Entre
el dolor y la gloria |
La Ernestina Fútbol Club fue tu club de nacimiento, donde creciste soñando entre gambetas y centros En ese Club debutaste jugando de delantero, y a ese Club le entregaste el alma y el sentimiento Para vos era una gloria que te latía en el pecho defender esos colores de blanco, amarillo y negro La Ernestina era tu casa la cuna de tus afectos, y esa hinchada tu familia de domingos futboleros Vos nunca arrugabas nada y te entregabas entero, sudando esa camiseta casi hasta el último aliento Tus goles cobraron fama en los diarios y en los medios, y fue así que por tu pase cierta suma propusieron La Ernestina era un Club chico siempre falto de dinero, y esa plata toda junta le salvaba el año entero Y fue así que te marchaste con tus goles a otro puerto, a un Club grande y generoso que pagaba buenos sueldos Te pusiste otra casaca y tu fama fue creciendo, ese Club que era el Sporting siempre andaba de puntero Pues peleaba campeonatos por ser grande y taquillero, y casi siempre se quedaba con las copas y trofeos Y a vos Dionisio de la Serna con tu fama de artillero, el Sporting te adoptaba como un hijo predilecto Una tarde de domingo el destino traicionero, te jugaba una pasada que no estaba en el libreto La Ernestina y el Sporting se enfrentaban en un duelo, doloroso para uno, para el otro todo un premio Era el último partido que tenía dos boletos, para uno el campeonato para el otro el del descenso El Sporting de visita La Ernestina en su terreno, el Sporting por el título La Ernestina por un sueño El partido comenzó apurado por los nervios, así fueron al descanso sin mover el cero a cero El segundo a todo o nada a jugársela salieron, entregándose sin pausa con coraje y con esfuerzo Y fue así que a los cuarenta al final ya del encuentro, un penal para el Sporting daba entonces el de negro Fue Dionisio De La Serna a ponerle más suspenso, a pegarle a esa pelota de la gloria y el tormento Si era gol era la gloria, si era gol era el descenso, y Dionisio era el verdugo de ese instante de silencio A Dionisio le corría por adentro el sufrimiento, una lápida pondría a su club de nacimiento Se mordió fuerte los labios, y de tripas hizo cuero e incrustó aquella pelota a la izquierda del arquero. La Ernestina se marchaba esa tarde sin remedio, por Dionisio De La Serna a jugar en el descenso Sin embargo la tribuna sin rencor y a cielo abierto, lo aplaudió sin una queja con coraje y con respeto Ciertas lágrimas de pena a Dionisio le corrieron, para él aquella tarde no hubo vuelta, ni festejos. |
José Cantero
de "Saliendo a la cancha"
joscantero@yahoo.com.ar
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