El chino,
de Henning Mankell (Tusquets, Buenos Aires, 2009, 482 páginas) por Germán Cáceres |
Respondiendo a una característica de la narrativa de Henning Mankell (Estocolmo, Suecia, 1948), El chino atrapa desde el comienzo y, a medida que se avanza en la lectura, su apasionante trama despliega una inventiva admirable. A través de una prosa serena y de contenida belleza, un fuerte suspenso recorre la novela, ya que el lector teme por la vida de personajes tan queribles como Birgitta Roslin y Hong Qui. En Hesjövallen, una perdida aldea de Suecia, son brutalmente asesinados sus diecinueve habitantes. Se trata de un caso criminal en principio indescifrable. Pero aquí no aparece el popular detective Kurt Wallander (que interviene en brillantes novelas como Asesinos sin rostro, La quinta mujer, La pirámide), sino la jueza Birgitta Roslin, de alrededor de sesenta años, casada, con cuatro hijos, y cuyo matrimonio languidece ante el desgaste de los años. La mutua incomprensión entre los esposos está planteada con convicción, así como el mundo interior y los conflictos íntimos de la protagonista, que no está en paz consigo misma, sino decepcionada y acosada por las dudas: “Ya sé que suena injusto. Tú, los niños, mi trabajo, ¿qué más puedo pedir? Sin embargo, aquello otro…, lo que pensábamos cuando éramos jóvenes…, la voluntad no sólo de comprender el mundo, sino también de cambiarlo. Si miramos a nuestro alrededor, comprobaremos que el mundo es peor que antes”. La novela es ambiciosa, de estructura compleja y exigente, que cambia continuamente de escenario (desfilan poblaciones suecas como Hesjövallen y Helsingborg, Nevada, Pekín, Zimbabue, Mozambique y Londres). El relato del viaje a Nevada que son obligados a realizar en 1863chinos comprados para ser utilizados como esclavos en el trazado de vías ferroviarias, registra una crueldad desgarradora. Fue una expoliación sin límites en que los despiadados capataces llamaban con desprecio niggers a los negros y chinks a los chinos. Asombra la amplitud política de Mankell, que, siendo autor de un libro como Los perros de Riga —fuertemente impregnado de una visión anticomunista—, se acerque a la problemática China sin prejuicios ni preconceptos. El discurso que pronuncia un académico sobre el desarrollo de la economía desde la proclamación de la República Popular en 1949 es de una lucidez magistral. Birgitta Roslin opina que Mao Tsé Tung “fue uno de esos líderes únicos que la Historia da a luz de vez en cuando. Más tarde, su ejercicio del poder supuso mucho sufrimiento, caos y desconcierto; pero nadie podía negarle el haber sido quien, como un emperador moderno, sentó las bases de la China que en la actualidad se convertía en una potencia mundial”. Otro personaje contundente es la funcionaria del Partido Comunista Hong Qui, con sus aspiraciones de renovar la sociedad actual de su país sin dejar atrás el sentido de solidaridad. Además, durante el paseo que realiza la jueza por Pekín, transmite sus vivencias de la ciudad con un extraordinario sentido de la inmediatez. |
Aunque la novela es una completa obra de ficción, se introducen en ella datos autobiográficos de Mankell, como el haber pasado su infancia en pueblos aislados del norte de Suecia mientras su padre ejercía de juez, y el hecho de repartir una parte de su vida en Maputo, la capital de Mozambique (está a cargo del teatro nacional Avenida), y la otra en Estocolmo y Gotemburgo (aquí, su actual esposa, Eva Bergman, hija del célebre realizador cinematográfico, dirige el Backa Teater). El chino es uno de los libros más logrados de Mankell, y no es decir poco. |
Germán Cáceres
Ir a índice de América |
Ir a índice de Cáceres, Germán |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |