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Chucha, la lagartija
Cuento infantil
Madalina Cobián
madalinacobian2008@yahoo.com 

Para Camilita,
De su abuelita Madalina.

Chucha, como la bautizaron los niños de este cuento, era una lagartija que vivía en el aula de pre-escolar del Círculo Infantil Barquito de Papel.

A ella le gustaba pasearse por las paredes, la ventana  y el techo del aula. Cuando se posaba en la ventana, la luz solar hacía que su piel se tornara verde, pero cuando se posaba en el techo, su piel parecía de color oscuro, casi negro.

Estos cambios de color hacían que los niños se distrajeran de la clase y la maestra tuviera que llamar la atención para que se concentraran de nuevo en su actividad, porque  hasta hubo  veces que algún niño bellaco le tirara un taquito de papel, un pedacito de tiza o de plastilina.

Un día la maestra tuvo que salir del aula y se demoró alrededor de diez minutos en regresar, los que aprovecharon los alumnos para lanzarle objetos a Chucha para derribarla y cogerla.

Un pedazo de plastilina logró alcanzarla tan fuerte, que le desprendió su colita, la cual cayó al piso y mientras continuaba moviéndose, algo propio de las colas de las lagartijas, un niño la cogió entre sus dedos para asustar a las niñitas.

Al llegar, la maestra regañó fuertemente a los niños y Chucha aprovechó para salir corriendo, huyendo hacia el jardín de la escuela donde se escondió en una cuevita entre las piedras.  Allí, adolorida y avergonzada por la pérdida de su colita, comenzó a llorar.

¡Pobrecita Chucha! ¡Como lloraba! ¡Como decía!:

-“¿Por qué me ha pasado estoa mí? ¿Por qué me han hecho esto los niños, si yo no les hago daño y me gusta ver como cantan y juegan mientras me alimento de insectos? ¿Cómo podré volver al aula a comer insectos sin sentir vergüenza, si ellos son tan lindos y yo estoy tan fea sin mi colita? Si tan siquiera la tuviera, yo volvería al aula a verlos sin que ellos se dieran cuenta; pero, ¿y si me volvieran a hacer lo mismo? No, no lo harían.  Los niños son tiernos, lo que pasa es que a veces tienen momentos de crueldad.

Y meditando entre sollozos, se quedó dormida por un largo tiempo.

Mientras Chucha dormía en su cuevita, los niños continuaban en el aula, pero no muy cómodamente.  Se daban palmadas en los brazos y en las piernas, tratando de ahuyentar los mosquitos y las moscas que los molestaban y no los dejaban concentrarse en la clase.

La maestra que se percató de la intranquilidad de sus alumnos, les explicó la importancia de los animalitos insectívoros en el medio circundante, y les hizo comprender el error que habían cometido al ahuyentar a Chucha, porque ahora no tenían quien exterminara las moscas y los mosquitos que tanto les molestaban. 

Los niños avergonzados bajaron la cabeza y continuaron dándose palmadas.

Pero como La Naturaleza es sabia y Chucha sentía tanto amor en su corazoncito por los niños, hasta ser capaz de perdonarlos por su actitud, parece que esta decidió recompensarla y cuando la lagartijita se despertó, después de varios días de sueño, se dio cuenta de que su colita lentamente, le había salido de nuevo, y le crecía poquito a poquito.  Chucha se sintió muy contenta y al escuchar las voces de los niños, corrió hacia el aula rapidito, pero, al llegar a la ventana, recordó lo que le había sucedido anteriormente y temiendo perder su colita de nuevo, se detuvo y empezó a entrar muy despacito para no ser descubierta y poder observar a los niños sin ser vista. Pero como los niños todo lo ven, pronto la vio un alumno y gritó:

-“Miren a Chucha”.

A lo que todos corearon muy contentos.

-“Llegó Chucha”.

-“Regresó Chucha”.

Y recordando lo que la maestre les había enseñado sobre los animalitos insectívoros, comenzaron a comportarse adecuadamente y desde ese día respetaron su espacio vital y Chucha vivió para siempre en el aula de Pre-escolar, comiendo insectos y mirando a los niños jugar.

Madalina Cobián Madalina Cobián
madalinacobian2008@yahoo.com 

http://www.enelatardecerdetuvida.blogspot.com/

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