El huracán Cécilie: |
Tenaz
cazadora de hombres con poder, ricos y famosos, quiere
ser libre. ¿Lo es, o tiene la libertad de un pájaro enjaulado en su
ambición? Bella y refinada, sedienta de exhibirse y al mismo tiempo
hambrienta de independencia. Encima
de su metro setenta y ocho y sus cincuenta
noviembres, ve la vida —¿la
siente?—
desde su mirada de fuego y hielo. Cuando
en 1986 se casaba con el animador de televisión más célebre de Francia,
cayó
enamorada
del alcalde de Neuilly-sur-Seine (París),
quien celebraba el matrimonio. Menos de tres años más tarde,
y con dos hijas, se divorció y quitó el marido a su amiga Marie-Dominique
Culiol. La nueva pareja se casó también en Neuilly,
en 1996. Ella
es Cécile Chouganov
Albéniz, autobautizada Cécilia Ciganer Albéniz, cuando empezó a ser maniquí
de
pasarelas para Schiaparelli.
Él,
el entonces
alcalde y esposo de la traicionada Marie
Dominique,
era Nicolas Sarkozy, hoy presidente de la France,
país al que está conduciendo a la decadencia. El
showman abandonado era Jacques
Martin, quien volvió a casarse... y cuya nueva esposa recibía a menudo
las
visitas
de Sarko. Infidelidades todas
ellas conocidas en Francia donde este
mes justamente se conmemoran los cuarenta
años del «Mayo francés».
Aquello
que comenzó como una protesta estudiantil a la que luego adhirieron los
trabajadores, es un hito, un latido, un extracto de utopía, y de luchas
por ideales. ¿Qué
tiene que ver con Cécilia (y con Sarko) ese
intento del ’68 de cambiar
la vida? Nada. Hoy,
mientras caminaba por las callecitas de París, particularmente por Saint
Michel, Saint Germain-des-Prés, miraba los grafitis nuevos con las
leyendas de entonces en los muros. «La imaginación al Poder», «Seamos
realistas, pidamos lo imposible»...
Ça
ne vas pas, c’est grave
(Esto no
va, es grave),
repetía, como tantos otros, el taxista que me traía de regreso. Pero... «Ustedes
explotarán de confort…» ...
era
otro de los adagios—casi una profecía—
de aquellos estudiantes cuyas revueltas comenzaron Daniel Cohn-Bendit y
Daniel Bensaid en Nanterre. Y Cécilia,
pues de ella se trata, estalla
hoy de
confort. La
Petite fourmi laborieuse (la
hormiguita
laboriosa) —como la llaman irónicamente muchos franceses—
estalla de abundancia. Y
no tiene tregua en sus tareas.
Sus
referencias de trabajo
empezaron a sus 17; cuando se fugó con el hijo del dueño de Fouquet’s
de París, hotel que hoy cuesta entre 700 y 1900 euros por día y
persona. El siguiente en su trayectoria fue Jean-Daniel Lorieux (fotógrafo
del ex presidente Jacques Chirac), célebre, 20 años mayor que ella. Luego
el abogado y playboy Jean-Luc Chartier, el financista Nicolas Barre (hijo del ex
primer ministro Raymond Barre)... y hay más.
Hasta
que por fin se casó,
embarazada, el 10 de agosto de 1984, con Jacques Martin,
el showman...
ya estaba dicho. Después
fue Sarkozy, con quien vivió un romance ajeno a la
habitual discreción francesa. Pero
en mayo de 2005, los problemas conyugales fueron evidentes: ella
no estuvo
con su esposo durante la campaña del referéndum sobre la Constitución
europea. La revista Paris-Match exhibió orgullosa las fotos que muestran que la Bella
se fue del hogar, con el millonario Richard Attias. Y claro, al mismo
tiempo que
el presidente galo esperaba su regreso…
se entretenía con otra
mujer: la periodista Anne Fulda. La
entonces Primera Dama se había separado —de
hecho—
de su consorte: después de un viaje con Attias a Jordania, los
amantes se instalaron en Nueva York. Para
Cécilia,
un hombre es
pasaporte para el otro. A Attias lo conoció cuando él
estaba a
cargo de la imagen de Sarkozy. Hasta
entonces, habían trascendido no pocos escándalos. Se
dice por ejemplo —y
está escrito en el libro «La cara oculta de la ex -Primera Dama»,
de Denis Demonpion y Laurent Léger (La
face cachée de l'ex-Première dame—), que
es seguidora
de William
Atkinson, un gurú de la Scientologie
(Cienciología), algo parecido al
espiritismo. Y
que fue ella quien influyó sobre Sarkozy para hacerlo permeable a las
sectas, lo cual escandalizó al país y alrededores; más aún cuando la
pareja presidencial recibió al actor norteamericano Tom Cruise, adepto a
ese grupo, en agosto de 2004. Cécilia
no es una mujer cultivada, sino una
ignorante distinguida; pero abunda en
agilidad mental para el poder, los hombres y los negocios. El
amor es redondo Y
llegó 2006. Y la dama que dice tener un premio como pianista
—que nunca
pudo comprobarse y que fue desmentido por la prensa—,
volvió con Sarko. Para
presentarse a las presidenciales, éste
necesitaba la imagen de un matrimonio normal.
Y según la mayoría de los franceses —y
el sentido común—,
el retorno de la guerrera fue sólo
un negociado, con los ojos
puestos en el triunfo en las elecciones. Ella
volvió, sí, pero hizo toda clase de
desplantes. No votó en la segunda ronda de sufragios, y esa noche apareció
en la elegantísima Place de la
Concorde, en medio de los festejos, con un jean cualquiera, mal
vestida, despeinada... una afrenta. Más:
dijo que no había nacido para Primera Dama; desairó a George W. Bush y a
su esposa cuando faltó
a la cita donde estaba especialmente invitada; iba y venía por todas
partes... sola o acompañada por otros hombres hasta que... no soportó más. «No
soy feliz», dijo. Además, estaba harta de las infidelidades del marido,
que él justificaba en las traiciones de su mujer. Misión
cumplida, él ya era presidente. En octubre de 2007, Cécilia
anunció oficialmente su divorcio. «Ya no pude salvar el matrimonio»,
dijo. Bueno...
pero
el amor es
redondo. Salió de los brazos del amante
Richard Attias, para influir fuertemente en la elección francesa; y, misión
cumplida, volvió a él y se cobijó
en su pecho. «Nunca había amado así; antes no
había amado a ningún hombre», dijo, con
la inocencia de una virgen. Se casaron en
Nueva York el 23 de marzo, pomposamente. El
2 de febrero, Sarkozy se había
casado con la bella y altísima modelo Carla Bruni. Boda:
¿Hueveras o guerra preventiva? La
pareja Cécilia-Richard hizo una muy modesta lista
de bodas:
el regalo
más caro era un edredón de plumas de 620 €; el resto: sábanas,
toallas y vajilla, cucharitas de café de 44 €, vasos de whisky Baccarat de 157 euros. Y un juego de... ¡hueveras! de 35 €. ¿Transformarán
su contenido en municiones de guerra? ¡Quien
lo sabe!
De hecho, el calificativo
de modesta
hace referencia al poder financiero del nuevo marido. Él es un alto
ejecutivo del Publicist
Events World en
Nueva York y uno de los organizadores del foro
de Davos,
donde año a año se reúne el Poder mundial del neoliberalismo. Originario
de Marruecos
—nació
en Fès también en noviembre, dos años antes que Cécilia—,
nunca gestionó la nacionalidad francesa:
vivió en su
departamento de Ginebra y el resto del tiempo en Nueva York, donde por
cierto no lo requisan en razón de su lugar de nacimiento... como a todo
marroquí. La
fiesta, con 150 invitados —con
todos los gastos pagos por el novio—
comenzó el
viernes 23 de marzo con una cena en casa de Attias en Greenwich (Connecticut).
El sábado, todos ellos
fueron con los novios a Broadway a ver un musical de homenaje al grupo
Abbas. «Mamma
Mia», se llamaba
el espectáculo, y en París reímos... ¿Será
un gesto de asombro hacia esta mujer que no
tiene límites
para sus ansias de
Poder?,
nos preguntábamos entre
artistas y periodistas en Deux
Magots. ¿No habrá ella extrañado la música de su bisabuelo, el célebre
compositor de música clásica, Isaac Albéniz? ¿Habrá
recordado que ésa
fue la música que acompañó su entrada a L’Élysée
(el palacio presidencial)? Su
madre, la española Teresita (Diane) Albéniz, era hija del embajador
belga en Francia y nieta del músico; ella alentó en su hija ese
amor por
el Poder. Lo
cierto es que la fiesta siguió, en un restaurante del Rockefeller Center.
La cena con salmón ahumado y otras delicias, millones de burbujas del
mejor champagne, los hijos de
los dos novios y un lujo Bling Bling (ostentoso).
Ella se vistió en Versace; muy
a su pesar, la
casa de alta costura dio a conocer
después
los detalles de la boda, lo cual causó un escándalo. Pero ya no había
tiempo para otras elecciones,
y ella lució aquel
vestido,
de color marfil. Rebelde,
imprevisible, transgresora;
y él...
a él también le gusta desobedecer: como Sarko,
Richard Attias debió pagar una
multa por conducir a altísima velocidad
en Greenwich,
cuando iban a despedir a sus invitados. Mano a mano hemos quedado, dice
un tango. Ahora
la pareja vive en
Nueva York, París, Mónaco y... el mundo. Nicolas
Sarkozy y su nueva esposa, Carla Bruni Sarkozy, pasaron el fin de semana
del casamiento de la ex en un palacio de Marrakech, prestado por el
rey de Marruecos, Mohamed VI. Después volaron a Inglaterra, donde Carlita
—como
a él le gusta llamarla—
deslumbró; con una
foto de un
desnudo suyo como modelo,
tomada diez años antes,
los diarios esperaron su llegada. Además Sarko no habla más que francés,
de manera que Carlita fue su voz. Plenitud
de vacío Un
fantasma recorría el mundo en
1968:
Vietnam,
una guerra brutal
como brutales son las guerras. En
Francia, un pensador como
Jean-Paul
Sartre, que
tenía una influencia decisiva, tomó partido por el «Mayo francés». El
entonces presidente Charles De Gaulle —más
allá de otros análisis—
era un estadista, una personalidad, un hombre sólido. Cuando su ministro
del Interior
le propuso arrestar a Sartre, lo abofeteó: ¡Yo
no voy a encarcelar a Voltaire!, dijo
encolerizado. Hoy,
los mercaderes del mundo venden el
destino del hombre. Entonces,
¿el Huracán Cécilia o la Utopía
del «Mayo francés»? ¡Mamma mia! |
Cristina
Castello
Periodista y poeta
París – abril 2008
http://www.cristinacastello.com
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