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De la poética del no y los giros |
Primer episodio: El rescate -Ayudáme a dar una vueltita, después vuelvo a quedarme quieto frente a la pared de mi casa. -Veo tus viejos trajes de príncipe deshilachados. -Por eso quiero dar una vueltita, a ver si rescato algo de mi estirpe y me siento menos sonámbulo. -Si tuvieras ruedas en los pies, sería más fácil girar. -Si tuviera ruedas sería una bicicleta pero yo soy apenas un hombre que no debe abandonar la pared de su casa. |
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Segundo episodio: la perra -No fosforece tu pesar. -¡No es cierto! ¿Por qué me mentís? -No miento, pero no es tu culpa sino de la noche ventajera y sirgadora que se estampa sobre la pared de tu casa como una perra enferma. -Vayamos rápido los dos hacia el centro de nuestra oscuridad. -Bueno, pero no hables de desdichas si no estás fosforeciendo. Tercer episodio: El poder -Antes me salía mejor el rodar, caía exitosamente, por propia voluntad en todos mis abismos, pero ahora necesito ayuda. -A esto ya lo has dicho antes, pero se me durmieron las piernas. -Ummm... Falta que te quedes paralítica. -Cuánta simbología en ese pequeño acontecimiento. -Una mujerzuela no lo entendería. Una pared tampoco. -Aun con las piernas dormidas puedo ayudarte a girar. Cuarto episodio: La virtud -Tu virtud consiste en ser dulce y apretarme tan fuerte. -Eso ya me lo han dicho mis maridos. -Aparte de eso ¿va todo bien? -Si querés que te ayude a girar no hagas, por favor, esas preguntas. -Si esta noche no giramos, moriremos. -Estás duro y complicado. Pensá que girar es una ceremonia por demás simple. Quinto episodio: La distancia -Sentáte en mis rodillas. -No puedo sentarme. Ahora somos amigos, no somos amantes. -Es verdad, cada cual en lo suyo. ¿Nos reímos? -No tengo ganas. -Estás dura como una galleta. -No copies mis estrategias lingüísticas. Además, los amigos mantienen cierta distancia y la distancia me pone dura como una galleta. -Ayudame a rodar ahora que sos mi amiga. -Te equivocás hablándome de ese modo. -Perdón. -Está bien. Sexto episodio: El pájaro -Besáme. -No podemos. -Probemos besarnos en secreto. Ahora que somos amigos, podemos guardar un secreto. -Bueno, te beso pero no me siento sobre tus rodillas. -No, claro, porque ya no sos mi amante. -¿Te beso con lengua? -Sí, sí, los amigos se dan enormes besos de lengua. -¿Así? -Mmmm, sí, así se besan los amigos. -¿Estás girando? -Sobre mí mismo como un pájaro. Ultimo episodio: El columpio -Estás lleno de gritos escondidos, como un tigre sin garras. -Hago lo que puedo. Ya te he dicho que dedico mis días a contemplar la pared y que la pared me mire para que no reclame que me haya ido. -¿Es cierto? -¿Has olvidado el sexo? -No. Yo no soy una tibia decapitada que pierde, con la cabeza, la memoria. -Yo tampoco pierdo mis tesoros. Te confieso que con la pared es difícil tener sexo. -Qué raro. Las paredes son firmes, robustas, hogareñas. -No sigamos hablando. Estoy aquí para girar, girar, como mi propio sueño. -Y yo no soy una palabra triste sino el columpio redivivo. |
por Miriam Cairo
cairo367@hotmail.com
Originalmente en Página12 (Rosario)
Sábado, 10 de enero de 2009
Link a la nota: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-16788-2009-01-10.html
Autorizado por la autora
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