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Por la sangre derramada, la muerte y el dolor
Gerardo F. Castellanos Bolaños 
castilan1o@yahoo.com 

 
 

Hay que buscar, estudiar y difundir la historia de nuestros pueblos. Las luchas libertarias en América Latina son similares. En México, un soldado de Hernán Cortés escribió, 50 años después de la invasión: La verdadera historia de la conquista de la Nueva España.

Si escribió la “verdadera” quiere decir, se deduce, que había una falsa, que seguramente es la verdadera.

 

“Duda de todo lo que se te dice” fue una de las primeras enseñanzas de mis maestros; pero al fin, mal alumno, por comodidad y para no tener que investigar, acepté como buenos, varios hechos históricos que no son verdaderos, y que deben ser investigados, conocidos, y compartidos por todos.

 

Los retratos y pinturas que conocemos del Padre de la Patria, Don Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo Costilla Gallaga, no son de él.

 

Según Pedro García, soldado que luchó al lado de él, dice que: “Se prohibió hablar de Hidalgo en ningún sitio, pues esto era un gran delito que se castigaba con rigor. Esta es la razón porque no se encuentra en todo el país un retrato que siquiera se le parezca, pues que la prohibición duró cerca de diez años. Se siguió un espionaje tremendo. Nadie estaba seguro de hablar dentro de su casa. Los espías estaban por todas partes. En la noche, las puertas no estaban solas, y no faltaba un oído atento en los agujeros de las llaves o rendijas de las llaves o rendijas de una ventana. La policía estaba en manos de los frailes, por lo que se veían patrullas a todas horas por las calles, mandadas por un capitán fraile, que espada en mano ostentaba en parte charreteras sobre el hábito. Este servicio lo daban los conventos según sus turnos, y hubo quien mandara una expedición por la confianza que inspiraba por su rigor, y no era más que de San Francisco.” p. 151, Pedro García. Con el cura Hidalgo en la Guerra de Independencia. México 1982, SEP 80/9, Fondo de Cultura Económica.  Este libro se puede consultar en la Biblioteca Pública Central de la ciudad de Oaxaca de Juárez, con el registro 972.03 G37 DGB.

 

Antequera fue un campo de exterminio característico integral de los aventureros españoles para tratar de acabar de raíz con la cultura de los pueblos originarios. Para tratar de lograrlo esclavizaron, marcándolos en el rostro, a nuestros viejos abuelos; despanzurraban a mujeres embarazadas que antes habían violado; mataban a los niños estrellándolos contra el piso, arrojaban a familias enteras en los tiros de las minas, les quitaban sus tierras y hacían que en ellas construyeran sus casas, los usaban como bestias de carga; hacían apuestas para ver quién lograba tumbarle la cabeza a un esclavo, de un solo tajo de espada; los aperreaban, les arrojaban perros de guerra para que los destrozaran; los agrupaban amarrándolos por la espalda y les disparaban sus tiros a corta distancia; regaban pólvora en la tierra, los sentaban desnudos y prendían la pólvora; los apaleaban y los asesinaban por miles, pero eso si, tenían la fortuna de morir cristianos.

 

Además, obligaban a los sacerdotes indígenas a presenciar estas demostraciones de “amor al prójimo” para que trasmitieran a sus pueblos la buena nueva: Quetzalcóatl había regresado.

 

Nuestros indígenas eran esclavos exterminados sistemáticamente por ser indígenas y por su religión; no tenían derecho, como pueblos o como personas, a disfrutar de su libertad; no tenían derecho a la vida; eran considerados socialmente inferiores, sin identidad étnica ni cultural, sin origen, ni dignidad; eran objeto de todo tipo de represión, discriminación y destrucción; no podían decidir nada, ni participar en ningún evento social, cultural, económico y mucho menos político. No tenían retribución monetaria por su trabajo. Les robaban sus tierras, territorios y recursos. Destruyeron sistemáticamente sus tradiciones y costumbres, sus edificios fueron saqueados y arrasados; su  religión fue abolida por la fuerza y las esculturas de sus dioses y templos fueron demolidos y sustituidos dioses diferentes y templos nuevos.

 

Cuenta Bernal Díaz del Castillo que: “Después de la caída de la Gran Tenochtitlán, todos a una ⎯cabildo de México, Cortés, fray Pedro Melgarejo, el tesorero Julián de Alderete y la mayoría de los conquistadores⎯, escribían al rey… suplicándole que no enviase letrados, porque cuando llegaran a la Nueva España sólo iban a crear confusión y desorden con sus libros y a provocar pleitos y enfrentamientos.” Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. México, Editorial Porrúa, 1998, p. 387. 

 

Por la sangre derramada, la muerte y el dolor que causó, en nombre de Dios y de su Majestad, Hernán Cortés “fue excomulgado en 1526, poco antes de embarcarse para España”  y el Rey lo relevó del mando como capitán general, el 4 de julio de 1526, y en el mismo año le inició un juicio de residencia. Gay, José Antonio. Historia de Oaxaca. México, Editorial Porrúa, 1982, p. 149. PD.- Cortés viajó a España en 1527.

 

Destruyeron sus códices en los que predecían eclipses y huracanes; en sus cálculos matemáticos usaban el cero; en los cinco continentes, su calendario era el más exacto de su época; con fines curativos o de diagnóstico perforaban el cráneo; clasificaban a animales y plantas según su especie; tenían jardines botánicos y zoológicos; hospitales y asilos de ancianos; sus calles estaban pavimentadas y las  iluminaban en las noches; tenían mercados públicos con más de cien mil mercaderes cada día, que intercambiaban productos o los pagaban con almendras de cacao; en sus palacios usaban pisos; crearon la planta del maíz; la educación era obligatoria; narraban y escribían su historia; contenían sus mapas, y el catálogo de tributos para saber qué se producía en cada región del país; el agua la conducían en tubos cilíndricos, subterráneos; usaban el cemento y el barro para construir sus palacios, templos y casas; tenían fuentes; contenían las reglas para el juego de pelota; no existía la propiedad privada, todo era de todos.

 

Fr. Bartolomé de las Casas cuenta que: Sus códices contenían la historia y cuenta de los tiempos y de los años, guerras, hazañas, origen y genealogía de los principales señores, tiempos buenos y malos y debajo de cuyo señorío y reinado, de que rey y señor sujetaban a los pueblos conquistados; días solemnes y fiestas de cada año; sueños, agüeros y supersticiones; bautizo y nombres que ponían a sus niños; ritos y ceremonias, sacrificios y dioses; cómo pablaron el territorio que dominaban. Los Indios de México y Nueva España pp. 249-250. México 2004, Ed. Porrúa.

 

Este campo de exterminio de nuestros antepasados primigenios, llamado Antequera era una ciudad tan odiada que desapareció al consumarse al Independencia de México. Ningún viajero la menciona antes de 1620.

 

Eduardo del Río, escribe sobre el odio hacia los españoles que fueron pasados a machete, en la Alhóndiga de Granaditas: ¡Nadie hubiera podido evitar que aquellos indios, tras 300 años de ser humillados, golpeados y asesinados, discriminados, burlados, ofendidos, despojados, esclavizados, cazados como animales, tratados a patadas, alcoholizados para robarles, marcados como borregos y explotados… tuvieran una pequeña venganza contra quienes los habían “cristianizado” de esa manera! 2010 Ni independencia ni revolución. México, 2010, Ed. Planeta. p.54.

 

Cuando fungía como Alcalde mayor de Antequera, Juan Peláez de Berrio fue sometido a un juicio de residencia por nepotismo, cohecho, y porque hacía muchos agravios a los vecinos. Se vendieron todos sus bienes para a reintegrar lo que había tomado, hasta dónde alcanzó, y por el faltante fue sentenciado a prisión. Murió en la cárcel cumpliendo la sentencia de la Real Audiencia. 

 

Nuño de Guzmán, al que Vicente Riva Palacio (1832-1896) describe como: el aborrecible gobernador del Pánuco y quizás el hombre más perverso de cuantos habían pisado la Nueva España (México a Través de los Siglos, vol. II. Barcelona: España, 1991) y por su parte fray Bartolomé de las Casas lo calificó de gran tirano, igualmente fue sentenciado y murió encarcelado en Madrid, España, en el castillo de Torrejón de Velasco en 1544.

 

Además, los bienes de Matienzo y Delgadillo se vendieron para reintegrar lo que habían tomado y por el faltante fueron a la cárcel; después regresaron a Castilla, en donde murieron dos años más tarde, con muy mala fama.

 

Dado lo irregular de la salida de Hernán Cortés de Cuba, y las contrariedades que eso le representó para salvar las exigencias jurídicas —según él— aunque fuese de una manera forzada, y poder sacudirse de la tutela de Diego Velázquez y depender únicamente de la potestad del rey, el 10 de julio de 1519, desconoció a Diego Velázquez de León y dando un golpe de audacia para poder trabajar por su cuenta, convocó a sus soldados para crear un  ayuntamiento, nombrando alcaldes y regidores a quienes consideraba su gente de confianza.

 

Una vez constituido el cabildo se extinguió la autoridad de Diego Velázquez sobre los expedicionarios, ahora colonos. En ese acto, Cortés renunció al cargo de capitán general de la expedición que le había conferido Diego Velázquez y fue nombrado Justicia Mayor y capitán general por las autoridades del nuevo cabildo. Cargos que, para tranquilizar su conciencia y la de sus soldados, juró ante Dios y ante sus hombres, cumplir y hacer cumplir. 

 

El segundo acto oficial del nuevo cabildo fue fundar, con el nombre de Villa Rica de la Vera Cruz, un asentamiento de chozas de palma que se convirtió en el primer municipio de América. La Villa Rica de la Vera Cruz, fue creada para organizar políticamente una sociedad local antes de que ésta realmente existiera, y se constituyó así, un gobierno sin gobernados (Robles, 1987).

 

Gerardo F. Castellanos Bolaños  
castilan1o@yahoo.com 
Miembro Titular del Seminario de Cultura Mexicana

 

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