I

El hombre tuvo fe en ser artiste, depositó la belleza en una taza vacía, escuchó música entre bestias modernas y antiguas, conjuró lo que otros decían cuando el barrullo de la avaricia asoló mis felicidades, buscó locuras de cielo y tierra con desnudez y el deseo; se empozó y salió vivo con el acuoso abismo del odio, y apenas tuvo tiempo para elaborar ideas acerca de insignificantes alegrías, soterradas, luminosamente catacumbas; es decir, íntimas y ofensivas como bigote de roedor, y dobló la página donde pensó que no continuaría la frase para el epitafio y la memoria.

II

Su condena fue estar en el centro de la nada y el trilce de Vallejo, y buscar la versión creíble de que lo estuvo, ensangrentado, dolido, perseverante y vivo, sin el cinismo que justifica la vida. Entre su osadía y el miedo el hilo irrumpió en caminos inexplicables, míticos, sometidos al circo de la carne, al error y la soberbia, la duda que nos salva. 

III

Simplemente, sentí terror cuando la lluvia dijo: sus ojos existen para salvarnos, en incólume infierno del artiste crucificado. 

** artiste, equivale al artista.