Nido de luz |
Antes, a lo lejos, se
divisaban las copas verdes de los árboles y el río serpenteaba como
culebra de plata hasta meterse en el mar. Ahora, unas gigantonas de
hierro se elevaban al cielo. Los pajaritos volaban como aviones
averiados desde su migración lejana y les abatió la noche buscando el
hábitat perdido. De las colosales estructuras de la modernidad
estallaron luces intermitentes. Desolados se posaron en los barrotes
para descansar un poco; la aurora lanzó suaves fulgores y el sol les
sonrió con calor. |
Elioconda Cardoza
eliocard2@hotmail.com
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