Masticando Viagra |
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La
aparición de una nueva versión caramelo masticable del Viagra
llama la atención como adelanto científico, en
esta insistente búsqueda del hombre de su autorrealización a través del
reaseguro de la función eréctil instantánea, ahora
pues, sin vaso y sin agua. Un repetido chascarrillo afirma que “Viagra” significa “viejas agradecidas”. Esto se debe a dos hechos: 1)
Que
los efectos inesperados del Citrato de Sidenafil (viagra), fueron
descubiertos casualmente por científicos ingleses que
buscaban sin éxito un fármaco para la insuficiencia coronaria en
personas de avanzada edad. 2)
Que existe la
errada suposición de que este vasodilatador que convierte a Pulgarcito en
El Increíble Hulk es sólo ingerido por varones de la tercera edad. Pero
investigaciones publicadas demuestran que hoy es consumido también por
hombres jóvenes simplemente para mejorar su funcionamiento sexual, satisfacer
fantasías eróticas o por
curiosidad. ¿Qué
es lo que no me gusta de todo esto? a)El tratamiento de la
sexualidad como objeto de consumo. Por tanto: cuanto más rápido y más
intenso sea el placer, mejor será el sexo. Una ideología que reduce la
sexualidad a la genitalidad, a la producción y al éxito. El coito como
producto y no como proceso afectivo. b)
Los hombres hemos perdido el derecho a ser impotentes. Si,
como se lee. Ya ni tiene sentido investigar qué pasó con la masculinidad
en los últimos cincuenta años y el pánico a no poder que empuja a los
varones a buscar este objeto transicional que les permite “ir por el maná
deseado e imprescindible: la mujer”. Nuestra
escena más temida tuvo solución: la pastillita celeste. Detrás del
derecho humano (cancelado) a “no poder”, que queda silenciado como
siniestro ante el patético superpoder del viagra, el hombre se instala en
una situación asimétrica frente a la mujer, y su mensaje es: “consumo
esta droga porque tengo pánico a que me abandones si no puedo”. Terrible dependencia, pues, del eterno proveedor que
finalmente ve a la mujer que ama como un sujeto persecutorio,
maravillosamente definido en una frase popular que manejan los varones y
que esconde el horror al fracaso y a su consecuencia inevitable, el
abandono: “las minas son como las chapas del tinglado, si no las clavás
se te vuelan”. Qué
es lo que si me gusta de todo esto. a) Que pacientes con impotencia como secuela de patologías físicas o psicológicas, logren a través de este medicamento recuperar su vida normal como amantes. b) Si la chica de nuestros sueños nos responde siempre con un repetido no, no, no, y no, y de pronto viajando con ella una tarde en subte nos susurra al oído inesperadamente: ¡”si”!,....justo ese día que tenemos una cohetería de cólicos en la panza. Es ahí cuando podemos desenfundar el chicle mágico y convertirnos en Rocky Uno,....... ¡o tal vez en Rocky Tres!. Total, a la salida de un hotel,nadie nos espera para hacernos un antidoping. |
Luis Buero |
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