Carta a Albertina Azócar |
“Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.” |
No pude detenerte a pesar que mis súplicas son otras ¿Te habrá perdonado? Yo no Albertina aunque te lo haya dicho Desde que te fuiste miento a diario: Me he sentenciado a no escribirte No lloraste Albertina No tuviste misericordia para dejarlo escribiendo “los versos más tristes” aquella noche No te parecieron tan tristes Sólamente te sorprendió la palabra odio y echaste a reír “Será de otro” dijo Neruda y tenía razón Pero el poeta se equivoca Albertina ése no fue el último dolor ni serán los últimos versos Para él la despedida nunca es una Así que contoneate por las calles de Valparaíso o Santiago bailá en todos los bares de San Pedro contemplá la madrugada en Cartago Visitá a tus parientes y que ellos también me olviden Vos no sos eterna Tu poema ni siquiera tiene nombre tu poema es un número el veinte Albertina y nadie en él te reconoce Saboreate esos besos porque no aparecerán en ninguna estrofa Deshaste de las fotografías arrancale las dedicatorias a mis libros que no te sorprenda ningún biógrafo Que no te tiemble la mano cuando en la avanzada antipoética te acariciés pensando en otro Para vos el olvido es un baile de máscaras una ronda de cerveza y un auto fino Para mí: tu prenda en mi cama que envejece Albertina ya tus hijos no tendrán nombres de poetas olvidados No tendrás que recitarme nada ni tendrás que esconderme en el armario Calma Albertina no sos la única Vendrán otras artífices del abandono Otras a quienes la poesía no les parece suficiente oferta predican el cambio de los tiempos prefieren extranjeros en aviones sin retorno aprenden tecnología para romances posmodernos y se maquillan para evitar sospechas Pero también habrá otras noches Albertina Insomnios en que pensaremos en darle adjetivos a los versos páginas trasnochadas donde escribo tu nombre como por despecho. |
Alejandro Cordero
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