El otro lado del mostrador |
Escritores al diván |
Malas
noticias. Pésimas para los escribas. Resulta que más allá del papel
impreso, las novelas, los poetas, Kundera, las becas, los certámenes, los
premios Nobel y otros, del otro lado del mostrador del bazar surrealista
literario, existen otros mundos. Es el horror, y en efecto porque en los
últimos treinta años un grupo de siquiatras, sicoanalistas, y neurólogos
están interesados en conocer como es, cual es el cableado que permite
funcionar por dentro a los escritores, en una palabra que los hace tan
especiales, con el ego además tan inflado en algunos casos que los
convierten en verdaderos
hígados circulantes para
quienes (en algunos casos), los conocen de cerca. Nada
nuevo, es decir nada que no haya llamado la atención desde la antigüedad
a las gentes que los veían publicar los versos más tristes que
escribieron la noche anterior. Y
hay malas noticias porque los creadores...son
animales de distinta lana como diría Alejo Carpentier, o en otras
palabras algunos pudieran tener uno o varios tornillos flojos. Asunto que
por otra parte pareciera ser esencial para que funcione la creación. ¿Que
provoca la curiosidad de los investigadores? por ejemplo la cantidad de
poetas suicidas. En este género literario la estadística señala que son
las mujeres las que están en mayor peligro. Tienen un promedio de suicido
mas alto que los hombres que ejercen la poesía, genero en si difícil,
solitario y para peor donde no hay un centavo. El asunto es tan
interesante porque basta echar un vistazo para ver la cantidad de poetas
que acabo con su vida. Inclusive apareció en España una Antología
de Poetas Suicidas 1770 -1985 (el autor es José
Luis Gallero). En
efecto es trabajo solitario el poético, y angustiante es el bucear en las
profundidades del yo, lo cual es peligroso para todos los escribas, pero
muy en especial para los
poetas, señalan los investigadores. Son legión los
que levantaron la mano sobre si mismos, entre otros Pavese, Chaterton,
Silvia Plath, Maiakovski, etc. Constituyen como
señala el crítico español
Masoliver Rodanas, " un universo mental y emocional". En
la lista siguen los novelistas, llamando la atención el caso de cinco
Nobel de literatura norteamericana (Se
trata de Sinclair Lewis, Eugene O Neill, William Faulkner, y Ernest
Hemingway) quienes tuvieron serios problemas con el alcohol. Conviene
destacar el trabajo del siquiatra norteamericano Arnold Ludwig (El
Precio de la Grandeza, Resolviendo la Controversia Entre Creatividad y
Locura), quien durante treinta años, analizo dieciocho profesiones
diferentes. Aquí le fue posible comprobar que quienes se dedicaban al trabajo creativo es
decir escritores, gente de teatro y músicos tenían un mayor riesgo de
sufrir problemas mentales (alcoholismo, depresión, sicosis y ansiedad). A
cambio los otros grupos que no estaban en el campo de la creación tenían
una menor tasa de mortalidad.
Los arquitectos, pese a su creatividad e historiadores además de
ensayistas no estaban en esta zona de alto riesgo. El
problema - afirma el siquiatra Ludwig- es un hecho que afecta a demasiados
escritores en demasiados sitios, si además a la lista de suicidas
agregamos a los que murieron locos
(caso Hoderlin, entre otros) o perseguidos políticamente como Pamuk o
Rusdhie. Pero
aun hay mas, mucho mas: en el texto The
Alcohol and the writer (El alcohol y el escritor), el siquiatra
Donald W.Goodwin afirma que después de los cantineros, en materia de
muerte por cirrosis, los siguen los escritores. Los
ejemplos abundan: Edgar Allan Poe, Herman Melville, Scott Fitzgerald,
William Faulkner, Hemingway...son legión. Con
respecto al terror de la página en blanco la neuróloga
Alice Weaver Flaherthy en su texto The
midnigth desease, (La Enfermedad de la Medianoche), explico que el
asunto es sencillo: cuando no hay ideas para continuar la increíble
novela que uno tiene en su cerebro pero que no acaba de llegar a su
computadora pudiera tratarse
de una depresión. No es necesario en este caso buscar dentro de uno mismo
durante seis meses, primero hay que darse una vuelta con el siquiatra para
que le recete alguna de los nuevos fármacos que bajan el nivel de
ansiedad (las drogas y el alcohol solo ayudan temporalmente) y estabilizan al escriba lo cual le permite atacar ahora si
con ganas la bendita pagina en blanco. Se ocupa también de la hipergrafia, mal que afecta también a parte de la comunidad
intelectual que publica un libro por mes, sin que exista tal necesidad. También
señala que los males del escritor, es decir baja creatividad, pueden
deberse a la época del año, como navidad y otras fiestas anuales.
Efectivamente, el asalto de los citados investigadores, detrás
del mostrador literario, intenta mostrar que
hay dentro del escritor, pero mas que nada parece guiarlos a la idea de
que no hay ninguna necesidad de que un creador muera por la causa, cuando
aun le quedan muchos años de productividad. Scott Fitzgerland murió a
los 44 años, y pudiera haber sido Premio Nobel norteamericano. Ya
Freud en su texto clásico sobre la interpretación de los sueños se ocupo del tema,
pero el resto de la sociedad siempre vio desfilar a los creadores como
"bohemios" a los que había que tolerar (e ignorar), al tiempo
que las afecciones mentales de este singular grupo humano hacían estragos
entre ellos. Entre
otros descubrimientos esta el tema de la falta de dinero. Cuando llega,
curiosamente, el autor se
distrae, deja de crear, razón por la cual quizá Henry Miller durmió
un tiempo debajo de los puentes de Paris, o Mario Puzo, que se hizo
millonario con El Padrino y
recibió un millón de dólares por el libreto de Superman,
fue y tiro el dinero en Las Vegas.
Ni hablar de Dovstoiesky quien también era aficionado al juego. Es
necesario aclarar que en ambos casos esta fase maniaca les provoco tanta
angustia que los dos escribieron un libro sobre el tema. Si
las cifras ayudan el trabajo del sicólogo James C. Kaufman
sobre mil 897 escritores ya fallecidos, (poetas, novelistas y dramaturgos
de ambos sexos) entre los que habia mexicanos, canadienses y
norteamericanos, demostró que en promedio los poetas vivían unos 62.2 años,
los dramaturgos 63.4, los novelistas 66 y los que se esforzaron en el
ensayo y la historia, entre otros 72.7
años. Fuera
de guasa el asunto es grave y explica porque ese amor a la barra libre, a
la cantina, para apagar los incendios del alma en algunos creadores, cuando en realidad sus males están más cerca de
la terapia médica que del Olimpo. Dice por su parte, la siquiatra Kay Redfield Jamison (en su libro La
enfermedad maniaco depresiva y el temperamento artístico), que los creadores no están muy de acuerdo, en algunos caos en
cambiar sus altas y bajas emocionales, es decir el alucine, la fibre, la
compulsión, el alcohol, y toda la angustia que crea ese tipo de vida, por la calma que puede producir un fármaco
o cualquier tipo de terapia. El matemático y Premio Nobel, John
Forbes Nash Jr., quien paso en
manicomios parte de su existencia explico ya calmado por la medicina, que
extrañaba sus estados febriles. Algunos creadores prefieren la barra libre porque afirman que su creatividad está en juego con cualquier tipo de terapia, lo malo es que ese tipo de vida, si no se controla, puede conducir al precipicio y en realidad los seres humanos se deben a la vida no a la muerte prematura, no importa cuan creadores sean. |
Ricardo
Clark
www.ricardo_clark111@yahoo.com.mx
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