y de alguna manera deseada, o desde un saberse internamente plácida o colmada.
Esa perspectiva rompe con el ideal de belleza grecolatino-anglosajón (colonial y patriarcal) al que muchos aspiran -la mujer modelo y el hombre atlético- porque sus formas son obesas, aunque conservan la belleza interna expresada en una plenitud de excesos. De tal manera que el aporte fundamental de Leda Astorga es la risa, ese reírnos de nosotros mismos sin perder la expectativa de mejorarnos. Porque, tal como lo planteaba Charles Baudelaire, “lo cómico sólo puede ser absoluto en relación con la humanidad caída”. Lo cómico ordinario, o lo cómico significativo puede llevarnos, según Baudelaire, a lo cómico absoluto, es decir a lo grotesco. Lo cómico significativo es un lenguaje más claro, más fácil de comprender, y sobre todo más fácil de analizar, al mostrarnos su contenido en forma dual: el arte y la vida moral asentados en lo social.
Lo cómico absoluto (lo grotesco) se acerca más a la naturaleza y se presenta como una forma que requiere ser captada por la intuición artística. Su verificación más rotunda es una risa ambigua, casi una mueca espontánea pero contenida: el vértigo de la hipérbole. Y si deducimos que la risa es “satánica”, por tanto profundamente humana, pues ya tenemos un marco apropiado para entender esa levedad ácida, a veces espesa, del humor crítico de Leda, quien, al igual que el “poeta maldito” francés, ha comprendido que el elemento angélico y el elemento diabólico funcionan paralelamente. Así, su propuesta se convierte en una actitud y en una respuesta dialógica a la dialéctica histórico social.
Por eso Leda Astorga nos guiña desde la picaresca más "tica" sin por ello dejar de lado la placidez condensada con el humor y la crítica sociocultural. O nos “golpea” suavemente para ponernos en alerta, sin perder el efecto propiciatorio de la ternura y el placer, en una época violenta y excluyente cuyas normas principales son las leyes del mercado y la cultura de masas con toda su parafernalia, elementos capitales con los que se pretende homogenizar a toda la humanidad.
No hay duda, la postura poética de Leda Astorga es una contrapropuesta de exquisita disidencia cultural en el arte contemporáneo latinoamericano. Y una muestra de resistencia lúcida y rebelde a partir de un proyecto de aesthesis asentado en lo cotidiano de las gentes sencillas y sus quehaceres, sentimientos y conflictos que, por tanto, supera la matriz estética colonial del arte europeo/occidental (“bello y sublime”) impuesto en nuestras comarcas como lo válido en las artes visuales contemporáneas.
Escritor e investigador costarricense.
Nota:
Para ver la obra de Leda Astorga se puede visitar su sitio www.ledaastorga.com
o en faceboook; igual con cualquier buscador en la red. |