¡Ladra Sancho! ¡Señal que estoy sola! |
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No
sé si serán de Piscis, Escorpio o Sagitario, pero algunas mujeres no
saben o no pueden estar solas. Son
las que prefieren usar como psicólogo silente a un gato altanero y hedonista, o de estufa para los
pies a un foxterrier histérico, después de haber crucificado y
desalojado de su corazón a un novio insuficiente. Les resulta
insoportable llegar a su departamento a la noche y no tener alguien que,
por lo menos, les ladre o les
maúlle. Y en esos días en
los que sufren de “macho-fobia”, cualquier mina asegura, con cruda
ironía, que compartir la vivienda con un can es mejor que hacerlo con un
tipo porque el noble bicho: 1)
Le
hace “fiesta” cuando ella vuelve del trabajo. Es más, cuánto más
tarde llegue, mejor será recibida. 2)
La
escucha atento y sin interrumpirla. 3)
Si
lo acostumbran así, come lo que le dan como si fuera un manjar. 4)
Lo
lleva a pasear donde ella quiere y no se queja por tener que mirar
vidrieras. 5)
Es
fiel. 6)
La
defiende de los extraños. 7) No le importa si ella está gorda,
despeinada, vestida a la moda, o en
esos días. Su amor no
cambia jamás. 8) Si nota que ella está con los “cables
pelados” simplemente se aleja y no la molesta. 9) Acepta que lo lleven de vacaciones a cualquier parte. 10) No se pone celoso si
ella usa escotes muy pronunciados o habla demasiado tiempo por teléfono
con un amigo. 11) Si la ve triste, inmediatamente tiene un contagio afectivo y
la acompaña en ese sentimiento. 12) Su madre nunca llega de visita imprevista. 13) No le pregunta cómo fue su relación con hombres o perros
anteriores. 14) No se siente incómodo
si ella lo acaricia en público. 15) Y lo más importante,
no ve fútbol por televisión. Una
Julieta desilusionada por su Romeo, en
su etapa de Penélope amazónica también puede preferir un minino
como compañero porque según ella un gato: 1)
Es seguramente la reencarnación de una
mujer y por eso le resulta fácil
comunicarse con él. 2) Si le frota la barriguita la adorará para toda la vida. 3) Son impredecibles, misteriosos, ordenados, ronroneantes, se bañan
todos los días. 4) Su personalidad e independencia parecen rebatir esa creencia
machista de que todas las cosas fueron creadas por Dios para servir al
hombre. 5) Reposan quietitos sobre la espalda de ella ayudándola a des-contracturarse
y no buscan tener sexo después, cuando ella solo quiere
dormir. En fin, conozco una maestra recién separada que llama José y Pedro a sus pececitos, y les recita las lecciones que dará a sus alumnos al día siguiente. Ni qué hablar de las que le cantan el arrorró al conejo o al pajarito. Pero como la necesidad es el elemento fundacional de un vínculo, cuando se les pasa la bronca se enamoran de un nuevo chico y el gato vuelve al tejado, el Bobby queda en manos del joven “paseaperros”, el canario se vuela y la tortuga emigra a otro balcón por más lechuga. Es que hay provisiones que sólo un hombre puede dar. Eso dicen, al menos. |
Luis Buero |
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