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Instituto de Filosofía Los valores y sus retos en la sociedad cubana actual |
Referir
el tema “valores[1]”
y mucho más “evaluar sus retos en la sociedad cubana contemporánea o
lo que es lo mismo, a la luz del siglo XXI; presupone obligatoriamente de
un análisis ontológico que revele las incidencias directas e indirectas
de éste asunto en nuestra cultura. La
lucha contra el colonizador por la independencia nacional y contra la
hegemonía capitalista, ha sido, de hecho la lucha por la universalidad de
lo auténticamente cubano. La
historia se ha encargado de reforzar estos vínculos. Luchar por el
progreso, luchar por la revolución, luchar por la independencia y la
liberación ha significado en nuestra historia luchar por lo propio, por
los valores genuinamente nuestros, no los importados y sin dudas esta
lucha ha exigido como necesidad enfatizar en lo autónomo, en lo auténtico,
en lo genuino, frente al colonialismo primero, neocolonialismo después y
posteriormente el capitalismo monopolista de Estado, todos disfrazados de
lo verdaderamente auténtico, como universalidad de valores
asumir sin segundas opciones. La
más superficial incursión en la historia del pensamiento
latinoamericano, y acudo a lo latinoamericano porque Cuba está inmersa en
este continente; permite
percatarse de la constancia de su preocupación por nuestra relación con
el resto del mundo y en particular con los Estados Unidos de Norteamérica;
mundo que ha sido personificado indistintamente según las circunstancias
históricas, por Europa primero (España y Portugal) y posteriormente por
los norteamericanos, quienes nos sólo exportar, sino que nos obligan a
asumir valores de modernidad o, más recientemente aún, de posmodernidad
que nada tienen que ver con nuestras idiocincracias históricas. Estas
circunstancias han hecho que los sistemas de valores universales (o por lo menos los importados
por los colonizadores) tenían que revelarse como contradictorios, ya que
por un lado prevalecía las expectativas de equidad, de justicia social,
de distribución justa, de igualdad entre los hombres; y en paralelo se
reverenciaba la imposibilidad económica de satisfacer estas demandas;
contraponiéndose al parecer de forma irreconciliable la eficiencia económica
y la justicia social, reto éste
a resolver en la propuesta de alternativa de cara al capitalismo. Por
otra parte, sí tenemos en cuenta que el tránsito del capitalismo a su
fase imperialista tuvo una de sus primeras manifestaciones en este
continente en la guerra hispano-cubano- norteamericana, sin desestimar las
guerras mundiales, La Revolución de Octubre, etc; las luchas obreras por
el socialismo encontraron rápidamente eco en Latinoamérica. Ello conllevó
a la emancipación del “valor solidaridad” explicando el por qué, la
guerra civil española fuera asumida como propia por muchos
latinoamericanos, y todo esto sin dudas encierra la consolidación de un
sentimiento primero y de un valor de emancipación después, denominado
“internacionalismo proletario” tan necesario como imprescindible en la
alternativa socializadora del nuevo proyecto; reforzado por el significado
histórico concreto de lo que verdaderamente fue el descubrimiento de América
en 1492 como suplantación de valores. Hasta ese entonces no existían en
realidad los valores universales, (los
valores importados), tal y como los entendemos hoy, esos valores son un
resultado histórico y mientras que el universo de relaciones sociales se
mantuvo restringido en el nivel de áreas culturales y territorialmente
localizadas e independientes, ninguna de las escalas de valores existentes
podía alcanzar rango universal. El
llamado descubrimiento de América fue en realidad un choque de culturas y
de distintas escalas de valores, en el que las culturas autóctonas de
nuestra América llevaron la peor parte, por tanto esta colonización lo
que trajo en un primer fue, un sistema de valores importado y ajeno
a estas tierras, moviéndose la América toda en una órbita social y
cultural que le era extraña, emergiendo posteriormente como la causa
principal de la toma de conciencia en la formación de nuevos y variados
valores. Por todo lo hasta aquí expuesto comparto el criterio de los profesores y tutores consultados Fabelo y Georgina Alfonso[2], que Latinoamérica nace colonia, nace dependiente, nace con valores transplantados de los que se siente excluida, por lo que la toma de conciencia de sí mismo conduce ineludiblemente al latinoamericano – y el cubano no queda excluido- a colocar en el centro de su atención el problema de su relación con la universalidad de valores. No existe otra alternativa. A
partir de aquí surgen los valores históricos propios de la revolución
cubana, avalados en hechos con una incuestionable carga cívica, hasta
llegar a los jóvenes del centenario que inspirados precisamente en el
centenario del natalicio del Apóstol[3],
llevaron a cabo la epopeya de enfrentar y vencer a un ejército muy
superiormente armado y entrenado, dando al traste el 1ro de enero de 1959,
con la primera revolución Socialista en
América. Cuba
es por todo ello, un referente como alternativa al capitalismo de Estado,
al Imperialismos, al neoliberalismo, y cuantas formas de manifestación
socioeconómica tributen a la individualización y a la vez
fortalecimiento del capital, desde el punto de vista de la dimensionalidad
objetiva, subjetiva y sobre todo institucional, no podemos considerar como
contradictorio la prolongación de ciertas manifestaciones de producción
y de relaciones sociales de tipo capitalista en nuestros días, porque
precisamente somos producto de las relaciones monetario-mercantil
capitalistas, y de lo que se trata es de negar el capitalismo, sin renunciar a
los espacios colectivos alcanzados por el empuje del obrero directamente
vinculado con la producción, Marx[4]
en su obra el Capital, lo expresa muy claramente, y cito…. “Por tanto en el proceso capitalista de producción, enfocado en
conjunto o como proceso de reproducción no produce solamente mercancías,
no produce solamente plusvalía, sino que produce y reproduce el mismo régimen
del capital: de una parte al capitalista y de la otra al obrero
asalariado” fin de la cita. En
el período de transición, hacia el Comunismo, tendrán que coexistir
relaciones y modos de producción capitalista, las que perecerán por sí
solas tributando a una nueva forma de distribución social. Nuestra América
es hija de ese capitalismo, hija de la occidentalización del mundo; es,
de hecho, la única cultura que en su totalidad híbrida y mestiza nace al
mundo parida por la capitalización global del planeta. Hacer
coincidir en Cuba la escala de valores del sujeto como protagonista
individual del proceso social que intentamos construir, con los valores
universales, es el principal reto. El
Socialismo, está por construirse; renunciar a formas productivas o
relaciones de producción con viso capitalista, por el sólo hecho que es
el sistema que se intenta negar, es a mi juicio; un error dialéctico de
naturaleza histórica, porque más que el modo o la forma de producción;
el problema está en su distribución, en la finalidad socializadora de su
resultado, pasando por los métodos y procedimientos de fiscalización y
control de tal fin u objetivo; y en tal sentido lo primero es ofrecer un
modelo de esperanza a las presentes y futuras generaciones de mejoramiento
de vida, conjugable con el modelo social, y para ello la palabra
“exclusión” debe ser “excluida” del vocabulario socialista, luego
la “tolerancia” se vuelve
un valor de primer orden casi en paralelo con el de “justicia” y
“justicia social”, emergiendo por ésta vía otro, tan o más
importante frente al reto que nos depara el liberalismo, el
neoliberalismo, la globalización, etc, en sus variadas formas de
manifestación de concentración del capital, denominado Internacionalismo Proletario. La
historia ha demostrado que el capitalismo como sistema, necesita usar al
hombre, entiéndase clases sociales, pueblos etc; no como fin, y mucho
menos como objetivo supremo de la evolución social; sino como
instrumento, como elemento del sistema y como valor de uso capaz de
engendrar valor de cambio; el reto fundamental de los valores en la
sociedad cubana actual radicará; en revertir la dimensión sujeto/objeto,
haciéndola coincidir con la
dimensión institucionalizada, en otras palabras socializar en
correspondencia con los aportes de cada cual, el plus trabajo que se
genere, buscando la permanente y creciente satisfacción de la
espiritualidad humana, bajo una filosofía del derecho tan equitativa que
permita honrar precisamente a ese valor denominado “justicia” social. Lic.
Pastor Cantero Echazábal
[1]
Este modo de
pensar los valores presupone el esclarecimiento del sentido y la
dirección del proyecto social, para que no se vuelvan perecederos los
objetivos que articulan las fuerzas diversas. De la Tesis en opción
al grado científico de Doctor en Ciencias Filosófica de la
Investigadora Auxiliar Dra. Georgina Alfonso González. [2]
Doctores en Ciencias Filosóficas, investigadores y profesores
auxiliares de la Universidad de La Habana, con una basta publicación;
entre las que figuran, “De la práctica social al debate filosófico”
de la Dra. Alfonso González y “Conocimiento y valores un vínculo
orgánico” del profesor Fabelo Corzo. [3]
Refiérese al
Héroe Nacional de Cuba – José Martí y Pérez. [4]
Marx. Carlos;
El Capital, Tomo I , Pág. 524. Edición Sociales/1973. |
Lic. Pastor Cantero Echazábal
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