El Diablo y la Madre |
El Diablo, celoso de los tantos honores que los hombres rinden a la Madre y molesto porque el amor de esta era capaz de impedir que las malas acciones se realizaran y que los hombres se perdieran, envió su hijo a la Tierra para que probara que el amor de Madre era algo falso e innecesario. Lo hizo médico, especialista en varias ramas como la psicología, psiquiatría y genética para que sus conocimientos lo ayudaran a probar su teoría y le proporcionó recursos que lo ayudaran en ello. El Diablo llamó a su hijo, Presto.
Presto comenzó por narcotizar y secuestrar a Ofelia y a su hijo Emilito de seis años. Los llevó a una mansión abandonada en las afueras de la ciudad y los encerró en habitaciones diferentes, de paredes acolchonadas para evitar la comunicación. |
Cuando Emilito se recuperó se encontró en una habitación llena de juguetes y golosinas. Su primera reacción fue de agradable sorpresa y comenzó a disfrutar de los privilegios de la habitación, pero pronto se percató de la ausencia de su madre y comenzó a preguntar por ella, a lo que Presto comenzó a dar respuestas predeterminadas para la conducta que esperaba conseguir del niño. -“Estás aquí porque tu madre no te quiere porque la molestas mucho. Te haces pipi en la cama, haces mucho ruido al jugar, se ve obligada a bañarte, a lavar tu ropa, a hacer tu comida, a llevarte al médico, llevarte a la escuela, ayudarte en las tareas, a velar tu sueño y no la dejas descansar. Por eso te regaló a mí. Yo te voy a dar todo lo que necesitas. Aquí no tienes obligaciones de ir a la escuela ni hacer tareas. Sólo tendrás que jugar y comer dulces. Ella necesita descansar y vivir su vida libremente. No la llames porque ella no va a volver nunca más. No quiere sabe de ti. Su vida va a ser ahora como la de una paloma que vuela libremente sin pensar en los dolores de cabeza que tú le creas. Ella no te quiere. No quiere saber de ti”. Mientras el niño lloraba reclamando la presencia de su madre, Presto continuaba sometiéndolo a torturas psicológicas que acabaron convirtiéndolo en un niño enfermo, triste, inapetente y lleno de pánico. Por su parte, la madre al verse encerrada y separada de su hijo, comenzó a clamar por este a lo que Presto dio las respuestas predeterminadas para crear la conducta deseada en la madre. -“Tu no te llamas Ofelia, ni nunca has tenido un hijo. Estás en un Hospital Psiquiátrico para curarte de esa obsesión de maternidad que te abruma. Eres una mujer soltera que nunca se ha casado ni ha tenido hijos. Estás confundida. No eres quien te imaginas que eres. ¿Quién es Emilito? No conozco a nadie con ese nombre. Aquí no hay niños ni nunca lo habrá. Deja de alucinar pensando en niños. Vamos a medicarte para que descanses. Pronto entenderás y recocerás cual es tu verdadera personalidad. Cuando la reconozcas verás que tranquila te vas a sentir. No te rebeles. Déjate llevar. Verás que tranquila te vas a sentir cuando encuentres tu verdadero yo”. Y así sometiendo a Ofelia a esa tortura psicológica sumado a tratamiento de drogas y estupefacientes fue aniquilando la voluntad de Ofelia convirtiéndola en una zombi que sólo abría la boca para rogar a Dios y pedirle salvara a su hijo. A las súplicas de Ofelia, como a las de toda madre, Dios respondió y envió a tres de sus ángeles para salvarla de la injusticia de Presto. -“Presto – dijeron lo ángeles – es la voluntad de Dios que liberes a esa mujer y la dejes reunir con su hijo.” - “No. – Contestó Presto – La ciencia tiene su lugar en el mundo y hay que darle la oportunidad de que pruebe su teoría. Yo tengo que probar que un hijo puede ser borrado de la memoria de la madre y ser olvidado para siempre. Así se sabrá que el amor de madre no es lo grandioso que todos dicen que es, sino que es tan común y vulgar como cualquier otro amor que se pueda olvidar. Y así mi Padre Satanás poseerá las vidas y las almas del niño y su madre; me reconocerá como su hijo predilecto y me premiará con toda la gloria y la riqueza del mundo.” Los ángeles, dispuestos a dar curso y solución a la situación como Dios manda, le contestaron: -“Presto, el Señor te da tres meses para que puedas probar tu teoría. Si en tres meses puedes probarlo, desafortunadamente poseerás las vidas del hijo y la madre, pero no sus almas y el mundo se verá privado del amor, de la ternura, de la creación, de todo lo que una madre es capaz de dar. Pero si en ese tiempo no lo puedes probar, la tierra se abrirá bajo tus pies y serás tragado por un túnel de fuego, mientras el niño regresará a su madre y el amor de esta seguirá reinando en la tierra”. Pasados tres meses de tortura, Presto volvió a interrogar a sus cautivos. El niño yacía desfallecido sin comer y sin dormir como la ramita seca de un árbol. La madre, exhausta, carente de voluntad, dispuesta a decir que sí a todo lo que le preguntaran, yacía en el piso en grado extremo de extenuación. Presto la interrogó: -¿Quién tu eres? -No lo se. –contestó ella. -¿Quién es Emilito? –volvió a preguntar Presto. -No lo se. – volvió a contestar ella. -¿No conoces a Emilito? –Insistió el. -No, no lo conozco. ¿Quién es Emilito?- Contestó ella sorprendida. -¿No lo recuerdas? – Volvió a insistir él. -No. No lo recuerdo. – repitió ella. Presto dio un salto de alegría mientras gritaba: -“¡Victoria! ¡Victoria! ¡Lo logré! ¡Lo logré!”. Como un loco se echó a correr para comunicar la noticia a todos, cuando algo lo detuvo. Desde el piso, sujetándose el vientre, Ofelia continuaba hablando: -No, no lo recuerdo. No lo recuerdo. Pero hay una sensación en mi vientre que me dice que Emilito está aquí y que el es mi hijo. Presto emitió un grito desgarrador al ver que bajo sus pies se abría un cráter que comenzaba a devorarlo mientras el gritaba: Necesito más tiempo. Necesito más tiempo. A lo que los ángeles contestaron: “ -“A las malas acciones no se les da una segunda oportunidad.”. La puerta de la habitación de Ofelia se abrió para dejar pasar a Emilito que se acurrucó entre los brazos de su madre para seguir amándola y ser amado para siempre. |
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de “El otoño de una mariposa” - Cuentos
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