Espero.
Es el hombre en
el sentido de la
palabra hombre.
Es fonético.
Espacio. Es
héroe. Es un
caballo trotando
sin sentido. Con
sus términos,
con sus zapatos,
con su ropa, con
su vida, con su
muerte.
No es un
acribillado a
balazos.
Cualquiera puede
adivinar que no
es esa clase de
muerto.
Cualquiera
puede, también,
desconocerlo. Es
desconocido.
Humea cálido el
aire.
Es el perro. Es
el grillo. Es el
sauce. Es la
hormiga en la
luna. Es la
ciudad. Esquina.
Es el que dice
algo sobre el
ladrón y la
noche. Es apenas
más visible que
la sombra.
Es lectura.
Es papel y es
carne. Es un
malestar en el
estómago. Un
soplo en el
corazón.
Espejismo. Es
una tristeza que
logra desviarse
hacia lo
sublime.
Escruta.
Es el junco
siniestro. Es el
ladrón de velas.
Es el mismo
ruido otra vez a
esta hora de la
noche. Es la
voluntad del
miedo. Es el
muerto más
perfecto que se
haya visto.
Es desigual.
Es un instante.
Es un cráneo
fracturado por
los golpes.
No es un
acribillado.
Es un gato gris.
Un gato roto. Un
remo hundido en
el fondo de la
taza de café. Es
el desamparado
al amparo de su
intemperie. Es
una tortuga
blanca dando
pasos de tortuga
negra.
Escurre.
Esquiva.
Esponja.
Escribo.
Es el terror lo
que crea lo
terrorífico.
Es la mirada la
que crea lo
mirado.
Es la palabra la
que crea lo
nombrado.
Es el hombre
pero tampoco es
el hombre. Está
visto que lleva
la noche boca
arriba.
Es la palabra
hombre.
Estalactita.
Escucho. Mensaje
de voz. Medias
palabras.
Matices de lo
real que
prescinden de
los objetos.
Escama. Así es
como es. El
cuerpo se
acostumbra a
eso. Se
acostumbra a la
palabra hombre
antes que al
hombre. No se
puede evitar al
hombre ni a su
palabra, como no
se puede evitar
cruzar la calle
si se espera en
bar que está de
este lado de la
avenida.
Estalagmita.
Es el nombre del
hombre escrito
en la primera
página de un
libro. Es un
libro. Con su
amplio margen de
error.
Escondo. Es el
viaje que el
viajero anduvo y
desanduvo. Es
lejos. Si se
mira desde
arriba es el
abismo. Si se
mira desde abajo
es la hormiga
caminando en la
luna. Es todo.
Está nublado.
Pero no puede
existir como
todo. Existe
como la palabra
hombre. De todos
modos bebo bajo
la lona verde
del bar. Sueño
automóviles
vacíos. Espero.
Spilimbergo.
Los muertos no
necesitan
aspirina. Es el
viejo que busca
a mi lado un
lugar donde
arder. Es
confuso. No es
el viejo en
persona sino la
palabra viejo
mientras bebo
debajo de la
lona verde del
bar y leo el
libro.
Es la palabra
hombre, no la
palabra mar.
¿Qué es más
grande, el mar o
la palabra mar?
Estoy contando
automóviles.
Podría dormirme
contando
automóviles
vacíos. La
realidad es lo
que es. Estoy
bajo la lona
verde del mar.
Estambres. La
palabra mar es
más grande
porque en ella
caben todos los
mares.
Estuche.
Es un golpe de
cubilete a
imagen y
semejanza de los
distintos.
Esparce su aroma
como una
ausencia de
hombre, el
hombre. Escojo.
El hombre no es
cojo. La palabra
hombre tampoco.
Exquisiteces.
Ahora hago la
cuenta regresiva
de los autos
vacíos que no
pasaron.
Esmeralda. Un
auto entra por
la avenida ancha
y corrupta. Es
auto de un Dios
automovilista.
Esdrújula.
Exvoto de las
cuatro ruedas.
Un rostro
amarillo surge
de improviso
entre las mesas
y pregunta la
hora. No es la
palabra hombre.
Es un hombre
entre tantos
hombres que no
saben la hora.
Es difícil
llegar a ser
mayor del
ejército inglés.
Es el fantasma
de Bolaño. Es
imposible estar
sola entre
fantasmas, pero,
¿a dónde van los
poetas un sábado
por la mañana?
Están metidos en
los resquicios
de las palabras.
Una mujer
espera, bajo la
lona verde, ser
escrita por la
mano de quien
escribe. Es la
que dice la
palabra hombre.
La que modula
con lentitud y
apenas cierra
los ojos cae en
la profunda
grieta de la
hache muda de la
palabra hombre.
Espejo.
Small.
Snif.
La palabra
hombre aparece y
desaparece como
la primera vez y
sus huellas
quedan impresas
en el aire.
Espolvoreo polvo
de estrella.
Estuve atinada.
Smog. La vida de
la palabra
hombre es
fantástica. La
palabra hombre
es un organismo
vivo que se
pliega y se
repliega. La
palabra mujer
observa la
escena
boquiabierta. Al
final, el auto
de Dios se
estrella. Fin de
lo divino
contramano.
Es la hora.