Barack
Obama: «Sí, se puede»* Se
puede, ¿qué, Mr. Obama? por Cristina Castello |
Gobierna
desde la Casa Blanca, construida por esclavos negros, como negra es su
noble raza. ¿Barack Obama es el presidente de un país, o del mundo? ¿Dijo
la verdad durante la campaña con respecto a Irak, Palestina, Guantánamo,
Afganistán...? ¿Qué de palpable hizo, para detener los genocidios
producidos por la amalgama
George W. Bush- sionismo, durante estos seis primeros meses de
gobierno? ¿Mago,
profeta, «sueño americano» redivivo, o continuador —con otro
estilo— de las mismas políticas de su antecesor? Juró
sobre la Biblia, en la médula de la peor crisis financiera que rompió el
alma del Wall Street desalmado, y se extendió por todo el planeta; asumió
en medio de dos guerras —invasiones, masacres—, que había emprendido
su país, con su aliado Estado de Israel. El corazón desesperado de los
desesperados de la Tierra, la mayoría, se sintió renacer. Millones de
personas de todas las geografías, creyeron que
había llegado el Mesías, para salvar sus vidas. La necesidad de
creer, puede nublar la mirada. |
¿Qué
cambió desde el 20 de enero de 2009? De
hecho, el escenario. Que por fin George W. —a quien se espera que
tribunales internacionales juzguen como «criminal de guerra»— haya
dejado el Poder, y que ya no gobierne un blanco,
tiene fragancia de aire fresco. ¿Fresco, pero también puro?
¡Que es negro y es demócrata!, sonaba el himno que los cuatro puntos cardinales entonaban como una Oda a la Alegría, mientras Schiller se estremecía. Que
por pertenecer a la raza de Luther King, sea una esperanza, es
irracional. Es negra Condolezza Rice, la mujer que más poder tuvo en los
USA hasta 2009 y que, entre otras bondades, autorizó las torturas. Es negro Colin
Powell, militar de alto rango, una de las estrellas de la primera invasión a Irak (operación «Tormenta del
Desierto») e instigador de la segunda, en el marco de la llamada guerra
global contra un supuesto terrorismo. ¿Que pertenecer al partido demócrata es un voto al futuro, al bien y a la paz? Bill Clinton decidió el bombardeo de Somalia en el ’94 y el de Irak en 1998. Fue él quien pergeñó la mentira de las armas de destrucción masiva: un guante, a la medida de las garras del diabólico Bush Jr. Y Clinton es demócrata. Cosas vederes Sancho, que non crederes. Entonces,
Obama a secas. Obama según sus actos. |
Prometió
poner fin a la masacre en Irak, sí, pero —pragmático el hombre—, uno
de los motivos fundamentales que esgrimió fue no gastar el dinero en esa
guerra: en esa invasión sangrienta, dicho sin eufemismos. Y ya en 2008
había hablado de dejar Irak, para
garantizar la seguridad
nacional y proteger del peligro
al Gigante del Norte. Lo
dijo durante la campaña pero pocos quisieron escuchar, pues
la mayoría, o estaba
sedienta de una ilusión, o le interesaba más la propia vida, que
la de la humanidad. Y tampoco se percataron de que había prometido
terminar el retiro de las brigadas de combate, sí, pero recién en 2010. ¿Será
que el señor Barack desea que los soldados yanquis se quedan en las
tierras iraquíes para reinventar la gloriosa Biblioteca de Bagdad, que su
patria bombardeó el 2 de febrero de 2007? ¡Vamos! Estamos hablando de la
mayor potencia mundial. Irak sigue bajo la bota de los Estados Unidos. Mientras
tanto, en su visita a aquel país, el presidente Moreno se
solazó con el saludo a cada combatiente
americano,
y enfatizó sobre el «enorme trauma» que significaba la muerte de
casi 3.000 norteamericanos en un día.
De los millares de muertes, torturas, destrucciones y orfandades de
los iraquíes, no dijo ni una palabra.
El
lenguaje crea mundos, ¿qué mundos crea el lenguaje? En
su discurso inaugural, definió a su país: « En vez de ofrecer una visión
que compita con la de demagogos como Hugo Chávez, nos hemos cruzado de
brazos». Quiso descalificar a su mayor enemigo, el presidente de
Venezuela, con lo cual lo reconoció como una entidad en sí mismo. Pero,
más allá del analizar el hecho del desmerecimiento a un colega —que a
él le parece un demonio— importa destacar que reconoció claramente el
vacío de una «visión»; la carencia de valores que deben dar sustento a
una nación, para que merezca ese nombre. Como
contrapartida, agradeció a su ex rival McCain, por cuánto «ayudó a
esta América». ¿Una cortesía? Bueno, pero a quién se la dedica.
Justamente al candidato republicano que había reconocido: «Soy un
criminal de guerra: bombardeé mujeres y niños inocentes en Vietnam» Palestina, Palestina,
mítica. Tierra Santa diezmada por el invasor yanqui-sionista: asesino.
Para no remontarnos más lejos, vamos a 1947. Las Naciones Unidas, con los
más sucios artificios, entregaron a Israel el 57% de la tierra palestina,
aunque su población sólo alcanzaba al 30%.
Veinte años más tarde, Israel contrarió la legislación
internacional que le ordenaba retirar sus fuerzas de ocupación, y se quedó.
Guadaña en mano, arrasó la vida de miles más miles de seres humanos. En
el Holocausto nazi murieron cerca de
6 millones de judíos, y aproximadamente
otros 6 millones de personas, entre soviéticos, polacos, alemanes,
gitanos, franceses, prisioneros políticos, librepensadores,
discapacitados, homosexuales, y otros. El
fin de aquel espanto consumado por el monstruo Hitler, fue el golpe de
gracia para la creación del Estado de Israel, en mayo de 1948. Desde
entonces, se convirtió en un semillero del espanto.
Ocurrió la primera guerra árabe-israelí, y empezó la ocupación
de los territorios robados. De la mano de los USA, se erigió como una
gran potencia de Poder y engendró en Palestina, en la Franja de Gaza y en
el Líbano, el Holocausto
que gran parte de su pueblo había padecido Norteamérica
sigue hoy financiando a Israel con unos 3.000 millones de dólares
anuales, más otros miles de millones como caja
chica. Dólares que compran armamentos para matar y ultrajar. Dólares
que pagan con sus impuestos,
los cada vez más desamparados ciudadanos de la América rubia. Según
el manifiesto del partido que dirige Netanyahu, primer ministro israelí,
«los palestinos pueden dirigir sus vidas libremente
en el marco de una autonomía, pero no como estado independiente y
soberano». Dicho
simplemente: los desvalijaron de independencia y libertad; y Jerusalén se
convirtió en la capital robada a Palestina por el Estado sionista, que
contradice toda legislación y carece de todo sentido humano. Pero... ¡cuidado!,
a quien se le ocurra hablar
en contra de semejante aberración, será tildado de antisemita,
aun si es un judío quien se opone a tal barbarie. En
marzo de este año, Obama bendijo a Israel: criticó a quienes «lo creen
culpable del conflicto
de Medio Oriente [sic], y no ven
la ideología perversa y llena de odio del islamismo» . Y a comienzos de
junio pasado, portando sobre su estatura los ojos y la esperanza del
mundo, visitó el Oriente. ¿Qué
pasaría, cambiaría el curso de la historia? El lenguaje crea mundos,
estaba dicho. ¿Qué mundos crearon las palabras de Obama?
Sólo el de los gestos e
indefiniciones expresados con firmeza, como si fueran grandes
dogmas. De
hecho, hubo un cambio radical, comparado con Bush Jr.: un cambio de estilo.
Algunas
de sus declaraciones hablan por él:
* «Mi
país podría implicarse en negociaciones
serias entre Israel y Palestinas».
* «La
diplomacia implica siempre un duro y largo camino. No es una vía que
propicie resultados rápidos».
* No habló en ningún momento de los
crímenes de guerra cometidos por Israel.
* En cambio, señaló que «cuanto
antes se aísle a las comunidades musulmanas extremistas y no
deseadas, antes estaremos todos más seguros».
* «
El pueblo
palestino ha sufrido en la búsqueda de una patria». Desde luego, el
presidente se equivoca: el pueblo palestino tiene el sentido de la patria;
lo que busca es recuperar sus tierras, expoliadas.
* «Estados Unidos no acepta la
legitimidad de los continuos asentamientos israelíes». «Esta construcción
—agregó— viola acuerdos previos y mina los esfuerzos para
lograr la paz. Es el momento de que se detengan
estos asentamientos». A ver si queda claro: habló de que se
detengan los asentamientos —la ocupación de los territorios
palestinos—, pero no habló de terminar con los que existen: con la mayor parte de Palestina,
saqueada a sangre y fuego por el invasor. El 89% de sus tierras están en
manos de Israel y Obama nada exige. La justicia, ¿dónde está? Guantánamo,
torturas Opulencia
versus necesidad siguen avanzando por el mundo, como una telaraña. En
Norteamérica, el nivel de consumo bajó por primera vez desde 1945, y los
ciudadanos —los
que pueden
hacer gastos— no cesan de recortarlos. De hecho, es una situación
heredada por el actual presidente; un desastre para el mundo, salvo para
los bancos y el poder
empresarial, que se siguen enriqueciendo. ¿Mintió en cuanto a la
crisis? No, trata de hacerle frente y es probable que no quiera engañar a
su pueblo. «Les
pido creer», le demanda, pero no es de extrañar que semejante desafío
altere su proverbial serenidad y
sea la causa de sus agresiones
a Venezuela, por ejemplo. También el hecho de que el socialismo, amenace volver
a ser una opción, altera su sonrisa. En
enero de 2009 decretó el cierre de Guantánamo, cárcel que es un
verdadero campo de exterminio; allí viven
—o esperan la muerte— 220 prisioneros, la mayoría de los cuales no
están procesados.
Fue una de sus dos primeras decisiones como presidente. Pero el
Senado rechazó el pedido de 80 millones de dólares necesarios para
llevar a cabo esa medida, y se opuso a encarcelar o liberar en Estados
Unidos a cualquiera de los
prisioneros. Obama
dice ahora que esto tomará cierto tiempo, mientras las torturas continúan
en ese no lugar, así como en la
prisión de Diego García, a la que ni siquiera nombró, y en otros
centros de detención de la CIA. Su
otro primerísimo decreto, fue el de terminar con las torturas,
inmediatamente. Después aseguró que su país no practica ese oprobio, y
se opuso a que una comisión investigue a los responsables del gobierno de
George W. Bush, quien legitimó el martirio a los prisioneros.
Se negó a divulgar las fotografías que muestran prácticas de
suplicios concebidos por mentes satánicas, con el argumento
de que pondrían en peligro las tropas estadounidenses en el exterior.
«Les pido creer», dijo y lo registró en su sitio Web. ¿Creer en la
mentira? Por
otra parte, la decisión de recuperar los «tribunales militares»
secretos para los prisioneros extranjeros, es visto como parte de una política
de militarización. De la misma
manera que haber designado al General Stanley McChrystal como jefe
del mando militar estadounidense y de la OTAN en Afganistán, se oponen a
todas sus promesas y a la ética más elemental. McChrystal es un
profesional de la tortura y de la creación de escuadrones
de la muerte, en el exterior. Mientras
tanto, seguramente porque
la Casa Blanca tiene la mira puesta en el presidente Hugo Chávez,
en la región de Arauca (Colombia), en la frontera con Venezuela, hay
mercenarios de EEUU, para vigilar el proceso venezolano.
Así lo denunció Martín Sandoval, presidente del Comité
Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos en aquella zona.
Fuertemente armados, ¿estarán tratando de cazar pajaritos? Barack
Hussein Obama. ¿Mago, hacedor de milagros, profeta?
Simplemente un hombre que cree que «Sí,
se puede». Se puede, ¿qué, Mr. Obama? |
*
Este artículo fue escrito en febrero 2009, a los pocos días de la asunción de
Barack Obama como
presidente de los USA
Cristina
Castello es poeta y periodista argentina bilingüe (castellano-francés) y vive
en Paris
por
Cristina Castello
castello.cristina@gmail.com
http://www.cristinacastello.com
http://les-risques-du-journalisme.over-blog.com/
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