Aquella tarde, aquel golazo |
Aún retumba en mi memoria aquel gol que fue un golazo, que sembró tanto respeto y arrancó tantos aplausos Ese gol fue una pintura yo diría de otro espacio, ese gol que dibujaste gambeteándote hasta el pasto Esa tarde nuestro equipo paladeando el campeonato, se enfrentaba contra el tuyo que venía naufragando Nuestro cuadro era un ballet aceitado y ordenado, y se hacia cuesta arriba el tratar de derrotarnos Esa tarde fue una fiesta carnaval por este lado, con los hinchas que saltaban alentando a los muchachos Por el tuyo solo había el empuje de unos cuantos, que en silencio en los tablones esperaban un milagro Habíamos sido compañeros compartiendo el mismo banco, la pelota y el recreo y el potrero de los sábados. Te decían el gordo Robles conocido como el ancho que te ibas de la cancha si te hacían un reclamo Esa tarde frente a frente cada uno con su bando, nos miramos en silencio estrechándonos las manos Pues habíamos peleado no recuerdo cuantos años, y fue justo en un potrero casi, casi a los trompazos A la cancha el referí nos llamó con el silbato, comenzaba una novela, a tejerse por el campo A los veinte del primero ya les íbamos ganando, con milonga y con orquesta dos a cero el resultado El segundo fue lo mismo un monologo sin cambio, con cuatro goles arriba los estábamos matando. El quinto llegó sólito y ya era lapidario, con esa goleada histórica sin flores los enterramos Cuando iban treinta y ocho te vi bajar a los trancos, agarraste la pelota, atrás de tu mediocampo Amagaste y con un quiebre hiciste pasar de largo al once y al siete juntos que se quedaron pagando En diagonal te mandaste y le tiraste ese caño, al ocho que se venía para partirte en pedazos. La pisaste en calesita haciendo pasear al cuatro, y el cinco por reventarte quedó en el piso arañando. El seis con toda la fuerza te vino a cortar el paso, pasó sin pagar boleto como alma que lleva el diablo. El dos se tiró a tus piernas como un león enjaulado, y casi te tala el alma, en ese último hachazo Si parecía que Capote, estaba en vos encarnado, aquel famoso Capote que nunca nadie ha olvidado. Quedaba solo el arquero entre tu hazaña y el arco, aquel arquero tan solo para evitar un golazo Guardaban hondo silencio los nuestros y los contrarios, si parecía esa apilada una acuarela echa a mano Se la picaste de zurda la pelota dio en el ángulo, y fue a meterse despacio pegando en el otro palo Que pedazo de jugada, que pedazo de golazo, si hasta el árbitro y nosotros esa tarde te abrazamos Los cinco goles que hicimos quedaron casi borrados, con ese gol exquisito que aún lo sigo recordando, Que apilada que pegaste de contarla no me canso, querido Rodolfo Robles el que apodaban el ancho. |
José Cantero
de "Fútbol, Tablón y Goles"
© José Cantero Verni
ISBN: 978-987-05-1034-5
joscantero@yahoo.com.ar
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