Islas profundas, de Alfonso Larrahona Kästen - por Jerónimo Castillo |
“Islas
Profundas”, el último libro que llega desde su Valparaíso
natal, editado en julio del 2005, nos entrega al poeta Alfonso Larrahona Kästen
con una palabra poética diferente, pero con la misma calidad artística
que le conocemos y le reconoce el mundo hispanohablante desde 1957 en que
publicara su “Guitarrero Nocturno”. Leer
este nuevo libro es darnos cuenta que conocemos al poeta, galardonado con
el Premio “José de Vasconcelos”, México (1991), que vive en Playa
Ancha, Valparaíso, Chile, desde donde baja al balneario “Torpederas”
a buscar sus ancestros marinos que le traen noticias de sus islas
profundas. Es la palabra el don mágico que le da identidad al poeta porteño, la misma con que estructuró los sonetos y otras formas métricas y rítmicas a partir del ya citado “Guitarrero Nocturno”, del que hasta la fecha han seguido más de 30 libros, en su mayoría individuales. |
En
este libro vemos cómo el poeta vuelve a la idea primigenia de mostrar su
intimidad desde lo ancestral, recurriendo a la imagen y conjugando el
significado de la profundidad de su alma con esas imaginarias islas a las
que constantemente se remite, y que a lo largo de la obra constituyen el
leit motiv concatenante. Alfonso
Larrahona Kästen ha sido fiel a su destino de cantor intimista, pero que
supo en todo momento congraciarse con el paisaje exterior en una
envidiable conjunción, haciendo castillos interiores con predominio de
contextos figurativos que lo insertan dentro de su propio paisaje a la vez
que no lo substraen del medio donde reside. Es
todo el libro una página superior de expresión comunicativa del poeta,
que lleva y trae al lector hacia sus islas interiores, donde no se siente
náufrago sino habitante genuino de milagrosas estancias, promontorios del
alma que emergen de un mar sublime, con una ubicación cuasi terrenal que
solamente el autor conoce, pero que no vacila en indicarnos su existencia
como algo natural, donde lo intangible va rotando hacia el mágico
paisaje, incorpóreo pero real, que solamente los ojos de la mente pueden
verlo. Una
marca de fuego le guía la mano cuando emplea la palabra, dictándole los
ritmos interiores de los que nunca ha podido evadirse, y tal como
definiera al soneto el desaparecido poeta mendocino Américo Calí al
nombrarle: “…cárcel de libertad donde navego”, Larrahona también se ha tomado
todas las libertades que la formalidad sonetística le permite al poeta,
ya sea que utilice o no esta estructura literaria, pero que le dicta esos
ritmos interiores que se traducen en la acentuación fónica donde su
maestría se pone de manifiesto. Aunque pudiera pensarse que el poeta busca deliberadamente desrotularse y abandonar el “sonus”, el sonido que por siglos ha constituido el andarivel con que los juglares primero y los poetas después, deslizaron sus vivencias a través del verso, el vate chileno nos entrega una obra con métrica diversa, siempre con un altísimo ritmo interior, pero, como lo dijimos al comienzo, con igual solvencia literaria en un despliegue de creatividad tal, que no vacilamos en situar “Islas Profundas” entre las obras maestras nacidas en estos últimos tiempos. |
Jerónimo Castillo
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