Perros vagabundos, y calor

poema de Pablo E. Chacón

Perros vagabundos, y calor...
Vuelvo, me estaciono en la barra;
desde ahí puedo ver a unos tipos en la cocina:
no hay olor a nada,
no hay olor a hamburguesas ni a mar,
ahí mismo, al lado del mar.
Pido otra vez: bourbon con hielo.
El que atiende cobra
y escruta (es la palabra), como si no me reconociera,

como si no me hubiera visto llegar, tomar, salir, entrar,

como si no fuera el mismo de antes.
¿Y si no soy el mismo, si el calor me está deformando?
El exceso de efecto no mata el efecto,

mirarme en el espejo no tiene efecto.

Es un golpe de desaliento,
una impresión intensa:
que mi vida es falsa
y está reducida a lo peor,
que lo peor todavía no llegó
y que el tiempo está invariablemente de mi lado,
gratis.

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