Así como un familiar pone en riesgo su propia vida si deja de comer y
dormir en aras de velar pasivamente a un pariente enfermo, decisiones
como la de gobernantes que apuestan al desarrollismo optando por el
fracking, en vez del estímulo y modernización de prácticas productivas
de pueblos que han logrado mantener una relación sana con su entorno
también producen tragedias como el hecho de haberse extinguido en 60
años el 52% de los vertebrados en el planeta. Por supuesto que los
optimistas o los interesados en los beneficios mercantiles que la
naturaleza ofrece, gastan en difundir –ellos le llaman inversión- que 9%
de las especies en extinción funcional están en fase de recuperación;
pero el hecho dramático de la desaparición definitiva de aves, anfibios
e incluso vertebrados tan conocidos como el burro o el caballo, no
justifican el supuesto sacrificio ecológico para la edificación de
viviendas y desarrollo de áreas cultivables con productos transgénicos
que aumentan por miles de millones de pesos las ganancias de empresas
como MONSANTO o BAYER, y todas la comercializadoras de productos –Kellosgs,
Nestlé- que utilizan estos en la elaboración de alimentos o
medicamentos.
Muchos individuos han decidido sacrificar su finanzas familiares, para
adquirir productos “orgánicos” otros más producen en macetas o una
sección de su patios sus propias legumbres y hortalizas; pero revertir
la muerte inminente del planeta y la propia raza humana supone algo más
que esfuerzos aislados, cumbres de altos mandatarios y discursos
emocionantes.
La extinción casi siempre es en cadena, quizá nos importa un bledo que
las ranas sean solo una figura simpática de cuentos de hadas con brujas
malignas despechadas contra ciertos príncipes; tal vez creamos que la
desaparición de los ajolotes en Xochimilco carece de importancia para el
equilibrio del clima en la ciudad de México y quizá juzguemos de
exageradas las decisiones punitivas de ciertos funcionarios atrevidos en
contra de quienes provocan incendios o vierten químicos a los afluentes
hídricos; aunque el hecho peor es que somos como una manada de hámster
corriendo directo al suicidio.
Escuché a alguien eufórico defender a una empresa televisiva por la
difusión que hace de lo que ocurre en nuestros océanos y simplemente me
pregunto ¿Haría lo mismo si no estuviera detrás el patrocinio de una
empresa de seguros? ¿Cuánto hay que pagarle para que difunda los
resultados de investigaciones científicas como las de la doctora Yolanda
Cristina Massieu, Rosa Elvia Barajas, Michelle Chauvet, Yolanda
Castañeda y otras tantos mexicanos y extranjeros que con los pelos de la
burra en la mano nos ofrecen el resultado de sus diagnósticos agregando
por cierto, medidas para solucionar y detener los efectos de lo que
nuestra estupidez está haciendo? ¿De verdad amamos a nuestros hijos y
nietos? ¿Que hacemos en favor de su futuro y vida plena? ¿Alguna vez
llamamos su atención acerca de estos temas y los invitamos a ellos a
también ser parte del cambio?
Se afirma que el promedio de vida de las especies es de 10 millones de
años, el ser humano –sobre todo el identificado como occidental y
amarrado a su versión confundida de lo divino- distorsionó el encargo
que como administrador le concedió el creador del universo. Al
comportarse como rey autoritario, irracional y abusador ha depredado su
entorno en mucho menos tiempo que el establecido naturalmente, con todo
ello aun estamos en tiempo de dar una vuelta y recuperar algo de lo que
hemos sacrificado en aras del dios capitalista: el dinero. No se trata
de volver a los tiempos de trueque y el cacao como símbolo de valor de
cambio; pero seguramente habrá una alternativa menos devastadora que la
que hemos estado practicando los últimos siglos. Sacrificar un poco
nuestra comodidad capitalista, no implica muerte, y si generalizamos
esta práctica quizá logremos darle un lapso vital más amplio a las
especies, incluida la humana.
Notas:
Los adjetivos latinos
sacer, sacra, sacrum, son de origen latino y
sin que haya certeza sobre la identidad de raíces entre sacer y
sanctus,
parecen haber salido del verbo sancire = consagrar, sancionar, hacer
inviolable o ser invulnerables.
Se considera extinción terminal cuando llega al 70% de la especie.
La contaminación genética, a la par de la geográfica y la
demográfica, son variables que se han salido de control y nos están
matando.
Mexicana dos veces premio, becaria del
Biotechnology and Development
Monitor de la Universidad de Amsterdam en los Países Bajos. |