Luis Alberto Spinetta Todas las palabras son del viento por Javier Chiabrando
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Uno de los poetas más populares y reconocido por unanimidad en la Argentina lo dio el rock: el Flaco Luis Alberto Spinetta. El imaginario cultural de un país rara vez relaciona a los músicos con el pensamiento, y mucho menos los llega a considerar intelectuales. Y menos aún si esos músicos provienen del ambiente del rock, con una mística más bien ligada a una suerte de folclore moderno donde prevalecen los excesos, las vidas disipadas y no pocas muertes románticas. Sin embargo, en Argentina, muy puntualmente con el regreso de la democracia, los rockeros adoptaron un nuevo lenguaje, y no me estoy refiriendo a un nuevo lenguaje musical, sino a un vocabulario que se iba desplegando más allá de sus canciones. Seguramente esto estuvo ligado al reposicionamiento de una nueva generación de artistas, opacados hasta el momento por los mecanismos represivos de la dictadura. Este nuevo lenguaje dejó de lado el folclore de los excesos y los músicos de rock ocuparon espacios que excedían los escenarios y eran mis habituales al mundo del pensamiento. Así es como, no solo en reportajes, sino en conversaciones, los rockeros empezaron a intercalar (incluso cuando no se lo preguntaban) menciones Rimbaud, Foucault, Bukowski, entre otros nombres de moda y no tanto. Entre los que utilizaban ese nuevo lenguaje sobresalían Fito Páez y, claro, Luis Alberto Spinetta. Pero nosotros sabíamos que Spinetta era un lector consumado. Lo sabíamos desde 1973, año en que había editado Artaud, un disco solista lanzado como parte de la obra de Pescado Rabioso. Este disco no solo ponía en juego la relación de Spinetta con Artaud sino más puntualmente con el surrealismo. Incluso se podría decir que la figura de Artaud sobrevive en parte ayudada por esta reformulación que hace el Flaco en el disco. Y en ese disco no solo iban a estar Artaud y los surrealistas, con su sistema de producción automática a los que Spinetta tanto les debería (dice en Poeta Negro, “Selva, selva, ojos irisados / sobre pináculos que se multiplican / hilos de tormenta, los poetas / montan caballos, montan perros"), sino que también le dio pie para homenajear a Van Gogh con su "Cantata de puentes amarillos", con referencias directas a lo que decían las cartas que Vincent le escribía a su Theo. “Aquellas sombras en el camino, donde el azul donde están / yo las comparo con cipreses que vi solo en sueños", canta Spinetta, quizá inspirado en "Camino con ciprés bajo el cielo estrellado". No es todo: “Estoy enjaulado. Y, por lo tanto, no me falta nada, imbéciles...", escribió Vincent una carta, a lo que el flaco parece contestarle y decirnos a todos: “Mira el pájaro / se mueve en su jaula". Es decir que nuestros rockeros leían, y pensaban, y usaban esas ideas en su música primero, y en sus vidas públicas después. Como si no estuviera claro, Spinetta se los dijo en la cara cuando las revistas de chimentos valieron a la caza de la pareja improbable, al menos en los papeles, que había formado con Carolina Peleritti, el bombón del momento. Era el año 1996. La pareja sabía que no podía huir eternamente de los flashes. Al fin enfrentaron la publicidad no deseada. Pero el flaco les tenía reservada una sorpresa al periodismo del corazón. Se dejó fotografiar con un cartel que decía: “Leer basura daña la salud. Lea libros". La revista Gente no tuvo mis remedio que poner esa foto en tapa a pesar de que era una burla que iba dirigida a ellos y a sus lectores. No era más que una broma, pero no deben haber faltado aquellos que se sorprendieran de que los hippies leyeran libros. Pero esta historia tenia eslabones previos. En 1978 Spinetta había publicado su único libro de poemas:"Guitarra Negra", escrito en versificación libre, contenido antecedido por unas palabras del autor donde proponía que "se olvide cada palabra a medida que ella se lea”, frase que ameritaría un congreso. El libro fue reeditado varias veces desde entonces, en versiones a las que se les agregaron prólogos e incluso un reportaje al propio Spinetta, y es una prolongación de lo que Spinetta desarrolló con toda naturalidad en su música. "Como todo seguía igual / decidió mudarse./Y se llevó solamente una valija como un juguete. / A los los pocos meses / el marido sobrevino de la nada. / Y desapareció la piedra / sin haber sabido que fue un hombre"- La relación de Spinetta con la literatura se hace cada vez más evidente y ya sin intermediaciones. En un reportaje dado a Guillermo Romani y Santiago Ramos dice que “Gcorge Bataille te enseña filosofía, literatura y te hace pequeños trazos de la vida de estos locos que elige”. Aparece también el nombre de Castañeda, cuyos libros reconoce como “imprescindibles”. Y a la pregunta de si su disco “Para Los Árboles" tiene que ver directamente con él, Spinetta responde: “hice unas referencias a eso pero simplemente para alertarlos poéticamente de algunas cosas, por ejemplo... para sumar datos para los que les interese, no para teorizar tanto, sino para divertirse. Para bienpensar, para seguir pensando otra cosa". Para cerrar esta suerte de itinerario libre de las lecturas de este gran artista, en el mismo reportaje reconoce estar leyendo conferencias de Borges. Difícil imaginar a estos dos hombres reunidos por algún objetivo común. Sin embargo, una vez alguien decidió juntarlos para una entrevista. Claro que no podía salir bien. Spinetta llegó tarde sin saber que la entrevista se había suspendido. Así que cuando llegó a la cita Borges no lo esperaba. El fin del relato en la versión del propio Spinetta es desopilante: “No sabía ni cómo empezar una conversación. Le pregunté por Antonin Artaud y dijo desconocerlo. Me petrificó. Hablamos un poco de “El cuervo", de Poe, y él recitó una poesía en inglés, referida a ese poema. Yo no le entendía bien las palabras y tenía tanto miedo de estar frente a él como de estar frente a Dios. Conocí a varios tipos importantes de cerca, pero nunca sentí lo que sentí frente a tamaña persona. Se me movía todo dentro de mí. Hablamos tres palabras más, yo le dije que era músico, que tenía dos hijos, y que no sabía, demiado bien porque estaba con él, pero para mi representaba una gran satisfacción porque lo admiraba mucho. Me despidió diciéndome: “...Permiso, me tengo que ir...". Vino una señora y se lo llevó. Yo entendí que todo había terminado y bajé conmocionado a la calle Maipú". |
por Javier Chiabrando
Publicado, originalmente, en
Suplemento
Literario Telam - Reporte Nacional Año VI Numero 261 / Jueves 1 de diciembre
de 2016
El primer lanzamiento de SLT, el Suplemento Literario Télam
fue el 21 de noviembre de 2011 en versión digital, y desde el 8 de diciembre, en
papel, cada jueves, junto al Reporte Nacional, el periódico de
la Agencia de Noticias, por decisión del por entonces presidente de Télam,
Carlos Martín García.
Link: https://ahira.com.ar/ejemplares/slt-n-261/
Gentileza de Ahira. Archivo Histórico de Revistas Argentinas que es un proyecto que agrupa a investigadores de letras, historia y ciencias de la comunicación,
que estudia la historia de las revistas argentinas en el siglo veinte.
Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
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