Una rosa blanca había caído a un pantano y por más que pareciera bella, pasaba por desapercibida. Nadie la miraba, las aves pasaban rozando con sus alas, los animales galopando, las flores cantando. A nadie la importó.
La rosa con cierto apoyo del viento avanzó hasta la orilla y esperó… quién sabe su final.
Más tarde garbosamente un verde cocodrilo se acercó a la orilla del pantano y se quedó mirando boquiabierto a la rosa enlodada que desde el primer momento gemía su desdicha.
La vanidosa al ver en frente de ella al cocodrilo mostró su incomodidad, por que pensó que mucho mejor sería para ella que nadie la vea en esa desagracia.
El cocodrilo sólo la miraba. La rosa le dijo:
-Oye animal bocón, por qué me miras así, con esos ojos, que cuando lloran nadie les cree, con esa boca sucia y grande, con esa piel llena de placas. ¿Te das cuenta, cuando me ves solo opacas mi belleza? Sabes bien que yo represento al amor aquí, allá, en el cielo y en la tierra. Soy enlace de la amistad y la paz.
-¿Cuál belleza?, respondió el cocodrilo. No veo alguien cerca de ti…, además si representas el amor, la paz y la amistad, ¿por qué me ofendiste de manera tan vulgar y por qué estás tan sola?
A ti te utilizan para representar el amor, el enlace de la amistad y la paz, a costa de tu vida. La verdadera belleza está en la acción, en comprender a los demás, por eso te comprendo.
Yo como para vivir y no mato por gusto, no arrancó las flores sólo por vanidad, no quemo árboles, ni arrojo basura; pero los hombres, tan sólo por mi aspecto, dicen que soy malo, traidor y vil.
La rosa comprendió el verdadero significado del amor, la amistad y la paz entre los seres junto al cocodrilo. |