Los caballos |
Los caballos desbocados piafan de placer al verte y en sus venas se delata la alegría de tenerte. La luz de internos carriles dan su toque exuberante en el instante preciso que tu voz es suplicante. En albas danzas galopan las llanuras de tu piel con un redoble de patas en cada golpe de miel. Bajan los ríos crecidos de sangres amanecidas, porque son los herederos de mis cuantiosas heridas. Redomones se encabritan al son de música interna, porque fieles a su raza se yerguen con fuerza tierna. Y en sus locas correrías van del uno al otro lado para entregarte su fuerza con latidos de costado. Las crines de lanza al viento se hacen dulces en tu mano, cuando en el brioso corcovo son palomas del milano. Y en el tendido galope que consume tu horizonte, entregan su furia al viento con la placidez del monte. |
Jerónimo Castillo
Del libro Horcón – 2001
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