Nosferatu
poema de Gustavo Caso Rosendi

Sé que mi padre estaba triste y rasgó la tierra

sólo para verla. Pero una vez allí no pudo evitar

poner la carne erecta en ese pubis huesudo.

Sé también, que en el momento en el que el semen

corrió lúgubre, mi madre extrañó la sangre

que alguna vez la poseyó. Luego discutieron como

cuando ella aún vivía, entre los olores de las flores.

Aunque no puedan creerlo ese fue mi origen :

el amor desesperado entre un vivo y una muerta.

Mi madre, Eurídice, desprendió una larva más :

se alimentó como pudo, de la tibia carne

que iban enterrando alrededor. ¿ Acaso han visto

alguna vez el ombligo de Nosferatu ? solamente un feto con

colmillos puede sobrevivir sin su cordón.

Y mordí y comí y crecí hasta que una noche

me animé a descubrir el viento y a jugar con la luz de la luna.

Allí estaba mi padre, Orfeo. Había depositado un ramillete

en el sitio donde yo había salido, mientras cantaba

una melancolía :

¡ Soy tu hijo ! - le dije - pero él creyó en un fantasma

de una masturbación necrológica y sólo pudo ver

un murciélago que sobrevolaba la tumba de su amada.

Y agitó su lira en el aire como si fuera una paleta matamoscas.

Desde entonces, busco alguien que me quiera.

Los de abajo me segregan por nacer

de un deseo inolvidable. Los de arriba me temen

porque vengo del amor morboso.

Cuando nace el día, corro hacia el abismo

por la memoria de mi madre. Cuando llega la noche

salgo al aire libre, gracias a la melancolía que

mi padre sintió aquella vez.

Los cuellos de las mujeres me apasionan. Los cuellos

que parecen entonar una canción de cuna roja,

como el trayecto entre el día y la noche,

entre la noche y el día.

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