50 años de la Revolución Cubana |
La
indiferencia —contracara del amor— es ajena a la Revolución Cubana y
a Fidel Castro. Ellos despiertan a Eros o a Tánatos, el edén o el
infierno, el amor o el odio, según la visión de cada uno. Descubrir su
esencia, es tarea ciclópea. Más
que conocer la historia, importa pensar en esa isla con sus luces y
sombras; y también con un pueblo que
tiene mística. Se trata de desaprender la mirada
capitalista que —mal que nos pese a muchos— en mayor o menos
medida, tenemos incorporada. Y
de indagar la esencia misma de la libertad; de preguntarnos qué significa
ser libres. ¿Lo somos cada uno de nosotros? Todo el proceso revolucionario que hizo de Cuba un país socialista desde 1959, se conoce como Revolución Cubana. Precisamente, el primer día de 2009 es el 50º aniversario de su comienzo, cuando un grupo aglutinado en torno de Fidel Castro derrotó al dictador Fulgencio Batista (1952-1958), y tomó el Poder. Nombró Presidente al magistrado Manuel Urrutia, y Castro asumió como primer ministro hasta 1976, en que asumió la presidencia. |
La
revuelta se había iniciado con el asalto del Cuartel Moncada el 26 de
julio de 1953 y, antes, Castro había llamado a la huelga general con la
consigna «Revolución, sí; golpe de Estado, no».
El desembarco del yate Granma
en 1956, dio el impulso definitivo a la guerra. Ochenta y dos
guerrilleros, entre ellos Ernesto «Che» Guevara, Camilo Cienfuegos y Raúl
Castro, hicieron tierra aquel día. «¡Aquí estamos! /La palabra nos viene húmeda de los bosques, / y un
sol enérgico nos amanece en las venas», les latían los versos de
Nicolás Guillén. Llevaban
armas: querían derrocar a Batista, un asesino que sembró muerte, hambre
y corrupción. Llevaban sueños, valores —esas semillas fundamentales
para Fidel—, y se nutrían de los ideales del escritor, poeta y héroe
nacional de Cuba, José Martí: «Ser cultos para ser libres». Fidel se mantuvo en el cargo hasta 2006, cuando —a raíz de una seria afección intestinal— lo cedió su hermano Raúl. En 2008, éste fue elegido por el Parlamento, tras la renuncia de Fidel, quien hoy es el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y el primer secretario del Partido Comunista. |
Desde
1959, el «Comandante» —una de las personalidades más importantes que
dio el siglo XX— sufrió más de 600 atentados contra su vida, y los
Estados Unidos de Norteamérica no cesaron jamás los ataques contra la
Isla. Hace 47 años le impusieron el bloqueo económico más cruel y
prolongado que se haya conocido. Su objetivo fue destruir la Revolución
Cubana «[…] a través del desencanto y el desaliento basados en la
insatisfacción y las dificultades económicas […], negarle dinero y
suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin
de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno […]». Mientras tanto, acusan a Fidel de dictador. Pero, aun los opositores deben rendirse a la evidencia de que los índices de educación, salud y alimentación, a pesar del bloqueo y el aislamiento, colocan a la isla a la altura de los países desarrollados. |
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Fidel Castro |
Terrorismo
de Estado de los USA El
bloqueo es un componente fundamental de la política de terrorismo de
estado de Norteamérica, que —sin piedad—
afecta a la población toda, sin distinciones. Desde el triunfo de
la Revolución, el Imperio se
empeñó en derrotarla. Cometió centenares de atentados incluso en
lugares públicos. No
bien Fidel tomó el Poder, hizo la reforma agraria, comenzó las
transformaciones para la salud, e inició la alfabetización: el clamor
por cultura de José Martí se hacía cierto en el pequeño país. «Tengo,
vamos a ver, /que ya aprendí a leer, /a contar, tengo que ya aprendí a
escribir y a pensar/y a reír» (Nicolás Guillén). Cuando
estaba en el corazón de la lucha por el desarrollo del pueblo, el 15 de
abril de 1961 aviones estadounidenses disfrazados con insignias cubanas,
atacaron tres aeropuertos y causaron la muerte de centenares de inocentes.
Y a los dos días, USA se valió de mercenarios reclutados por la CIA en
Nicaragua e invadió Bahía de los Cochinos, una de cuyas costas es Playa
Girón. Vestidos
para matar, asolaron la isla, por
tierra, mar y cielo, pero el gobierno cubano logró derrotarlos a
las setenta y dos horas. En ese sitio, hoy existe un museo que recoge los
detalles de aquel hecho histórico. Después de aquel asalto
estadounidense, Cuba fortificó sus lazos con la entonces Unión Soviética
y recibió su apoyo. Los
ataques continuaron, por cierto. En 1962 John F. Kennedy denunció la
presencia de misiles nucleares soviéticos en Cuba, y la URSS retiró las
armas mientras el presidente estadounidense prometió que las invasiones
se suspenderían. Pero
las presiones y ataques siguieron, con los diferentes gobiernos del Norte.
Cuando la URSS colapsó, después de la caída del Muro de Berlín, cesó
la ayuda a sus amigos cubanos y la economía se desplomó violentamente.
La isla seguía bloqueada y, ahora, otra vez en soledad. ¿Cómo
Castro capea la tormenta del bloqueo? Según el escritor Gabriel García Márquez,
puede hacerlo porque su visión de América latina en el futuro es la
misma de Bolívar y Martí; porque ve a ésta como una comunidad integrada
y autónoma, capaz de mover el destino del mundo.
Lo cierto es que la Revolución Cubana es «blanco o negro»: para la mayoría no parece existir el gris, que consistiría en aprender de lo bueno y rechazar lo que merezca objetarse. Aunque ya casi no se aplica, en Cuba existe la pena de muerte, que ha sido utilizada —con o sin legislación— por casi todos los países, para castigar crímenes o ideas, lo cual no absuelve a ninguno. |
En marzo de 2003, el Gobierno encarceló a 75 opositores, mercenarios que recibían dinero de Estados Unidos para traicionar a la patria; y en abril, mientras ocurría un éxodo masivo de cubanos, se fusiló a tres secuestradores —«los tres principales, más activos y brutales jefes de los secuestradores de una lancha»— y el mundo bramó. La mirada ética, en la cual me incluyo, bramó por eso: porque no acepta la pena capital ni en la guerra ni en la paz, ni bajo ningún concepto. |
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Fidel en el entierro del Che, icono de la Revolución |
De cualquier manera, cabe preguntarse por qué el mundo no tronó ni truena todos los días, cuando las muertes en Palestina, en el Líbano, en Irak, Afganistán...; muertes cuya responsabilidad es mayoritariamente de Georges W. Bush, «terrorista», en algunos casos aliado con el sionismo. Por qué no estalló con tantas masacres que produjo el Imperio, incluidas las de América latina. Por qué no brama cuando algunos países teóricamente civilizados de Europa actúan —cada vez más— como Estados policíacos que asesinan, torturan y encarcelan. Sin justicia ni moral. Me
parece que, en principio, hay dos razones, la primera de las cuales es de
manual: la repulsión reaccionaria hacia las izquierdas. En cuanto al supuesto o verdadero progresismo, ¿no será
que más se le exige a quien tiene más para dar? Todavía me resuenan las
palabras de José Saramago, frente a los fusilamiento de 2003: «Hasta acá
llegué con la Revolución Cubana» dijo entonces. Pero...
¿quién es Fidel? Quienes
lo abominan, dicen que es un dictador, le enrostran torturas que él niega
que hayan ocurrido, así como la falta de libertad
de expresión, y critican la pena de muerte. Para
los especialistas y politólogos, Fidel es un gran estratega militar y un
político que creó una política exterior propia de una potencia mundial.
Y lo hizo con el pueblo, desde una isla que es 84 veces más pequeña que
Norteamérica. Según
esa suerte de concursos absurdos que hacen algunos medios,
en este caso el «Times», él ocupa el noveno lugar entre los
barbudos del mundo. El puesto primero e inamovible es para Karl Marx; y
los siguientes son para Rasputín y el actor inglés Brian Blessed,
para Darwin, el padre de la Teoría
de la Evolución y... La cuestión es que Jesucristo es el cuarto en esa
competencia fútil. ¡Qué
carnaval! Curiosamente,
las primeras influencias ideológicas sobre Fidel, fueron los escritos de
Primo de Rivera y la Falange española. Su papá era gallego y lo hizo
estudiar en un colegio religioso. Su «guía espiritual», el jesuita español
Armando Llorente, recordó que cantaban juntos el himno falangista «Cara
al sol». Después
se diplomó como doctor en Derecho Civil y licenciado en Derecho Diplomático.
Y pasaron los años. En 1958
y ante la interrogación de Llorente sobre si la revolución en marcha era
de carácter comunista o humanista, Castro no dudó: «¡Padre, de dónde
voy a sacar el comunismo si mi padre es más franquista que usted!». ¡Bueno! Manos
de bisabuelo, tiene 82 años, cabeza lúcida y alma saltarina, dijo a
Oliver Stone, en el filme «Comandante», que gracias a no afeitarse ahorró
muchos meses. Se lo acusa de «totalitario» y él sale al cruce y
responde que lo es, porque tiene el apoyo de la «totalidad de la población»:
tiene humor. Lo cierto es que se le hicieron miles de entrevistas,
varios filmes, se escribieron libros, resultado de largas conversaciones;
y se dice que le preguntaron todo: por la pena de muerte, por las
supuestas torturas, por los fusilamientos, por las cárceles, pero... no
es verdad. Aparentemente
nadie le preguntó directa y concretamente, con fechas, nombres, datos,
testimonios, sobre los martirios de cada uno de quienes dicen
haber sufrido las supuestas torturas; o sobre la falta de libertad de
expresión, o la cárcel.
Tampoco sobre la exclusión de muchos artistas, incluidos muchos
escritores — disidentes, es cierto, y algunos, probados legionarios de
los USA invasores; entre ellos Heriberto Padilla, Cabrera Infante,
Reynaldo Arenas y Orlando Mediavilla. Es imposible leer o escuchar una
repregunta...y claro que la personalidad de Castro es muy seductora y que
esto no es fácil para todos. Pero si un periodista o escritor se hechiza,
y no lo obliga con sus
interrogaciones a responder concretamente… entonces, ¿dónde está la verdad? Fidel.
Lee inglés pero no lo habla, nunca fue a un psiquiatra y lo atribuye a su
confianza en sí mismo; cuenta que los dolores más grandes de su vida
fueron la muerte de su mamá y la del «Che». Dejó de fumar para tener autoridad en el combate contra el
tabaquismo, le gusta cocinar, hace gimnasia y practica natación
regularmente; ama la ciencia, sueña con que sus científicos descubran la
vacuna contra el cáncer; es paciente y disciplinado, y tiene una potente
imaginación. A
fuerza de vivir, el hombre de La Habana sabe que aprender a descansar es
tan importante como aprender a trabajar. Muy cultivado, es un lector
empedernido de economía, historia, literatura y poesía. No escribe
poemas, pero le gusta que sus textos tengan cadencia, cierta musicalidad
poética. Ya
no tiene prejuicios con los homosexuales, es fanático de todas las películas
de Chaplin, disfruta de Cantinflas y le gusta el trabajo de Gérard
Depardieu. En la calle lo llaman por su nombre, lo tutean, lo contradicen:
la gente se siente en familia con él. No es grandilocuente, sino de
modales finos y enemigo del culto a la personalidad.
Es austero, y en ninguna parte de la isla podrá verse una pintura
o escultura suya, ni sellos postales, ni monedas: nada. La sobriedad es
uno de sus sellos. Y
de su vida privada no habla, a diferencia del circo
de intimidades que los políticos del mundo comenzaron a mostrar,
sobre todo a partir de los ‘90. Su compañera desde hace treinta años
es Dalia Soto del Valle, con quien tuvo cinco varones, cuyos nombres
empiezan todos con la letra A. Se comenta que tiene por lo menos tres
hijos más, pero el único que se conoce es Fidelito, fruto de su
matrimonio con Mirta Díaz-Balart. Se niega a
exhibirse, lo que no le impide reconocer algún añejo sueño con
Sofía Loren o Brigitte Bardot. Sin
embargo, muchos piensan que el gran amor de su vida fue Celia Sánchez,
amiga y combatiente desde la lucha contra Fulgencio Batista. Fue la cara
femenina de los ’60-’70 y murió en 1980. Es venerada por los cubanos. ¿Y
ahora qué? Cuba
y su pueblo mítico, que tiene «esa
sustancia conocida /con que amasamos una estrella». Pueblo renacido
como tal a partir de la «Revolución Cubana», porque hasta entonces
muchos habían claudicado frente a Washington. La isla era tan sólo una
pequeña mancha en el mapa, donde las mafias hacían nido. Hoy, cuando en
la mayoría de los países los seres humanos parecen huérfanos en medio
de la multitud desabrigada, en la isla hay una mística de la fraternidad,
y un gran amor por la patria. Hay
otra Cuba, es cierto: la de la mafia
de Miami, donde los disidentes trabajan para el Imperio.
Pero también... ¿por qué muchos quieren escapar? Por
otra parte, si pensamos con Simón Bolívar que «si un hombre es
necesario para sostener el Estado, este Estado no deberá subsistir, y al
fin no existirá», cabe preguntarse por qué Fidel no formó jóvenes
para asegurar la continuidad cuando él ya no esté.
«Condenadme,
no importa, La historia me absolverá», dijo Castro en el juicio del
Moncada, el 16 de octubre de 1953. La opinión de cada uno es personal, a
partir del interrogante: ¿qué es la libertad? ¿Son
más libres los ciudadanos norteamericanos bajo el yugo del Imperio?
Viven anestesiados por los hot-dogs
y la gaseosa multinacional, y
estrictamente vigilados en un país terrorista. ¿Quién
tiene menos libertad: el que no puede salir de su país pero tiene casa,
comida, educación, salud...? ¿O
el que posee su pasaporte, pero carece de lo indispensable: techo,
trabajo, escuela? Recordemos que cuando se inició la Revolución, había
un 30% de analfabetos y un 60% de analfabetos funcionales, mientras sólo
un 10% tenía cierta cultura general; hoy el
99,8% de su población está alfabetizada; y 67
universidades forman por año, gratuitamente, a 800 mil estudiantes. Hay un médico por cada grupo
de 160 habitantes, y todo el servicio de salud —de la mejor calidad
científica— es gratuito. ¿Son
libres los inmigrantes que pueden salir de sus patrias para encontrar un
lugar en el mundo... donde los matan o encarcelan?
¿Son libres los cada vez más desempleados del planeta, o lo son
los cubanos, pues saben que tienen trabajo? ¿Es
libre el país más poderoso de la tierra, si está convirtiendo cada
ciudad en cárcel y cada persona en sospechosa?
¿Son libres los habitantes de un país que pregona la Justicia y
no la ejerce? En una palabra, ¿qué es hoy la libertad? El
Gigante del Norte tiene cautivos
desde hace diez años a los famosos Cinco
cubanos Prisioneros del Imperio. Están
acusados de espionaje — y condenados— sin pruebas, lo cual merece
la reprobación del mundo y de los organismos internacionales involucrados
en estos temas. Ahora se
espera a Obama como al Mesías... pero —aunque lo fuera— son
demasiados los milagros que lo aguardan. Cuando
Fidel Castro estudiaba, ávido de conocimiento, en una ocasión le
prohibieron entrar a clase, a causa de su militancia política. Tenía 20
años. Entonces,
se fue a la playa, meditó y se acostó boca abajo, besando la arena.
Después volvió, a pesar de saber que podían matarlo. Aquel
día lloró. ¿Quién llora en la isla hoy |
©
Cristina Castello
Poeta y periodista
http://www.cristinacastello.com
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