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Filosofía |
Conocimiento y Estado republicano |
Los individuos tienen diversas ideas sobre el Estado y la sociedad. Y sobre sus prioridades. Estas diferencias en cuanto a las libertades y al pluralismo son importantes y representan conquistas de la civilización que deben ser consolidadas. Pero, ¿en qué aspectos? En las cuestiones que tienen que ver con la tolerancia y el respeto a la cultura de la diversidad. Y especialmente en lo que se refiere a la capacidad de las personas y de las naciones a construir su destino, impulsar su desarrollo y ampliar sus conocimientos.
La diferencia hoy es bien marcada en la economía, en la política, en la ideología y en la filosofía en que esas ideas se apoyan. En economía, por ejemplo, para quienes dogmáticamente adscriben a la doctrina del “libre mercado” como condición de su crecimiento, otorga centralidad a la producción. En las ciencias sociales contemporáneas se considera más pertinente hablar del “mercado” que de “libre mercado”, puesto que en su esfera no opera la lógica de la libertad. Funciona la lógica del intercambio o del negocio según patrones cada vez más rígidos y globalizantes. Pero la producción, la productividad y la competitividad son fundamentales para la economía y su dinamismo. Así como para éstas son importantes la tecnología y la innovación, porque son medios idóneos para fomentar su lucratividad. Después de todo, el fin de la actividad económica es lucro.
Para los partidarios de esta concepción de la economía el Estado no es eficiente sino obtiene lucro. Y por consiguiente es mejor que se abstenga de intervenir en su ámbito.
Pero también sobrevive la teoría de la economía política de que el objetivo de la actividad económica, sea del individuo, de la sociedad o del Estado, es el ser humano, su dignidad y su bienestar. Por tanto, el desarrollo de toda economía debe estar al servicio del hombre, como un medio para lograr una vida decorosa, su prosperidad y su felicidad. Para su lógica, el trabajo no es solo un factor de producción sino determinantemente una práctica destinada a su emancipación. Lo mismo el mercado debe obedecer al juego de la racionalidad matemática para que, según el premio Nobel (2004) de Economía Norberd Smitch, pueda contribuir a la libertad humana. Mas la diferencia de esta teoría es que su lógica matemática se fundamenta en una sociedad más igualitaria, base de un comercio para la libertad o de lo contrario el mercado aumenta las asimetrías sociales. Y por consiguiente no es libre.
En el juego del intercambio de la producción, a cuya lógica sirve el mercado,
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Juan Andrés Cardozo
galecar2003@yahoo.es
Publicado, originalmente, en ÚltimaHora (Asunción, Paraguay)
http://www.ultimahora.com/
Autorizado, para Letras-Uruguay, por el autor
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