Eduardo
Bendersky, artista.
Uno
de los más grandes, entre los pintores argentinos.
Su
nombre no está todos los días
en las páginas de sociales, de diarios ni revistas. Y
evita las cámaras de tevé.
Es artista, no un objeto de marketing
La
obra. Su obra.
Equipara
arte-amor-Dios, pero no por una cuestión militante sino por su actitud
religiosa ante la vida.
Experiencias
modificadoras, para él.
La
pintura es su camino para conocer y conocerse.
Es
una indagación del misterio, sin espectacularidades ni
golpes de efecto.
El
mundo está dentro de él.
Su
mundo.
Mundos
en los mundos y detrás de mundos.
Silencios
en lenguaje.
Infinito.
De
allí, la densidad espiritual de sus cuadros.
Eduardo
Bendersky no se inscribe en ningún «ismo».
Es
un clásico.
Figurativo
y no figurativo, y en ambos casos, con una visión abstracta.
Cuando
trabaja la figura humana, se aproxima a los artistas del Renacimiento
italiano.
Personajes
atemporales pueblan sus óleos —jamás usa acrílico — y
dibujos.
Síntesis
de espiritualidad y sensualidad: la vida como trascendencia.
Nació
en Córdoba en 1932 y después de años en Europa, se instaló en
Buenos Aires en el ‘66.
Hoy,
en diálogo austero conmigo, sintetiza su pensamiento.
«No
me gusta hablar de mi obra, porque obedezco a mis propias voces y no puedo
explicarlas. Trato de recrear las formas que subyacen en mí, sin
representarlas. Eso es todo, porque crear implica llevar a la tela nuestro
propio espacio interior. Y significa
abrir todas las compuertas, para entrever aquello que los bloqueos
personales y sociales impiden descubrir.»
Quienes
saben de emoción estética, quienes saben de arte de verdad. Quienes
saben...
Saben de Eduardo Bendersky.
© Eduardo Bendersky
Eduardo Bendersky nos dejó el 24 de diciembre de 1993
*El Sitio de Eduardo, realizado después de su muerte:
http://www.eduardobendersky.com.ar/index.html
