“El
uturunco” |
RELATOR: Aniceto Fermín Peralta está llorando de pena, allá escondido en el monte a Dios le pide respuestas. Se siente discriminado apartado de la huella, dando tumbos sin destino como corcho en la marea. Por ser huérfano de padres se fue a vivir con la abuela, que sólo le dio lonjazos, sin piedad y sin clemencia. A trabajar lo mandó por unas cuantas monedas, de sol a sol en el surco sufrido de la cosecha. Lo hacía dormir en un catre debajo de una morera, tan sólo pa´ que se tape con la luz de las estrellas. Así soportó Peralta viviendo tanta miseria, con ese calvario adentro sin omitir una queja. Así siguió como esclavo con invisibles cadenas, sin jamás haber pisado el aula de alguna escuela. Hasta que un día se fue con quince años a cuestas, aprovechó en un descuido que estaba la jaula abierta. Alzó sus alas al viento girando como veleta, con una herida en el alma, con el rencor en las venas. Se conchabó como hachero pa´ darle al hacha sin tregua, pechando monte a lo toro pa´ desgarrar la madera. Un día se enamoró entonces soltó las riendas, pa´ que salga ese bagual corriendo a campo traviesa. La moza se fue con otro a galopar sin fronteras, la traición lo devoró como una garra siniestra. Cayó en el alcohol Peralta pa´ mitigar las tristezas, afilando la venganza sin importar consecuencias. Aniceto Fermín Peralta está llorando su pena, está invocando a Mandinga pa´ que venga y aparezca. ANICETO FERMÍN PERALTA (EL UTURUNCO) En este mundo sin Dios Mandinga te estoy llamando, aquí te entrego mi alma no quiero ser más cristiano. Del gusto de los sabores la vida sólo me ha dado, pa´ que tenga y no me falte la hiel con su trago amargo. Aquí en este monte oscuro Mandinga hagamos un trato, con mi sangre sin problemas te firmo un papel en blanco. Yo sólo busco venganza ser verdugo en el cadalso, de aquella moza traidora que me dejó lastimado. Desde chico recibí como premio a mi trabajo de pago por mis favores mil golpes y latigazos. Y para colmo de males llovido sobre mojado, en cuestiones del amor sin asco me traicionaron. Aquí te espero mandinga pues quiero firmar un pacto, si ya este mundo maldito me tiene bien olvidado. RELATOR: En el silencio del monte la noche desgarra un grito, que en un murmullo incesante se convierte en alarido. Olor a azufre se siente, olor a azufre maldito con carcajadas siniestras retumbando en los oídos. Caballos negros bufando dan vueltas en remolino, con sus pupilas en llamas de puro fuego encendido. Un perro de tres cabezas muestra sus largos colmillos, se esconden pa´ no mirarlo los coyuyos y los grillos. Un jorobado gigante deja escapar sus gruñidos, con un pelotón de monstruos de espantos y aparecidos. Diez jinetes sin cabeza al frente vienen erguidos, son los guardias de mandinga, sanguinarios y aguerridos. Mandinga llega en un carro de rojo todo vestido, con un cuervo sobre el hombro como edecán del abismo. MANDINGA: Me has llamado y aquí estoy pa´ hacer realidad tus sueños, tenés el alma cargada de rencor y de veneno. Aquí tengo este papel que traigo desde el infierno, tan sólo falta tu firma pa´ que lo demos por hecho. Así se consume el trato que a gritos me estás pidiendo, pa´ erigirte en el verdugo dolido de tu silencio. Ese silencio que azota el mar de tus sentimientos, que te sangra por la herida abierta de los recuerdos. Yo soy Mandinga, Peralta, cuando me invocan yo vengo, del dolor de cada humano sin clemencia me aprovecho. Así que toma esta daga y anda cortándote el dedo, que quiero ver esa sangre impresa en el testamento. Este papel está en blanco ese ha sido tu deseo, así que en estos renglones escribo lo que yo quiero. Vas a tener tu venganza Peralta te lo prometo, la guillotina del odio tendrá el filo de tus celos. Se contará una leyenda andando de pueblo en pueblo una leyenda de sangre teñida sólo de miedo. Y vos serás el actor principal del argumento, de una historia de terror que va a trascender los tiempos. ANICETO FERMÍN PERALTA (EL UTURUNCO) Con todo el odio que siento, mandinga te doy las gracias, quiero cortarme ya el dedo así que dame esa daga. Aquí te entrego mi sangre con el rencor de mi alma, mis pensamientos oscuros infames de la venganza. Hace tiempo con mis manos estoy afilando el hacha, pa´ ir cortando cabezas con el dolor de mi rabia. Mandinga te lo aseguro que me salgo de la vaina, el odio me está quemando adentro de las entrañas. Te firmo ahora el contrato pues ya no me importa nada, seré uno de tus diablos, con cola, cuernos y garras. RELATOR: Aniceto Fermín Peralta firma sentencia de muerte, le está regalando su alma a mandinga para siempre. Corta su dedo la daga libra al infierno su suerte, usa su sangre cristiana para firmar los papeles. La lechuza lanza al aire un chistido diferente, y el viento desnuda un grito con sonido de grilletes. A coro gritan los diablos batiendo palmas, muy fuerte, mientras un tigre rugiendo de pronto sólo aparece. Arrastra el tigre en sus patas murmullo de cascabeles, y a Peralta sin aviso con sus colmillos lo muerde. Peralta cae de rodillas y adentro del pecho siente, como esa herida le quema igual que un hierro caliente. A carcajadas mandinga ríe mostrando los dientes, no sabe el pobre Peralta que está sentenciado a muerte. El tigre de los infiernos con veneno de serpiente, a Peralta lo ha mordido pa´ transformarlo en un ente. MANDINGA: Desde esta noche sin luna Peralta te lo aseguro, serás como un tigre hambriento vagando por todo el mundo. No te podrán detener ni alzando quinientos muros, vas a dejar a tu paso tan sólo tristeza y luto. Con tu leyenda obtendrás la fama como ninguno, con título de hombre-tigre con el nombre de Uturunco. Como un lamento a tu nombre lo cantarán los coyuyos, y llorará todo el monte con el dolor más profundo. Serás un monstruo rugiendo abriendo en la tierra surcos, con la fuerza de diez toros, Peralta yo te lo juro. Serás del infierno el tigre con ojos fríos y oscuros, conocido en todas partes con el nombre de Uturunco. Tan sólo podrá vencerte un hombre creyente y puro, con un facón bendecido que pueda hacer el conjuro. ANICETO FERMÍN PERALTA: (EL UTURUNCO) Un tigre ruge en mi sangre pa´ consumar mi venganza, tengo colmillos gigantes, y bien filosas las garras. Te doy las gracias Mandinga le diste aliento a mis llamas, pa´ convertir en hoguera mi sentimiento de rabia. Por cada pueblo que pase voy a matar la esperanza, pa´ hacerles sentir el miedo desde la piel hasta el alma. Ninguno se va a escapar los voy a acechar sin pausa, y a todo el que se me cruce le voy a dejar mi marca. Soy el Tigre del infierno voy sembrando la desgracia, es Mandinga mi padrino que con su nombre me avala. No habrá ninguno en la tierra que pueda frenar mi marcha, a cualquiera de un zarpazo le rompo el cuello y la espalda. Con ocho letras me nombran, con ocho letras me llaman, soy Uturunco “El Maldito” y la muerte me acompaña. MANDINGA: Así vivirás Peralta andando por todas partes, temido por todo el mundo viviendo como un errante. El pacto está consumado pues firmaste con tu sangre, si intentas volver atrás pa´ arrepentirte ya es tarde. Así que ahora Peralta vas a darle pa´ adelante, enarbolando en la noche del infierno el estandarte. Vas a morder a tu antojo con tus colmillos de sable, ¡ay pobrecito! Peralta de aquel que caiga en tus fauces. Acecharás esos montes como un animal salvaje, no vas a mostrar clemencia, mi compasión ante nadie. Te vos a soltar cadenas para eso tengo la llave, pa´ que siembres el terror por montes, cerros y valles. Uturunco ya estás libre pa´ comenzar tu combate, yo me vuelvo pal´ infierno pa´ descansar en mi catre. RELATOR: Con gemidos y lamentos se vuelve la comitiva, los monstruos y los espantos al infierno se retiran. Con siniestras carcajadas va en su carruaje Mandinga, la mirada de la muerte se dibuja en sus pupilas. Las lechuzas con sus ojos desde los árboles miran, ese teatro montado de terror y pesadilla. Ruge fuerte el Uturunco pone la piel de gallina, mientras de a poco se marchan los diablos a su guarida. Queda libre el Uturunco con sus garras asesinas, sediento de sangre corre con la mirada perdida. Comienza con sus ataques con sus garras que lastiman. Pal´ Uturunco maldito no vale nada la vida. Acecha por todas partes y siempre deja una herida, de dolor y de tristeza con sangre roja teñida. Nada detiene su marcha la rabia sólo lo anima, es un volcán desatado, pura pólvora encendida. Deja su marca de tigre de infierno y de brujería, por donde pasa, las flores, se resecan y marchitan. A la novia que lo hirió la lleva como cautiva, adentro del mismo monte en una cueva escondida. No hay hombre que lo detenga ni hay leyes con su justicia, que puedan echarle el guante a este monstruo de mandinga. Estragos sigue causando con su presencia maldita, va plantando con su furia, oscura y negra semilla. Hasta un Viernes que atacó en un baile a la salida, a la tía y a la hermana de Vicente Echeverría. Desde entonces sin descanso lo rastrea noche y día, Juan Vicente con sus perros pa´ cortarle la salida. Juan Vicente es hombre honesto de una inmensa valentía, caballero respetable sin fronteras, ni medidas. Ha encontrado en que lugar tiene el monstruo su guarida, Juan Vicente es un baqueano bien de fama conocida. Con un grito al Uturunco Juan Vicente desafía, este hombre bien curtido no conoce cobardía. Una daga de oro y plata en la iglesia bendecida, es el arma que Vicente porta audaz con hidalguía. Es la daga mata monstruos, es el arma que conspira, pa´ enfrentar al Uturunco el ahijado de Mandinga. JUAN VICENTE ECHEVERRÍA: Uturunco a vos te busco no te tengo ningún miedo, yo me llamo Echeverría y jamás arrugo el cuero. Aquí estoy para enfrentarte con el filo de mi acero, esta daga bendecida pa´ mandarte a los infiernos. Valentía es el conjuro que retumba aquí en mi pecho, no me importa si es mandinga quien protege tu pellejo. No me achico si sos tigre, de la noche algún engendro, si tenés como padrino al monarca del tormento. Yo te llamo pa´ que salgas pa´ empezar el entrevero, a luchar sin una queja mano a mano a campo abierto. Con mi daga y mi coraje murmurando un padrenuestro, Uturunco con mis ganas bien plantado aquí te espero. Deja libre a esa cautiva que te ha herido el sentimiento, tu venganza es un capricho que te tiene prisionero. Uturunco a vos te llamo de la cueva anda saliendo, tus terribles fechorías se terminan sin remedio. Aquí espero con mi daga pa´ mostrarte lo que es bueno, y te invito mano a mano a batirte en este duelo. ANICETO FERMÍN PERALTA: (EL UTURUNCO) Soy el tigre del infierno es la muerte mi bandera, me llamaste y aquí estoy pa´ enfrentarte sin problemas. Con mis garras afiladas haré surcos en tus venas, mis colmillos son facones que desgarran y laceran. No tendrás ni pa´ empezar con mi empuje y con mi fuerza, pa´ alimento de buitres quedarás con tu osamenta. Soy del diablo, el Uturunco, del terror esa leyenda, que a su paso sin piedad, el temor y el miedo siembra. Ahora sí verás al monstruo desatado con fiereza, esa monstruo de la noche que la vida no respeta. Preparate que aquí voy y si hay Dios que te proteja, pues no creo que me aguantes un minuto de pelea. Cuando quiero soy temible no hay cristiano que detenga, a mi furia incontenible que es diabólica y siniestra. A pelear Echeverría ya no demos tantas vueltas, vos y yo en este monte sin piedad y sin clemencia. RELATOR: Se abalanza el Uturunco con sus garras y colmillos, esos colmillos punzantes que parecen dos cuchillos. Juan Vicente Echeverría sin temor y decidido, con un salto esquiva el golpe del Uturunco maldito. Pelean bajo la luna los dos a brazo partido, ninguno afloja ni un metro y no se dan por vencidos. De un zarpazo el Uturunco al aire le saca brillo, Echeverría responde con entrega y con ahínco. El Uturunco con rabia emite largo rugido, con las fauces entreabiertas tan negras cono el abismo. Echeverría se agita como un volcán encendido, y tira sus estocadas al Uturunco pa´ herirlo. Se revuelve el Uturunco como un fuerte torbellino, adelante sin cansarse sin dar, ni pedir respiro. Bajo la luna pelean con los búhos de testigos, los dos lanzados a muerte como eternos enemigos. Se entrelazan en combate lo mismo que un remolino, ninguno saca ventajas con el pleito dividido. Hasta que entonces de pronto entra a tallar el destino, se escucha el alba a lo lejos que viene por el camino. En un veloz movimiento lo toma desprevenido, Echeverría al Uturunco pa´ cortarlo con su filo. La daga de siete iglesias abre un profundo orificio, se tambalea el Uturunco, cae al suelo malherido. Como un pez fuera del agua mira el azul infinito, boqueando está el Uturunco hasta el último suspiro. El tigre vuelve a ser hombre allá en el suelo caído, aquel famoso Uturunco por todo el mundo temido. La cautiva es rescatada de aquel infierno vivido. Echeverría lo sepulta a Peralta en aquel sitio. Muchas veces en el monte se escuchan fuertes rugidos, es la leyenda del monstruo, del Uturunco maldito. |
José Cantero
© José Cantero Verni
joscantero@yahoo.com.ar
Ir a índice de América |
Ir a índice de Cantero, José |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |