Fundamentos filosóficos de la identidad mexicana, según Samuel Ramos |
Samuel Ramos se aparta un poco de su metodología psicoanalítica y empieza a privilegiar el perspectivismo y raciovitalismo de José Ortega y Gasset con sentido cultural- educativo, con la finalidad de poder dar a la develación del tipo de cultura que puede tener el mexicano y México, un sentido universal, como corresponde a su carácter filosófico. Ese sentido universal puede apreciarse desde el mismo planteamiento de la problemática investigativa que él expone textualmente al preguntarse –refiriéndose al mexicano y a México- “¿Qué tipo de cultura puede tener? Es evidente que Samuel Ramos, al hacer esta pregunta se preocupa, como maestro, por la búsqueda de una cultura como tal, no puede referirse a lo que encuentra en toda esta descripción de la mentalidad del mexicano y sus accidentes históricos, porque aunque estos elementos se refieran a una cultura, no puede ser una cultura del mexicano, ya que la misma fue imitada. Por tanto si Samuel Ramos se pregunta por la cultura que el mexicano y México pueden tener, busca una cultura que puede existir si los mexicanos dejan de imitar culturas extranjeras derivado de su sentimiento de inferioridad, y en lugar de esto, orientan su acción viviente hacia la asimilación cultural. Esta búsqueda supone entonces para Samuel Ramos dos problemas: ¿Cómo debe ser esa cultura que no existe, pero que puede existir en el mexicano y en México. Y el otro, ¿Cómo lograr que exista? Al primer cuestionamiento responde con el tipo de una cultura derivada que debe ser asimilada como una cultura viviente. Y al segundo, proponiendo una educación humanista. El mismo Ramos confirma esto al plantear lo siguiente: “¿Existe, acaso, otro procedimiento mejor para derivar de un modo natural una cultura de otra? -Y responde- Sí, desde luego; es lo que se denomina asimilación. Entre el proceso de la imitación y el de la asimilación existe la misma diferencia que hay entre lo mecánico y lo orgánico.”[1] Y más adelante, en su mismo libro, Samuel Ramos se plantea su objetivo filosófico de la cultura, al exponer claramente: “Nosotros trataremos de definir el perfil de la cultura que puede aparecer en México dada una cierta constitución orgánica de la sociedad y del hombre, producto de una historia peculiar. […] Sólo con un conocimiento científico del alma mexicana tendremos las bases para explorar metódicamente la maraña de la cultura europea y separar de ella los elementos asimilables en nuestro clima. […] Por falta de datos ciertos sobre nuestra alma, hemos carecido de puntos de referencia nuestros para ordenar la visión de las cosas europeas dese una perspectiva mexicana.”[2] Por lo que hace el segundo cuestionamiento, relativo a ¿Cómo lograr que exista ese tipo de cultura? encontramos que Samuel Ramos se expresa en los siguientes términos: “El tema de estas reflexiones, que es el destino de la cultura en México, nos obliga a considerar las potencialidades espirituales del mexicano, ya que es en el hombre donde radica el principio y el fin de la cultura. No podemos ni siquiera concebir cómo sería una cultura cuyos valores fueran indiferentes a los fines humanos. […] Después de estas reflexiones, tal vez el lector se sienta mejor dispuesto a concedernos que más que nunca es oportuno instaurar el humanismo en la educación para contrarrestar los efectos de de una civilización engañosa que esconde, como una Circe moderna, la potencia mágica de transformar en máquinas a los hombres que se dejan seducir por su aparente belleza.”[3] Lo anterior, no sólo nos muestra la intención de Samuel Ramos, en el sentido de averiguar de qué tipo puede ser y cómo se puede llegar a existir una cultura del mexicano y de México, sino que también pone de relieve el carácter filosófico de esta investigación, y dentro de él, su enfoque desde el perspectivismo y raciovitalismo orteguiano con el cual encuentra su fundamentación ontológica y epistemológica. Se advierte el enfoque ontológico y epistemológico en esta parte filosófica del “El perfil del hombre y la cultura en México”, porque para el perspectivismo el conocimiento es perspectiva racional y para el raciovitalismo la realidad es vida y cultura histórica. Por tanto la realidad es una producción de la vida en perspectivas racionales. Entonces, ontológica y epistemológicamente, podemos decir que esta realidad viviente existe en forma de cultura histórica, porque es producida con la suma convencional de todas perspectivas racionales vivientes de los individuos que participan en la misma, constituyéndose, ahora desde el conocimiento, en una esencia, en un ser. Así que cada individuo vive racionalmente su realidad o vida histórica y cultural, en el entendido, que todo esto -en términos del propio perspectivismo y raciovitalismo- también se comparte socialmente con otros, para vivir racionalmente, en común, una realidad o vida compartida y tener un conocimiento igualmente común que constituya, simultánea y complejamente, la verdad convencional sobre esa realidad o vida, donde vivir, también es conocer socialmente. Todo lo cual quiere decir que el filósofo o el científico –cada cual desde su respectiva perspectiva epistemológica- se encargará de observar vivencialmente las perspectivas de los demás, para luego integrarlas en una perspectiva esencial filosófica o científica -según sea el caso- y así conformar una perspectiva que tendrá carácter objetivo, con la cual hace que se presente la realidad o vida en una perspectiva más profunda y esencial. Pero en el caso concreto, Samuel Ramos no se propone conocer una cultura existente, porque esa en México, según él, es una cultura imitada que no corresponde al mexicano y por tanto no puede atribuírsele. Sino, al contrario, lo que él se propone conocer, es la cultura que puede tener el mexicano y México. Esto es, quiere conocer la cultura del mexicano que no existe pero que este podría llegar a tener, es más, la cultura que este debe tener. Y es ahí donde su estudio alcanza un nivel filosófico porque se plantea descubrir lo que en sentido universal le corresponde al mexicano como su cultura, derivado de su esencia mestiza. Entonces si esto pretende descubrirlo desde el enfoque filosófico del perspectivimo y el raciovitalismo, tendrá que comprender, ya no las perspectivas racionales y vivientes con que los mexicanos producen su realidad cultural, porque ya vimos que esta no existe todavía, sino que tendrá que comprender ¿Cuáles deben ser las perspectivas racionales y vivientes con que el mexicano debe producir su realidad cultural? para que al encontrar la esencia de esta perspectiva nacional que debe tenerse, se pueda definir cómo debe ser la cultura del mexicano y de México. Y con todo esto, encontrar la esencia de la cultura en México. Ahora bien, como seguidamente veremos, eso es lo que pretende hacer filosóficamente Samuel Ramos, buscar dentro de la perspectiva racional del mexicano, es decir, buscar que con la educación humanista[4] surja una perspectiva inteligente, preparada y limpia de complejos psíquicos -proyectada desde toda su libre y natural condición mestiza- que asimile la cultura europea, y consecuentemente, produzca la existencia de una realidad cultural, histórica y vital. Dice Ramos: “…para formar esta cultura «mexicana», el único camino que nos queda es seguir aprendiendo la cultura europea. […] hay que preparar a la juventud en escuelas y universidades, mediante una severa educación orientada esencialmente a la disciplina de la voluntad e inteligencia. […] Lo que para México es de una importancia decisiva es aprender de la cultura lo que en ella hay de disciplina intelectual y moral. Cuando se llegue a obtener ese resultado, se comprobará que, aun los individuos que escalen las altas cimas de la vida espiritual, no caerán en el orgullo de despreciar la tierra nativa. Al contrario, su altura les permitirá comprender y estimar mejor la realidad mexicana.”[5] Referencias: [1] Ibídem. Págs. 20 y 28. [2] Ibídem, pp. 90, 95 y 96. [3] Ibídem. Págs. 97 y 110. [4] Para Ramos como para Vasconcelos, Caso y otros grandes humanistas mexicanos, cubanos y latinoamericanos, la educación es un proceso cultural que prepara al hombre para el trabajo creador y la vida con sentido. Por eso en toda la obra de Ramos está presente el sentido educativo y su filosofía entera, completa, se concreta realmente en un programa educativo. [5] Ibídem. Págs. 95,96.
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M. Sc. Victorio Jesús Broca Quevedo
parmenidez@hotmail.com
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