Sammy, Sandy y Sally |
Desconozco cuales hayan podido ser los factores genéticos o casuales que influyeran en la vida de estos trillizos para que fueran tan diferentes psicológicamente, amén de su parecido físico. Sammy era ecuánime, analítico, estudioso, dado a las matemáticas, muy cuidadoso en su forma de vestir y comportarse y sobretodo tenía un alto concepto del respeto a los demás y de la honestidad. Si no hubieran sido trillizos, podría decirse que parecería el hermano mayor del trío. Había estudiado lo suficiente como para llegar a ser contador de un banco en el que trabajó por diez años en los que se ganó un gran prestigio como trabajador y la confianza del gerente. |
Sandy, no parecía haber sido muy bien dotado genéticamente con inteligencia, pues todo indicaba carecer de muchas neuronas. No obtuvo buenos resultados en la escuela y terminó abandonándola. Como no se podía destacar por bueno y era susceptible a la adulación, hizo todo lo posible por parecer el centro del mundo farandulero en el que se decidió a vivir. Vestía extravagantemente y presumía de guapo en su ambiente. Era violento y no sabía resolver las cosas mediante la conversación, pues contaba con un bagaje lexical de bajo recurso. Sally, era una belleza hueca. No parecía haber sido dotada con los genes del criterio. Nunca podía determinar lo que era bueno o malo, ni sabía juzgar si alguien actuaba bien o mal. Para ella las cosas eran como eran, nunca se sentía ofendida y lo enfrentaba todo con una estúpida sonrisa de aceptación. No vivía su vida, sino la que Sandy le imponía, a la que no se oponía, sino que simplemente se dejaba arrastrar. Era un instrumento en las manos de Sandy. En vida de sus padres, Sammy fue considerado por estos como el guía de sus dos hermanos, cuando ellos faltaran, y asumió esta responsabilidad depositada por sus progenitores sobre sus hombros desde muy temprana edad. Esto despertó celos y envidias en su hermano Sandy, pero a la larga, este terminaba sometiéndose, ya que por si solos, ellos eran incapaces de resolver sus propios problemas. Además, cada vez que intentaba deshacerse del compromiso, había alguna fuerza ajena a su voluntad que lo obligaba a permanecer unido a sus hermanos. Y así continuó su vida, siendo el sostén económico y psicológico de ambos hermanos, siempre que lo necesitaban. Sus padres, al morir, presintiendo cierta incertidumbre en el futuro de sus hijos, delegaron la posesión de la casa y otros bienes en Sammy, con la condición de que nunca dejara a sus hermanos desamparados. Todo se hizo a la voluntad de los padres hasta que un día Sammy se vio en la necesidad de vender la casa y todo objeto de valor para pagar la fianza y gestionar la libertad condicional de sus hermanos, ya bien involucrados en el bajo mundo, que habían caído presos por cuestiones de drogas. Se fueron a vivir a un pequeño apartamento alquilado colmados de vicisitudes; pero mientras sus hermanos continuaban viviendo como barco a la deriva, el se la pasó pensando como salir de esa situación económica y recuperar tan siquiera, parte de lo perdido. Durante meses tramó y planeó en silencio el golpe que lo iba a hacer salir de la miseria, aunque no llegara nunca a enriquecerse. Sólo sería para salir de esa situación y perderse de aquel pueblo donde todos los conocían y tratar de iniciar una nueva vida con el dinero suficiente para que sus hermanos se independizaran de él. Doscientos mil pesos serían suficientes. No hacia falta robar una cantidad mayor. Se detectaría enseguida. Con eso era suficiente. No se debía ser ambicioso. Durante meses elaboró el plan detalladamente hasta llegar el día de su ejecución. Valiéndose de la confianza que disfrutaba en su trabajo, llegó a conseguir una copia de la llave electrónica de la gerencia que le permitiría entrar y salir por todas las puertas del banco sin despertar sospechas. Aprovechando la fecha de cierre del mes en la que ciertos trabajadores como él, trabajan hasta tarde en la noche, extrajo la cantidad de 200,000.00 pesos, distribuidos en cuatro fajos de 50,000 cada uno, los guardó en un sobre que colocó en una parte discreta de un baño, fuera del alcance de la cámara de seguridad, el cual recogería a la hora de salida. Fuera se encontraría Sandy, con una pistola por si una emergencia a la hora de partir y Sally estaría al volante de un carro alquilado bajo nombre falso, en la esquina con el motor encendido para conducirlos hasta una estación de trenes, ya que los aeropuertos son los sitios que primero controla la policía, y luego fuera de la ciudad, podrían viajar con más libertad. Para la hora en que se dieran cuenta, ya ellos estarían bien lejos. Cantidades como esa se extraviaban diariamente por error en los cálculos y luego al verificarse se enmendaban, pero mientras rectificaban, ellos ganarían tiempo. Todo sucedió acorde a lo planeado. Legada la hora de salir, fue al baño, recogió el sobre el cual descargó por la taza del baño después de extraer su contenido. Extrajo los cuatro fajos de billetes, guardando uno en cada uno de los dos bolsillos de su gabán y los otros dos, uno en cada guante, acomodándolos discretamente dentro de las palmas de sus manos. Así pasó por debajo de cada cámara de video y punto de control hasta llegar a la calle. Rápidamente se introdujo en el carro. Acto seguido lo hizo Sandy y partieron hasta la terminal de trenes. A escasamente diez cuadras del banco, se desata una tormenta y las descargas eléctricas provocan un accidente del tráfico que les impide continuar viajando en el carro y se deciden a andar bajo la lluvia hasta la terminal. Ya en el andén, con la premura que caracteriza a los que huyen, a pocos minutos de abordar el tren, sin preocuparse por la ropa mojada, Sammy retira sus guantes entregándoselos a su hermano Sandy que inmediatamente se dirige hacia Sally que lo espera a unos pasos, pero al descubrir que en el contenido del guante sólo hay 50,000, se insulta y retorna hacia Sammy, exigiéndole que le de más dinero, porque ese era muy poco. Al Sammy negarse, Sandy saca la pistola y lo amenaza. Pero el primero, haciendo caso omiso de la amenaza, extiende su mano gentilmente para sujetar la pistola y disuadirlo de que no la usara. En ese preciso momento, como si la casualidad jugara un papel en sus vidas, suena otra descarga eléctrica que hace explotar un transformador justamente detrás de Sammy. Sandy, se asusta, soltando la pistola que ambos sostenían mientras ve caer a Sammy fulminado al suelo. Espantado, corre en busca del tren que ya está avisando su partida y tropieza con Sally sin detenerse y le entrega uno de los guantes. Sally se siente sacudida por el tropezón, mira el guante que tiene en la mano, se confunde, la invade un olor a quemado, pero atina a ver como el cuerpo de su hermano pasa a través de ella sin detenerse y sigue en dirección al tren, pero llevando en la espalda, en la parte posterior del saco una figura que ella creyó dibujada, semejante a una descarga eléctrica. Desconcertada, mira hacia atrás sin comprender y puede ver en el piso, el cadáver de Sammy, la pistola, el cadáver de Sandy sosteniendo un guante en la mano y el suyo sosteniendo otro guante. |
Madalina
Cobián Madalina Cobián
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de “El otoño de una mariposa” - Cuentos
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