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El suelo donde crece mi comida
Lilia Cisneros Luján

 

Sin restarles importancia a las víctimas de la guerra química, que serán recordadas el próximo 29 de este mes, le invito a reflexionar sobre las diversas distorsiones y consecuencias del irresponsable uso y abuso del patrimonio agrícola mundial. Este tema es importante pues dependen de su buen manejo no solo la producción de alimentos, sino la diversidad biológica, la conservación de ecosistemas, conocimientos ancestrales de uso del suelo y por supuesto la belleza de paisajes arrasados diariamente como resultado de acciones basadas en la ambición y la usura de corto plazo.

Durante una semana en Berlín, fueron analizados por especialistas -como Moujahed Achouri, Director de la División de Tierras y Aguas de la FAO- aspectos que deberíamos estudiar. Refiriéndose al SIPAM[1] cuyo conocimiento ecológico tradicional, parece ser el mejor seguro para el suministro continuo de múltiples bienes -alimentos, medicinas- servicios y seguridad de los medios de vida para millones de comunidades locales y poblaciones indígenas, más allá de sus fronteras; los 500 asistentes al encuentro dado como parte de la agenda del año Internacional de los Suelos, anotaron que para mantener una tierra sana –lo cual entre muchas otras cosas previene la desertificación- el conocimiento más importante es el que mantienen poblaciones y comunidades indígenas debido a su cercanía con la naturaleza. Por tal condición es natural entender que en la tierra se contienen millones de organismos vivos -desde microbios invisibles, bacterias y hongos hasta la macrofauna más familiar, como lombrices y termitas- los cuales, aunado a las raíces de plantas y otros residuos agrícolas u orgánicos, interactúan entre sí y con las diferentes plantas y animales del ecosistema formando una compleja red de actividad biológica.

Así pues, los organismos mundiales han asumido que un parte de suma trascendencia para el desarrollo sostenible es el conocimiento ancestral
[2] de una parte de la humanidad que, al ser discriminada, no encuentra más camino que la migración –local o transfronteriza- para garantizar las mínimas condiciones de vida. Si bien los agricultores dependen de suelos sanos para asegurar el sustento, también los suelos dependen de estos agricultores para mantenerse vivos, cosa que no ocurre cuando la persona abandona el terruño y se endeuda a fin de conseguir el pago para un traficante que le garantice salir de su entorno miserable y llegar a un lugar donde los sistemas agrícolas modernos los someten, no solo a la esclavitud laboral sino lo que es mas grave a la ensoñación de producciones extensivas con el uso excesivo máquinas y fertilizantes que afectan no solo su salud sino la de aquellos que consumirán tales productos. ¿Esta parte de la humanidad es también víctima de la guerra química?

Los agricultores tradicionales –a los cuales un presidente de México condenó a convertirse en jardineros en los Estados Unidos- respetan a la “madre tierra” y son capaces de producir alimentos nutritivos y de alta calidad, basados en un enfoque holístico y multidisciplinario, como los apoyados por los SIPAM en Asia o América Latina
[3], que además de producir alimentos mantienen el patrimonio agrícola mundial ¿Por qué en México se favorece a los constructores de vivienda asentada aun en suelos agrícolas en vez de apoyar este tipo de programas para los cuales hay subvenciones no solo de la FAO como facilitador, sino de diversas agencias mundiales? ¿Con que criterio se privilegia la actividad de los productores de transgénicos en vez de empoderar y desarrollar las capacidades de los agricultores pequeños y/o familiares y las poblaciones indígenas para la gestión sostenible de sus tierras carentes de recursos hídricos? ¿Pretenden extinguir a la población mexicana no solo por el tema de alimentos sin valor nutritivo sino por la monopolización del agua?

México es quizá uno de los mejores ejemplos de la degradación de los suelos –por erosión y compactación- lo cual además de destruir la biodiversidad, reduce el carbono orgánico
[4] y aumenta consecuentemente la acidez y la salinización contribuyendo al desequilibrio de nutrientes en el planeta.

Los expertos asistentes a Berlín insistieron en las ventajas de aplicar tecnologías de gestión sostenible, empezando por documentar las existentes. ¿Se resolverían problemas de salud como la obesidad, la diabetes, la proliferación de tumores, simplemente con volver a los cultivos naturales? Qué es más rentable ¿caminar por la ruta de revertir la degradación de los suelos o anunciar la cancelación de uso de aspartame en las bebidas dietéticas de cola?

Por lo pronto el 2015 y su celebración mundial se terminara en unos meses ¿Continuará vigente el propósito de conservación de los suelos cultivables? o seguiremos construyendo casas de concreto que en breve nadie habitará debido a la alta mortalidad por desnutrición u otras enfermedades vinculadas con la alimentación. El asunto de la salud humana tiene mucho que ver con la salud de los suelos donde se asientan las familias para sostener la vida y producir lo que se come. Esto debió ser parte de la educación para el desarrollo sostenible cuya década también concluye este año y no puede separarse de los programas del Segundo Decenio de las Naciones Unidas para la Erradicación de la Pobreza -2008-2018- el correspondiente para los Desiertos y la Lucha contra la Desertificación -2010-2020- y el de la Diversidad Biológica -2011-2021- todo lo cual ocurre en nuestra casa planetaria, donde no podemos presumir de eficientes mayordomos, gerentes o administradores.

Referencias:

[1] Sistemas importantes del patrimonio agrícola mundial.

[2] Los sistemas agrícolas y forestales tradicionales fortalecen los suelos al enriquecer y proteger su diversidad biológica, amenazada por la humedad, la acidez, la tala indiscriminada y la urbanización.

[3] En China con la combinación de peces y arroz cultivado con tales sistemas; o el mismo producto en las terrazas Filipinas y los huertos familiares en toda Asia y ciertos puntos de América Latina como sería el caso de la terrazas del Lago Titicaca, o el corredor Cusco y Puno en el Perú. La gestión integrada de recursos en la isla Chiloé en Chile, es otro más de los ejemplos y pruebas de gestión sostenible de los recursos naturales de los SIPAM basados en la protección y el respeto de los suelos transmitido de generación en generación.

[4] Profesor Rained Horn, Presidente de la Unión Internacional de la Ciencia del Suelo (UICS) parte de la Alianza mundial sobre los suelos (AMS) de la FAO.

 

Lilia Cisneros Luján

lcisnerosescritora@gmail.com

27 de abril de 2015

 

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