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La Plaza Lavalle, de la Ciudad de Buenos Aires


por Fernando A. Coni Bazán

 

La Plaza Lavalle, de Buenos Aires, designada hasta 1887 Plaza del Parque, integró, desde trazada la cuadrícula urbana del fundador don Juan de Garay, que terminaba por el Oeste en las actuales calles Salta y Libertad, el suburbio de la población destinado a quintas y huertas para provisión de moradores v tropas. Es oportuno recordar que la generalmente llamada Primera Fundación de don Pedro de Mendoza sólo existió como invocación a la protectora celestial de su devoción, suprema abogada de los males de que vino a curarse y que comprendía exclusivamente las bocas y fondeaderos del Riachuelo al desaguar en el Río de Solís. El que esto escribe tuvo el privilegio de ser de los primeros alumnos que oyeron de propios labios de mi querido y venerable maestro, que fue el padre Antonio Larrouy, las primeras comprobaciones realizadas por él en los archivos de España durante los años iniciales del siglo actual, referentes y relativas a la fundación de la actual Capital Federal de la República.

Hojeando planos de la época colonial y principios del siglo pasado, hemos anotado algunas observaciones sobre los cambios de nombres de lugares de la ciudad. Sin entrar en detalles minuciosos, diremos que en la primera entrega de solares por Garay figura la manzana donde hoy existe el Teatro Colón adjudicada a Pablo Zimbrón y en otro trazado del tiempo de Hernandarias aparece la misma manzana sin adjudicatario y la población como ribereña del Río Paraná. En un plano de Ozores de 1608 no figura como habitada y lo mismo ocurre en otros diseños de Bermúdez de 1708 y 1713 e idéntica constancia se comprueba en los trazados por Petrarca en 1729 y por Charlevoix en 1756, donde aparecen como baldíos. En un plano de 1769, que fija la jurisdicción de las nuevas parroquias creadas en la zona urbana de Norte a Sur, sobre el límite Oeste de la ciudad (Socorro, San Nicolás, Monserrat y Concepción) y en otro de 1778, instaurando las primeras alcaldías de barrio, las manzanas a que nos referimos seguían como baldíos.

En un plano de Azara de 1800 y en otro dibujado por Manso en 1817 las manzanas indicadas aparecen respectivamente como baldíos y como Hueco de Zamudio. Años después, en un dibujo de un profesor francés de apellido Bertrés, dedicado a Rivadavia, fechado en 1822, aparece por primera vez el nombre de Plaza del Parque, designación iterada y reiterada en los Planos Federales de 1840 y 1845, en el de Sourdeaux en 1850 y finalmente en el del ingeniero Nicolás Grondona de 1856, que se circunscribe a la zona urbana central de la ciudad hasta las avenidas Entre Ríos y Callao por el Oeste; en la orla de este grabado se ven la Catedral, la Estación del Parque y los Paseos del Retiro y de la Alameda. El origen del nombre deriva de que en los primeros años de nuestra vida independiente, la fábrica o parque de armas ubicado en el cuartel del Retiro fue trasladado a la manzana donde actualmente se halla el Palacio de Justicia, en el frente correspondiente a la calle Uruguay y varios años después se construyó el Cuartel de Artillería en la misma manzana con frente a la calle Talcahuano actual. El ingeniero geógrafo don Nicolás Grondona, autor del último de los planos bonaerenses mencionados, fue oficial del ejército sardo radicado en el país y tuvo actuación destacada en el litoral argentino: en Corrientes durante el gobierno de Pujol fue encargado de rectificar el trazado de las calles de la ciudad de Vera, que había sido librado al arbitrio de los propietarios y luego fue encargado de las obras de canalización del Riacho de la ciudad de Goya y en la ciudad del Rosario fue ingeniero municipal y por ello comisionado para construir en las baterías del primitivo puerto los monumentos a la Bandera izada por Belgrano en aquel lugar, de cuyas construcciones una ubicada en una de las islas fue destruida durante una crecida del Paraná y la otra se erigió en el lugar donde actualmente se halla el gran monumento recientemente inaugurado. En Buenos Aires estableció Grondona una oficina cartográfica y dio a luz un “Diccionario Geográfico Argentino” que fracasó luego de aparecida la primera entrega. Recordamos complacidos a este intelectual, que señaló su paso por la vida argentina con obras de algún alcance y cuyo nombre yace actualmente en el olvido.

La Plaza Lavalle y sus adyacencias fueron teatro en nuestro pasado reciente de algunos acaecimientos que la destacan como lugar digno de recordación en el historial urbano. En el solar actual del Teatro Colón se inauguró en 1857 la Estación del Parque, de donde partió el primer ferrocarril argentino, inaugurado en acto público, con toda solemnidad y con asistencia en pleno de las autoridades provinciales. Eran los años de la secesión del Estado de Buenos Aires de las trece provincias de la Confederación instituida en Santa Fe. Durante el viaje de ida y vuelta hasta Floresta, término de rieles entonces, ocurrió al regresar la excursión el primer descarrilamiento ferroviario del país, felizmente sin mayor trascendencia que la lógica demora del regreso de la comitiva oficial al punto de partida.

Condujo al tren inaugural la locomotora La Porteña, veterana sana y salva de la guerra de Crimea. Huelgan glosas o comentarios sobre este viaje por referido y relatado en innumeras ocasiones y ser la locomotora harto conocida en Buenos Aires y en las provincias por haber sido exhibida en varias exposiciones industriales y ferroviarias, y, pocos años ha, en la Avenida Diagonal Sáenz Peña casi esquina Florida, de donde retornó la reliquia al repositorio donde se conserva en el Museo Colonial e Histórico de Luján.

Recordaré el recorrido del primer camino de hierro argentino que partía de la Estación del Parque y cruzando la esquina de las calles Libertad y Tucumán, luego de configurar una S itálica, estirada diagonal de la manzana sud de la Plaza, cruzaba la calle Talcahuano actual y se dirigía por la calle Lavalle actual hasta la avenida Callao, nuevamente penetraba en diagonal a través de la primera manzana a mano izquierda y, por la hoy llamada cortada Rauch, salía a la avenida Corrientes hasta Centro América, Pueyrredón en el presente, y penetraba a la estación Once de Septiembre para seguir a nivel por las estaciones Almagro, Caballito, Flores y Floresta.

Parque de Artillería, donde actualmente existe el Palacio de Justicia

La primitiva escuela Avellaneda - Talcahuano y Viamonte

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El establecimiento del ferrocarril dio ocasión durante las noches de plenilunio estival a un esparcimiento de que por entonces carecían los porteños del común, cuyas únicas veladas nocturnas eran tertulias en la Alameda o en el Retiro y retretas en algunas plazas. El periódico El Orden, del 28 de noviembre de 1857, publicó el siguiente anuncio titulado: “Lindo Paseo”: “Más de una idea o sentimiento romántico sugieren ciertamente los viajes en el F.C. mientras la luna envuelve en suaves y pálidos destellos el paisaje que se recorre. Estos paseos son además un medio fácil de cambiar rápidamente de aire buscando un poco de frescura, llena de emanaciones de árboles y flores”. Estas excursiones nocturnas debieron tener éxito, pues días después, otro cotidiano, Los Debates, anuncia la implantación de un servicio de ómnibus que, partiendo de las esquinas de la calle México, corrían paralelamente por las calles del Buen Orden, de Las Piedras y del Perú hasta la del Parque, donde llegaban junto al andén. Cabe advertir que por entonces las señales luminosas para el tránsito nocturno de trenes no se habían difundido y por consiguiente ello constituía toda una novedosa curiosidad.


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En 1883 se clausuró la Estación del Parque y la substituyó como Central del Ferrocarril del Oeste la del 11 de Septiembre, designación apocopada en ONCE y recientemente suplantada por la heroica denominación de Plaza Miserere[1]; se cumplió en aquel año una etapa de la vida bonaerense: la Gran Aldea pasó a ser la Capital Federal de la República; empresas ferroviarias privadas extendieron sus redes hacia el desierto del sur recién conquistado e incorporado a la civilización; a las provincias interiores llegó asimismo la expansión de las líneas ferroviarias; los muelles de nuestro puerto se transformaron en los diques desde el Riachuelo de Barracas hasta el Retiro; una Exposición Continental celebrada en la Plaza del Once reveló la existencia de algunas industrias y manufacturas nacientes, que permitían suplir algunos productos de elaboración europea y ante los ojos atónitos de los porteños y de los turistas atraídos por la feria se exhibió el primer ensayo en pequeño de la luz eléctrica. Simultáneamente la población pudiente se desplazó del sur al norte de la ciudad, ante el primer amago de peste parecida a la famosa del año 1871... Y finalmente la corriente migratoria europea incorporó a la población nuevos valores humanos cumpliendo el precepto de Alberdi de gobernar es poblar.

Las manzanas de baldíos del fundador Garay, el Hueco de Zamudio del Virreinato y la Plaza del Parque de la formación nacional, de la dictadura de Rozas y de Caseros a la federalización de Buenos Aires, pasaron a ser parte del centro de la Capital. Pocos años después, se erigió en ella una columna coronada con la efigie del jefe militar del partido unitario, inaugurada solemne y oficialmente el 18 de diciembre de 1887. Los discursos del acto fueron pronunciados por el vicepresidente de la Nación en ejercicio de la Presidencia, doctor Carlos Pellegrini, y por el General Mitre, presidente de la Comisión Nacional que patrocinó la erección del monumento. El presidente titular, doctor Juárez Celmaii, no asistió por haber viajado a su ciudad natal a descubrir en la misma fecha en la ciudad de Córdoba el monumento erigido a su comprovinciano el general José María Paz.

Quizá sea oportuno recordar que, al leerse la invitación oficial a la Cámara de Diputados para asistir a la inauguración, se produjo una escaramuza parlamentaria, ocasionada por tratarse “de un acto propiciado por un partido político” según expresó el diputado Chaves y el diputado Fonrouge adujo que la Cámara “no debe rendir homenaje al jefe de una revolución que dio en tierra con otro de nuestros próceres”, agregando a renglón seguido: "los poderes públicos deben contribuir a echar un velo sobre todas estas cosas nuestras pasadas y por medio del olvido relegarlas y no hacerlas materia de discusión”, y señalando, para terminar, “que en este mes cae el aniversario que concluyó con la existencia de Dorrego”. Ante la inminencia de que continuara discutiéndose el homenaje se propuso cerrar el debate y votarlo nominalmente, en cuyo cómputo constaron algunos votos por la negativa.

El acto inaugural revistió inusitada pompa y solemnidad; la presencia del vicepresidente en ejercicio, la del ministerio en pleno, la del cuerpo diplomático, la de senadores y diputados nacionales, la del Poder Judicial y autoridades universitarias, la formación y desfile de tropas ante el monumento, la presencia de algunos sobrevivientes de los compañeros de armas del caudillo y la de los descendientes del prócer y finalmente el gran concurso popular, imprimieron al acto extraordinarias proporciones. Fue el tercero de los héroes de la independencia a quien se erigió estatua en nuestra Capital.


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Dos años y medio después el vicepresidente Pellegrini debió otra vez acudir al Parque de Artillería en horas trágicas de la Nación, durante el drama del noventa. No le acompañó entonces séquito ni escolta. Del Retiro cabalgando en un petiso de lechero, su figura alta y membruda y sus piernas bien flexionadas, para no arrastrarlas, contrastaban con lo menguado del jamelgo, configurando otro Don Quijote. No llegó a destino. Al llegar a la Plaza Libertad, el general Garmendia y otros jefes militares le detuvieron, pues iniciaban en esos momentos con tropas y bomberos una ruta por el centro de las manzanas para llegar al Parque por el muro lateral de la calle Tucumán. El fuego de los cantones de las esquinas de las casas altas de las calles Libertad y Talcahuano impedían en absoluto atacarlo en otra forma. El humorismo sajón de herencia materna y el dejo irónico, que siempre animaban sus charlas, debieron, al recordar tales momentos, sugerir al gran y grande argentino más de un comentario risueño sobre sus primeros pasos de caballero andante como presidente virtual de la República.

Nota:

[1] La estación a nivel sigue llamándose Once; la estación bajo nivel se¡ denomina Plaza Miserere.

 

Crónica Fernando A. Coni Bazán
Revista de la Biblioteca Nacional T IX 2ª época Nº 4

Director Jorge Luis Borges

Buenos Aires Año 1960

 

Texto digitalizado como html, y editado, con el agregado de imagen de la Plaza actual, y dos videos, por el editor de Letras Uruguay

Twitter: https://twitter.com/echinope / email: echinope@gmail.com Fb: https://www.facebook.com/carlos.echinopearce Al día 11 de noviembre de 2016 inédito en la web mundial.

 

AV 9 DE JULIO - TEATRO COLON - PLAZA LAVALLE - PALACIO DE JUSTICIA (TRIBUNALES) - MONUMENTO LAVALLE

 

PLAZA LAVALLE recorrida turistica Aylin Anabella Morena Sabrina Marcelo

 

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