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Teatro de sombras |
-No seas la sombra mía -dijo ella, mirando por la ventana hacia el río. -No sé si serías feliz sólo porque yo no fuera tu sombra, dijo la sombra. -No quiero ser feliz, quiero ser otra. -Cuando el día llegue seré una sombra nueva, pero de noche soy sombra de tu noche y no puedo ser más oscura. -Cuando yo era niña, vos eras una sombra niña. -Cuando yo era una sombra niña no nos decíamos estas cosas. -¿Adónde ibas cuando yo dormía? |
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-Me sentaba al lado de tu cama y te veía soñar. -¿Las sombras no duermen? -No. -¿Y ahora, a dónde vas cuando yo duermo? -Sigo al lado de tu cama. -¿Por qué no te vas? -Porque no habría sombra que te acompañe. -Yo quiero estar sola. -No podrías estar más sola sin una sombra. -Parece que las dos somos un mismo abismo. (Una cruza las manos sobre la rodilla y otra también.) Hace un momento, cuando el tiempo no pasaba, estaba pensando en que el aire te da frío. -Sólo cuando vos tenés frío. -¿Ahora sos más fuerte o más débil que cuando eras una sombra niña? -¿Hay alguna razón por la que yo tuviera que debilitarme? -Mis errores. -Los errores y las sombras no son verdaderos ni reales. -Pero cansan. -Todos los misterios cansan. -Y las verdades aburren. -Tus palabras me recuerdan la vida que nunca vivimos. -Aquella vida en la que las dos nos balanceábamos como olas de un mar. -Nosotras vivimos junto al río. El río es más misterioso que el mar. Abajo hay corrientes desconocidas. -Yo por mi parte nunca quisiera nadar. -No has nadado nunca, por eso siempre hemos tenido la suerte de morir en todos los naufragios. -De niña eras pequeña y extraña. -La realidad era demasiado opaca para que una sombra niña fuera clara. -¿Eras feliz conmigo? -Si vos hubieras sido una niña feliz, yo habría sido una sombra feliz. Pero no está bien visto que una sombra sea más feliz que su dueña. -Me causa horror tener que hacerte feliz. -Es tu problema. Soy una sombra llena de tu espanto. -¿Por qué no me dejás sola? -Ya te lo dije, sin sombra no podrías estar más sola. -¿Hay algún modo en que te pueda arrancar de mí? -Cuesta tanto quitarse una sombra... -¿Las personas alegres tienen sombras alegres? -Las personas alegres ignoran su sombra y las sombras se vuelven maquinales, inconscientes. -Entonces estás más feliz de ser la sombra mía. -Sí, porque de vez en cuando escucho tu carcajada. -No me hagas reír ahora recordando mis carcajadas. -Son ruidosas. -Sí. (Ríen la mujer y la sombra. Luego hacen silencio.) Sombra mía, ¿por qué estás callada? -Las sombras no hablamos demasiado. -No te fijes en lo que las otras sombras hacen. -El silencio de una sombra es lo que a ésta da sentido. -No pienses en eso, sigamos hablando de nuestros desacuerdos. -Al principio vos creabas los paisajes y yo, las personas. -Si, después descreábamos las mismas cosas. -Este no es nuestro desacuerdo. -No. -Vos querías que te dejara sola. -Sí, ¡dejáme sola sombra mía! -No me hagas repetir lo mismo. Soy una sombra no una redundancia. -No te pongas por encima de mí. -Cuánto más me rechazás más te pertenezco. -Un día, que había llovido mucho, me cansé de la lluvia. -Ese comentario me desalienta. -Fue el día en que convenimos en que ni vos ni yo éramos algo necesario. -Siento ahora que yo soy vos, y que vos sos mi sombra. -He perdido el mando. -Riesgo de las palabras. -¿Qué voy a hacer ahora que soy tu sombra? -Podrías soñarme un sueño. -Esas son cosas obvias. Dos sombras hablando de sueños no es ninguna novedad. -No estés en mi silencio. -¿Cómo me lo vas a impedir ahora que no sos más que sombra de tu sombra? -Es conveniente que cada cual tome su pedazo de entereza. -¿Por qué hablamos todavía? -Esa pregunta debió ser mía. -¿Y si lloramos? -Yo prefiero reír. Las lágrimas están perimidas. Y como verás otra vez estoy al mando. -Sí. Son las preguntas las que me debilitan. -Sí. (La sombra y la mujer se miran las manos.) --Muchas veces yo fingí ser una mujer sin sombra. -¿Y cómo te fue? -Como la mona. -¿Qué clase de comentario es ese? -Afianzo mi falta de poder. -No digas más tonterías. -Entonces no sé qué otras cosas podría decir. (Final con luces encendidas). |
por Miriam Cairo
cairo367@hotmail.com
Originalmente en Página12 (Rosario)
Sábado, 16 de febrero de 2013
Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-37685-2013-02-16.html
Autorizado por la autora
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