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Señalador |
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Y después de un tiempo uno aprende que,
si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Jorge Luis Borges |
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El roble está silbando todo el viento se acomoda entre sus hojas y lo obliga a tararear sonetos. Silba, tararea, agita su melena, menea su cadera de madera. Las hojas ora verdes, ora matizadas en ocre, se saludan con besos de viejas amigas. Un rayo de sol irrumpe entre ellas apoyándose suavemente en la más anciana y dibuja su contorno con el verde de la juventud regalándole el calor que ya no tiene. Crujen los huesos gastados, entre las nervaduras dos líneas marcan una débil sonrisa. No hay pena, no hay dolor, presiente el fin, ya vivió. Ahora, en la blanda caída sobre el césped, es el viento quien la ayuda a perdurar apoyándola suavemente en el libro de poemas que tengo abierto en mis rodillas. Se ha transformado en un señalador vivo que marcará sus páginas en verde y ocre. |
Alicia Cora Fernández
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