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Como una cereza
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La Pupilante (con cinco dedos en cada
mano): ¿Alguien nos encontrará? El Marqués: No. No son más de las cuatro, falta una buena parte del día para que sigamos perdiéndonos. La Pupilante: No sé si usted ha escuchado esa canción que dice: "Hay una clase de perdido que no gusta de ser encontrado". El Marqués: No, nunca. La Pupilante: Es comprensible porque acabo de inventarla. El Marqués: Se parece a esa canción que dice: "Hay una clase de buscador, que no gusta de encontrar lo perdido". La Pupilante: Fíjese. La desconocía. El Marqués: Es comprensible porque yo también acabo de inventarla. La Pupilante: Eso debe ser lo que se llama equilibrio cósmico. El Marqués: A cada rey su corona. La Pupilante: A cada poeta su lector. El Marqués: Y viceversa. La Pupilante: De todos modos sigo temiendo que alguien nos encuentre. El Marqués (moviendo su mano desnuda en el aire desnudo): El día tiene un cierto número de horas y nada más. La Pupilante (segura de su inseguridad): Yo no sé. El Marqués: Yo tampoco. La Pupilante (leyendo un libro imaginario): Aquí dice que usted es producto de mi imaginación. El Marqués (busca en su libro imaginario): Aquí dice que usted no es el producto sino la razón de mi imaginación. La Pupilante: Como quiera. El Marqués: Digamos que hay una línea fronteriza que en nuestro caso es muy tenue. La Pupilante: Es filosa la filosofía. El Marqués (colocando su desnudez en la imaginación pupilante): Me es familiar esta impresión de envión que ejercemos desde adentro... La Pupilante (desnudamente): Usted me hace suspirar mis propios suspiros mientras recojo los suyos. El Marqués: Vi con qué devoción usted tomó mi suspiro, aunque me pareció que él fue hacia usted con impulso propio. La Pupilante (sin dejar de pupilar): Como un cachorro que ahora es mío. El Marqués: Suyo es. Otra coleccionista habría acumulado gemidos con la ambición del contrabandista. La Pupilante: Es que usted me ha creado a su imagen y semejanza. El Marqués: Faltaba más. Usted ha imaginado mi imaginación. La Pupilante (haciendo memoria de Narciso): Y viceversa. El Marqués: Así es. Pero tendríamos que meditar la posibilidad de enloquecer. La Pupilante (entusiasmada): Sucederá cuando nos encuentren. El Marqués: ¿No antes? La Pupilante: Podríamos intentarlo pero la locura es como la poesía: otros tendrán que decirnos si es o no es. El Marqués: ¿Sabe? En su imaginación, puedo sentir plenamente mi existencia. Miento, no es así, en su existencia puedo sentir plenamente mi imaginación. La Pupilante: Dígalo también por mí. El Marqués (con gesto de magnolia teñida de amarillo): Prométame que cuando nos encuentren no dejaremos de estar perdidos. La Pupilante (breve y natural como una cereza): Confíe en mí. |
por Miriam Cairo
cairo367@hotmail.com
Originalmente en Página12 (Rosario)
Sábado, 3 de enero de 2015
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-47380-2015-01-03.html
Autorizado por la autora
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