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Quinta estación de Luis Cardoza y Aragón - (Editorial de la Universidad de San Carlos de Guatemala, 2001, 34 páginas)
por Germán Cáceres

Nota: Este libro me fue obsequiado por la Licenciada Stella Maris Acuña, que en setiembre de este año concurrió al “Coloquio Guatemalteco de Arte Rupestre”, organizado por la citada universidad. Como estamos en una era digital, Quinta estación se puede conseguir a través de la página web: http:/editorial.usac.edu.gt

Luis Cardoza y Aragón es uno de los intelectuales más importantes del siglo XX de Guatemala, donde nació en 1901. Gran viajero, en 1920 fue a París, y allí entró en contacto con André Breton y Louis Aragon y, consecuentemente, con el surrealismo, que influyó a lo largo de vasta su producción (poeta, ensayista y crítico de arte). También se reunió con su compatriota Miguel Ángel Asturias (Premio Nobel 1967). Al implantarse el régimen del general Jorge Ubico, se exilió en México. La revolución de 1944, que derrocó a la mencionada dictadura, lo marcó en su vida política, eminentemente volcada hacia las causas populares y democráticas. Tras la intervención estadounidense que provocó la caída del gobierno de Jacobo Arbenz, se refugió de nuevo en México, en donde publicó en 1955 Guatemala, las líneas de la mano, un ensayo medular sobre su país. Como crítico de arte es emblemático su tratado de Pintura mexicana contemporánea (1953).

En Quinta estación, que apareció en 1974, se revela como un poeta sensual y de exquisito sentido musical (“Noche, la tierra es de cielo, /noche morena y ubérrima/ como seno de india: / duro, redondo, pleno”).

Sus imágenes un tanto herméticas inducen a una lectura renovada de la naturaleza (“Soy esa lluvia añil, lunar, herida/ cuando la tierra falta no sé en dónde, / en la sin fin caída al otro lado/ estando un poco aquí todavía”).

Esta antología, que comprende el período 1927-1930, está poblada del espíritu onírico de su experiencia surrealista, así como de asociaciones audaces, embebidas de una deslumbrante sensibilidad (“La mañana de platino, / suave como tu aliento. / ¡Oh! qué pura claridad/ rasgada hasta el infinito”).

En “Radiograma a don Luis de Góngora”, el homenaje se transforma en una glorificación de la poesía (“Sus versos: claros peces en globos de cristal/ maravilloso acuario”).

Sus poemas son como explosiones que intentar subvertir el mundo: ésa es la “quinta estación”, que parece reunir las otras cuatro y tomar un impulso espléndido y de inmensa profundidad (“azar seguro en que me encuentro/ solo con mi yo más yo que yo mismo/ cierto como los números tranquilos/ sí soledad Robinson sin retorno”). Luis Cardoza y Aragón falleció en México en 1992. Su retrato de la tapa, en lápiz y carboncillo, pertenece al gran artista mexicano Agustín Lazo.

Germán Cáceres

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