Gualcho, épico baluarte de nuestra libertad |
Probablemente han sido muy pocos los centroamericanos que a lo largo de 180 años se hayan enterado, en las propias palabras de José Francisco Morazán Quesada, el Benemérito Libertador de la Patria Grande, sobre lo acontecido el 6 de julio de 1828 en la Hacienda de Gualcho, épico baluarte de nuestra libertad, situado actualmente en el caserío de Azacualpa de Gualcho y el Río Gualcho, en la jurisdicción de Nueva Granada, Distrito de Jucuapa, al Este de Estanzuelas, en el Departamento de Usulután, El Salvador. Seguramente ignoramos cómo un pequeño grupo de 135 texiguats y leoneses bajo la lluvia inclemente y el frío aterrador de la madrugada, junto a unos cuantos soldados remanentes de la recién derrotada tropa de José Antonio Márquez y de reclutas de Comayagua y Tegucigalpa, en forma desigual derrotaron a unos 600 hombres del Coronel español Vicente Domínguez, que querían seguir manteniendo a Centroamérica en la densa oscuridad de los más de tres siglos anteriores. En sus MEMORIAS, cuyo manuscrito tengo en mi poder, Morazán expresa: “Cediendo a un sentimiento de justicia, he descendido a pormenores que no a todos podrán ser agradables. Mi deber ha sido honrar la memoria de los patriotas hondureños y nicaragüenses que pelearon aquel día: es el de fijar los hechos que tuvieron lugar en aquella jornada, desfigurados después por la malicia o la ignorancia; es el de dar a conocer la importancia que merece este hecho de armas… porque economizó la sangre que inútilmente se derramara en las trincheras de El Salvador, facilitando la rendición de Mejicanos, Y ABREVIÓ EL DESENLACE DE LA REVOLUCIÓN DE 1828, revolución que tan abundante fue en acciones de guerra ganadas por nuestros soldados a consecuencia del memorable triunfo de Gualcho”. Sostiene
Morazán en sus Memorias que: “A las 12 de la noche emprendí mi marcha
con este objeto, pero la lluvia no me permitió doblar la jornada, y me vi
obligado a aguardar, en la Hacienda de Gualcho, que mejorase el tiempo… A
las tres de la mañana, que el agua cesó, hice colocar dos compañías de
cazadores en la altura que domina la hacienda, hacia la izquierda… A
las cinco supe la posición que éste (el enemigo) ocupaba.. No podía yo retroceder en estas circunstancias… No
era ya posible continuar la marcha, sin grave peligro, por una inmensa
llanura y a presencia misma de los contrarios. Menos
podía defenderme en la hacienda, colocado bajo una altura de más de
200 pies que en forma de semicírculo domina a tiro de pistola el
principal edificio, cortado por el extremo opuesto con un río inaccesible
que le sirve de foso. FUE, PUES,
NECESARIO ACEPTAR LA BATALLA CON TODAS LAS VENTAJAS QUE HABÍA
ALCANZADO EL ENEMIGO… hice avanzar a los cazadores sobre el enemigo para detener su
movimiento, PORQUE, CONOCIENDO LO CRÍTICO DE MI POSICIÓN,
MARCHABA SOBRE ÉSTOS A PASO DE ATAQUE. Entretanto subía la fuerza
por una senda pendiente y estrecha, se
rompió el fuego a medio tiro de fusil, que luego se hizo general.
PERO 175 SOLDADOS BISOÑOS HICIERON IMPOTENTES POR UN CUARTO DE HORA LOS
REPETIDOS ATAQUES DE TODO EL GRUESO DEL ENEMIGO… El entusiasmo que produjo en todos los soldados el heroísmo de estos
valientes hondureños, excedió al número de los contrarios. Cuando
la acción se hizo general por ambas partes, fue obligada a retroceder
nuestra ala derecha. Y ocupada la artillería ligera que la apoyaba; PERO LA RESERVA, OBRANDO ENTONCES POR AQUEL LADO, RESTABLECIÓ
NUESTRA LÍNEA, RECOBRÓ LA ARTILLERÍA Y DECIDIÓ LA ACCIÓN,
ARROLLANDO PARTE DEL CENTRO Y TODO EL FLANCO IZQUIERDO, QUE ARRASTRARON,
EN SU FUGA, AL RESTO DEL ENEMIGO, DISPERSÁNDOSE DESPUÉS EN LA LLANURA…
Los salvadoreños auxiliares, que
abreviaron su marcha al ruido de la acción, con el deseo de tomar en
ella, llegaron a tiempo de perseguir a los dispersos…” Esto es lo queremos que se enseñe en la CASA DE MORAZÁN, pero el Ministro de Cultura se opone con su única fuerza: la arbitrariedad. |
Lic. Miguel Cálix Suazo
Vice Presidente del Instituto Morazánico
Secretario General de la Fundación Morazánica
Ir a índice de América |
Ir a índice de Cálix Suazo, Miguel |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |