Viento y cáscaras

Va siendo largo el viaje.
La piel, de la intemperie, se ve ajada,
y para divisar la lucecita
que a veces bailotea en lontananza,
entrecierro los ojos
hasta el punto del beso en las pestañas.
Aun así, brevísima, la luz
me resulta una estrella disfrazada
definitivamente insuficiente
para llenar de claridad el ánfora.
Sin embargo, percibo allá en la orilla
como al viento se agitan las hilachas
de unas opacas blusas de algodón
enredadas aún entre las zarzas;
y oigo que el viento, el mismo viento, trae
un incompleto coro de campanas
que me resuenan dentro de la piel
y me recuerdan que ella es sólo cáscara.


De Río Blanco y antiguo, 2002.

Gladys Carmagnola
Relicario Latino

Funalfa Ediçoes

Noviembre de 2004

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