Lo bueno de Ferro es que es persona de quedarse. Lleva 59 años de casado con Carmen (el matrimonio causaría la envidia de veinteañeros) y trabajó junto a Dante Quinterno en Patoruzú durante la friolera de 47 años. Trabajó en la revista desde 1937 hasta 1976, cuando cerró, pero siguió ligado a los famosísimos Libros de Oro anuales hasta 1984.
El ya había dibujado en otras partes, pero en sus comienzos en Patoruzú era, a ojos del gran Quinterno, un pichi. Hasta que una tarde se animó. Había una reunión de creativos -entre ellos, su hermana Laura- para tirar las líneas del próximo episodio de El fantasma Benito y a nadie se le ocurría nada. Rapidito, garabateó un guión y lo presentó "por si sirve para algo". Sirvió, el jefe le pidió que hiciera otros "para ver si no fue casualidad" y pronto tuvo escritorio propio.
En esos tiempos el humor era una gran industria. Una tira nueva tenía la gravedad de una cuestión de Estado. Cuando, andando por la calle, Ferro escuchaba que alguien llamaba a otro bólido sabía que Bólido, su cadete gordito y distraído, gozaba de perfecta salud.
Patoruzú tenía una tirada que hoy envidiaría cualquier publicación, del género que sea. En sus momentos mejores, se vendían 500.000 ejemplares por semana. Cuando el célebre Divito se fue del plantel para crear su propia revista, Rico Tipo, la estantería pareció temblar. Pero no ocurrió nada. O mejor, ocurrió algo prodigioso: tanto Rico Tipo como Patoruzú llegaron a vender medio millón de números por semana. Potenciaron el mercado, como diría un especialista en marketing de este esmirriado fin de siglo.
Ferro dibujó infinidad de chistes de tapa para la revista, y creó una extensa galería de personajes. Bólido reemplazó al buzo Chapaleo. Después llegaron Pandora, Tara Service, Cabeza Fresca, y tantos otros hijos del oficio, como insiste en llamarlos papá.
Langostino es, de esos hijos, el más constante. Nació por pedido de Quinterno, que quería "un émulo de Vito Dumas que salga a buscar aventuras por el mar", para la revista Patoruzito. Después de unos 20 episodios, el pícaro marinero se fue, con su lancha Corina, para aguas muy distintas de las que imaginaba el patrón, que convocó a Ferro para decirle que se había dado cuenta del cambio. "Pensé que en ese momento me mandaba al diablo. Pero no. Me dijo que le metiera, que siguiera adelante, nomás."
Rescatada como tira de culto, nuevas historias de Langostino fueron creadas hace pocos años, y aparecieron en La Maga.